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La Vasconia virtual y el misterio de la fe

Iñaki Arrieta Baro lagunari, gai honetaz desakordio osoz eta luzez aritu garelako, elkarren errespetua eta adiskidetza galdu gabe.

El contenido de esta entrada está inspirado en una larga conversación que tuve con Iñaki Arrieta Baro sobre el tema de la Vasconización tardía, tras una reunión en Euskomedia el pasado otoño. En la reunión analizamos posibles líneas de colaboración en proyectos relacionados con el patrimonio digital y la web 2.0.  En Deusto precisamente acabamos de aprobar un plan de investigación cuyo segundo objetivo es:

  • Promover la preservación digital, difusión y conocimiento científico
    del patrimonio lingüístico y documental vasco, tanto oral y escrito,
    como de los hipermedios.

La reformulación de este objetivo hace a nuestro equipo de la Universidad de Deusto afín a Euskomedia en varios aspectos. En Deusto estamos especialidades en patrimonio lingüístico y documental y Euskomedia en «la difusión por medios telemáticos de contenidos culturales y científicos». Así que los puntos de encuentro resultan claros, particularmente en lo que respecta a la digitalización y tratamiento posterior de los contenidos.  Por ello, todo apunta a la conveniencia de iniciar colaboraciones futuras.

En la conversación posterior con Iñaki sobre el tema de marras, tras discrepar abiertamente en muchos aspectos, llegamos a un punto de acuerdo —si no recuerdo mal— que se expresaría mejor como hipótesis: Tal vez la patria común (o matria como sugiere Ortiz-Osés) de los vascos —en el sentido restringido de vascoparlantes— no se corresponda con un territorio físico, terrenal; tal vez sea suficiente con disponer de un espacio de encuentro virtual (munduko euskalgune birtuala).

En mi interpretación de patria virtual no se descartan los encuentros presenciales (diarios, en casa, en el trabajo, en la calle), pero de los que no hace falta derivar un espacio físico, territorialmente delimitado, como el que se quiere atribuir a VasconiaEuskal Herria. En eso me diferencio de los nacionalistas (y de Iñaki, si no me equivoco).

Sobre esta cuestión, el miércoles 6 de enero de 2010, Juan Bas escribía en El Correo una columna titulada Propósitos negativos, de la que tomo el siguiente fragmento:

Para 2010 sólo propósitos negativos, en el sentido de abstenciones, de no hacer, no decir o no escribir. Negaciones del estilo: no voy a escribir ni sobre Belén Esteban ni sobre ETA; el ostracismo es una buena técnica para conseguir finalmente la disipación por el olvido. Seguiré sin creer en la existencia de Dios y de Euskal Herria; las entelequias son de la misma materia con que se tejen los sueños y su territorio es la leyenda o la literatura fantástica.

Coincido con Juan Bas en calificar a Dios y a Euskal Herria como entelequias, pese a la dificultad que para mi entraña el concepto. Como forma de esquivar esa dificultad, prefiero utilizar el término «virtualidad«, porque además se puede aducir que los seres virtuales, como los avatares, tienen existencia más allá de la literatura. Muchos son memes, que viven en las mentes colectivas; otros tienen una segunda vida en mundos digitales; y algunos incluso adquieren presencia real en la vida cotidiana, aunque no lleguen a constituirse en grupo humano con territorio (o estado) propio. ¿Hace falta?

Para historiadores —de orientación nacionalista— como Iñaki Bazán no parece a priori un requisito imprescindible. O al menos eso se desprende de la definición de marco geográfico interterritorial para Euskal Herria que se ofrece en el prólogo de la obra De Túbal a Aitor. Historia de Vasconia (2002):

El marco geográfico de Vasconia corresponde, grosso modo, con los territorios de la actual Comunidad Autónoma del País Vasco, la Comunidad Foral de Navarra y el País Vasco continental en Francia (Labourd, Baja Navarra y País de Soule), que ocuparon los pueblos autrigón, caristio, várdulo, vascón y novempopulano (nueve pueblos).

Decimos grosso modo porque los vascones también extendieron su influencia por tierras que hoy son aragonesas, como el valle superior del río Aragón y la comarca que va desde Sos del Rey Católico hasta Alagón, pasando por Ejea de los Caballeros; al igual que por La Rioja de la ribera del Ebro. Los berones poblaron el territorio alavés al sur de la sierra de Cantabria/Toloño o Rioja alavesa, pero también la actual Comunidad Autónoma de La Rioja. En Aquitania, los novempopulanos tenían su frontera natural no en el Adour, sino más al norte, en el Garona, según refieren los cronistas de la época carolingia cuando aluden a Wasconia. Entre los novempopulanos encontramos a los tarbelos de Dax, los auscos de la zona de Auch, los bearneses de Lescar…, o los sociates de Sos en Albert.

Muchos de nuestros vecinos —aragoneses, riojanos, burgaleses, cántabros o aquitanos— no creo que vean con agrado esta visión engrandecida de Vasconia. La mención a sus territorios administrativos actuales con referencia a etnias históricas, supuestamente vascónicas, que las fuentes clásicas describen de forma harto imprecisa, es seguro motivo de no pocos malentendidos. Bazán por si acaso matiza:

Hay que advertir que todo este territorio en ningún momento de su historia ha mantenido unidad política o institucional alguna, ni tan siquiera en tiempos del monarca Sancho el Mayor de Pamplona (1004-1035), puesto que administró sus posesiones de forma independiente, respetando sus particularidades, diferentes entre cada una de ellas.

