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Escalona (2004). ‘La invención de Alfonso I de Asturias’

Julio Escalona (2004). ‘Family Memories. Inventing Alfonso I of Asturias’. Building Legitimacy. Political Discourse and Forms of Legitimation in Medieval Societies, de Isabel Alonso, Hugh Kennedy, Julio Escalona (eds.): 223-62.Compartimos en Trifinium una versión fragmentada de un artículo que plantea una profunda revisión del primer siglo (718-842) del Reino de Asturias. El lector podrá acceder pronto a una versión traducida sin fragmentar. Por expresa voluntad del autor, rogamos que todo uso que se haga de esta traducción remita al texto original:

Julio Escalona (2004). ‘Family Memories. Inventing Alfonso I of Asturias’. In Building Legitimacy. Political Discourse and Forms of Legitimation in Medieval Societies, Isabel Alonso, Hugh Kennedy, Julio Escalona (eds.): 223-62. http://hdl.handle.net/10261/44838

A día de hoy (29 octubre 2014), Google Scholar menciona solo cinco citas para un artículo que consideramos merece mayor impacto. Así Carlos Reglero en su reseña para Edad Media: Revista de Historia 7: 168-172 lo define como de ‘obligada lectura’. A nosotros nos parece muy esclarecedora la revisión que hace Escalona del relato tradicional sobre el origen del reino asturiano, cuya principal y hasta hace poco exclusiva fuente ha sido la Crónica de Alfonso III. Desde el punto de vista de Trifinium, por otra parte, el autor introduce una serie de elementos interpretativos que ayudan a contextualizar la historia lingüística del País Vasco, particularmente los siglos en los que la lengua vasca se estaba expandiendo, verbigracia desde Álava por Treviño hacia la Rioja Alta y la Bureba burgalesa. A esta cuestión hemos dedicado dos entradas recientes: Mitxelena (1976) Hirarzaeza y Harrahia: ‘alfoces’ que fueron cuna del euskera occidental (ss. VI-X). Tienen mucho que ver también dos reseñas anteriores: González de Viñaspre (2010) y Besga Marroquín (2001).

Destacamos tres elementos de especial interés para Trifinium:

  • La participación de Álava y wal Qila (Castilla) en la génesis de la corona de Asturias durante los siglos VIII-IX
  • El significado de la presencia franca detectada en Álava en los siglos VI-VII
  • La decisiva influencia carolingia en el propio desarrollo del reino asturiano, especialmente palpable en tiempos de Alfonso II

Conclusión principal: Las crónicas asturianas de finales del siglo IX (las dos versiones de la Crónica de Alfonso III, la Crónica Profética y la Crónica de Albelda) tienen como fin legitimar la dinastía de Alfonso III y su papel predominante en la expansión cristiana sobre los dominios musulmanes, así como la primacía del clero asturiano en el marco de la iglesia peninsular. Dentro de este programa ideológico adquiere especial relevancia la figura de Alfonso I, hermano de Fruela, antecesor directo de Alfonso III, cuyas hazañas guerreras y religiosas se magnifican. Por un lado se liga la estirpe de Alfonso I con la de los grandes reyes visigodos (Leovigildo y Recaredo). Por otro lado, el norte peninsular que deja de estar controlado por los musulmanes en el siglo VIII se divide en dos espacios: uno previamente conquistado por Alfonso I y otro desierto o ‘despoblado’. Cualquiera de las dos modalidades justifican su apropiación por parte de la monarquía asturiana. Este discurso legitimador de finales del siglo IX significa una ruptura de la la tradición representada por Alfonso II (791-842) y su conexión con el mundo carolingio.

Ofrecemos a continuación una versión traducida —por medios mecánicos— del texto de Escalona 2014, revisada manualmente, enlazada y fragmentada como un ejercicio más del proyecto NeLHiEnlazando la historia de nunca acabar (Universidad de Deusto, topHistoria):

  1. La mayor parte de lo que hoy en día los historiadores pueden decir acerca de las primeras fases del desarrollo del Reino de Asturias se deriva de un puñado de textos históricos compuesto durante el reinado de Alfonso III (866-910): las dos versiones de la Crónica de Alfonso III, la Crónica Profética y la Crónica de Albelda.
  2. Todas las fuentes anteriores son escasas y dispersas, hasta que de repente estas obras sustanciales iluminan el período desde la invasión árabe hasta finales del siglo IX.
  3. Ante la ausencia de evidencias anteriores comparables, los historiadores tienden a dar crédito a estos relatos cuando se aproximan a un tema de otra forma inabordable, el de los orígenes del reino asturiano, a pesar de haberse elaborado casi doscientos años después de la invasión árabe de 711.
  4. Esto es un gran problema, puesto que estos textos son mucho menos inocentes de lo que puedan parecer.
  5. En gran medida por su empeño en la elaboración de una línea recta que conecte a los visigodos con los asturianos.
  6. Las crónicas tardías del siglo IX son —ahora se reconoce— la primera expresión coherente de un giro total en la identidad política asturiana, que tomó forma a mediados del siglo IX, pero no hizo su camino hacia la narración histórica hasta la década de 880.
  7. Analizar este fenómeno a fondo está más allá de mis preocupaciones presentes.
  8. Por ello me centraré solo en un elemento, que es la forma en que las crónicas del siglo noveno lidian con la figura del rey Alfonso I.
  9. ¿Puede esto ser de alguna importancia?
  10. La respuesta creo que debe ser afirmativa, aunque sólo sea por la importancia que le dan los cronistas.
  11. Tomemos, a modo de ilustración, un sencillo enfoque cuantitativo.
  12. La figura 1 representa el número de palabras empleadas para describir los reinados de los reyes del siglo octavo asturiano en dos de los principales textos a los que me referiré más adelante.
    • Número de palabras usadas para describir los reinados de cada uno de los Reyes asturianos del siglo octavo en la Albeldense (izquierda) y la Ovetense (derecha).
      Figura 1: Número de palabras usadas para describir los reinados de cada uno de los reyes asturianos del siglo octavo en la Albeldense (izquierda) y la Ovetense (derecha).
  13. El método es sencillo, pero vale para revelar los hechos básicos: Aunque la Crónica de Alfonso III es mucho más detallada que la Albeldense, el patrón es el mismo.
  14. Tres reyes se destacan claramente: Pelayo (718-737), Alfonso I (739-757) y Alfonso II (791-842).
  15. Por un lado, no extraña que Pelayo haya atraído tanto la atención, pues fue considerado al fundador del reino asturiano.
  16. Por otro lado, el inusualmente largo reinado de Alfonso II necesitaba una atención más detallada y también porque importantes avances políticos tuvieron lugar entonces.
  17. Pero, ¿qué pasó en medio?
  18. En medio de seis más bien oscuras figuras, Alfonso I es el único hito excepcional, impresión que es reforzada por el hecho de que estos tres reyes — Pelayo, Alfonso I y Alfonso II — son los únicos a quienes se atribuyen milagros en la crónica real.
  19. Claramente, para los cronistas de finales del siglo IX Alfonso I era mucho más que un personaje prominente de su pasado reciente.
  20. En mi opinión, la función de Alfonso I en las crónicas del siglo IX trascendía a la de un prestigioso antepasado.
  21. Y cualquiera que fueran sus verdaderos méritos, puede considerarse en gran parte una figura inventada.
  22. Se trata de un supuesto que vale la pena investigar.
  23. En las siguientes líneas presentaré primero las principales fuentes primarias disponibles y luego discutiré brevemente los pasos más relevantes en el desarrollo de una identidad política asturiana en el siglo IX, moldeada a partir de las visiones de la historia del siglo octavo.
  24. Esto proporcionará el fondo para analizar el papel de Alfonso I en las crónicas tardías del siglo IX, que discutiré largamente.
  25. Al hacerlo, espero que se hagan evidentes muchas de las complejidades y procedimientos del discurso de los cronistas.
  26. La Crónica de Alfonso III fue escrita en la sede real de Oviedo con el fin de presentar a los reyes asturianos como herederos naturales de los visigodos.
  27. La Crónica de Alfonso III explícitamente se presenta como una continuación de la Crónica de Isidoro, abarcando desde la adhesión de Recesvinto (649) hasta la muerte del padre de Alfonso III, Ordoño I (866).
    • n2 Gil (1985) 74 ss. convincentemente argumentó que el texto original podría llegar solamente hasta los primeros años de Ordoño I y haber sido continuado más adelante, bajo Alfonso III.
  28. Dos versiones diferentes de la crónica son conocidas: las llamadas Rotense y Ovetense (o Ad Sebastianum).
  29. Contra la opinión admitida durante mucho tiempo de que la Ovetense era una revisión posterior, más refinada que la Rotense, ahora parece bien establecido que derivan de un arquetipo anterior perdido (Prelog 1980, Gil 1985:60 ss), al que se adhiere la Rotense en gran medida.
  30. La Ovetense, por otro lado, cuidadosamente habría sido inspeccionada, introduciendo una serie de cambios importantes y filtrado muchos de sus contenidos a lo largo del texto.
  31. De esta manera, su autor o autores crean un texto más coherente en apoyo de lo que puede considerarse la historia ‘oficial’ asturiana de finales del siglo IX.
