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La cronología Siglo VI Siglo VII

Secundiano y Hotar se entendían en latín

Castro de Arrola (Nabarniz)
Castro de Arrola (Nabarniz) castro de Las Cogotas (Ávila).

¿Hablaba Secundiano de Arratia un derivado occidental de preprotovasco? En caso de que lo hiciera, ¿podría un hablante de Arratia haberse entendido con otro del Alto Garona en sus respectivos dialectos protovascos del siglo III? En esta entrada vamos a explorar esta posibilidad, al hilo del artículo Lakarra (2014) ‘Reflexiones en torno a la dialectología diacrónica del euskera’. Nuestra conclusión será negativa: Ambas variantes llevarían desconectadas un mínimo de diez siglos y con seguridad serían ininteligibles entre sí. Si de algo podemos estar seguros es de que la lengua vehicular de los pobladores del Cantábrico oriental y del sur de Aquitania en los siglos finales del Imperio no pudo ser otra que el latín. La fragmentación y expansión del euskera a partir del siglo VI requiere como vamos a ver una explicación alternativa a la de la koiné de dialectos protovascos.

Vamos a comenzar comentando brevemente la siguiente aseveración de Lakarra (2014: nota 152) que enlaza con la pregunta inicial (más abajo incluimos el texto íntegro de la nota, la negrita es nuestra):

  • «Si la teoría de la vasconización tardía no fuera infundada (si tuviera algún fundamento lingüístico, pace Abaitua & Unzueta 2011), no haría falta decir que la expansión del vasco antiguo común no implica, sin más ayuda, el supuesto de que previamente en los territorios de expansión no se hablaran formas dialectales más antiguas de esa misma lengua: ¿acaso solo tras la expansión de la koiné se habló griego en todos los lugares en los que se llegó a hablar? (cf. Adrados 1999).»

Parece una ironía, no solo porque Adrados (2008) se ha manifestado a favor de la vasconización tardía, sino porque el propio Lakarra (2014) dedica íntegramente su artículo a los dos fundamentos lingüísticos centrales (en negrita) de los cuatro planteados por Abaitua y Unzueta (2011):

  1. La distribución geográfica vascorrománica de la toponimia bajomedieval y moderna (siglos X-XX)
  2. La expansión altomedieval y propagación de la fragmentación dialectal (siglos VI-XI)
  3. La unidad de la lengua y origen de los dialectos en época tardorromana (siglos V-VII)
  4. La exigua presencia de vasquismos en época prerromana y romana en el País Vasco y Navarra (hasta siglo V)

Y es que, en efecto, la existencia de un vasco común antiguo (siglos V-VII) así como el proceso posterior de dialectalización y expansión de la variante occidental (siglos VI-XI) constituyen las pruebas ‘lingüísticas’ más palpables de la vasconización tardía. O dicho de otra forma, la vasconización tardía no es sino otra forma de abordar el fenómeno de expansión de los dialectos surgidos tras la fragmentación del euskera común antiguo entre los siglos V-VIII. Su negación oculta un flagrante doble rasero:

  1. Se acepta la vasconización altomedieval de la Rioja Alta y zonas limítrofes de Burgos entre los siglos VIII-XI (cf (Mitxelena 1976, Peterson 2010, González de Viñaspre 2010),
  2. Pero se niega la de los territorios de Álava, Vizcaya y Alto Deba (entre los siglos V-X)

Debemos esta observación a Mikel Unzueta, para quien está claro que ambos procesos no son sino distintos episodios de un mismo fenómeno. Arguye Lakarra que la expansión del euskera occidental por Álava, Vizcaya y el Alto Deba no prueba la inexistencia de formas más antiguas de esta lengua en esos territorios (cuestionando nuestro argumento de «la exigua presencia de vasquismos de época prerromana y romana»); cuando la ausencia de indicios es conocida y significativa (cf. María Lourdes Albertos 1970-2004Larry Trask 1997:38, Francisco Villar y Blanca Prósper 2005, María Pilar Ciprés 2006, etc.). ¿Qué formas antiguas de euskera se documentan en Álava, Vizcaya o el Alto Deba? ¿Hay alguna constancia o vestigio histórico anterior al siglo IX? Y si aceptamos como hipótesis su existencia, ¿fueron hablas derivadas de un preprotoeuskera? ¿Eran variantes del protovasco aquitano? ¿Hasta qué estadio precéltico o preindoeuropeo es necesario retrotraerse para encontrar indicios probatorios?