En el siguiente párrafo se encuentra la explicación del embrollo:

No obstante, sí ha existido, por el contrario, una unidad cultural y antropológica, cuya máxima expresión ha sido, y es, el idioma: el vasco o euskera.

En este sentido abundaba Estrabón, por ejemplo: «Los aquitanos [alude a los novempopulanos] son un pueblo completamente aparte, no solo por su lengua, sino también por su apariencia física, que se parecen más a los íberos que a los galos.»

Ya lo sabíamos, pero es mejor encontrar la justificación negro sobre blanco, de manera que podamos ofrecer una prueba documental fehaciente. Bazán define Vasconia (y al hacerlo representa —creo, sin equivocarme— al conjunto del nacionalismo vasco) sobre la base de la unidad cultural y antropológica, cuya máxima expresión ha sido, y es, el idioma: el vasco o euskera.

Tiene que ser necesariamente una unidad virtual, o mal asunto;  porque ¿en  qué momento histórico se ha producido esa unidad lingüística? ¿En época prerromana? ¿En época tardoantigua? ¿En época altomedieval? ¿En época moderna? ¿Es una unidad intratemporal, transtemporal, atemporal? No, nunca ha existido tal unidad lingüística, ni antropológica, ni cultural. Tales unidades sólo existen si son creadas artificialmente, como resultado de proyectos de estado-nación decimonónicos. ¿Propone entonces Bazán un proyecto nacional que haga realidad la unidad cultural y antropológica de Vasconia? ¿Al final en qué quedamos? ¿Valen o no valen las entelequias? ¿De qué pluralidad estamos hablando?

El mundo vasco se conjuga en plural, con su diversidad geográfica, político-institucional, desarrollo económico…, e incluso a nivel idiomático existen variedades dialectales.

¿Diversidad idiomática sí, pero sólo de variedades dialectales del euskera? (sic). ¿Refleja eso la diversidad lingüística de Vasconia?

Desde joven me ha intrigado un concepto religioso que se inculcaba reiteradamente en casa, en la escuela y en la iglesia, y cuya búsqueda en la red produce centenares de resultados satisfactorios: «el misterio de la fe«. De entre las referencias encontradas he escogido ésta de Jorge Loring, S.I. que aparece entre las primeras:

En nuestra Santa Religión hay algunos misterios incomprensibles para el corto entendimiento humano, pero que debemos creerlos porque han sido revelados por Dios. Y Dios no enseña falsedades.

Además, los filósofos y los teólogos demuestran que los misterios de la fe son superiores al entendimiento humano, pero no contrarios a la razón, es decir, que no son imposibles y absurdos. Así lo afirmó el Concilio Vaticano I.

Dicho así, no resulta muy convincente. Para hacerlo, Loring recurre a analogías con fenómenos físicos como el magnetismo o la electricidad:

Ocurre con ellos [los misterios de la fe] lo que con otras muchas cosas de la vida, que las usamos continuamente y no sabemos lo que son: el magnetismo nos ofrece no pocos misterios. «Las ecuaciones de Maxwell, con ser tan portentosas, no nos dicen qué son en sí mismos el magnetismo y la electricidad, sino cómo se comporta la materia, magnética y eléctricamente».

De una columna que publicó Manuel Vicent en 1999 tomé esta cita (que no está recogida en Wikiquote, pero que debería):

La humanidad está aún a medio cocer y a la mínima ocasión entra a degüello sólo por cuestiones de raza, cultura y religión. Nada cambiará mientras los dioses no cambien, ha dicho el maestro Sáchez Ferlosio.

En sintonía con esta misma idea, Michael Ignatieff (15.06.1999) dijo, con motivo de la publicación de la biografía de Isaiah Berlin y el ensayo ‘El honor del guerrero’:

El nacionalismo étnico ha hecho su trabajo [en Yugoslavia]: hoy existen seis Estados homogéneamente étnicos. Lo malo es que han ganado, han cumplido su programa.

Pero queda una esperanza. Los humanos son promiscuos por naturaleza. Sexual y culturalmente. Y, con el tiempo, empezarán a viajar, se enamorarán y tendrán hijos cuyo carácter étnico no será tan homogéneo. Llegará un día en que no se pueda determinar. Para hacer que esa promiscuidad sea posible es inevitable que entren en el mercado global. Eso hará que la utopía étnica sea imposible.

Consuela pensar que el carácter promiscuo de la naturaleza humana, tanto en lo sexual como en lo cultural, pueda servir de antídoto frente a los mitos de la raza, la cultura o la religión.

Por todo lo dicho, prefiero atribuir a Vasconia una existecia digital, virtual, mental, sentimental, anímica, memética o metropolitana (la Euskal Hiria utópica de Bernardo Atxaga), que favorezca la promiscuidad sexual y cultural, bien alejada de marcos geográficos que se justifiquen en unidades étnicas o lingüísticas tan arriesgadas e inciertas como las planteadas por Iñaki Bazán.

La conversación que tuve con Iñaki Arrieta Baro discurrió por estos derroteros y demostró que es posible hablar de Euskal Herria en Euskadi desde la discrepancia. Porque los territorios con realidad «político-institucional» (Euskadi, Navarra, Baja Navarra, Labort y Sola) son compatibles con los virtuales. Porque los virtuales pueden incluso trascender a los territoriales (Diáspora vasca). Creo además que mi amigo Iñaki convino conmigo al final en que la patria del euskera —como metonimia de los vascoparlantes— o estará en la red y en ámbitos metropolitanos, o no estará; y que convivirá con otras lenguas y patrias (o matrias) en espacios que por definición serán plurales e interculturales. Y si me equivoco ya me lo dirá, que para eso somos amigos, ¿no Iñaki?