  32. La llamada Crónica de Albelda o Albendense fue escrita alrededor de 882 en Oviedo.
  33. Claramente pertenece al entorno ideológico de la corte de Alfonso III y aborda muchas cuestiones que también eran el foco de los cronistas reales,
  34. pero la Albendense es una obra peculiar que mezcla, muy anárquicamente, diferentes tipos de información: lingüística, geográfica e histórica, entre otras.
  35. Puesto que no parece que haya sido ‘monitorizada’ tan estrictamente como lo fueron las crónicas reales, hay muchos elementos que la diferencian de los textos más ‘oficiales’.
  36. Por lo tanto, contrasta notablemente con la Rotense y Ovetense.
  37. Antes de proceder con Alfonso I, será conveniente revisar brevemente cómo surgió la identidad histórica del reino asturiano más temprano.
  38. Las primeras décadas de la historia del reino asturiano —la fase crucial en la que la nueva política entra en vigor— son decepcionantemente oscuras.
  39. La mayoría de nuestra información se deriva de las crónicas del siglo IX, visiones modernas de este periodo que a menudo están dominadas por una imagen de gran continuidad con el pasado visigodo, que es precisamente en lo que querían hacer hincapié los cronistas.
  40. Sin embargo, pese a todo lo que los cortesanos de Alfonso III nos quisieran hacer creer, tal herencia difícilmente satisfaría a los reyes asturianos de finales del siglo VIII y principios del IX, que más bien se vieron como radicalmente diferentes de los visigodos.
  41. Después de la invasión árabe de España en 711 y el posterior colapso del reino visigodo, apenas hay rastro de monarquía asturiana antes de la década de 760.
  42. Si la presunta victoria de Pelayo en Covadonga ocurrió de verdad, no tuvo impacto en las fuentes de su época (vg. en la crónica mozárabe de 754);
  43. las referencias a ese episodio en textos árabes son más tardías y podría pensarse que dependen de las crónicas asturianas del siglo IX.
  44. Por el contrario, se está imponiendo la idea de que la primera mitad del siglo VIII fue dominada por un ‘patrón multifocal’ de poder.
  45. En lugar de una sola monarquía en expansión, varias familias aristocráticas compitieron por la hegemonía de un número de centros territoriales que acabarían por convertirse en ‘gérmenes reales’, una vez que el gobernante local lograra imponerse (Torrente 1997; Suárez 2002, Estepa 2002)
  46. Es solamente en retrospectiva que puede entenderse tal complejo magma formando un reinado único y una sucesión dinástica lineal —aunque errática.
  47. Tenemos que esperar hasta los reinados de los reyes Silo (774 – 783) y Mauregato (783-788) para encontrar los primeros rastros de importantes acontecimientos políticos en las regiones de Asturias.
  48. Ahora parece más claro que esto no sólo fue debido a las transformaciones internas, sino sobre todo a la creciente influencia carolingia.
  49. Después del sometimiento de la Septimania en 750, en la segunda mitad del siglo VIII los carolingios se volvieron cada vez más activos en el norte de la península ibérica, con mayor intensidad en el período 770 – 800, tras el establecimiento de la dinastía Omeya, que ponía fin a las graves luchas  la internas de al-Andalus. n6
    • n6 En 776 Abd al-Rahman I había superado a los rebeldes y estuvo libre para actuar contra las potencias externas
  50. Los hitos del progreso carolingio desigual en la parte oriental de Iberia son bien conocidos, desde la malograda expedición de 778 a Zaragoza hasta la conquista de Barcelona en 801.
  51. Pamplona, la principal fortaleza de la zona vasca, parece que ha entrado en la esfera de influencia franca, tal vez siguiendo una tendencia continua desde el siglo VI, como hallazgos arqueológicos recientes parecen indicar (Larrañaga1993; Azkarate1993)
  52. Lo que sucedió más al oeste, sin embargo, no se conoce bien.
  53. Las evidencias disponibles sugieren que las entidades políticas vecinas, como Álava, quizá habían sufrido algún tipo de dominio informal que las convertía en satélites de los francos.
  54. En cuanto a Asturias, el factor carolingio ha sido durante mucho tiempo subestimado, en parte por haber sido negado sistemáticamente por los cronistas del siglo IX.
  55. Sin embargo, fragmentos independientes de fuentes francas evidencian que en el crítico año de 790 el rey Alfonso II de Asturias mantenía lazos muy cordiales con Carlomagno, de quien estaba lejos de considerarse par.
  56. Este fue un factor crucial en el crecimiento político de la monarquía asturiana bajo Alfonso II
  57. Investigaciones recientes revelan la considerable dependencia hacia los modelos carolingios de la ideología y la cultura política asturianas de la época (Fernández Conde 1997, Isla 1998)
  58. Aunque esas referencias francas pertenecen a la década de 790, todo el proceso pudo haber comenzado antes.
  59. La evidencia para esto es mucho más difícil de aportar, pero el análisis detallado de las fuentes eclesiásticas asturianas ha llevado A. Isla a sugerir que desde el reinado de Mauregato (783-788) una proporción creciente del clero asturiano fue asumiendo los temas principales de la cultura religiosa carolingia, aunque partieran de antecedentes básicamente hispanos, postvisigodos.
  60. Textos como el famoso Comentario al Apocalipsis del Beato de Liébana o el himno, también a menudo atribuido al Beato, O Dei Verbum en alabanza a Santiago, pero con una dedicatoria acróstica al rey Mauregato, son piezas de esta ideología renovada que condujo en última instancia al estallido de la controversia del Adopcionismo.
  61. El Adopcionismo fue la puntilla final a lo que quedaba de la iglesia española que más había luchado por mantener alguna forma de unidad y autoridad transibérica, aunque fuera bajo el dominio musulmán.
  62. No puedo ocuparme aquí largamente del tema; para mis intereses actuales, bastará con considerar sus implicaciones más amplias en dos contextos diferentes:
  63. por un lado, el fondo global de una creciente hegemonía carolingia dentro de la cristiandad latina;
  64. por otro lado, la pequeña escala del proceso que se va a producir en Asturias, al amparo de desarrollos generales de mayor escala.
  65. En la escala mayor, los carolingios se implicaron profundamente en la controversia del Adopcionismo.
  66. En este contexto se sitúa la participación de intelectuales relevantes como Alcuino de YorkBenito de Aniane, el envío de emisarios como Jonás de Orleans, o la condena formal de Regensburg (792) (Anales Reales Francos, versión revisada, ed. Kurze 1895)
  67. y del Concilio de Fráncfort (794), así como el enjuiciamiento de los adopcionistas más próximos, como Félix de Urgel.
  68. La derrota definitiva de las doctrinas tradicionales visigodas defendida nada menos que por el arzobispo Elipando de Toledo, cabeza tradicional de la iglesia española, avivó las afirmaciones de aquellos que habían decidido adoptar una postura inconformista hacia sus gobernantes musulmanes, y que pueden considerarse los precursores remotos de los mártires cordobeses de mediados del siglo IX (Wolf 1988 y Fernández Conde 2000)
  69. Más importante aún es que se rompió en pedazos cualquier legitimidad del estamento eclesiástico español como líder de los cristianos ibéricos, al decantarse por el bando carolingio, así ayudando a mejorar la deseada imagen de Carlomagno como campeón de la cristiandad.
  70. En la escala más pequeña, el papel desempeñado por algunos clérigos asturianos en el derrocamiento del Adopcionismo es demasiado grande para pasar desapercibido.
    • n17 Beato fue el primero en atacar la enseñanza de Elipando, según el renombrado polemista adopcionista Felix obispo de Urgel en los pocos fragmentos conservados de una carta enviada por él a Alcuino de York.
  71. De hecho, la fecha temprana en la cual el propio Beato debió de haber ganado notoriedad no sólo en España, sino en Francia también, hace dudar de si no fue la estrategia de este bando para elevar todo lo posible la confrontación y asegurar así la intervención franca en el asunto.
  72. De esta manera, se ponían ellos mismos en una posición de fuerza para conseguir que las élites asturianas —tanto seculares como eclesiásticos— se alineasen con ellos.
  73. Un análisis minucioso de los textos eclesiásticos descubre importantes cambios políticos que tienen lugar en Asturias en la década de 780.
  74. Esto es congruente con las indicaciones más explícitas que se desprenden de las primeras piezas de la historiografía de 790.
  75. Una vez más, los acontecimientos del entorno carolingio parecen haber sido determinantes en la conformación de la ideología y praxis asturianas.
  76. En este contexto de la influencia carolingia de finales del siglo octavo en el norte de Iberia, no es sorprendente que se hubiera creado una nueva y consistente imagen del fin de la España visigoda.
  77. Textos como la Chronologia Regnum Gothorum, la Crónica Moissac y la Crónica de Aniano, compuestas probablemente en la Septimania de ascendencia caroligia, comparten un buen número de características;
  78. por ejemplo, culpan de la pérdida de España a favor de los árabes a los pecados y vicios del rey Witiza; asimismo equivocan la fecha de la invasión árabe en 714;
  79. lo más importante, en su relato el período visigodo se da por definitivamente acabado y abren una nueva etapa bajo el dominio franco.
