Estoy en deuda con Aguloscuro por descubrirme esta fabulosa publicación. Pero aún más en deuda estoy con el autor de la ponencia, Joaquín Gorrochategui (2009).
Adelanto que hago estas alabanzas desde la discrepancia, grande en el primer caso y menor en el segundo. Con Joaquín sólo me atrevo a discrepar en lo opinable, porque en lingüística histórica él es indiscutiblemente la autoridad (en el sentido que este término tiene en el mundo académico, no en el castrense). Si el tema de debate fuera la lingüística computacional, me sentiría más confiado que él; pero no es el caso.