Reproducimos una ponencia de Koldo Mitxelena que cumple cuatro décadas y que no ha perdido un ápice de actualidad: «Onomástica y población en el antiguo Reino de Navarra: la documentación de San Millán”, presentada en XII Semana de Estudios Medievales, 1974, Pamplona, cuyas actas publicó en 1976 la Institución Príncipe de Viana: 51-71. Nos interesa extraer de este texto todos los datos que atañen a la expansión meridional de la lengua vasca entre los siglos VI-XI que hemos mencionado en la entrada precedente: Hirarzaeza y Harrahia: ‘alfoces’ que fueron cuna del euskera occidental (ss. VI-X). Hay que señalar que los datos que ofrece Mitxelena en esta ponencia han sido completados en varias publicaciones recientes, entre las que destacamos las de David Peterson –uno de los principales artífices de la versión digital del Galicano emilianense— y Emiliana Ramos –autora de varios estudios sobre los cartularios de Valpuesa, Oña y Las Huelgas.
Nos servimos de la transcripción de Errioxa.com y fragmentamos el texto en un nuevo ejercicio de extracción de datos, dentro del proyecto NeLHi: Enlazando la historia de nunca acabar (Universidad de Deusto, topHistoria).
Enumeramos a continuación los fragmentos tomados del texto de Errioxa.com, con leves retoques que simplifican y adaptan el texto a la segmentación:
- Paso a presentar unas consideraciones sobre la extensión medieval de la lengua vasca en la Rioja Alta y tierras hoy burgalesas.
- Su alcance es muy limitado ya que me baso en lo fundamental en una fuente única: el Cartulario de San Millán de la Cogolla, tal como fue publicado por don Luciano Serrano.
- Quiero explicitar los supuestos en que me apoyo.
- Parto, primero, de la idea de que, aunque una lengua pueda extenderse por erosión de áreas aloglotas vecinas sin que medien migraciones, no es este el modo más común de difusión.
- La difusión de una lengua suele ir asociada por lo general con movimientos de población, de mayor o menor entidad.
- El segundo supuesto es que lo vasco -y aquí vasco significa siempre vasco de lengua- es un carácter recesivo, no dominante, y recesivo en varios sentidos.
- Por limitarnos a esta sola zona, lo vasco es recesivo en el sentido más directo de la palabra, ya que la lengua dejó enteramente de hablarse al sur del Ebro hace ya varios siglos.
- La lengua vasca tuvo que tener un momento de máximo empleo, tanto en extensión como en densidad, momento difícil de fechar, pero desde entonces el proceso fue de decadencia hasta llegar a la extinción.
- La lengua vasca tampoco era socialmente dominante.
- Poca información puede dar la documentación que he manejado sobre las complejas situaciones de bilingüismo o diglosia que no pudieron faltar.
- Dos cosas parecen claras:
- Que vascuence y romance, en primer lugar, tuvieron que convivir a menudo en una misma zona, sin que las fronteras territoriales entre una lengua y otra estuvieran claramente marcadas
- No hubo una frontera vascorrománica clara a juzgar por los topónimos vascos y románicos (n3) que encontramos documentados unos junto a otros en los mismos parajes.
- (n3) «Románico» quiere decir aquí «usado en romance», independientemente del origen, latino o prelatino, de un nombre.
- (n3) Sobre toponimia riojana hay una síntesis valiosa en su brevedad: E. ALarcos LLORACH Apuntaciones sobre toponimia riojana, « Berceo» , 5 (1950), 473-492.
- Y en segundo, que en esos lugares el vasco no era, en manera alguna, la lengua «superior».
- No lo era para los nobles y, sobre todo, no lo era para los eclesiásticos.
- Para los eclesiásticos, que eran los que escribían lo que ahora podemos leer, la lengua escrita era el latín y, después, con la consabida excepción de las dos glosas famosas, el romance.
- El latín de estos eclesiásticos, al menos en la versión del padre Serrano, sólo por antífrasis podrá ser llamado ejemplar (n4)
- (n4) El latín usado en Irache, para citar un caso, es de muy otra calidad
- No es solamente que los nombres propios vascos aparezcan siempre en contexto latino; hay que pensar, además, que, si un nombre vasco tenía equivalente románico, éste era el que se usaba sistemáticamente por escrito.
- Esto no puede ser probado con la documentación disponible, que es por definición escrita, y queda en mera sospecha, fundada en un dudoso argumento ex silentio.
- Recuérdese, sin embargo, la situación normal siempre que hay dos lenguas en contacto, pero mejor atestiguada acaso en Navarra que en otras partes.
- En Navarra, en antropónimos, hallamos Ansso Gascueco = Sancho Gascue o Garcia Gambracoa = Garcia Cambra, como doble designación de una misma persona, según la lengua en que se piensa.