  80. Así, la Chronologia Regnum Gothorum recoge:
    • Rodrigo reinó durante tres años. En este tiempo, en la era 752 [714], los sarracenos fueron convocados debido a problemas en el país y ocuparon las Españas y conquistaron el reino de los godos, que a partir de entonces retendrán obstinadamente en parte. Y luchan con los cristianos día y noche, y luchan diariamente hasta que la predestinación de Dios ordena su cruenta expulsión. Los reyes de los godos perecieron. En total sumaban 304 años (…) En la era (X) reinaba Carlos, rey de los francos y patricio de Roma.
      • n20 PL, 83, col. 1118: Rudericus regnavit ann. III. Istius tempore era 752 farmalio terrae Saraceni evocati Hispanias occupaverunt, regnumque Gothorum ceperunt; quo adhuc usque ex parte pertinaciter possident; et cum Christianis die noctuque bella ineunt, et quotidie confligunt dum praedestinatio usque divina de hinc eos expelli crudeliter jubeat. Reges Gothorum defecerunt. Sunt sub uno ann 314 (…) In era (X) regnavit Carolus Francorum rex et patricius Romae…
  81. En este documento se declara, por decirlo así, oficialmente muerto el reino visigodo (Reges Gothorum defecerunt) y, tras un breve resumen de cómputos, la siguiente entrada da por supuesto que la lucha contra los árabes debe ser conducida por los francos (Martin 1997:19)
  82. La Crónica de Moissac asimismo es clara al señalar que, tras su derrota contra los árabes, el reinado de los godos concluyó:
  83. Los godos fueron derrotados por los sarracenos y así terminó el reinado de los godos en España y en menos de dos años los sarracenos había sometido casi toda España.
    • n22 Chronicon Moissacensis (ed. Pertz 1826:290): Gothi debellati sunt a Sarracenis, sique regnum Gothorum in Spania finitur et infra duos annos Sarraceni pene totam Spaniam subiciunt.
  84. Esta interpretación encaja perfectamente con los acontecimientos eclesiásticos mencionados y los mecanismos generales de legitimación política dentro del contexto carolingio:
  85. el poder cambió de manos según la voluntad de Dios y Carlomagno era el líder del momento que Dios favorecía, siendo sus interminables victorias la más obvia de todas las pruebas.
  86. Ambos, su liderazgo en la eliminación de todos los pensamientos herejes de la iglesia y su lucha contra los bárbaros —árabes incluidos— fue fundamental en este esquema.
  87. Y España fue un espacio donde convergieron ambas nociones naturalmente: la traslación del poder de los godos a los francos ya había sido efectuada; y la condena del Adopcionismo vino a legitimar un cambio similar en el ámbito eclesiástico.
  88. Volviendo otra vez a los asturianos, su participación directa en la política eclesiástica carolingia de 780 —más claramente representada por su estrategia conjunta sobre el Adopcionismo— también tenía una contrapartida historiográfica.
  89. Al final del siglo VIII o principios del IX, una breve pieza histórica fue escrita en Asturias.
  90. Aunque perdida en su forma original, posteriormente se encontraron rastros de ella en varios manuscritos (Huete 1994)
  91. La parte que puede ser vista como derivado de la base original, es un texto de doble cara que incluye un breve resumen del reino de los visigodos y una lista de los reyes asturianos hasta la coronación de Alfonso II en 791.
  92. Aunque hayan desaparecido algunas informaciones, tales como la fecha 714, o la responsabilidad de Witiza en la derrota contra los árabes, el principal argumento sigue siendo el mismo: que los visigodos se han ido para siempre y los reyes asturianos pertenecen a un nuevo período, incluso permitiendo un inter-regnum de cinco años a los árabes que tiene la virtud de hacer aún más evidente la brecha con los visigodos.
  93. Por lo tanto, leemos en el llamado Annales Portucalenses Veteres (redacción larga = Chronica Gothorum):
    • En la era 349 [311] los godos abandonaron su país.
    • En la era 366 [328] entraron en España y reinar allí 383 años.
    • De su país viajaron a España durante 17 años
    • En la era 749 [711] los godos fueron expulsados de España.
    • En la era 750 [712] los sarracenos obtuvieron España.
    • Antes de que el señor Pelayo reinara, ellos reinaron en España durante 5 años…
      • n26 Era CCC XL IX egressi sunt Gotti de terra sua. Era CCC LX VI ingressi sunt Hispaniam et regnaverunt ibi annis CCC LXXX III. De terra autem sua pervenerunt ad Hispaniam per XVII annos. Era septingesima quadragesima nona expulsi sunt de regno Hispanie. Era 749 Sarraceni Hispaniam adepti sunt. Antequam Dominus Pelagius regnaret Sarraceni regnaverunt in Hispania annis V (David 1947:291-292)
  94. Otra vez, destaca la idea de que los godos estaban muertos y desaparecidos, aunque en este caso la sucesión natural cae a favor de los asturianos.
  95. Con todo, la brecha con los visigodos no se puede ignorar.
  96. Afortunadamente, otra prueba viene en apoyo de esta conclusión.
  97. Una carta expedida por el rey Alfonso II a la iglesia de San Salvador de Oviedo en 812 incluye, a modo de preámbulo, una oración repleta de referencias históricas.
  98. La conexión con el discurso de legitimidad carolingio en esta carta es aún más evidente.
  99. Hay una declaración completa de la noción de translatio imperii.
  100. Es Dios quien, en razón de la justicia segura, distribuye el poder entre los reyes.
  101. Y entonces, la victoria —una metáfora del juicio divino — es la prueba de apoyo de Dios a los gobernantes, puesto que la victoria era de hecho el reclamo propio de los godos para reinar (clara refulgit Gothorum victoria).
  102. Además, fue por causa de su orgullo que la victoria fue negada a su rey.
  103. Puesto que los árabes posiblemente no podrían ser presentados como favoritos de Dios, su victoria se describe en cambio como una plaga.
  104. Entonces —pasando por alto una considerable brecha cronológica— es Pelayo, apoyado por Dios en la victoria, quien obtiene el poder.
  105. La carta de 812 es de gran ayuda para establecer el tipo de identidad política que se había hecho oficial en el entronamiento de Alfonso II.
  106. Una identidad que fue muy dependiente de los desarrollos carolingios más amplios y se basó en el rechazo y diferenciación de los visigodos.
  107. La noción de una iglesia independiente asturiana, sin vínculos con los cristianos postvisigodos del sur, conlleva, por divina providencia, la ruptura con la realeza e historia visigoda.
  108. Por leves que sean las pruebas, los mencionadas fragmentos de los relatos históricos son suficientes para indicar qué tipo de visión de los orígenes de Asturias había sido establecida en la corte real de principios del siglo noveno.
  109. Después de eso no tenemos ningún rastro de escrituras comparables hasta el ciclo historiográfico de Alfonso III en la década de 880.
  110. Los materiales de este grupo son tan excepcionales que tienden a ocultar todos los desarrollos anteriores.
  111. Esto es aún más importante porque la perspectiva histórica que revelan está en clara contradicción con muchas características de lo que fue la historia «oficial» en la época de Alfonso II.
  112. De suma importancia es que por el 880 el rechazo anterior a una identidad visigoda se sustituye por la noción de que los reyes asturianos son los continuadores dinásticos, biológicos e históricos de los godos.
  113. La emergente teoría neogótica parece responder a una combinación de cambios históricos ocurridos desde mediados del siglo IX en toda la Península Ibérica.
  114. Durante los últimos años del largo reinado Alfonso II (791-842), la influencia carolingia en el noroeste de España experimenta un acusado declive, mientras que el noreste permanece bajo influencia franca, aunque con una cada vez mayor autonomía.
  115. Los intercambios y contactos culturales se mantienen, pero los acontecimientos que tienen lugar en el noroeste dejan de ser tan dependientes del marco amplio de políticas francas.
  116. Con todo, el ‘factor carolingio’ ya había hecho su trabajo.
  117. Habiendo crecido bajo su cobertura, Asturias era en 840 una entidad política considerablemente desarrollada dentro de los parámetros ibéricos norteños.
  118. Era una referencia válida incluso para quienes se oponían los emires cordobeses, como atestiguan las repetidas expediciones militares contra Asturias —visto como un creciente factor perturbador en la frontera norte — y el hecho notable de que en los últimos años de Alfonso II un notorio rebelde musulmán podría solicitar y obtener exilio en Asturias.
    • n28 Ibn Hayyan, Muqtabis II – 1 ed. Makki y Corriente (2001:298 ss.)
  119. Todo esto parece apuntar hacia una nueva escena de levantamiento.
  120. El corto reinado de Ramiro I — bajo el cual una rama diferente de linajes reales asturianos substituye al de Alfonso II— seguramente fue de vital importancia, como ha señalado acertadamente C. Estepa (1992)
  121. Varios factores parecen indicar que algún tipo de consenso fue alcanzado que hizo posible impulsar el desarrollo político del reino, tanto en su complejidad interna y como en su expansión territorial.
  122. Esto también puede relacionarse con un mayor grado de formalización de la relación entre reyes y magnates, probablemente gracias a la consideración de funcionarios reales de esos aristócratas que gobernaron de facto sobre territorios específicos.
  123. Los magnates comienzan entonces a denominarse comites — una denominación que implica tanto un alto estatus social como un rechazo formal a su realeza, aspecto ciertamente relevante para un rey que tuvo que afrontar una gran oposición aristocrática en sus primeros años.
    • n30 más interesante, teniendo en cuenta que J. Fernández Conde podría muy bien estar en lo cierto al sugerir que Ramiro joven podría haber sido un rebelde contra Alfonso II e incluso haber gobernado en paralelo una parte del territorio; Fernández Conde (1997).
