Cantaber. Comentarios 2024.08

25/08/2024 a las 20:44

No hay ningún historiador de la Antigüedad que pueda garantizar que fue San Isidoro el que se equivocó al leer ‘vacceos/vascones’ donde ponía ‘vettones’ sin tener idéntica duda de si el que se equivocó fue San Jerónimo al leer ‘vettones’ donde ponía ‘vacceos/vascones’.

Si aceptamos que el equivocado fue San Jerónimo, tendríamos que Pompeyo pobló la civitas de los Convenne con euskoparlantes bajados de los altos. A nadie debería sorprenderle, en consecuencia, que el euskara tuviera todavía una incuestionable potencia en la civitas y su territorium en el siglo III d. C., aunque estuviera inevitablemente condenado a desaparecer -más o menos- un siglo después.

Como parte de la misma geoestrategia que dio vida a Lugdunum Convenarum al norte de los Pirineos, el propio Pompeyo fundó Pompaelo al sur de la barrera montañosa en la década de los setenta del siglo I a. C. Dado que el latín era ya una realidad aplastante en el arva pampilonensis en el siglo II d. C., podemos pensar -siguiendo el discurso que proporciona el proceso de los Convenne- que la mencionada civitas no fue poblada con euskoparlantes sino con habitantes de la propia cuenca, que eran plurilingües.

Mi sugerencia es que Pompeyo pobló Pamplona con los habitantes de los castros circunvecinos, entre ellos los del Castillo de Irulegui, que fue incendiado -junto con otros- por el propio general romano para que no pudieran retornar a él sus antiguos inquilinos, ahora convertidos por la fuerza en ciudadanos. El incierto lenguaje de la ‘Mano de Irulegui’ probaría que en la cuenca de Pamplona no se hablaba ya o se hablaba muy poco el euskara al fundarse la ciudad.

Como es lógico pensar, la propia civitas pampilonensis se encargaría de acabar muy pronto con lo que quedaba de plurilingüismo en la cuenca, dado que se trataba de una aglomeración de fundación romana cuyo idioma oficial y relacional era el latín. Y, en efecto, en el siglo II d. C. apenas quedaba nada que no fuera latín.

27/08/2024 a las 07:12

Volviendo a los Convenne, se acepta que dicho apelativo conceptúa una confluencia de gentes muy diversas, recicladas en Lugdunum en los años setenta del siglo I a. C. por Pompeyo, probablemente para vigilar los pasos del Pirineo central.
A San Jerónimo (340-420) le interesaban de dicho conglomerado únicamente los arrevaci, vectones y celtiberi, porque -en su condición de partidarios de Sertorio que habían sobrevivido como bandoleros- constituían para él la insana semilla que había dado vida en la propia Lugdunum a un personaje tan reprobable como Vigilancio (370-400), merecedor de lo peor por el mal que causaba a la religión.
Como experto en etimologías, a San Isidoro (560-636) tan solo le interesaban los vascones, que -como ‘vaccantes’/trasterminantes-, habían sido igualmente reciclados por Pompeyo. Le interesaban siglo y medio después de San Jerónimo por tres curiosidades: el apelativo se parecía muy mucho al de los vaccei que mencionaba la Eneida, la vida errante que llevaban los vascones de su tiempo se asemejaba a la del colectivo citado por Virgilio y su denominación como pueblo guardaba relación con la ciudad pirenaica de Vacca, de donde ‘vaccones’, de donde ‘vascones’, simplemente cambiando una ‘c’ en ‘s’. Apostillamos como sugerencia: Vacca o Barska, de donde ‘barskunes’ -gentes del genus de los Bars, apelativo acuñado por los celtíberos del Ebro para denominar a sus convecinos del norte-, de donde ‘vascones’, en latín.
En virtud de todo esto y del hecho de que el euskara operaba todavía en el siglo III d. C. en Lugdunum Convennarum, cabe realizar sobre este episodio histórico dos inferencias de diferente empaque: una como conclusión inequívoca, a saber, que el empleo del euskara no estaba ligado al reciclaje de los celtoparlantes de San Jerónimo; otra como sugerencia vehemente: el uso tenía que ver con el reciclaje de los citados vascones de San Isidoro, antiguos pastores pirenaicos. Aunque es cierto: nos falta el dato.