El modelo de koiné griego aplicado al desarrollo histórico de los dialectos vascos requiere las siguientes dos condiciones:

  • que se hubieran conservado diversas variantes de protovasco (oriental, central, occidental) en los territorios en los que posteriormente se expandieron las variedades dialectales surgidas de la koiné del vasco común antiguo, y
  • que los diversos protovascos sobre los que se implantó la koiné del siglo VI hubieran sido inteligibles entre sí

Y si aceptamos como hipótesis la pervivencia de un protovasco occidental (para los territorios de Álava, Vizcaya y Alto Deba), cabe hacerse por añadidura las siguientes preguntas

  1. ¿En qué momento prehistórico situamos la fragmentación de las distintas ramas de protovasco? ¿En un estadio precéltico (entre los siglos XIII-VI a. C.)?
  2. ¿Cómo evolucionan los núcleos de población en cuyo seno se conservan los protovascos de la Antigüedad (vg. Aquitania, Navarra, Soria, La Rioja, Álava, Vizcaya)?
  3. ¿Qué evidencias de contacto existen entre todas estas comunidades protovascas?
  4. ¿Qué núcleos de población de época prehistórica y Antigua pueden asociarse a la pervivencia del protovasco occidental?
  5. Si en los siglos V-VI se produjo un reencuentro de hablantes protovascos (orientales, centrales, occidentales, meridionales, etc.), ¿es realmente concebible que estas variantes fueran inteligibles entre sí?

Vamos a aportar sucintamente algunos datos y citas pertinentes en relación con estas cuestiones.

1. Efectivamente,  Mitxelena (1982), ante la abrumadora abundancia de testimonios lingüísticos indoeuropeos en el País Vasco (cf. María Lourdes Albertos) menciona un sustrato éuskaro anterior a la llegada de los celtas

Por lo que parece es a ese sustrato al que Lakarra ha dedicado sus máximas energías:

  • «Desde hace ya una década venimos defendiendo la necesidad de revisar la reconstrucción estándar de Mitxelena […] la posibilidad de llegar a estados de lengua más arcaicos que el protovasco clásico dibujado por Mitxelena para la lengua de los siglos finales de la Era anterior […] Partiendo de las regularidades morfémicas de las voces patrimoniales, las cuales guardan información sobre fenómenos y estados de la lengua anteriores a la entrada de préstamos latinos y –por tanto– anterior a la proporcionada por estos […], se trata de obtener morfemas antes no reconocidos (por fósiles) en protovasco moderno y esquemas morfémicos que guíen una reconstrucción más profunda [vg. la raíz protovasca antigua CVC], así como para identificar con alguna seguridad los lexemas y formas gramaticales pertenecientes a tal estadio lingüístico» (Lakarra 2006)

2. Pero Lakarra, siguiendo los pasos de Mitxelena y Gorrochategui, no solo basa el deslinde de los «estados de lengua más arcaicos que el protovasco clásico» en «métodos de reconstrucción interna» sino que trata de corroborar los esquemas propuestos en las formas constatables a partir la onomástica aquitana, ya que no es fácil remontar la «época anterior al cambio de era»:

  • «Pero lo que es fundamental para el problema que nos atañe es que Mitxelena parecía pensar que los métodos de la reconstrucción interna, aplicados con su máxima eficacia a los datos dialectales históricos, no eran capaces de proyectar un estado de lengua más arcaico que el que documentaban los nombres aquitanos. En consecuencia, dado que en gran medida había coincidencia entre lo reconstruible y los datos aquitanos, mientras que en otros éstos representaban una forma más arcaica, limitaba la profundidad temporal de su protovasco a una época no muy anterior al cambio de era» (Lakarra 2006)
  • «Si examinamos la antigüedad relativa de los rasgos examinados –la absoluta nos es, y, probablemente nos sea siempre, inalcanzable–, observamos que buena parte de aquellos que en otras lenguas han relacionando lingüistas y tipólogos con la aglutinación y con el orden SOV, son en vascuence (en la medida en que somos capaces de detectar o de intuir su aparición) claramente tardíos, postaquitanos y quizás tardo-antiguos no cuando alto-medievales: oclusivas sordas en inicial, vocales nasales, relativas a la izquierda del N, postposiciones y sufijos, prominencia aspectual o temporal en el verbo… Incluso algunos de los restantes rasgos –aparentemente más antiguos o más difíciles de fechar– como el disilabismo en la raíz, la armonía vocálica, unas pocas postposiciones (incluida la de ergativo), el complejo verbal, una categoría de adjetivo relativamente nutrida, aumentada con antiguos verbos estativos, derivados, préstamos, etc.,… no todos parecen necesariamente pre-aquitanos y, por tanto, asimilables siquiera al protovasco reciente (i.e., al reconstruido por Mitxelena para los últimos siglos de la Era anterior), al menos en lo que toca a su conclusión. Es posible, por tanto, que la deriva que podemos intuir, si no ver con nitidez, tras múltiples evoluciones esbozadas más que analizadas en Lakarra (2006 y 2011) –y seguramente en muchos otros cambios y transformaciones que se les pudieran añadir– se haya dado en buena parte, no en los milenios anteriores al protovasco reconstruido clásico (aun cuando el inicio de la deriva ya se hubiera producido para entonces), sino, precisamente, en aquel otro que va de los testimonios aquitanos a los tardo-antiguos y alto-medievales» (Lakarra 2006)