- Esto es todavía más claro en lo que Rohlfs ha llamado «topónimos de doble tradición»: Quejana, aquí Kexana 283, 1095 / vasc. Kexa(a), Lumbier / Irumberri, etc., por no hablar de Valcarlos / Luzaide y otros no menos dispares.
- Se diría, pues, que es por lo menos razonable pensar que algo parecido ocurría en la Rioja Alta y tierras hoy burgalesas.
- Cabe sospechar, por ejemplo, que el Infans de Padulegga, que se supone se ofreció a San Millán al tiempo que le ofrecía sus propiedades (don, sin duda, más valioso) en las cuencas del Oja y del Tirón (285, 1095), no era en realidad, para sus próximos, sino un Umea, traducido y adaptado al pasar de la boca a la pluma.
- El mismo Padulegga, moderno Pauleja, tan próximo a varios nombres de villas en -uri, ¿no se llamaría también Padura, atestiguado en esta colección diplomática, o algún derivado de este nombre?
- Aquello y esto es por lo menos verosímil, pero lo que no está testimoniado por escrito no puede presentarse, salvo en casos muy excepcionales, como una certeza.
- Puesto que aquí se trata de sacar partido de un cierto número de nombres propios atestiguados al sur del Ebro, número claramente minoritario en el conjunto de nuestra documentación, no estará de más fijar de antemano algunos criterios.
- La interpretación de los nombres propios –es decir, su explicación etimológica– es siempre, casi por definición, insegura, aunque hay grandes diferencias en el grado de inseguridad.
- Es claro, por ejemplo, que los antropónimos son siempre de manejo más difícil que los topónimos, y no solamente por su menor transparencia.
- Aunque también los nombres de lugar pueden emigrar y emigran (cfr. Cartagena, que ya en España era importado, Cuenca, Durango, Guadalajara o Toledo), se mueven menos que las personas y los nombres que éstas llevan.
- También están más estrechamente ligados a una lengua determinada y les afectan menos las variaciones de la moda (n6).
- (n6) Los nombres de lugar no están, sin embargo, libres de las modas.
- (n6) Baste con recordar nombres de villas como Alegría, Miranda, Mondragón, Monreal, Salvatierra, Segura, etc., propios de una cierta época y frecuentes también en zona de habla vasca.
- Parece, con todo, seguro que un apodo o apellido como Nunno Valza de Seroiana (89, 1022) en tierras de San Miguel de Pedroso es inseparable de vasc. occid. baltz, sobre todo si lo comparamos con saione de Comite Nunnu Balza en Alava (12, ad. 984) o con su equivalente románico Petro Nigro saion (308, 1139), no lejos de Belorado.
- Nunnu Balza podía servir, en calidad de denominación única, como primer elemento de un nombre de población como villa Nunno falzahuri (237, 1078), sin salir de la cuenca del Tirón.
- Los nombres de lugar son de manejo cómodo cuando están integrados en series copiosamente documentadas, tales como los nombres de villas en -uri que se acaban de mencionar
- O los topónimos en -aga, cuyo ejemplo más meridional es acaso Lizarraga (96 y 97, 1028): cfr. además dompnus Munio de Cizarraga (89, 1022), sin duda por Lizarraga.
- Y, como una vez más nos hallamos en tierras de San Miguel de Pedroso, no sería imposible (véase arriba, § 2), que Lizarraga fuera, pura y simplemente, el nombre vasco de la población designada tantas veces como Fresneda en esta colección.
- También son probativos los compuestos descriptivos, «parlantes», corrientes en cualquier dominio lingüístico.
- Así monasterium S. Michaelis de Haraluzeia (1068), Faranluceia (1077), etc. (DIEGO CATALÁN, Romance Philology, 21, 1968, 415 y 424.), en el mismo «alhoz de Aslanzon».
- Río Arlanzón a cuya orilla estaba Villabáscones, cuyos vecinos llevaban en buena parte nombres que todos han creído vascos a mediados del siglo X (L. SERRANO Becerro gótico de Cardeña, Silos-Valladolid, 1910, pp. 50 s., 67 s.).
- En efecto, o las apariencias son más engañosas de lo que tienen por costumbre, o Faranluceia no es otra cosa que Val(l)uenga, formado de vasc. haran + luze + -a, artículo determinado.
- Esta transparencia suele perderse cuando la lengua de la comarca ha cambiado.
- Pero no solamente sucede esto en ese caso.
- De compuestos con el lat. saltus han salido, por ejemplo, Solduengo en esta zona y Sandoval fuera de ella.
- Pero, aunque un lingüista tiene inclinación profesional por estos casos y se llena de satisfacción cuando consigue corregir la «deformación», será mejor que aquí nos abstengamos de este ejercicio, divertido si bien un tanto peligroso.