28/08/2024 a las 20:08

Volviendo a Vigilancio y a su contexto histórico, tema planteado en esta entrada del blog, hay cinco aspectos que merecen un comentario:

Lugdunum era un oppidum nativo anterior a Pompeyo, que portaba nombre galo, probablemente lengua nativa de la zona. El apelativo Convene es sobrevenido, producto de las repoblaciones de Pompeyo, realizadas como era habitual no en la urbs o caserío sino en el territorium.

San Jerónimo menciona como pobladores a los vettones, arévacos y celtíberos, restos del ejército sertoriano que vivían como bandoleros en las serranías. San Isidoro señala que también participaron vascones, que vivían como pastores. Sugerimos que los prosertorianos eran pocos, pues se trataba de restos de un ejército, en tanto que los vascones eran muchos porque, como trasterminantes, ocupaban valles enteros. El reciclaje fue muy natural: se les quitaron las armas y se les convirtió en campesinos. Con esa sola transformación, ya tenían bastante para mantenerse tranquilos durante muchas generaciones. No hacía falta ni vigilarles.

Tres siglos después, tres lenguas se repartían el escenario: dos en regresión (el galo y el euskara) y una en expansión desbocada (el latín). Sabemos del vigor relativo del euskara por los altares y las lápidas. Aquéllos denotan a los campesinos y éstas, a los euskaldunes aupados a la vida cívica.

En un contexto como éste nació Vigilantius (370-400), cuyo nombre revela que el latín dominaba el campo. Su padre era un vinatero de Calagurris (Saint Martory), donde tal vez nació él, aunque, al decir de San Jerónimo, anidaba en su entraña el genus (la naturaleza) de los bandidos prosertorianos. Tal era su maldad.

En fin, lo que a efectos históricos me parece más importante de este episodio es que, según San Isidoro, los vascones eran pastores antes de ser reciclados, pues habitaban extensas soledades. Si como opinan los expertos, el euskara del siglo III de los Convene se asemeja sorprendentemente al euskara de la depresión vasca del siglo VI ¿no será cuestión de identificar de una vez por todas al euskara como una lengua pastoril y buscar a sus hablantes en tales latitudes antes de que emprendieran la “vasconización tardía”?

29/08/2024 a las 17:22

Pour en finir avec Lugdumum
En el texto que menciona a los prosertorianos como repobladores forzados del territorium de Lugdunum se dice que Pompeyo actuó igual en otros lugares. Y así fue. Pero no solo Pompeyo. Medio siglo después, Augusto hizo lo propio no muy lejos de allí. Tras vencer a los cántabros, los removió de los montes y los recicló en los llanos interiores, transformando el 19 a. C. en agropecuaristas lo que quedaba de unos pastores semiexterminados. Así acabó definitivamente con el problema. Digo definitivamente porque los cantabri ya habían sido vencidos el 29 a. C., pero no removidos ni transformados. De ahí que se sublevaran en la década siguiente.
Los vascones de los altos -de similar idiosincrasia pastoril, según San Isidoro-, no se enfrentaron a nadie: ni a Catón, ni a Pompeyo ni a Augusto. Los colonialistas les integraron de un plumazo como aliados, ya que les pareció mejor tenerles de su lado que enfrente, pues en su territorio se encontraban los grandes pasos pirenaicos occidentales, cuyo control había sido la razón prioritaria de la llegada de Roma a Iberia el 318 a. C., en aplicación de su gran proyecto geoestratégico: la defensa adelantada o defensa en profundidad de la ciudad del Tíber.
Tras vencer a Sertorio, Pompeyo se tomó dicha geoestrategia muy en serio. En el occidente del saltus, reforzó el viejo oppidum de Oiasso con la fundación de Pompelo para neutralizar el corredor atlántico y el paso de Roncesvalles. Y al norte del Pirineo central densificó el territorium de Lugdunum para controlar los pasos del Pirineo central: Somport y Portalet. Allí se sirvió de los castreños de la cuenca de Pamplona y aquí, de los restos del ejército de Sertorio y de los pastores vascones de los altos, mucho más fiables éstos que aquéllos y, tal vez, reciclados con la misión de atarles en corto. Cuando algo después se encontró Augusto con aquel panorama se alegró y le potenció aún más como civitas, pero no recreciendo el oppidum sino acondicionando el llano agropecuario circunvecino. Tal vez fue esta ampliación la que dio una oportunidad a los euskaldunes de las lápidas. Y así hasta el 585, cuando la ciudad fue sometida por Gundovaldo.
Pompelo fue levantada de la nada, para lo cual bastó con arrastrar a ella a los habitantes de la cuenca, que eran ya agropecuaristas desde la Iª Edad del Hierro y plurilingües desde hacía tiempo. Cuando el latín se instaló allí, entró a saco. Y pronto arrasó con todo en el arva pampilonensis. En Lugdunum, no, porque los euskaldunes eran numerosos y porque probablemente su lengua se comportó como sustento de su idiosincrasia e identidad. De ahí que resistiera hasta el siglo IV. Papel, pues, bien distinto el representado por las dos civitates: en tanto que Pampilona difundía el latín sin cortapisas, Lugdunum funcionó como capital colonial del euskara varios siglos. Un espejismo, ciertamente, pero muy expresivo de que la lengua puede llegar a ser un importante factor de resistencia.

