En el corazón de la Vasconia histórica floreció en el Alto Imperio (siglos I-III) una original cultura funeraria que se extendió a ambos lados de la frontera (sic) de vascones y várdulos. Durante varias generaciones, en ese territorio se impuso la costumbre de decorar los nichos con lápidas encargadas al taller epigráfico de Alba/Gastiáin.