Ciertamente, la tesis de Mitxelena (1981) de que los dialectos vascos tienen como punto de arranque una lengua común datable en los siglos V-VI, en lugar de sustratos de lengua anteriores al contacto con Roma, lleva a replantear muchos de los supuestos del propio Mitxelena para el protovasco. Lakarra (2013:573) menciona varios fenómenos, entre los que cabe destacar los disptongos, así como la alternancia i-/u-:

  • «En un artículo cuya relevancia en la dialectología diacrónica vasca no ha menguado más de tres décadas después de su publicación, Mitxelena 1981 estableció que los dialectos vascos no vienen del protovasco sino del vasco común antiguo. Las consecuencias de dicha conclusión distan de estar agotadas, de manera que, entre otras tareas pendientes, nos queda la revisión de varios aspectos de la reconstrucción mitxeleniana, incluso de su magistral Fonética Histórica Vasca (1961, [1977]).
  • “Los diptongos que son comunes a todas las variedades conocidas de la lengua y que se pueden postular como mínimo para el protovasco son au, eu, ai, ei, oi (Fonética Histórica Vasca: 87)”. Así comienza el capítulo sobre diptongos de 1961, repetido en 1977, sin añadido o cambio por lo que toca a la cuestión del inventario. Sin embargo, a partir de la asunción del vasco común antiguo —situado por Mitxelena 1981 hacia los ss. V.VI—, tal fórmula es errónea y ha de ser revisada. Es claro que si los dialectos vienen del vasco común antiguo y no del protovasco moderno tales diptongos pertenecerían como mucho al vasco común antiguo y no (al menos no necesariamente) al protovasco moderno.
  • «Por otro lado, las famosas alternancias i-/u- no definen unidades adicionales del protovasco moderno como algún reconstructor mecanicista pudiera pensar, sino que provienen (y no en primera instancia) de un diptongo (*eu), sin que ni siquiera este sea vasco común antiguo y, mucho menos protovasco moderno: cf. u/il(h)e < *e-non-le, e-/i-/urten (< egor- ten), (e)utzi/eitzi/itxi (< *e-dutz-i), etc.

Esto es, desde Mitxelena (1981), creemos que el foco de la lingüística histórica vasca debería haberse reorientado –al menos en una parte proporcional a su valor explicativo– hacia la reconstrucción del vasco común antiguo; sin embargo Lakarra ha insistido en su empeño de reconstruir el «paradigma» previo al protovasco

  • «De la misma manera que ocurría en el paradigma mitxeleniano, creemos que también ahora han de combinarse la mejor teoría lingüística disponible y la filología de precisión para consolidar un nuevo paradigma de reconstrucción del protovasco y de la prehistoria de la lengua vasca. Ha sido el estudio de la estructura y de la evolución de la raíz –y de la multiplicidad de fenómenos conexos– durante estos últimos años, junto al hallazgo de restricciones y generalizaciones de las que no daba cuenta el modelo anterior, lo que nos ha llevado a ver que era posible ir más allá de la reconstrucción estándar, estableciendo que el monosílabo CVC era la forma canónica en las etapas más antiguas reconstruibles de la lengua (Lakarra 2006)

En cualquier caso el estado de lengua que se reconstruye corresponde a un protovasco identificable con el aquitano; Lakarra no aborda en ningún momento la reconstrucción de un protovasco adscribible al occidente de Vasconia. (Para onomástica vasca de Navarra y Soria véase Gorrochategui 2009, Velaza 2012Fernández Palacios 2013)

3. Un tipo muy particular de objetos, denominados producciones cerámicas no torneadas, de época romana y localizadas en distintos yacimientos del País Vasco peninsular y de la Aquitania meridional denotan el contacto histórico entre pobladores de ambas vertientes pineraicas (ver sobre todo Esteban y otros 2012). Pero la existencia de estos contactos no ha dejado evidencia del uso de lenguas vernáculas.

A este respecto llama la atención la ausencia de préstamos de las lenguas peninsulares (ibérico, celta) en euskera:

  • «No es inverosímil que el protovasco y el ibérico no estuvieran en contacto real y significativo más allá de alguna estancia ocasional en Vasconia de algún mercader procedente del Mediterráneo, con hablantes de ibérico y vasco asentados en porciones significativas de los respectivos territorios (suponemos que no coincidían) por periodos de tiempo amplios (durante generaciones) y en cantidades relevantes […] En este marco, la hipótesis de préstamo masivo o simplemente relevante desde el ibérico es inverosímil o improductiva. (Lakarra 2013:571)
  • Tampoco hay rastros de préstamos celtas —descartado el hogei ‘20’ que se hacía venir de formas neocélticas, como si ambas lenguas o familias permanecieran inalteradas 1500 años después de su contacto— o germánicos. (Lakarra 2013:571)

4. El mapa inferior de Xabi Otero (que incluye Xabier Peñalver 2009:122 en su obra Sobre el origen de los vascos) ilustra los lugares de habitación de Euskal Herria (sic) durante el Bronce Final y la Edad del Hierro (1300-700 a. C.). Mostramos sorpresa porque si hay algo evidente en el mapa es la incongruencia del espacio geográfico representado para ese periodo histórico. La utilización de términos y contornos políticos contemporáneos para ilustrar la situación del territorio en el Bronce Final y la Edad del Hierro parece altamente anacrónica. Así, en realidad en el mapa se destacan dos áreas de alta densidad poblacional desconectadas entre sí: las zonas ribereñas junto al Ebro (sur de Álava y suroeste de Navarra), por un lado, y la vertiente septentrional del Pirineo navarro, por otro.