- Hace ya muchos años que el padre Moret, que sabía usar con buen juicio de los datos onomásticos, aprovechó el primer documento de esta colección, el referente a la constitución de la comunidad de San Miguel de Pedroso, fechado en 759, como prueba de que los vascones ocuparon tierras de Alava y de la Bureba «en los tiempos de los godos»:
- «Y puede ser algún nuevo indicio de esto, y de lo que allí poblaron, y se mezclaron en matrimonios los Vascones, los nombres de las Monjas de San Miguel de Pedroso, …que no pocos son de los muy usados en aquellos tiempos, y siguientes en Navarra, y todos se ven en Reynas, y Infantas, Munias, Ximenas, Sanchas, Todas, Urracas, Aurias» (n9).
- (n9) Annales del reino de Navarra, 1, Pamplona 1766, p. 187. Poco antes utilizaba también la onomástica personal para demostrar que don Iñigo no procedía de Bigorra.
- Lo mismo viene a decir José Angel García de Cortázar:
- «A mi entender, lego en Onomástica, resulta un tanto difícil comprender esa abundancia de nombres vascos de persona en una fecha tan temprana y en una región a la que no alcanzó en el siglo X y siguientes la colonización vasca con la densidad con que operó en la Rioja, donde tantos topónimos la recuerdan» (José Angel García de Cortázar. El dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla (siglos X a XIII), Universidad de Salamanca, 1969, p. 98, n. 5.).
- La extrañeza de José Angel García de Cortázar (1969) se refiere a dos extremos: uno histórico, cronológico, en el cual no me voy a detener ahora, y otro geográfico.
- En lo geográfico la extrañeza no me parece justificada.
- En una donación de Fernán González (35, 945) se habla de un monasterio de San Lorenzo in monte Massoa iuxta villulam Spinosa,
- y de la concesión, precisamente ad gubernationem armentorum, de Larrehederra et Gumenzula; en otra del mismo conde Fernán González (37, 945), se vuelve a hablar del monasterium pernominatum S. Laurentium in monte Massoa, de una via super S. Johannem de Zavalla
- y, otra vez ad gubernationem armentorum, de Lalhederra [sic] et Gumenzula in serra.
- Dejemos de un lado Massoa y Gumenzula, cuyo aspecto vasco puede no ser más que un espejismo (n11).
- (n11) No me atrevo a hablar, por ejemplo, de Heterrena (37, 945), mod. Eterna que, como salta a la vista, no puede ser una `villa eterna’.
- (n11) En todo caso, Heterrena llevaba el acento en la segunda sílaba, lo mismo que Rebendeka (299, 1114), mod. Revenga
- Pero, por muy escéptico que se sea, se hace penoso rechazar que Zavalla sea vasco y, sobre todo, que Larrehederra no sea un larre eder `prado hermoso’.
- Más aún, si nos fijamos en que el documento intermedio (36, 945) hace mención de illo fonte qui vocatur Lamiturri, también en Espinosa del Monte.
- Fonte corresponde con toda claridad a iturri, y las `fuentes de las lamias’, si no son una exclusiva vasca, han sido por lo menos corrientes allí donde han habitado gentes de esa lengua.
- Lamiategui se atestigua en Navarra, como ya he comentado en otros lugares, ya en el siglo XIII, por no hablar de testimonios modernos.
- No voy a citar antropónimos de esta zona (n12).
- (n12) Cf., por recoger alguno, Obeco Urcegui (55, 969), Azenari, Hanni, Hamusco, Narriate, Hulaquide (58, 972), Anderazo (89, 1022), etc.
- Basta con los nombres de lugar.
- Una villa Ezkerra, no lejos de la defesa de Petroso, aparece varias veces, junto a nombres tan claramente románicos como ad Fontem tabulatam ‘Hontablada‘ (61, 979), o Valleviride `Valverde’ (171, 1062),
- del mismo modo que cum toto valle de Balza es mencionado al lado de Felectares y de Lacunaputia (140, 1049).
- En el documento ya citado (89, 1022), en que constan los nombres de Acha Vita y Nunno Valza de Seroiana, y el de dompus Munio de Cizarraga (alias de Lizarraga, alias de Fraxeneta), ocurre también un lugar llamado Chovaharan, es decir, `valle de la cueva’,
- si se acepta que, como ocurre a menudo en esta colección, ch representa /k/, incluso ante vocal no anterior: Onnecha = Onneca, etcétera (n13).
- (n13) Cf. J. E. URANGA y F. IÑIGUEZ Arte medieval navarro, I, Pamplona 1971, 53 s., sobre los dos grupos de iglesias excavadas al otro lado del Ebro: «El más vistoso está en Laño, su nombre La goba (¿La Goda?), nos dice poco».
- (n13) Conociéndose como se conoce la lengua que se hablaba por allí, se diría que La Goba no es sino la romanización de vasc. goba, det. gobea `la cueva’, variante koba, conocido y usado además de vasc. le(i)ze, con ese valor.
- (n13) No discuto, como es natural, la procedencia románica de goba.
- (n13) De Seroiana, con una ligera variación, hay una nueva mención (107, 1033) en la misma zona: et inter eandem vineam et ripam discurrit strata al Seroianum.