  124. Es absolutamente plausible que un consenso de este tipo entre las élites gobernantes asturianas — rey y magnates— fuera la base de la gran expansión territorial operada en la segunda mitad del siglo IX, bajo los reyes Ordoño I y Alfonso III.
  125. En muy poco tiempo, el territorio asturiano duplicó más de dos veces su tamaño, para el mayor beneficio del rey, los magnates y los clérigos, quienes encontraron en las tierras del altiplano recién adquirido una inmensa fuente de ingresos y de poder.
  126. Este es el contexto esencial dentro del cual deben considerarse las crónicas reales.
  127. Al tiempo, importantes cambios se producían en el sur.
  128. A mediados del siglo IX, las conversiones al Islam habían aumentado hasta tal punto que la situación de la población no árabe dentro de la sociedad de al-Andalus se había convertido en un tema relevante, particularmente porque entre aquellos de origen ibérico, ya fueran cristianos o musulmanes, había una conciencia manifiesta de su origen visigodo (García Moreno 1999).
  129. La segunda mitad del siglo noveno no presenció ninguna reducción de tensiones entre el poder central y los grupos prominentes, como las comunidades mozárabes (cristianas) —siendo la más famosa la de Toledo— o los clanes bereberes, sino incluso un número creciente de indígenas conversos tratando de encontrar un estatus propio dentro de una sociedad dominada por los árabes.
  130. Algunos entre sus filas (el conocido Muwalladun) se rebelaron finalmente contra sus gobernantes, reunieron comitivas armadas y lograron mantener control sobre pequeños territorios que eran difíciles de combatir.
  131. Esta situación no fue definitivamente superada hasta el reinado de Abd al-Rahman III (912-961) y más por medio de la negociación que de una derrota militar.
  132. Se ha señalado que esa ascendencia visigoda —incluso conectada al propio rey Witiza — parece haberse convertido en una especie de seña de identidad para muchos no-árabes andaluces, cristianos o musulmanes.
  133. Que fuera una ascendencia inventada en la mayoría casos, no deja de ser menos relevante para el caso.
  134. Aún así, todos los ecos de «feudalismo visigodo’ que puedan verse en la muwalladun rebelde (Acién 1994), el mayor problema seguía siendo el encaje de los conversos dentro de la sociedad andaluza.
  135. En este debate, la reconsideración de la invasión árabe se convirtió en un tema muy sensible, unido al cambio de identidad política que gradualmente fue introduciéndose y permanecería hasta el final del califato en el siglo XI.
  136. Las modalidades de sometimiento (pacto o conquista), el estado de las tierras y pueblos conquistados, la posición de los aristócratas visigodos convertidos, todo se convirtió en asuntos importantes en la definición de una visión legítima de las complejidades del siglo IX en al-Andalus (Manzano 1997).
  137. Esto en última instancia condujo a una nueva conciencia histórica que diera cuenta de las divisiones étnicas entre los invasores e integrara también a los indígenas, cuyo representante principal fue el famoso historiador Ahmad al-Razi.
  138. Asimismo es relevante que los cristianos del sur que mantenían su fe —los llamados mozárabes— se encuentraban en una situación profundamente contradictoria.
  139. Por un lado, la lengua y la cultura árabe dominante impregnaban todos los grupos sociales, incluso aquellos que se resistieron a la conversión.
  140. La mayoría de los cristianos españoles se adaptó al marco político islámico, particularmente en contextos urbanos y sobre todo en Córdoba; alguno incluso entró en el sistema administrativo, ocupando cargos y tomando parte en el normal funcionamiento del gobierno (ver Wolf1988 con ejemplos y discusión).
  141. Desde los primeros días de la dominación árabe, la tendencia general para adaptarse y hasta cooperar con los nuevos gobernantes había decepcionado profundamente a una minoría que mantuvo la resistencia.
  142. Rastros de esta actitud ya estaban presentes en 780, cuando el Adopcionismo estalló por primera vez (Cavadini1993).
  143. A mediados del siglo IX, una combinación de factores condujo a otra ola de contestación activa de inconformista cristianos, los llamados «mártires de Córdoba’ (Wolf  1988).
  144. En este contexto turbulento había mucho espacio para el pensamiento mesiánico y apocalíptico.
  145. Desde mediados del siglo IX, varias líneas de esos discursos que se influían mutuamente se extendieron entre cristianos, judíos y musulmanes (Gil 1978 – 1979; Fierro1998).
  146. Premoniciones del advenimiento de una nueva era fácilmente se convirtieron en predicciones de un final inmediato del régimen árabe u omeya en España (caso famoso del autor Ibn Habib del siglo IX , ver Aguadé 1991:88–100).
  147. Tan pronto como en 850 Álvaro de Córdoba ya señaló la existencia de las profecías sobre el fin inminente de la dominación musulmana.
  148. La rebelión de Toledo 852 puede haber sido alimentada por otra ola de esperanza profética. Todo esto, aunque colateral, puede haber contribuido a formar el medio en el cual surgieron los mártires cordobeses. (Gil 1978 – 1979).
  149. En los años siguientes, las profecías y presagios continuaba siendo adaptados y reinterpretados como fechas consecutivas de fatalidad y se demostraron inciertos.
  150. En 870 al menos, una rama del pensamiento apocalíptico parece haberse asentado entre aquellos grupos andaluces que basaban su identidad política en la herencia visigoda, argumentando que el régimen musulmán no sería destruido por nada que no fuera un renacimiento visigodo.
  151. Una concepción similar pudo haber sido atribuida al más señalado de los rebeldes muwal-ladUmar ibn Hafsun, pero esto debe ser visto como otra actitud emergente entre los grupos no árabes en al-Andalus.
  152. La formulación más explícita de estas expectativas proféticas se estableció en al-Andalus en algún momento de 870.
  153. Mediante la adaptación de una tradición profética y compositiva oriental al contexto ibérico, se construyó la idea de que la dominación árabe sobre los godos debía terminar cuando estos se recuperasen, y la fecharon en 884.
  154. Los godos fueron identificados con el pueblo bíblico de Gog y los árabes con el de Magog.
  155. Esto era un medio de reforzar la noción de renacimiento visigodo envolviéndolo en una legitimidad basada en la Biblia.
  156. Esta construcción y otras similares se extendieron a finales del siglo IX en al-Andalus, pero sabemos poco sobre los efectos que tuvieron. Por el contrario, es mucho más conocido su impacto en el norte (Torrente 2002).
  157. Por esos años, el reino asturiano había crecido lo suficientemente para ser una causa importante de preocupación para los emires de al-Andalus, que actuaba como una potencia hegemónica en el norte y con frecuencia intervenía en la problemática frontera riojana.
  158. Era natural que los cristianos inconformistas del sur se vuelvan hacia los reyes asturianos.
  159. Durante los reinados de Ordoño I y Alfonso III hubo frecuente comunicación entre los asturianos y los mozárabes del sur, principalmente los propensos a la rebelión de Toledo.
  160. Los clérigos mozárabe que se exiliaron en Asturias fueron fundamentales en el desarrollo cultural de la época de Alfonso III.
  161. También fueron importantes colaboradores políticos, que ayudaron a que Asturias se adaptara a muchos de los conceptos que trajeron desde el sur, más notablemente el de un renacimiento visigodo.
  162. No fue sin duda una tarea pequeña convertir en campeones del goticismo a un rey y a una dinastía cuya propia tradición historiográfica había consistido en rechazar tal herencia.
  163. Las mejores formulaciones del ideal neogótico se desarrollaron en la sede real de Oviedo en los primeros años de Alfonso III.
  164. Seguramente fue un clérigo mozárabe en Oviedo que combinó la profecía de Gog y Magog —adaptando las fechas— con varios pasajes sobre el fin del reino gótico, la supervivencia de la gente gótica en al-Andalus y algunas listas bastante precisas de los gobernadores árabes;
  165. luego añadió una interpretación de la pieza entera prediciendo el final inmediato de la dominación árabe en el 883, que iba a ser efectuado por nada menos que Alfonso III.
  166. Esta fue la llamada Crónica Profética, que influyo sobremanera la Albendense (ed. Gómez Moreno 1932:622–628).
  167. El Neo-góticismo se convirtió en la ideología principal hasta presidir el nuevo ciclo historiográfico asturiano.
  168. Su principal objetivo era presentar a los reyes asturianos como los legítimos líderes cristianos transibéricos, con el derecho ideológico a recuperar el reino y la gloria que los visigodos tuvieron en el pasado.
  169. Sin embargo, su formulación distaba de ser simple, y sus ramificaciones eran múltiples.
  170. En los primeros años de Alfonso III, hubo una serie de acontecimientos políticos recientes necesitados de legitimación, de los cuales la hegemonía ibérica era sólo el más general.
  171. Para lograr esto, las crónicas del ciclo de Alfonso III desplegaron un discurso multifacético de gran alcance, en el que el pasado asturiano fue revisitado, los elementos historiográficos preexistentes indeseados desactivados y se aportaron nuevas explicaciones necesarias para llenar los vacíos de legitimación.
  172. Claramente, no todos los trabajos históricos fueron igualmente consistentes en lograrlo.
  173. La Crónica Albendense está dominada por este pensamiento hegemónico, pero contiene muchos elementos anteriores o contemporáneos con discursos contradictorios.