Ubicación de los lugares de habitación en el territorio de Euskal Herria durante el Bronce Final y la Edad del Hierro. Xabi Otero
Lugares de habitación en el territorio de Euskal Herria (sic) durante el Bronce Final y la Edad del Hierro. Ilustración de Xabi Otero

5. Nos preguntamos ¿en qué núcleos de los representados en la parte inferior izquierda puede proponerse la pervivencia de un protovasco occidental? ¿Ofrece el mapa indicios razonables de la existencia de una, dos, cuántas comunidades lingüísticas protovascas? ¿Pudo haber una comunidad que abarcara todo el territorio occidental, y que incluyera por ejemplo los poblados de La Hoya, los castros de Lastra (Caranca), Bolunburu, Malmasín, o Arrola? ¿Se hablaba en todos estos poblados un dialecto protovasco occidental común? ¿En todos el mismo; con variantes? ¿Podían estos hablantes entenderse en su lengua vernácula con aquitanos del Alto Garona?

6. Las zonas ribereñas de Álava y Navarra –tan desconectadas del espacio pirenaico en el mapa de Xabi Oteo– muestran por su parte una lógica continuidad con dos importantes áreas de influencia peninsular: la atlántica (que asciende por cuenca del Duero) y la celtibérica (que lo hace por el Ebro).

Ilustración de Taliesin basada en ALMAGRO-GORBEA, Martín, RUIZ ZAPATERO, Gonzalo (1992). Paleoetnología de la Península Ibérica. Reflexiones y perspectivas de futuro
Ilustración de Taliesin basada en Martín Almagro-Gorbe y Gonzalo Ruiz Zapatero (1992). Paleoetnología de la Península Ibérica. Reflexiones y perspectivas de futuro

7. Joaquín Gorrochategui (2009) aporta datos muy esclarecedores en relación con los interrogantes que estamos planteando (la negrita es nuestra):

  • La situación lingüística del extremo occidental del ámbito vascoaquitano, en especial el concerniente al territorio de várdulos y caristios, es controvertida. Aunque tradicionalmente el País Vasco ha sido considerado como parte integrante del ámbito éuscaro, hay argumentos de relieve que apuntan a una vinculación más estrecha con zonas indoeuropeas de la Meseta norte, en especial la mayoría de la toponimia várdula y caristia trasmitida por las fuentes clásicas, así como la antroponimia de Álava y de la merindad de Estella (Navarra).
  • Basándose en estos datos, algunos autores han defendido el carácter originariamente indoeuropeo del País Vasco y, hasta de todo el territorio vascón al sur de los Pirineos. Últimamente, F. Villar 2005 ha analizado la mayor parte de este material indoeuropeo no como celta o similar, sino como indoeuropeo de gran antigüedad, quizá remontable a época mesolítica. En sentido parecido, M. Almagro 2008, 56ss., cree que la indoeuropeización se dio en el Calcolítico, utilizando de modo propio información hidronímica tomada de Villar.
  • Pero ríos de supuesta antigüedad indoeuropea como Nervión, Plencia, Deva, Urola y Cadagua o son explicables sin problemas desde el celta (Deva y Nervión) o incluso desde el latín (Plencia es derivación de Placencia, y Cadagua remite como ya explicó Michelena 1981 a un *cap d’agua).
  • De todos modos existe un dato significativo para el debate de esta cuestión: la supuesta frontera cultural y lingüística entre vascones y sus vecinos occidentales que se sitúa en el curso del río Leizarán.
  • Por un lado es el límite occidental de la distribución de cromlech de altura, que se localizan desde aquí hasta Andorra a ambos lados de la línea axial de los Pirineos y, por otro, es también el límite occidental de los topónimos en -os. Son datos que, unidos a la documentación onomástica citada antes, apuntan a una divisoria este / oeste entre vascones y sus vecinos occidentales, antes que a una frontera norte / sur a ambos lados de los Pirineos.
  • La coincidencia entre cromlech y topónimos en -os no es total, ya que aquellos se localizan en una zona muy estrecha de los Pirineos, en una franja que oscila entre 5 y 40 km. del eje central de la cadena (Peñalver 2004, 230), mientras que la distribución de los topónimos es mucho mayor, abarcando toda la Aquitania, y gran parte de Navarra y Huesca.

8. En este sentido, el espacio densamente habitado que veíamos en el extremo superior derecho del mapa de Xabi Oteo no es realmente un elemento desconectado, sino que tiene una clara cohesión con la «línea axial» pirenaica que –siguiendo a Xabier Peñalver 2004— menciona Gorrochategui 2009, como vemos en esta ilustración de ImagoPyrenai.