- Por lo antedicho, me parece, pues, ineludible la conclusión de que en la cuenca alta del Tirón, en torno a San Miguel de Pedroso y más acaso en las tierras altas que en la vega, hubo durante siglos una población, mayor o menor, de habla vasca.
- Podría pensarse que la lengua, que ha dejado rastros en los documentos más antiguos, desapareciera pronto.
- Con todo, quizá no sea así, ya que todavía a finales del siglo XI (278, 1090) hallamos registradas alias duas terras in Zavallazu, alia terra in Haranna y, más que nada, alia terra in via de Espinosa sub Mendico Zorroza, topónimo que se repite literalmente en Mañeru (Mendico qorroqa), en 1213.
- No hace falta recordar la villulam que dicitur Mendicu (200, 1070), mucho más cerca del Ebro.
- Las gentes de San Miguel de Pedroso debieron de conservar largo tiempo una cierta personalidad, ya que el penúltimo documento de la colección del padre Serrano (310, 1142), un tanto chocante aquí por su carácter popular, poco señorial y eclesiástico (n14)
- (n14) GARCÍA DE CORTÁZAR p. 324, lo recoge, sin embargo, entre las confirmaciones enderezadas a resguardar y defender el patrimonio de San Millán de la Cogolla.
- El penúltimo documento de la colección del padre Serrano (310, 1142) confirma el derecho de las gentes de San Miguel de Pedroso basado en la costumbre ut pergant per mediam villam de Puras ad cedenda ligna ad cremandum, quizá en parte para hacer carbón, et ad cedenda ligna ad domos edifilcandas in montibus de Aucha et in montibus de Puras.
- Alfonso VII, ante la queja directa de los de San Miguel (quia illi homines populatores S. Michaelis, y no sus supuestos representantes, venerunt ad nos cum magna roncura [sic]), se lo reconoció frente a los de Puras, paso al parecer obligado, y a los de Oca, a cambio de una compensación que no parece demasiado elevada (n15).
- (n15) Et illi populatores S. Mikaelis dent in unoquoque anno pro consuetudine duo paria de avarcas bovinas et unam cenam illis montanarüs de Auka per omnia .recula. No deja de ser paradójico que algunos productos de la historiografía reciente parezcan escritos, sobre una documentación prefabricada, ad maiorem monachorum gloriam.
- Este es el final de la historia en la documentación aquí considerada.
- Lo que es singular es su principio, que es un simple pacto por el que se establece una comunidad de religiosas.
- No hay, ni entonces ni después, mención de fundadores llegados de León o de otras partes, que pueblan, plantan y roturan nuevas tierras, edifican con sus manos desnudas basílicas desde los cimientos y dejan como herencia bienes abundantes y variados.
- Así lo señala García de Cortázar (n16), al hablar de «la colonización inicial, protagonizada por siete de esos ocho monasterios»:
- «Prescindo de San Miguel de Pedroso, cuyo primer documento fechado en 759 no hace relación a ninguno de los fenómenos que aquí me interesan y del que no vuelve a encontrarse mención hasta el 945, fecha posterior, por tanto, al nacimiento de San Millán».
- (n16) P. 112, nota 40, y ya antes, p. 98: «Sin embargo, como, desde tantos puntos de vista, San Miguel de Pedroso resulta una sobria excepción, parece necesario, tras haber descrito sus características, volver al norte y coger allí el hilo del proceso colonizador hacia el sur».
- Una hipótesis nada descabellada en apariencia consistiría en admitir que no hay mención de tales fenómenos, por la simple razón de que no se dieron, al menos con la importancia que tuvieron en otras partes.
- Que aquí, en otras palabras, se mantuvo in situ, desde tiempos antiguos, una población bastante estable.
- A propósito del abad Vítulo y familia y de su obra en Taranco y Burceña, etc., me parece que la abundancia de topónimos que se citan desde el primer momento indica que el territorio de Mena estaba muy lejos de hallarse despoblado e inculto.
- Su mismo carácter, de raíz latina y no románica en bastantes casos, habla en favor de su antigüedad: cfr. in civitate de Area Patriniani, tantas veces comentado (no es una villa), in caput aqua que es posiblemente el Cadagua, todos en el primer documento (2, 800);
- in loco cui dicitur Traitorio, via de Traitorio (3, ad.), que recuerda los Traiecta romanos (n17), etc.
- (n17) Para lat. traiectorium (cf. alemán Trichter), véase COROMINAS s. u. embudo.
- Por otra parte, aunque esto nada tiene que ver con la lengua de ese valle, se diría que García de Cortázar exagera algo el desconocimiento o la desafección de «los vascones» en cuanto al cultivo de los cereales y de la vid.
- Al fin y al cabo, ardantze `viña’ es uno de los términos mejor atestiguados en la toponimia medieval.