  174. Esto hasta cierto punto —pero sólo hasta cierto punto— es corregido por la Rotense, obra que mantiene numerosos pasajes anteriores, en gran medida porque aborda argumentos contrapuestos.
  175. La Ovetense es en cambio un texto mucho más consistente, cuidadosamente filtrado, que incluso pone a un lado algunos de los temas de relevancia para la Rotense y avanza al establecer vínculos directos, no con los últimos decadentes reyes visigodos, sino con la más gloriosa genealogía: Leovigildo, Recaredo, Recesvinto y Chindasvinto (Isla 1998b).
  176. He empezado señalando que la figura de Alfonso I destaca en las crónicas de Alfonso III, entre otros gobernantes del siglo octavo.
  177. En las siguientes páginas voy a mantener la idea de que la relevancia que se le concede a Alfonso I es por representar el nodo que aglutina una serie de hilos discursivos que eran esenciales para la obtención de legitimidad en las cuestiones de la mayor relevancia en la década de 880.
  178. Era indispensable para la consistencia interna de toda visión del pasado, incluso si eso significaba que la ‘verdad histórica heredada’ fuera considerablemente distorsionada.
  179. Las crónicas Albendense, Rotense y Ovetense están de acuerdo con respecto a Alfonso I, aunque con diferencias de detalle de una a otra.
  180. Adefonsus, yerno de Pelayo reinó durante 18 años.
  181. Era hijo de Pedro, Duque de Cantabria, y entrando en Asturias a tomó a la hija de Pelayo, Bermesinda, por orden del propio Pelayo.
  182. Y se hizo con el poder, dirigió muchas batallas con la ayuda de Dios.
  183. También invadió las ciudades de León y Astorga, largo tiempo poseídas por el enemigo.
  184. Despobló hasta el río Duero los llamados llanos góticos y amplió el Reino de los cristianos.
  185. Fue amado por Dios y los hombres. Murió por causas naturales.
    • n44. Alb. XV, 3: «Adefonsus Pelagi gener rg. an XVIIIo. Iste Petri Cantabrie ducis filius fuit. Et dum Asturias uenit, Bermisindam Pelagi filiam Pelagio precipiente accepit. Et dum regnum accepit, prelia satis cum Dei iubamine gessit. Hurbes quoque Legionem atque Asturicam ab inimi- cis possessas uictor inuasit. Campos quem dicunt Goticos usque ad flumen Dorium eremauit et Xpianorum regnum extendit. Deo atque hominibus amauilis extitit. Morte propria decessit«.
  186. Este breve retrato en la lista de reyes de la Albendense —elocuentemente titulado Ordo Gothorum Ovetensium Regum («lista de los reyes godos de Oviedo») será suficiente para presentar los principales hechos de Alfonso I:
    1. a) sus campañas militares victorisas;
    2. b) sus contactos familiares;
    3. c) sus cualidades morales.
  187. Este es el aspecto del reinado de Alfonso I al que las tres crónicas otorgan mayor longitud de texto.
  188. En las tres, la actividad del rey fue doble: luchó victoriosamente contra sus enemigos; extendió los límites de su reino.
  189. Ambos aspectos deben ser considerados por separado. Sobre las campañas de Alfonso I, la Crónica Albendense simplemente menciona:
    • «… logra el poder, dirigió muchas batallas con la ayuda de Dios. También invadió las ciudades de León y Astorga, largamente poseídas por el enemigo. Los llamados llanos góticos despobló hasta el río Duero y amplió el Reino de los cristianos» (Alba. XV, 3).
  190. La crónica de Alfonso III fue mucho más explícita.
  191. Ambos recensiones básicamente coincidieron, pero la Ovetensis subrayó más cualidades ejemplares del rey.
  192. Para mayor claridad, he puesto en cursiva las principales diferencias entre ellos.
  193. Las consecuencias geográficas de la Albendense y la crónica de Alfonso III están representadas en la figura 4.
  194. Rotense:
  195. Después de la muerte [de Favila], Alfonso fue elegido rey por el pueblo, y ocupó el cetro del reino con la gracia de Dios. La audacia del enemigo siempre fue combatida por él. Junto con su hermano Fruela con frecuencia se trasladó con sus tropas y conquistaron muchas ciudades, entre ellas: Lugo, Tuy, Oporto, Anegia, la metropolitana Braga, Viseu, Chaves, Ledesma, Salamanca, Numancia (ahora llamada Zamora), Ávila, Astorga, León, Simancas, Saldaña, Amaya, Segovia, Osma, Sepúlveda, Arganza, Clunia, Mave, Oca, Miranda, Revenga, Carbonaria, Abeica, Cenicero y Alesanco y todos los castillos con sus vills y caseríos. Matanado a todos los árabes por la espada y llevando a los cristianos con él a la patria. n46
    • n46 Rot. 13: «Quo (Favila) mortuo ab uniuerso populo Adefonsus eligitur in regno, qui cum gratia diuina regni suscepit sceptra. Inimicorum ab eo semper fuit audatia conprensa. Qui cum fratre Froilane sepius exercitu mobens multas ciuitates bellando cepit, id est, Lucum, Tudem, Portugalem, Anegiam, Bracaram metropolitanam, Uiseo, Flauias, Letesma, Salamantica, Numantia qui nunc uocitatur Zamora, Abela, Astorica, Legionem, Septemmanca, Saldania, Amaia, Secobia, Oxoma, Septempuplica, Arganza, Clunia, Mabe, Auca, Miranda, Reuendeca, Carbonarica, Abeica, Cinasaria et Alesanzo seu castris cum uillis et uiculis suis, omnes quoque Arabes gladio interficiens, Xpianos autem secum ad patriam ducens «.
    La evolución del noroeste ibérico desde la octava de mediados a finales del siglo IX; al final del control Árabe de la meseta del Duero (izquierda) y expansión del territorio asturiano bajo Ordoño I y Alfonso III (derecha).Figura 2: La evolución del noroeste ibérico desde mediados del siglo VIII a finales del IX; fin del control árabe de la meseta del Duero (izquierda) y expansión del territorio asturiano bajo Ordoño I y Alfonso III (derecha).
  196. La Ovetense:
    • Los siguientes hechos demuestran cuan grandes fueron su gracia, su virtud y autoridad: junto con su hermano Fruela dirigió muchas luchas contra los sarracenos y conquistó muchas ciudades oprimidas por ellos, entre ellas, Lugo, Tuy, Oporto, la metropolitana Braga, Viseu, Chaves, Agata, Ledesma, Salamanca, Zamora, Ávila, Segovia, Astorga, León, Saldaña, Mave, Amaya, Simancas, Oca, Veleia de Álava, Miranda, Revenga, Carbonaria, Abeica, Brunes, Cenicero, Alesanco, Osma, Clunia, Arganza, Sepúlveda y todos los castillos con sus villas y caseríos. Matanado a todos los árabes que ocuparon las ciudades, llevando a los cristianos con él a la patria.
      • n47 Ovet. 13: «Post Faffilani interitum Adefonsus successit in regnum, uir magne uirtutis filius Petri ducis, ex semine Leuuegildi et Reccaredi regum progenitus; tempore Egicani et Uittizani princeps militie fuit. Qui cum gratia diuina regni suscepit sceptra. Arabum sepe ab eo fuit auda- cia conpressa. Iste quante gratie uel uirtutis atque auctoritatis fuerit, subsequentia acta declarant: simul cumfratre suo Froilane multa aduersus Sarracenos prelia gessit atque plurimas ciuitates ab eis olim oppressas cepit, id est, Lucum, Tudem, Portucalem, Bracaram metropolitanam, Uiseo, Flauias, Agata, Letesma, Salamantica, Zamora, Abela, Secobia, Astorica, Legione, Saldania, Mabe, Amaia, Septemanca, Auca, Uelegia Alabense, Miranda, Reuendeca, Carbonaria, Abeica, Brunes, Cinisaria, Alesanco, Oxoma, Clunia, Argantia, Septempublica et cunctis castris cum uil- lis et uiculis suis; omnes quoque Arabes occupatores supra dictarum ciuitatum interficiens Xpianos secum ad patriam duxit«.
  197. Estos dos deben figurar entre los pasajes más citados de la historiografía española medieval temprana, puesto que ponen los cimientos de la ideología de toda la ‘Reconquista’, como expusieron elocuentemente Barbero y Vigil (1978:216 ss).
  198. La figura 2 muestra la situación de la Península Ibérica entre mediados del octavo y finales del noveno.
    Los ataques de Alfonso I contra las llanuras, según la Albendense (izquierda) y la crónica de Alfonso III (derecha).Figura 3: Los ataques de Alfonso I contra las llanuras, según la Albendense (izquierda) y la crónica de Alfonso III (derecha).
  199. Después de las primeras dos décadas de dominio musulmán en la Península Ibérica, se reducía significativamente el territorio controlado por ellos.
  200. Entre 730 y 750 se eliminó el control árabe de la Galia meridional.
  201. Más importante aún, entre 740 y 760, al-Andalus experimentó gran inestabilidad política: una revuelta de la nutrida tropa bereber, continuas luchas partidistas y finalmente el triunfo del refugiado omeya Abd al-Rahman I, quien reclama con éxito el poder, aunque no logra ejercerlo con firmeza hasta finales de 760.
