El Atlas Lngüístico Vasco (Euskararen Herri Hizkeren Atlasa, EHHA) es una herramienta de inmenso valor para la historia de la lengua (y con ese fin la hemos usado en varias ocasiones, vg. 18/04/2020). Pero el hecho de que contenga solo datos contemporáneos hace que se cuestione su validez en la prospección de los periodos antiguos (Lakarra y otros, apud Urrestarazu, 2021). Sin embargo, los atlas lingüísticos tienen una larga tradición en dialectología, rama de la lingüística particularmente útil para el conocimiento de la historia de las lenguas (cf. Boberg, Nerbonne & Watt, 2018).
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[Actualizado 05.02.2015]
Estamos leyendo a fondo el artículo de Lakarra (2014) ‘Reflexiones en torno a la dialectología diacrónica del euskera’ y en la nota 150 nos ha parecido encontrar un spoiler: un valioso anticipo de la tesis doctoral de Mikel Pozo Flores –que para impacientes como nosotros se está demorando en exceso, afectada tal vez de los múltiples y arbitrarios cambios de normativa ministerial.
Y es que, como a Lakarra, nos intrigan las novedades que sobre la Vasconia tardoantigua y altomedieval (siglos V-VIII) pueda aportar Mikel Pozo en su tesis. En esos siglos se esconden las claves que explican el origen de los dialectos vascos actuales. En los siglos V-VI situamos el desarrollo del vasco común antiguo (Mitxelena 1981, Zuazo 2010, Lakarra 2014). De ese tronco común se desgaja entre los siglos VI-X la rama occidental, que se expande desde la Llanada Alavesa (o Álava nuclear) hacia la Rioja Alta, zonas limítrofes de Burgos (Mitxelena 1976, Peterson 2010), así como hacia los valles cantábricos, entre las cuencas de los ríos Deba y Nervión (Zuazo 2010).
Nos hemos reunido con Mikel Pozo en un par de ocasiones, así como con su director de tesis, Juan José Larrea, con la esperanza de obtener algún anticipo, pero mutis. Sin embargo, desprovisto de los pormenores, Lakarra en su nota 150 ofrece este sustancioso avance (la traducción es nuestra):
Existe en el siglo V una formación sociopolítica singular en el territorio que abarca la cuenca de Pamplona y los Pirineos, que se expandirá hacia el oeste en las generaciones posteriores y que tendrá conexión directa con el origen del reino de Pamplona a partir del siglo VIII.
Vitoria la Vieja es Iruña-Veleia.
Lo descubrí el pasado viernes 26 de marzo de 2010. ¿He sido el último en enterarme? Alfonso Irigoyen tampoco lo sabía, como se comprobará más adelante, lo cual sorprende en un filólogo habitualmente bien documentado. ¿Por qué extraño motivo apenas se cita el dato?