- Los mismos torculares aquí mentados están directamente representados en lengua vasca por el extendido dolare `lagar’: cfr. alia vinea in Tolares (251, 1083).
- Por lo que respecta a la zona de Oca, y en particular al monasterio de San Felices de Oca, incorporado después a San Míllán (URANGA- IÑIGUEZ t, pp. 20, 26, 37), las cosas están mucho menos claras.
- Se menciona una decania S. Saturnini de Eguzuza (8, 863), denominación que tiene tanto de vasco como de irremediablemente deturpado.
- En el documento siguiente ocurren nombres del mismo carácter, pero referidos a lugares que, en su gran mayoría si no en su totalidad, estaban muy alejados de la Bureba.
- En otro posterior (11, 869), consta in Larrehederra una baccariza, junto a otras in Arbor comparato, in valle Zarratone, etc., pero queda una duda persistente.
- ¿Se trata del mismo Larrehederra de Espinosa del Monte o estamos, por el contrario, ante otro lugar homónimo?
- De ser cierto lo último, no solamente llevaban el mismo rótulo, sino que, además, estaban destinados al mismo uso.
- Al menos en la documentación que se ha manejado, las huellas de la lengua vasca son mucho más borrosas en la cuenca del Oca, con inclusión de su curso más alto, que en las del Tirón o en las del Oja.
- Esto tanto puede deberse a que se grabaran con menor intensidad como a que se debilitaran con más rapidez.
- En las cercanías del Tirón y del Oja, se da, precisamente no lejos del Ebro, un hecho nuevo.
- Mientras en la comarca de San Miguel de Pedroso no han aparecido nombres vascos de lugar mayor, en las cercanías del Tirón y del Oja sí ocurren, y hasta con cierta abundancia.
- Bastará con remitir a los nombres en -(h)uri, que enlazan con sus análogos en la orilla alavesa del Ebro.
- Hay, por lo menos, Bardahuri (91, 1025), Blascuri (269, 1087) o Bascuri (271, 1089) (n20), Gipuzauri (187, 1067), Hatumanhuri (217, 1075), Harramelluri (244 bis, 1080, etc.),Izahuri (250, 1082 = Villahizán), Maruri (n21), Mutilluri (175, 1062), Nafarruri (200, 1070), Nunno falzahuri (237, 1078), Ogganduri (compl. 45, 1101), Ozturi (28_’, 1095),Semenohuri (285, 1095; Scemenurri (200, 1070), Vermuduhuri (285, 1095), Zufiuri (285, 1095, etc.), además de algún nombre vivo todavía, como Ollauri, que no he acertado a documentar en esta colección.
- (n21) Cf. GARCÍA DE CORTÁZAR, p. 316, nota 56. En su mapa ya citado hay un Murcuri (Morcuri, en SERRANO p. LXXX), no muy alejado de la confluencia del Oja y el Tirón, probablemente distinto de Maruri, que parece ser ma(u)ru `moro’ + -(h)uri.
- (n21) Claro que Morcuera es algo muy distinto: cf. in territorio quod vulge [supongo será vulgo] dicitur Falce Morchoria (136, 1049), antigua propiedad de San Felices de Oca. Remito a COROMINAS s. U. miércoles.
- En la fundación de la iglesia de Orbañanos (10, 817) se menciona un Margaluli, de cuya situación no estoy seguro, ya que la villa Semprun (< Semproni) del mismo documento parece que debe ser localizado al otro lado del Ebro.
- Recuerdo ahora, porque no quiero pecar por omisión, que, entre el Oroncillo y el Ebro, se registran también, en relación con Bozó (270, 1087), illo monasterio deZaballa e illa vinea de Harrate, denominaciones de cuyo linaje no cabe desconfiar.
- Tampoco cabe dudar de que en estos nombres -(h)uri es el equivalente vasco de villa, que tan a menudo llevan antepuesto en los documentos: cfr., en Alava, villa Ulibarrilior (48, 952), lit. ‘Villanueva seca’.
- Su primer elemento, cuando es hacedero identificarlo, es un antropónimo o un apelativo, que puede ir determinado, con frecuencia una indicación de origen o procedencia, como parece ser Gipuzauri o, sin artículo, Nafarruri, Naharruri.
- Sus correspondientes latinos o románicos son, entre muchos otros, Villa Semprun, ya citado, Villamaterne, Villadolquit, Villa Duennea o Villa Veilagomiz `Villalómez’ (73, 1007).
- Para el primer elemento de Hatumanhuri, cfr. sennor Alvaro Scemenoz de Atumani (174, 1055, in locum quod dicitur Cerraton), o mejor acaso, Obtheman, Autemani, nombre de testigos en documentos de Cardeña (Becerro gótico de Cardeña, XXIII (Rubena, 945), CXIII (San Julián. 971)).
- Aunque esto no tiene importancia alguna en el contexto actual, el antropónimo no suena a vasco.