  202. En medio de esos problemas, se desvanece el dominio árabe en el cuadrante noroeste ibérico.
  203. El Sistema Central se convirtió en el límite de su control efectivo (Fig. 2, izquierda) (Manzano 1991a).
  204. Esta reducción del territorio gobernado por los árabes difícilmente puede ser atribuido al reino asturiano, que era por entonces un pequeño enclave norteño, gobernado por un grupo de señores aristocráticos, que no estaba en condiciones de aspirar a reemplazar a los árabes en el control de la meseta.
  205. Investigaciones recientes sugieren que en la cuenca del Duero la población seguía siendo en gran medida autónoma y que, por más de un siglo, careció de cualquier articulación política superior, hasta que fue anexada por los asturianos en la segunda mitad del siglo noveno (Fig. 2, derecha).
  206. He indicado anteriormente que esto sólo fue posible después de que tuvieron lugar importantes acontecimientos políticos, algunos durante el reinado de Alfonso II, otros después de la convergencia de intereses reales y aristocráticos bajo Ramiro I.
  207. Pero la historia narrada por las crónicas es diferente.
  208. Narraban que a mediados del siglo octavo, como al-Andalus se hallaba en apuros, Alfonso I aprovechó la oportunidad para dirigir una serie de ataques sistemáticos en la meseta causando, en última instancia, la despoblación completa de todas las ciudades de la cuenca del Duero.
  209. Mataron a los árabes, y llevaron a los cristianos al norte.
  210. Sin embargo, esta percepción no era compartida por los tres textos en los mismos términos.
  211. Mientras la Albendense (Fig. 3, izquierda) pone de relieve las campañas de Alfonso I, sólo acreditaba haber atacado León y Astorga, y la despoblación de los llamados campos góticos (moderna Tierra de Campos, una región en la provincia de Palencia).
  212. En cambio, fueron las crónicas reales que aportan el cuadro más exagerado, uno en que Alfonso I se supone haber arrasado un asombroso número de ciudades y despoblado un territorio enorme (Fig. 3, derecha).
  213. Esto se complementa con otro logro notable de Alfonso I.
  214. El Albendense simplemente dijo que ‘extendió su territorio’, pero las crónicas reales —el pasaje se lee casi igual en ambas recensiones— proporciona una lista de los territorios presuntamente controlados y de aquellos que no lo estaban.
  215. El cuadrante ibérico noroeste fue así dividido en dos partes, las tierras bajo control asturiano y los vaciados de todos sus habitantes:
  216. Por ese tiempo Primorias, Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza, Bardulias — ahora llamada Castilla — y el lado costero de Galicia fueron pobladas; sin embargo se dice de Álava, Vizcaya, Alaón y Orduña que siempre fueron poseídos por sus habitantes, como Pamplona y Berrueza.
    • n51 Ovet, 14. «Eo tempore populatur Asturias, Primorias, Liueria, Transmera, Subporta, Carrantia, Bardulies qui nunc uocitatur Castella et pars maritimam Gallecie; Alaba namque, Bizcai, Aizone et Urdunia a suis reperitur semper esse possessas, sicut Pampilonia [Degius est] atque Berroza. Hic uir magnus fuit. Deo et ominibus amauilis extitit. Baselicas multas fecit. Uixit in regno a. XVIII. Morte propria discessit«.
    • n51 sobre el significado de populare, ver Menéndez Pidal (1960), Barbero y Vigil (1978) 225-228 y, más recientemente, Escalona (2006).
  217. Parece improbable que Alfonso hubiera disfrutado de los medios —o incluso tuviera el propósito— de despoblar un territorio varias veces el tamaño de su reino, lo que ahora debemos analizar es el papel que esta idea tuvo en la crónica.
    • n52 de crítica del papel que la ‘ despoblación y repoblación del Duero Basin ‘ jugó en la historiografía española ven Barbero y Vigil (1978:219 ss.)
    • n52 He escrito — y dicho — profusamente tratando de mostrar que, tomando este concepto en su valor nominal, los historiadores tradicionales no sólo han confundido esta parte de la historia medieval temprana ibérica, sino que también han generado un importante obstáculo para el desarrollo de la arqueología moderna de asentamientos en la región, que sólo recientemente está emergiendo: Escalona (1991); Escalona (2000a); Escalona (2000b), Escalona (2001), Escalona (2002), Azkarate y Quirós (2001).
  218. El realto del reinado del padre de Alfonso III, Ordoño I (850-866), proporciona la primera pista. La Albendense simplemente afirma que «extendió del Reino de los cristianos»,  (Alba. XV, 11.)
  219. Pero la Rotense es más elaborada:
  220. «…las ciudades abandonadas largo tiempo, es decir, León, Astorga, además de Tuy y Amaya, rodeó de murallas y les dio altas puertas, y pobló en parte con su propia gente, en parte con otros procedentes de España».
    • n54 Rot. 25: Civitates ab antiquitus desertas, es est, Legionem, Astoricam, Tudem et circumdedit Amagiam Patriciam muris, portas en altitudinem posuit, populo partim ex suis, partim ex Spania advenientibus implevit.
  221. Luego, la Ovetense hace una conexión aún más explícita con Alfonso I:
  222. «repobló las ciudades abandonadas durante mucho tiempo, de las que Alfonso el viejo [Alfonso I] había expulsado a los árabes, que eran, Tuy, León, Astorga y Amaya Patricia».
    • n55 Ovet. 25. Civitates desertas ex quibus Adefonsus maior Caldeos eiecerat iste repopulavit, id est, Tudem, Astoricam, Legionem et Amagiam Patriciam.
  223. La combinación de asaltar la meseta y absorber las tierras del norte es una imagen que probablemente tiene poco que ver con el siglo octavo, y más con fianles del noveno.
  224. La mayoría de las ciudades supuestamente atacadas por Alfonso I cien años antes fueron en realidad tomadas en el siglo IX por Ordoño I, o por su hijo, o al menos eran blanco de este último para una futura expansión.
  225. Vemos que el discurso de los cronistas se clarifica.
  226. Alfonso divide el noroeste en dos esferas:
    1. a) las tierras continuamente habitadas y gobernadas por los asturianos;
    2. b) las tierras despobladas, que fueron abiertas para ser tomadas y explotadas por los reyes asturianos y las élites.
  227. Entonces, los reyes asturianos del siglo IX comenzaron a recuperar y repoblar las tierras bien con sus súbditos del norte o bien con mozárabes de al-Andalus.
  228. En el reino de los nuevos godos cabían sólo estas dos identidades, al tiempo que se efectuó una negación total de la población local y de cualquier estructura de poder que pudiera haberse formado durante los cien años en los que habían carecido de gobernantes superiores.
  229. Obviamente éste era un tema muy sensible del reinado de Alfonso III, que necesitaba urgentemente legitimarse.
  230. Por eso, ahora, algunos elementos de las enumeraciones de las gloriosa hazañas de Alfonso I me hacen pensar que podrían haberse creado en gran medida para atender las necesidades del discurso de los cronistas.
  231. Incluso, el modo en que se presentan parece indicar que la versión de las crónicas reales consistiera en una respuesta a concepciones alternativas de la Asturias del pasado.
  232. Hacer una cosa así significada desarrollar un hilo muy compleja de discurso y los cronistas –afortunadamente para nosotros— no pudieron evitar que algunas inconsistencias se colaran en su narración.
  233. En primer lugar, el pasaje sobre las tierras que Alfonso I gobernaba de facto eleva nuestras sospechas en un punto específico.
  234. El texto sugiere que Castilla, entre otros territorios, fue absorbida por el reino asturiano en la época de Alfonso I, pero que Álava perteneció a un grupo de territorios vascos que se decía siempre había sido ‘poseído por sus habitantes».
  235. Esta imagen puede describir la situación histórica de la región en algún momento entre mediados de los siglos octavo y noveno, pero estaba claramente en desacuerdo con el resto del discurso de la crónica sobre Álava.
  236. Después de haber declarado que en época de Alfonso I Álava estaba poseída por sus propios habitantes, primero la vemos mencionada en el recuento de la crónica Rotensis del reinado de Fruela I (hijo de Alfonso I) (Rot., 16).
  237. Se dice que este monarca ha derrotado a los «rebeldes vascos» (Vascones rebellantes superavit), una desconcertante palabra para describir a aquellos que poseían su propio país.
  238. Además se nos indica que Fruela se trae consigo a una mujer llamada Munina para convertirse en su esposa.
  239. Munina dio a Fruela un hijo, el futuro Alfonso II.
  240. La Ovetense insiste en presentar a Munina como una esclava, diciendo que «el rey derrota y somete a los rebeldes vascos; y del botín vasco pide se le otorgue una adolescente llamada Munia a quien concede matrimonio real…» (Ovet., 16).
  241. Poniendo todo esto junto, parece tratarse más bien de un episodio estándar de captura de rehenes; Munina seguramente pertenecrtís a la aristocracia local, así que casarse con ella podría sentar las bases de una alianza —aunque fuera volátil—, que permitió al joven Alfonso II a refugiarse entre los parientes de su madre cuando es expulsado del trono por Mauregato (Rot.-Ovet., 19. Dacosta 1992; García de Cortázar 1997:115-116).