Cromlech pirenaicos. Mapa de ImagoPyrenai a partir del material cartográfico de Eric Gaba
Cromlech pirenaicos. Mapa de ImagoPyrenai a partir del material cartográfico de Eric Gaba

9. Manu Ceberio 2009 sin embargo cuestiona la dualidad poblacional que propone Peñalver:

  • “La interrupción radical de los cromlechs en el río Leizaran por el oeste y su extensión a partir de esa delimitación de forma uniforme hacia el este, nos parece que pudiera guardar relación con el territorio de los bascones, con el cual coincidirá precisamente en ese límite occidental; así mismo, esa línea es la que separa dos formas dialectales del euskera” (Peñalver, 2005: 315).

Pero para Ceberio esto no deja de suponer

  • «Un intento de traslado de nuestro concepto de frontera actual a un periodo en el que no existía. Precisamente, los límites territoriales que Caro Baroja establece asociando los límites dialectales y las fuentes clásicas no coinciden con los que Peñalver propone relacionando la distribución de los “cromlechs” con la misma distribución dialectal (Peñalver, 2005: 314-315) y viceversa.
  • «Resulta paradójico que mientras en Gipuzkoa se diferencian un territorio caracterizado por la presencia de “cromlechs”, que queda separado por el río Leitzaran de otro caracterizado por los poblados fortificados (Peñalver, 2005: 315), en el País Vasco francés dichos fenómenos comparten básicamente el mismo espacio sin una delimitación clara
  • «Dada la complejidad en cuanto a diversidad de gentes y culturas en un mismo espacio que ofrece la Edad del Hierro, resulta enormemente arriesgada la identificación exclusiva de determinados elementos (como los “cromlechs”) con un grupo humano concreto, así como la asignación a éste de un territorio con límites específicos propios de organizaciones sociales más complejas. Además se han venido identificando los “cromlechs” con los vascones citados por los autores greco-latinos, a pesar de que dicho fenómeno no abarca todo el espacio que las citadas fuentes asignan a dichas gentes, localizándose también en parte de los territorios asignados a otros pueblos.

10. Ceberio (2009) asimismo se pregunta por los nombres de población que los geógrafos grecorromanos (Plinio el Viejo, Ptolomeo) citan para la cornisa cantábrica y que todavía no hemos sido capaces de ubicar, vg. Morogi, Menosca (identificada por algunos estudiosos con Zarautz). Precisamente el sufijo -ca de Menosca aparece en otros topónimos mencionados por Ptolomeo para el territorio de várdulos y carietes (Thabuca, Segontia Paramica o Gebalaeca; Tullica) y es característico del occidente del País Vasco: Apodaka, Kamaraka, Mundaka, Ozeka; abundando en Vizcaya singularmente los acabados en -ica (Artika, Atxika, Barandika, Barrika, Borika, Delika, Fika, Gabika, Gatika, Gernika, etc.). Este sufijo –presente ya en los topónimos prerromanos aludidos(Gebalaeca, Menosca, Thabuca, Tullica)– ha sido estudiado para las formaciones medievales por autores como Salaberri (2011) y Ros Cubas (2013), que lo han explicado por el latín (ver nuestros apuntes: sufijos -ca, -ica).Poblado de Bolunburu (Zalla)

Poblado de Bolunburu (Zalla)

En definitiva, el modelo de koiné que plantea Lakarra para el siglo VI (equiparándolo al del euskera batua moderno) nos parece altamente improbable. Hemos visto cómo la situación previa a la fragmentación y expansión altomedieval del euskera no aporta indicios razonables de que en el occidente del País Vasco perviviera una comunidad lingüística protovasca y mucho menos de que esta comunidad tuviera capacidad de comprensión con hablantes del oriente de Vasconia. Concluimos por ello que si los descendientes de Secundiano de Arratia hubieran conservado un dialecto protovasco occidental,

  1. ni remotamente podrían haberse entendido con los descendientes aquitanos de Hotar en sus respectivas variedades protovascas
  2. no habrían adquirido el euskera común de la cuenca de Pamplona de principios del siglo VI
  3. no habrían desarrollado el euskera occidental en la Álava nuclear de los siglos VI-VIII
  4. no habrían vasconizado Vizcaya ni el Alto Deba entre los siglos VI-IX

Reproducimos para terminar la nota 152 íntegra de Lakarra (2014), a propósito de la exapansión occidental de las lenguas urálicas, que observa Juha Janhunen (2009), y que no debe necesariamente (sic) asimilarse con la evolución de los dialectos vascos:

  • Por lo que respecta a nuestro caso, resulta asimismo relevante esta cita de Janhunen: “Una mirada sin sesgo al corpus comparativo de lenguas urálicas  parece indicar un árbol lingüístico con expansión muy sistemática hacia occidente, con la división de las lenguas samoyedas y ugrofinesas en la parte inferior del árbol” (Janhunen 2009: 64-65). También en nuestro caso la fragmentación sugiere un movimiento hacia occidente en las representaciones 2 y 4, pero hacia oriente en la 1 y 3. ¿Hay a este propósito alguna justificación extralingüística? Si la teoría de la vasconización tardía no fuera infundada (si tuviera algún fundamento lingüístico, pace Abaitua & Unzueta 2011), no haría falta decir que la expansión del vasco común antiguo no implica, sin más ayuda, el supuesto de que previamente en los territorios de expansión no se hablaran formas dialectales más antiguas de esa misma lengua: ¿acaso solo tras la expansión de la koiné se habló griego en todos los lugares en los que se llegó a hablar? (cf. Adrados 1999). ¿Y el mongol unificado (cf. Janhunen 2003b) se expandió únicamente en tierras en las que previamente no se habló mongol? También Banús y Aguirre (1990: 331) creen que en la invasión del siglo VI del País Vasco francés y Gascuña los vascones impusieron su lengua sobre un euskera anterior y no sobre lenguas no vascas. Si nos situamos en espacios y tiempos más cercanos, algunos dialectólogos, al estudiar el euskera de los jóvenes, por ejemplo, han observado cómo el euskera batua ha inducido cambios en las hablas locales o incluso las ha sustituido en años recientes, o va camino de sustituirlas. Es evidente que en caso de que este fenómeno progrese, surgirán necesariamente hablas y dialectos nuevos en Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, o incluso en el País Vasco francés; sin embargo, nadie creerá que la expansión del euskera batua moderno ha tenido lugar solo por espacios no vascos o a expensas del español o francés únicamente. Hay otras cuestiones relativas a la vasconización tardía que tienen que ver con sus impulsores. La pregunta es ¿qué institución que nunca utilizara para sus propias labores administrativas una lengua como el euskera pudo vasquizar territorios como Álava, Vizcaya o Guipúzcoa (por no citar asimismo a Navarra)? (Lakarra 2014:215)

No conocemos los detalles de la expansión de las lenguas ugrofinesas, pero en cualquier caso creemos más probable que el proceso de dialectalización del euskera del siglo VI le fuera más afín que a la situación del mongol unificado o a la del euskera batua moderno. Desde luego la situación del País Vasco de finales del XX y comienzos del XXI poco o nada tiene que ver con la Vasconia altomedieval.

Llegados a este punto, la cuestión que queda por resolver es, si Secundiano y Hotar solo podían entenderse en latín, ¿qué sucedió para que los descendientes de Secundiano heredaran la lengua de Hotar? ¿Tendrá Mikel Pozo (en prensa) la explicación?

14 respuestas a «Secundiano y Hotar se entendían en latín»

Kaixo:

Irakurtzen dudanaren arabera, euskalduntze berantiarraren hipotesiaren aldekoa zara. Hipotesi horren arabera, Euskaldunak Goi Erdi Aroan zabaldu omen ziren oraingo EAEra, dokumentatuta gabe leudeken konkista batzuen bidez.

Jakina da historia eta hizkuntzalaritza ez direna zientzia zehatzak eta interpretazioaren mende ere badaudela. Horrexegatik, jakin nahi nuke nola interpretatzen duzun zientzia zehatz batek duela urte batzuk eman zigun datua, zeinak frogatzen baitzuen Urdaibaiko(Bizkaiko erdialdeko itsasaldean) oraingo biztanle euskaldunak duela 4.000 urtetik gora bizi izan zirenen ondorengoak direla.

[Adibidez, cf. http://www.eitb.eus/eu/albisteak/gizartea/osoa/1223198/urdaibai-santimamine–ehuren-arabera-urdaibaitarrak-ondorengoak-dira/%5D

Eman zutenean, nahiko datu erabakigarria iruditu zitzaidan hipotesi hura baztertzeko eta eragin dituen faktoreak (euskarazko dokumentazio eskasia lurralde eta sasoi haietan, eta abar) beste era batera interpretatzen hasteko.

Horrez gain, ezagutzen duguntxoak aski bihurri eta zail bezala erakusten digu hipotesi hori. Horrexegatik ez dut kontu hau ulertzen, eta ematen dit nik ezagutzen ez dudan zerbait egon behar dela (politikaz aparte noski); eta horrexegatik ere nahi nituzke entzun hipotesiari oraindik ere eutsi nahi diotenen iritziak eta argudioak. Eskerrik asko.

Bai, mila esker Loiola:

Baina jakin ere badakigu hizkuntzak ez daudela geneetan markaturik, eta gaurko Kantauri aldeko biztanle eta duela 4000 urte bizi izan zirenen arteko lotura genetiko egotea arras normala da, eta ez Urdaibaikoak bakarrik, bai eta Asturiasko, Kantabriako, Euskal Herriko eta Akitaniakoen artean ere.

Ikerketa genetiko horrek zer frogatzen du? Mendebaldeko europartarrok genetikoki erlazionatuak gaudela gutxienez Brontze Arotik, baina damu naiz hortik ezin dela ondorio linguistikotik atera. Zuk aipatu duzun ikerketa horretan behintzat ez da ateratzen.