- Acaso se podría decir que tiene aire árabe, si esto no fuera un mero reconocimiento de ignorancia.
- La toponimia menor está de acuerdo con la mayor.
- En la donación de quatuor kasatos populatos et uno deserto in via nomine Herramellori (187, 1067), se citan alia terra in Gipuzauri, alia terra in Harrilucca (lucea, claramente), alia terra in Lacuzaballa, alia terra in Monnioguran, probablemente -guren.
- Sabemos con certeza, gracias sobre todo a Merino Urrutia, que el vascuence se seguía hablando en el siglo XIII en el valle de Ojacastro.
- Es, por lo tanto, puro efecto del azar si en la documentación utilizada no hay hasta tarde referencias a él, a pesar de su proximidad a San Millán:
- la primera que he encontrado (257, 1087), menciona unum monasterium S. Salvatoris in valle qui dicitur Ogga-castro, inter villas Valganon et villa Monnio Zerrakin, que debe de ser el actual Zorraquin, además de un lugar denominado Oggobarte.
- Ezcaray, según García de Cortázar, no fue incorporado hasta el siglo XII.
- Esto es una buena muestra de hasta qué punto hay que considerar aleatorias las conclusiones sacadas de unos materiales cuya distribución en el tiempo y en el espacio es también puramente aleatoria.
- El valle de Ojacastro basta como indicio de que, tanto en el curso del Oja como en el superior del Tirón, la lengua vasca pudo muy bien haberse conservado depués de haber perdido, tras la romanización total de las orillas del Ebro, todo contacto con el núcleo central.
- Algo parecido ocurrió, según ha indicado Corominas, en valles muy orientales del Pirineo.
- Este dominio de lengua vasca no alcanzaba, sin embargo, a la cuenca del Cárdenas y, con mayor razón, a la del Najerilla.
- El centro del dominio del monasterio de San Millán, tal como aparece delineado por García de Cortázar en la p. 220, está libre en la medida de lo posible de elementos vascos.
- Y este territorio de San Millán es aquel para el que, por antonomasia, puede valer el argumento ex silentio.
- La toponimia mayor y menor de San Millán aparece enumerada una y otra vez.
- Ultimamente se ha vuelto a defender (n23) que es vasco el nombre de una de las cinco ermitas cercanas agregadas a San Millán (23, 929): la segunda de las dedicadas a Santa María, quod vulgo dicitur Cella Alboheta.
- (n23) LATXAGA Errioxa’ko San Millan, euskal-iturri, San Sebastián, 1974, p. 28 s., y A. IRIGOYEN en una conferencia dada en San Millán, de la cual sólo tengo referencias periodísticas.
- (n23) UBIETO p. 191, da quod vulgo dicunt Cella Alfoheta, con f, no b.
- Esto no me parece del todo claro, del mismo modo que no estaba claro para los que anteriormente se han ocupado de la cuestión (n24).
- (n24) GARCÍA DE CORTÁZAR p. 27: «…el nombre de cella Alboheta, que a Gómez Moreno parece árabe; por mi parte, no descartaría la posibilidad de que dicho apelativo fuese vasco».
- (n24) En su índice. el nombre va como «Alboketa, ermita».
- Se diría, en primer lugar, que en esta colección, c ante vocal anterior nunca representa /k/, que se escribe qu, k o ch, a diferencia de lo que ocurre con g que, en esa posición y sin ningún aditamento, sí puede estar por /g/: cella, más que a vasc. gela, puede apuntar a rom. ciella, cilla.
- Además, albo es muy poco frecuente en la toponimia vasca, y menos aún como elemento inicial:
- en las listas de Luis de Eleizalde, RIEV 13 (1922), 122, no hay más que Alboniga, en esta colección Albonica, y Alborrione, nombre de aspecto nada antiguo de un caserío de Munguía.
- La alternativa sería un diminutivo árabe femenino, al-buXayTa, si es que existe: por X se indica una consonante posterior y por T una dental o interdental indeterminada.
- La toponimia medieval de carácter vasco en tierras de la Rioja y Burgos está en estrecha relación con la que encontramos por las mismas fechas, al norte del Ebro, en territorio alavés.
- No se trata solamente de que los nombres de población en -(h)uri aparezcan, como ya se ha señalado, a un lado y a otro, sin solución de continuidad.
- La muestra que poseemos, por exigua que sea, permite afirmar sin lugar a dudas que el vascuence de la Rioja y Burgos nada tenía de navarro, si entendemos por tal el navarro por antonomasia, el de las zonas centrales de Navarra, documentado con abundancia más que suficiente.
- La lengua meridional no coincide sólo con la alavesa, y con la de los testimonios vizcaínos no demasiado copiosos, en la conservación de arcaísmos, que faltan en Navarra, pero no en la inscripción de Lerga, ya en la documentación medieval más antigua:
- la conservación de la aspiración y las consonantes (-11-, -nn-) geminadas o fuertes, que en territorio navarro son excepcionales.