29/08/2024 a las 21:08

Estimado Antton: yo solo respondo de lo que he dicho. Los epígrafes segundo [“-Y si no fuere gente vascona…”] y tercero [“-Tan es así…”] de tu aportación en principio no me competen, salvo que entiendas que yo defiendo la euskaldunización tardía a la manera que lo hacen varios cualificados concurrentes de este foro. Para que puedas ordenar tus ideas, te diré que yo sí defiendo dicho proceso, pero con otros argumentos.

Ceñiré, pues, mi respuesta a la contradicción que pareces detectar en el comportamiento de los romanos con sus aliados vascones al bajarles de los altos e instalarles en el territorium de Lugdunum, determinación que tú -no yo- calificas de “deportación”. Yo entiendo que Roma utilizaba a todos, amigos y enemigos, según su conveniencia y una de ellas -positiva para la capital del Tíber pero también para los pastores vascones- era bajarles a los espacios más despejados, convertirles en campesinos agropecuarios y encomendarles un cierto control de gentes por pasos y desfiladeros. No veo ninguna vejación en eso. Creo que se trataba, más bien, de una convergencia de intereses de parte y parte.

30/08/2024 a las 19:32

La información que he recibido de las fuentes documentales sobre la densificación poblacional de Lugdunum Convenarum se puede simplificar así: a un colectivo originario galo -denotado por la propia voz Lugdunum- incorporó Pompeyo antes del cambio de era dos tipos de gentes que habitaban las serranías pirenaicas circunvecinas: varias partidas de vacceos, vetones y celtíberos, restos del ejército de Sertorio, que vivían del bandidaje (San Jerónimo), y algunas agrupaciones de vascones que practicaban el pastoreo (San Isidoro).

La información que he recibido de las fuentes epigráficas (altares y lápidas) sobre dicho tema me ha permitido saber que el conventus humano resultante de la repoblación habló sus lenguas vernáculas hasta que fueron erradicas por el latín más o menos en el siglo IV d. C., latín poderosamente reforzado por Augusto cuando redobló la urbanización. Son, pues, los epígrafes y sólo ellos los que aclaran la evolución de las lenguas, dándose la circunstancia de que el documentalismo nos remonta en este caso a los años setenta del siglo I a. C. pero la epigrafía no es casi nunca anterior a momentos avanzados del siglo I d. C. Este raccord es importante porque, en general, solo sabemos de las lenguas cuando se confeccionan los epígrafes .

Con referencia a las Tierras Altas de Soria -tierras pastoriles inmemoriales- nada dice el documentalismo porque no existe y solo la epigrafía nos permite saber que allí vivían euskaldunes en el siglo I d. C. ¿Qué hacían allí? Practicar el pastoreo. ¿Eran nativos o venían de fuera? La tesis dominante en la actualidad sostiene que estaban estrechamente religados a la Calagurris del Ebro, probable repobladora de dichos parajes.

Es posible. Pero si tiranos de la información contrastada que poseemos sobre la prehistoria de la zona, la arqueología ha demostrado que antes de todo esto hubo movimientos de pastores entre la Cordillera Cantábrica y la Cordillera Ibérica, jalonados de forma imperecedera por el reguero de megalitos que desde el sur de Álava y cortando el pasillo del Alto Ebro remontaba hasta Los Cameros. Desde luego es un precedente a tener en cuenta como hilo conductor. A mi me tira la idea -por lo que veo nada desaforada- de que los vascones fueron durante tiempo pastores, que por eso los encontramos en sitios tan distantes y que donde se reciclaban -sea Lugdunum Convenarum o la Tierra de Yanguas- se hablaba euskara, aunque desdichadamente sólo sepamos de tan venerable lengua vernácula a partir del momento -relativamente avanzado-en que se confeccionan las lápidas tantas veces citadas.