Populuen lurraldetasuna, genetika eta hizkuntza ez doaz bat historian zehar, ez baldin bada salbuespen «aski bihurri» batzueten (zure hitzak erabiliaz). Gaur egungo mexikarrak eta Hernán Cortés aurrekoak genetikoki berdinak dira, baina gaurko gehinek espaineraz baino ez dute egiten. Britaina Handiko gaurko biztanleek ingelesez egiten dute aspalditik baina ez betidanik; VII. mendeko Northumbriako lehen errege Aethelfrith baino askoz lehenagotik ez behintzat, eta K.a. I. mendeko Julio Zesar aurreko biztanle britainarren ondokoak dira bai, baina ez bakarrik, dakigun bezala 😉

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5 ó 6 negaciones en una frase de 89 palabras… Menudo galimatías. Si no me hubiera ayudado alguien que sabía de lo que se hablaba no habría podido entender lo que quería decir Lakarra («y por qué no..?»)

» Si la teoría de la vasconización tardía no fuera infundada (si tuviera algún fundamento lingüístico, pace Abaitua & Unzueta 2011), no haría falta decir que la expansión del vasco común antiguo no implica, sin más ayuda, el supuesto de que previamente en los territorios de expansión no se hablaran formas dialectales más antiguas de esa misma lengua: ¿acaso solo tras la expansión de la koiné se habló griego en todos los lugares en los que se llegó a hablar? »

5 ó 6 negaciones en una frase de 89 palabras… Menudo galimatías. Si no me hubiera ayudado alguien que sabía de lo que se hablaba no habría podido entender lo que quería decir Lakarra (“y por qué no..?”)

Tengo que comprobar si hay el mismo número de negaciones en el original y en la traducción (que es mía). A ver:

“Euskalduntze berantiarraren” teoria funtsik gabea (funts linguistikorik gabea, alegia, pace Abaitua & Unzueta 2011) ez$ balitz, ez$ genuke esan beharrik EBZ-ren hedadurak ez$ dakarrela laguntzarik ezinbestean$ horrelako ezeri$: hots, hizkera komun bat uneren batean zabaltzeak ez$ dakar inolaz$ ere lehenago lurralde horietan hizkuntza beraren dialekto zaharragoak ez$ izana: soilik koinearen hedaduraz geroz mintzatu ote zen grekera hizkera hori erabili zen toki guztietan? (cf. Adrados 1999).

Efectivamente, el cómputo de ez es 5; pero si añadimos adverbios u otras formas negativas, como inola, ezin o ezer suben a 8

Uff! Yo encima me equivoqué al copiar el número de palabras, en mi comentario. Son 79 en tu traducción. Pero es que en euskera son 65!! (y la frase sigue siendo igualmente larguísima).
Un 12% (8/65) del párrafo (o sea, de la frase de 5 líneas) consiste en negar otras partes del mismo.
Perdona mi ignorancia, ¿hay revisión por pares (peers) en esto? ¿O tú eres el «par»?

Nik uste, agur eta ohore lagun guziei, kontuan hartu beharko litzatekeela Antson ere mintzatu dela euskaraz, Antsoko bereko toponimiak erakusten duen bezala. Horrek, beharbada, ez luzke gauzka batere aldatuko jatorriari dagokionez, eta ez bereizte prozesuari dgaokionez ere.
Bertzalde, «exaberri» toponimoak ere froga ahal baledi Akitania-Pirinioko hizkuntza horrekin loturik daudela, horrek bertze jokaleku batea kokatuko gintuzke…

Pregunta Abaitua: «¿Qué formas antiguas de euskera se documentan en Álava, Vizcaya o el Alto Deba? ¿Hay alguna constancia o vestigio histórico anterior al siglo IX?»

Pregunto yo: ¿Y no se han tenido en consideración, por ejemplo las inscripciones como Helasse (encontrada en Miñano, Araba), Illuna (en Iruña de Oka, Araba) o Lutbelscottio (San Millán de San Román, Araba)

Sin profundizar mucho, he aquí, en tres párrafos lo que dice Wikipedia sobre Helasse:

«Helasse antzinako euskal jainkosa baten izena da, erromatarren garaian. Helasse-ri botoz egindako inskripzioa, ustez K. a. II. mendekoa, Arabako Miñaon aurkitu zuten.

Helasse da Akitania erromatarraren eremutik kanpo topatutako euskal jainko-jainkosen izenetariko bat, eskualde honetan baitaude garai zaharretako euskal dibinitateei buruzko datu epigrafiko gehien.

Ez dugu ezagutzen jainkosa honen beste ezaugarrik. Gorrotxategi eta beste zenbait adituek hala ere dibinitate hau emakumezkoa dela baieztatzen dute».

Un listado de divinidades vascas mencionadas en la epigrafía a lo largo y ancho de la antigua Vasconia:

http://klasikoak.armiarma.eus/testuak/testuakEpigrafikoak013.htm

Agurrak,

Xaun.
P.S.: No creo en la hipótesis de la ‘vasconización tardía’ ni en las fantasiosas reconstrucciones del preprotovasco de Lakarra.