- También aquí, como en Alava y en Vizcaya, tenemos huri `villa’ o baltz `negro’, no iri o beltz.
- Esto es tan claro que no necesita ser subrayado.
- La hipótesis de trabajo de García de Cortázar (n25), de cuya verosimilitud histórica no hay razón de dudar, parece necesitada de alguna corrección.
- (n25) García de Cortázar «La Rioja Alta en el siglo X. Un ensayo de análisis cartográfico sobre los comienzos de la ocupación y explotación cristiana del territorio», Príncipe de Viana, 34 (1973), 309-335. La cita está tomada de pp. 309 ss.
- García de Cortázar (1973) la formulaba así: «Nuestra hipótesis de partida es la de que el reino navarro necesitó, a comienzos del siglo X, un área de expansión tanto para su población, como, probablemente, sobre todo, para su ganadería; que esta área se buscó al sur del Ebro, a través de la ocupación de una nueva zona geográfica; que la ocupación de esta región -la Rioja Alta- exigió la adopción de una serie de decisiones encaminadas al acondicionamiento de una nueva comunidad en un espacio ocupado por otra…».
- Acepto que estas gentes de lengua vasca de que venimos hablando no son un resto de una población de esa lengua que vivía ya allí en época romana y prerromana.
- Hubo, por lo tanto, en un cierto momento o durante una larga época, una migración de gentes vascas que cruzaron el Ebro y se establecieron en esa orilla.
- Pero estas gentes no eran en modo alguno navarras: se trataba de alaveses o, en todo caso, de vascos occidentales.
- Parece, por ello mismo, difícil que se trate de una política navarra planeada y dirigida por los reyes de Navarra, o por sus consejeros.
- En cuanto a la extensión, ya que es difícil juzgar de la densidad, de esta penetración, no tengo mayor interés en tratar de probar que fue mayor de lo que se ha dicho.
- Más bien quisiera introducir algunas limitaciones a afirmaciones que me parecen excesivas.
- García de Cortázar, tomando pie de la antroponimia estima que «la segunda» (capa, vasca o vascongada) «aparece indistintamente en todo el espacio físico estudiado» (1973:329).
- La toponimia, como hemos razonado, dice algo muy distinto.
- Esta capa se difundió mucho hacia el oeste, como la demuestra aun nuestra muy defectuosa documentación, hasta cerca de Burgos.
- No así al otro lado.
- Su límite puede ponerse con una seguridad razonable en la divisoria de aguas del Oja y del Najerilla, con su afluente el Cárdenas.
- No trato de sugerir, en manera alguna, que no haya el menor rastro de vasquismo al oriente de esa línea.
- Pero no creo que haya más allá ningún núcleo de alguna consistencia de que valga la pena de hablar.
- El conocido mapa de Menéndez Pidal, Orígenes del español, en que aparece, entre otras, el «límite dentro del cual el vascuence predominaba aún hacia los siglo IX-X», está diseñado con el rigor que siempre distinguió todos sus trabajos.
- Me atrevería, sin embargo, a hacer en él algún retoque, no para ampliar esos límites, sino para reducirlos ligeramente.
- Esta modificación estaría basada en la documentación que he manejado, que no es sino una parte del conjunto de la información que se posee.
- Los cambios que propondría son dos.
- Está, de una parte, el límite oriental, de que ya se ha hablado.
- De otra, la línea sobre el Ebro.
- Las fronteras marcadas por Menéndez Pidal abarcan desde la cuenca occidental del Omecillo, de nombre característicamente latino, hasta la desembocadura del Najerilla, con salientes hacia el este, en torno a Nájera, que queda fuera, y en el curso alto del Iregua.
- Aguas arriba del Ebro, la línea se desvía hacia el oeste, hasta Quintanarruz, dejando en medio el entrante románico de Briviesca.
- Mi impresión es más bien que la extensión de la zona de habla vasca al norte del Ebro muestra un claro estrechamiento, hasta formar una especie de cuello o pasillo que, en la orilla alavesa, está reducido a las cuencas del Bayas y del Zadorra, con su afluente el Ayuda, por Irzu, Revendeca `Revenga’, Olhaerrea y Bardahuri «in Ossingani» (91, 1025).
- No hay mucho que tenga aspecto vasco al sur de la sierra de Cantabria y, más al este, de la de Codés.
- A esta línea corresponde en la orilla meridional el trecho que media entre el Oroncillo y la cuenca del Tirón y del Oja.
- Las apariencias parecen indicar que la lengua fue llevada desde ahí, por la orilla sur, hacia los Obarenes.
- Los claros rastros vascos que hallamos al norte del Oroncillo hasta el Ebro no tienen equivalente en la orilla enfrentada, cuya toponimia es completamente románica.
- Queda por tratar la cuestión más delicada: la fecha de este cruce del Ebro.