  242. Después de eso sólo encontramos ocasionales menciones de Vasconia y los vascones, hasta el reinado de Ordoño I, en el cual se nos dice que el rey tuvo que derrotar a una coalición de vascos y sarracenos, y que sometió bajo su mando a los primeros (Rot., 25).
  243. El propio Alfonso III tuvo que hacer lo mismo en 868 (García de Cortázar 1997:116).
  244. García de Cortázar ha acertado al señalar que las políticas asturianas del siglo IX con Álava y Pamplona podrían explicar la inclusión de varios lugares de aquel área en la lista de ciudades atacadas por Alfonso I, según la Ovetense (García de Cortázar 1997:117).
  245. Una vez más, nos encontramos con que los acontecimientos del siglo octavo apuntan directamente a sensibles cuestiones de política contemporánea .
  246. La siguiente imagen que vemos de Álava es de cooperación y sometimiento completos.
  247. El líder regional es un conde —lo que implica un delegado real, fuera la que fuera la percepción que la gente local tuviera de él— que actuaba en la frontera oriental del reino bajo mandato del rey.
  248. Es bastante evidente que en el siglo IX Álava suponía una relativa fuente de problemas, mientras que Castilla no lo era (García de Cortázar 1997:115-116).
  249. Por eso, muy poco se dice sobre cómo Castilla fue incorporada en el reino, mientras que la reputación de Álava como rebelde se repite con frecuencia.
  250. Una línea secundaria de discurso puede ser identificada en la crónica real con objeto de demostrar que Álava habría sido sometida —aunque a regañadientes— a Asturias.
  251. Pero la Rotense y la Ovetense, 14 dicen otra cosa:
  252. Castilla pertenecía a Asturias y Álava no.
  253. El hecho de que la redacción sea muy similar en ambas recensiones me hace pensar que las crónicas podrían estar mostrando aquí un fragmento de material anterior.
  254. Sin embargo la imagen tampoco parece corresponder a mediados del siglo octavo.
  255. Como he señalado anteriormente, en ese período, todas las entidades políticas norteñas, salvo la más occidental de ellas, parecen haber estado bajo la esfera carolingia.
  256. Los primeros ataques árabes se explican mejor como reacción a este crecimiento de influencia franca.
  257. En este contexto, es más plausible que Castilla y Álava fueran pequeños territorios independientes bajo fuerte influencia carolingia.
  258. Una traza de esta situación puede haber sobrevivido en las fuentes árabes, en las cuales Álava y Castilla —a menudo conjuntamente— son mencionadas como unidades separadas, distintas (Alaba wal Qila), mientras que el reino asturiano normalmente se denomina Jilliqiyya (Galicia).
  259. El hecho de que se usara un nombre separado para Álava y Castilla puede ser reminiscencia de su anterior existencia como unidades independientes.
  260. Por lo tanto, es plausible que el párrafo en cuestión se refiriera originalmente a otro rey, pero fue intencionadamente atribuido a Alfonso I.
  261. Así que parece que la estrategia de los cronistas en este pasaje era desplazar un gran hito en el desarrollo político del reino de su contexto cronológico real al de Alfonso I.
  262. Este argumento seguramente sería demasiado débil si fuera un ejemplo aislado.
  263. Pero un procedimiento similar parece haberse seguido por los cronistas en la mayor acción de Alfonso I, a saber, la devastación de la cuenca del Duero.
  264. Logro, sin embargo, que debe ser observado a través de los historiadores árabes.
  265. El mayor hito de la narrativa histórica previa al siglo XI en al-Andalus es la obra de Ahmad al-Razi (888-955), el primero en haber articulado un programa historiográfico coherente en el cual la historia islámica ibérica era contemplada como un elemento más dentro del marco más amplio de la historia ibérica, en lugar de un episodio particular en la general historia del Islam.
  266. Al-Razi es notable por haber hecho uso de una amplia gama de fuentes, incluyendo muchos de procedencia cristiana, tanto de traducciones del latín como del árabe.
  267. Su obra, sin embargo, no ha sobrevivido sino en pequeños fragmentos, como citas dentro de los relatos de otros autores, como el más importante, el enorme Muqtabis, del historiador del siglo XI Ibn Hayyan.
  268. La obra de al-Razi fue a menudo citada por Ibn Hayyan, pero el primer volumen del Muqtabis, dedicado a la mayor parte del siglo VIII, se ha perdido también.
  269. Sin embargo, una serie de fragmentos de al-Razi también ha sobrevivido —directa o indirectamente vía Ibn Hayyan— en los escritos de Ibn al-Athir (1160-1234).
  270. Sánchez-Albornoz sugirió que las historias asturianas basadas en Mosul de Ibn al-Athir provenían de al-Razi y reflejaba el uso en esta última de una crónica asturiana perdida del reinado de Alfonso II.
    • n64 Sánchez-Albornoz acertadamente señaló que, aunque al-Razi fue contemporáneo de los cronistas de Oviedo y por lo tanto podría haber conocido la Crónica de Alfonso III, sus citas no pertenecen a estos textos, sino a diverso material (Sánchez-Albornoz 1967a; Sánchez-Albornoz 1967b; Sánchez Albornoz 1967c).
  271. Aunque la concepción de Sánchez-Albornoz de un texto tan perdido apenas puede sostenerse ahora, parece obvio que al-Razi tuvo acceso a material histórico de procedencia cristiana cuyo discurso no se concilia con el de la Crónica de Alfonso III.
    • n65 Sánchez-Albornoz estaba más que dispuesto a tomar en serio las conexiones entre los reyes asturianos y los visigodos, como trasmitían las crónicas reales.
    • n65 Pese a detectar los elementos carolingios en el reinado de Alfonso II, lo veía como un período de restauración visigótica. Pero este cuadro es el resultado de los esfuerzos de los cronistas para traducir logros de Alfonso II en un ‘lenguaje de estilo neogótico’.
    • n65 Sánchez-Albornoz describió su hipotética crónica perdida tan llena de elementos carolingios y neogóticos que en realidad mezclaba dos períodos distintos de la historiografía asturiana.
  272. El pasaje de al-Razi del que me quiero ocupar debe ser encontrado en dos versiones: la transmitida por Ibn al-Athir:
  273. En el mismo año 140 (757), después de un reinado de 18 años, Alfonso, rey de Galicia murió; fue sucedido por su hijo Fruela, quien desbancó a su padre en audacia, firmeza y habilidades administrativas. Tenía un poder absoluto y un reinado glorioso: expulsó a los musulmanes de las fortalezas de frontera y tomó la ciudad de Lugo, Portugal, Salamanca, Zamora, Ávila y Segovia.
    • n66 Ibn al-Athir, Tarij fi-Kamil, traducción parcial francesa en Fagnan (1898:104)
  274. y la transmitida por Ibn Jaldún (1332-1406), seguido por al-Qalqashandi (1355-1418) y al-Maqqari (1590 – 1631):
  275. Alfonso, hijo de Pedro, murió en 142 (759 – 760) después de un reinado de 18 años. Le sucedió su hijo Fruela. Éste reinó durante once años, en los cuales aumentó su poder, pues coincidió con el periodo en que Abd al-Rahman [I] estaba ocupado con la fundación de una nueva dinastía. Fruela fue capaz de recuperar Lugo, Oporto, Zamora, Salamanca, Segovia y Castilla, que había sido ocupada por los musulmanes durante la conquista.
    • n67 Ibn Jaldún, Kitab al-Ibar, traducción francesa de Dozy, R. (1965), I, pp. 92-116.
    • n67 Al-Qalqashandi, Subh al-Asa Subh Kitab al-Insa, traducción española Seco de Lucena (1975:81).
    • n67 El texto de al-Qalqashandi depende estrechamente de Ibn Jaldún.
    • n67 Es típico de esta rama incluir la referencia a problemas tempranos de Abd al-Rahman y agregar Castilla (sic) a la lista de ciudades conquistadas.
    • n67 Parece representar una tradición posterior, mientras que Ibn al-Athir, cuyas citas de Ibn Hayyan son muy fiables, parece estar tan cerca como se pueda llegar en la actualidad al pasaje original de al-Razi.
    • n67 Estoy en deuda con Luis Molina por sus comentarios al respecto.
  276. Las conexiones entre estos pasajes y los fragmentos de la Albendense XV, 3 y la Rotense-Ovetense, 15 son tan evidentes que deben estar relacionados.
    • n68 la fecha de la muerte de Alfonso es érronea en Ibn Jaldún, pero correcta en Ibn al-Athir.
    • n68 No podemos determinar si en la versión de Ibn Jaldún todo el episodio de los difíciles primeros años de Abd al-Rahman pertenecía al-Razi o fue interpolado, pero en cualquier caso cabe mucho mejor en el reinado de Fruela que en el de Alfonso.
  277. Con todo, llama la atención que en los textos árabes (como en efecto en la Albendense), los ataques asturianos fueron mucho más limitados, y por ende totalmente incapaces de provocar la despoblación masiva de la meseta;
  278. lo más importante, en las versiones árabes no era Alfonso I, sino Fruela I de quien se dice haber puesto en marcha este tipo de ataques.
  279. Ahora, si al-Razi hubiera tenido acceso a material histórico de la Asturias temprana y si la atribución de esas campañas a Alfonso I está en desacuerdo con las crónicas asturianas,
  280. entonces esto se añade a la sospecha de que los cronistas reales no sólo perfilaron su historia a su mejor conveniencia, sino también desactiva otras versiones existentes, contradictorias de los mismos.