Hola Xaun:

No soy experto en epigrafía romana y me remito a lo que los expertos han observado (están citados arriba María Lourdes Albertos 1970-2004, Francisco Villar y Blanca Prósper 2005, María Pilar Ciprés 2006, etc.). La conclusión es contundente y el propio Gorrochategui lo reconoce (ver punto 7 arriba).

Helasse me parece una excepción en un océano indoeuropeo que no hace sino confirmar la tónica general. Los otros que mencionas son problemáticos:

?Illuna/Eluna es una transcripción insegura de un original que no se conserva y cuya interpretación desde el euskera presenta dificultades por contener un sufijo determinante (-a) que aparece en la lengua más tardiamente (documentado en s XI, seguramente en uso desde el s. VIII, pero no antes).

Lutbelscottio: En la base de datos de Hesperia se encuentran 15 entradas con el componente bels-, mientras que los elementos lutbel y scottio son excepcionales. Copio de Ciprés (2006 n. 23): «la existencia de dos elementos onomásticos, Lutbel y Scottio, entendiendo el segundo como un cognomen griego skótios o celta skotio- (J. Gorrochategui, Veleia 12, pp. 219-220). La profesora P. de Bernardo nos ha sugerido la posibilidad de restituir en Lutbelscottio un tria nomina con los elementos onomásticos abreviados».

Sobre los antropónimos, copio de la misma autora p. 104 «Exceptuando la forma Beltesonis (genitivo) [en Oyarzun], cuya composición puede explicarse a través del vasco-aquitano, los restantes nombres son de naturaleza indoeuropea. Entre ellos encontramos antropónimos ampliamente documentados en Hispania, tanto en el ámbito celtibérico como en las regiones del norte y el oeste peninsular: Ambatus, Cantaber, Boutia, Reburrus y Reburrinus. Otras, como Segontius, Segontiecus, Turesamus/Turaesamus y Turesica, aunque se han hallado en lugares como Logroño, Cáceres o Salamanca, se localizan mayoritariamente en el territorio comprendido entre la zona oriental de Álava (Salvatierra, Ocariz, Alaiza, Contrasta) y occidental de Navarra. Junto a éstas, Tritai (genitivo), Tritaiecus, Aseuucius y Ursicenus solamente se han atestiguado hasta el momento en el este de la provincia de Álava»

En tu lista de Armiarma destaca Tullonio, que es claramente indígena, pero no conozco a nadie que lo defina como vascoide. Los demás son navarros o aquitanos. En fin, prueba a hacer en Hesperia un listado de antropónimos y teónimos de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa y comprobarás el contínuo de estos territorios con Burgos y Cantabria.

El contraste entre la época antigua y los datos que emergen con fuerza a partir de la Alta Edad Media es demasiado marcado para no querer ver en él indicios elocuentes de que algo importante ha sucedido.

El punto 10 merece una rectificación menor que he detectado al responder a Ricardo Gómez en su cuenta de Facebook:

10. Ceberio (2009) asimismo se pregunta por los nombres de población que los geógrafos grecorromanos (Plinio el Viejo, Ptolomeo) citan para la cornisa cantábrica y que todavía no hemos sido capaces de ubicar, vg. Morogi, Menosca (identificada por algunos estudiosos con Zarautz). Precisamente el sufijo -ca de Menosca aparece en otros topónimos mencionados por Ptolomeo para el territorio de várdulos y carietes (Thabuca, Segontia Paramica o Gebalaeca; Tullica) y es característico del occidente del País Vasco: Apodaka, Kamaraka, Mariaka, Mundaka, Ozeka y se halla ya en los topónimos prerromanos aludidos (Gebalaeca, Menosca, Thabuca, Tullica). No confundir con los acabados en -ica (Artika, Atxika, Barandika, Barrika, Borika, Fika, Gabika, Gatika, Gernika; Lekerika, etc.), de origen latino ( < -icus, -ica) según Salaberri (2011) y Ros Cubas (2013), muy abundantes en Vizcaya, así como en Álava (Delika, Langarika, etc.).

Hola Joseba
La imagen inicial de la entrada no corresponde al castro de Arrola sino al abulense de Las Cogotas. La identificación equivocada aparece en varios sitios de Internet. En su defecto, puedes incluir una versión de poco peso de alguna de las fotos que circulan en la web (en Facebook, por ejemplo), como ésta: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/d2/5e/b9/d25eb9717878a38ad03166ae16b1aea8.jpg
También el dibujo de Bolumburu corresponde a un pastiche inicial que no se parece en nada a lo que se ve actualmente, después de su excavación. Te remito a la fuente indicada (actualizada con el aspecto que debieron de tener las cabañas en torno a los siglos I a.C -I d.C.)
Saludos
Juanjo

Gracias Juanjo. Cuando saque un momento, lo corrijo, aunque con tu comentario el error queda de alguna manera registrado.

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