- O, más precisamente, la época en que gentes de habla vasca empezaron a pasarlo ya que, con toda probabilidad, se trata de algo que no ocurrió de una vez;
- El cruce del Ebro continuó, con intensidad creciente o decreciente, durante largo tiempo, acaso durante siglos.
- Estamos aquí ante una alternativa clara.
- O se acepta la autenticidad del documento fundacional de San Miguel de Pedroso, junto con su fecha, o bien se rechaza aquélla o se modifica ésta.
- En el primer caso, y recuerdo que García de Cortázar apoyándose en varios autores considera que la escritura ha salido indemne de los embates de la crítica, estamos más o menos donde estaba el padre Moret (véase § 4, arriba):
- si no precisamente «en los tiempos de los godos», gentes de habla vasca habían remontado el Tirón mucho antes del siglo X.
- Habría que defender, por consiguiente, una opinión intermedia entre la de aquellos que, como Merino Urrutia, defienden una antigüedad que para los efectos prácticos no data, y la de los que, hoy mayoría al parecer, hablan de una ocupación reciente.
- Esto implicaría también que esta expansión no es navarra, en el sentido diferencial de la palabra (sin negar por ello que la política navarra contribuyera, allá por el siglo X, a reforzar núcleos ya existentes) (n27), sino más bien, y un tanto paradójicamente, «castellana».
- (n27) Para la importancia cultural, que tenía como es natural bases de otro género, de la Rioja en el siglo X, en contraste con el esplendor de los monasterios navarros en el siglo anterior, véase J. M. LACARRA Historia política del reino de Navarra, Pamplona 1972, 1, pp. 171 ss.
- No faltan momentos, ni siquiera siglos, en que estos movimientos son imaginables.
- Para resumir hechos más que conocidos, los vascones y sus vecinos se habían conservado, por decirlo con palabras de Orosio, más apegados a su pauper libertas, por rústica que fuese, que a la tributaria sollicitudo que les ofrecía, con las tentaciones de la cultura, el orden romano.
- Esto, sin hablar de dificultades anteriores, obligó al Bajo Imperio a formar frente a ellos un sistema de contención que, aunque no fuera un uallum como los de la Gran Bretaña, no dejaba de ser por ello, aunque modesto, un verdadero limes.
- No hace falta insistir en la larga relación de los conflictos, precisamente a lo largo de esa zona, entre los visigodos y la gente del norte.
- No deja de ser curioso, sin embargo, que, cuando los vascones inician expediciones fuera de su territorio, lo hagan por lo general hacia Zaragoza, y también hacia el Garona (n28).
- (n28) Véase ahora A. BARBERO -M VIGIL, Sobre los orígenes sociales de la Reconquista, Barcelona 1974 (las palabras de Orosio están entresacadas de la p. 93). Como resumen, M. VIGIL Historia de España Aifaguara, 1, Madrid 1973, pp. 432 ss
- Pero esto no excluye en absoluto que también se produjeran movimientos pacíficos en otra dirección.
- Por ejemplo, muchas gentes cruzaron así el Danubio para establecerse en tierras imperiales.
- Pero, del mismo modo que en el siglo X y en el primer tercio del siguiente, el poder político navarro trata de extenderse hacia el sudoeste y no hacia el este, río abajo, por las riberas del Ebro,
- sería natural pensar que el excedente de población de Alava y zonas vecinas buscó salida en las cuencas del Oja y del Tirón, del Oca y del Arlanzón, y en la comarca de los Obarenes.
- Esta penetración fue pacífica en la medida de lo posible y no mereció, por ello mismo, el honor de ser mencionada en las crónicas.
- Su supuesto natural, una superpoblación del solar nativo, relativa siempre a la extensión y recursos del territorio, parece claramente aceptable.
- Lo que después se llamó País Vasco ha sido tradicionalmente una zona de emigración y tenía que serlo, con mayor razón, en una época en que, a juzgar por la falta de testimonios que indiquen otra cosa, su renombrada vocación marinera, despertada por contactos tardíos, no existía todavía.
- Una última observación. Si las conclusiones sacadas del examen de la toponimia tienen algún valor, no hubo nunca -en las zonas a que nos estamos refiriendo- una «ocupación» árabe que fuera más allá del control militar y, en algún aspecto, político.
- Los inmigrantes vascos, no musulmanes, se establecieron entre gentes, también no musulmanas, románicas de lengua.
- Los árabes, la población árabe de lengua, no aparece en parte alguna, si no es de manera aislada y excepcional.
- También es de suponer que la población ya asentada no fuera demasiado densa.
- Como el abismo llama al abismo, tiene que haber un cierto vacío para que gentes ya asentadas, aunque se ganen la vida con dificultad, se decidan a buscar nuevos solares en otro país.
- Y, evidentemente, los que llegaron primero debieron de difundir noticias lo bastante tentadoras como para atraer a los que iban a seguirles.
Entidades relativas a Michelena1976
Una respuesta a «Mitxelena (1976)»
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