  281. A esto podemos agregar la evidencia de la Historia Silense.
  282. Esta es una crónica latina del siglo XII escrita — probablemente en León, en alabanza del rey Alfonso VI (1065-1109) (Gil 1995: 10 – 14)
  283. El autor reune un número de materiales diferentes, no necesariamente compatibles.
  284. Como estaba tratando de narrar la historia siguiendo un programa genealógico, su discurso no siempre mantuvo en orden cronológico.
  285. Entre estas inconsistencias, encontramos dos pasajes.
  286. En HS, 26, el autor siguió la Oventese en la presentación del rey como descendiente de Recaredo, pero no deja de constatar el matrimonio de Alfonso con la hija de Pelayo.
  287. También abrevia y modifica el pasaje en las crónicas reales sobre los ataques a la meseta:
  288. Junto con su hermano Fruela, a menudo dirigió al ejército en campaña y tomó por la fuerza a muchas de las ciudades oprimidas por los bárbaros;
  289. extrae de las iglesias el abominable nombre de Muhammad y las consagra al nombre de Cristo.
    • n70 HS, 26:… exercitum cum Froyla fratre sepius movens, quamplurimas a barbaris oppressas civitates bellando cepit, ecclesias nefando Mahometis nomine remoto in nomine Christi consecrari fecit
  290. Entonces, en HS, 32, al tratar del conde Fruela, hermano de Alfonso, vuelve a hablar de la misma época y le asigna un pasaje en el que todos los ingredientes familiares están presentes:
  291. Fruela en efecto, la generosa descendencia de Pedro, duque de los cántabros, junto con Alfonso el católico, su hermano y sus compañeros en el reino, a menudo tomó armas contra los bárbaros y de las franjas costeras de Asturias y Galicia hasta el río Duero toma y quita de sus manos todas las ciudades y castillos existentes y, después de eliminar a los ismaelitas por la espada, los devolvió a la posesión legítima de los cristianos.
    • n71 HS, 32: Igitur Froyla, Petri Cantabrorum patricii ducis generosa proles, cum germano fratre Adefonso catholico atque regni socio arma contra barbaros crebro arripiens, ab ipsis maritimis finbriis Asturie et Gallecie usque ad Dorium flumen, omnes civitates et castella que infra continentur ab eorum dominio eripuit, omnes quoque Ysmaelitas gladio extinguens eorumdem possessiones iuri christianorum mancipavit.
  292. En esto, como en tantos otros elementos, la Historia Silense, por exagerar la línea del discurso de la crónica de Alfonso III, parece exponer los métodos de este último.
  293. El punto crucial es la confusión entre los dos Fruelas: respectivamente, hermano de Alfonso I y su hijo rey Fruela I.
  294. Parece plausible que las campañas en las llanuras originalmente fueran atribuidas a Fruela I.
  295. Luego los cronistas reales movieron todo el episodio una generación atrás y las asignaron a Alfonso junto a su hermano Fruela.
  296. Gracias a este recurso —que cambia un Fruela por otro— se las arreglaron para proporcionar una transición aceptable desde una versión antigua a una nueva.
  297. Pero hay más; también vertieron gloria militar sobre un personaje bastante obscuro, pero que jugó un gran papel en la evolución dinástica del reino, como voy a sugerir en la siguiente sección.
  298. Antes de pasar a asuntos dinásticos, una pregunta más necesita ser atendida.
  299. Como hemos visto, la imagen de Alfonso I como un rey guerrero victorioso se ha establecido firmemente en Asturias en 880.
  300. Sin embargo, sólo las dos reseñas de la crónica de Alfonso III participan en la delicada tarea de unir piezas nuevas y existentes del discurso histórico, con el fin de crear una narración que apoyaría la idea de que toda la cuenca del Duero fue vaciada por Alfonso I de todos sus habitantes para que los reyes del siglo IX justamente pudieran recuperarla.
  301. La cuestión es, ¿cómo se construyó una idea tan extraña?
  302. Es cierto que el ‘desierto’ era un adorno atractivo para mentes clericales y se encuentra casi por todas partes en la hagiografía medieval.
  303. Pero en absoluto era una idea inocente.
  304. Referencias a los espacios abandonados se encuentran con frecuencia en las cuentas de las actividades de los misioneros carolingios en Alemania cuando lo que estaba en cuestión era el derecho a apoderarse de las tierras que no estaban bajo posesión reconocida de nadie.
  305. No era realmente necesario que no hubiera habitantes.
  306. A veces, el argumento se utilizaba negando a las comunidades locales.
  307. Por ejemplo, cuando los monjes francos tuvo éxito extrayendo las reliquias de San Vincente de Valencia, se justificaron con el argumento increíble de que se llevaron las reliquias de una iglesia sin parroquianos (García Moreno 1999:321, n. 91).
  308. Exactamente la misma estrategia se desplegó en el siglo XI cuando el rey Fernando I trasladó a Castilla las reliquias de San Vincente, Santa Sabina y Santa Cristeta desde su santuario martirial en Ávila, una ciudad que se hallaba más allá de los límites de su reino. (Historia Silense, 94, ed. Pérez de Úrbel y González 1959:197)
  309. La situación en la cuenca del Duero es reminiscencia del proceso por el que los misioneros anglosajones tomaron el control de las Midlands Occidentales negando la existencia anterior de cualquier comunidad cristiana británica, aunque investigaciones recientes muestran rastros de iglesias, comunidades organizadas y obispos (Bassett1992).
  310. Asimismo parece cada vez más plausible que los habitantes del Duero tenían su propia —aunque muy fragmentada— estructura eclesiástica, que fue denegada en el proceso de imposición de los obispos norteños, junto con la autoridad asturiana.
  311. Esto puede proporcionar un contexto general a cómo la «carencia de población» servía de argumento para negar a los lugareños y reclamar el derecho a controlar su tierra.
  312. Sin embargo, la formulación de ese proceso en las crónicas de Alfonso III lleva el argumento hasta sus límites más extremos.
  313. En relación con ello va a resultar muy interesante comparar la Rotense-Ovetense, 15 con la narración de la campaña de Carlos Martel en 737 en Gothia (Septimania) en el Pseudo-Fredeegario:
  314. Rotense-Ovetense, 15:
    • «Junto con su hermano Fruela, dirigió muchas luchas contra los sarracenos y recuperó muchas ciudades una vez oprimidas por ellos, entre ellas, Lugo, Tuy, Oporto, (…) y todos los castillos con sus vills y caseríos. Mató a todos los árabes que ocuparon las ciudades, y llevó a los cristianos con él a la patria. «
  315. Pseudo-Fredegario:
    • «Y tras haber derrotado a sus enemigos, los francos tomaron un gran botín; después de hacer a muchos cautivos, despoblaron la región gótica. Las ciudades más famosas, Nîmes, Agde, Biterre, habiendo deshecho sus muros y roto sus defensas, fueron entregadas a llamas por él (Martel). Devastó sus suburbios y los castillos de la región. Tras dispersar al ejército del enemigo, Cristo reinante en todas partes y con la victoria adornando su cabeza, regresó salvo a su región, a la tierra de los francos, el suelo de su principado» (ed. Krusch 1888:177)
  316. Aunque claramente ambos pasajes no son dependientes verbalmente, son lo suficientemente cercanos en concepción para sugerir que la crónica franca pudo influir a los asturianos en la construcción de la noción de la despoblación de la cuenca del Duero.
  317. Barbero y Vigil analizaron muy elocuentemente las muchas similitudes que existían entre el proceso histórico de la cuenca del Duero del siglo octavo, que quedó vacía de toda autoridad superior —ya fuera cristiana o musulmana— y la de Septimania contemporánea (Barbero y Vigil 1978:213 ss.)
  318. En la Septimania, la dominación árabe fue establecida solamente de manera efímera y, hasta el sometimiento final de la región a los francos, sus ciudades vivían una existencia independiente, manteniendo su identidad y tradiciones jurídicas visigodas.
  319. Pero, por cuanto sé, nadie hasta ahora se ha dado cuenta de que la narración asturiana podría estar basándose en un modelo anterior relacionado con la Septimania.
  320. Ya hemos visto anteriormente que conceptos históricos desarrollados bajo influencia carolingia de principios del siglo IX en la Septimania fueron muy influyentes en la conformación de la primera conciencia histórica asturiana.
  321. Historias de este tipo sobre la construcción carolingia en la Galia meridional fueron seguramente conocidas a finales del siglo noveno en Asturias haciendo muy verosimil que fueran aplicadas al relato sobre Alfonso I.
  322. Resumiendo, creo que la estrategia de los cronistas sobre las campañas de Alfonso I consistió en:
    • a) hacer un inventario previo de las tierras gobernadas por los asturianos —de origen y fecha inciertas — y atribuirlo a loa años Alfonso I;
    • b) adoptar una historia preexistente sobre los hechos de Fruela I y desplazarlos hacia Alfonso I;
    • c) mejorar —a partir de modelos carolingios— la narración de las campañas del rey, con el fin de dividir el noroeste ibérico en un patrón territorial doble: las tierras montañosas del norte pobladas de cristianos y los llanos del Duero, totalmente desprovisto de habitantes.
  323. Complejo y sutil como parezca este esquema, la necesidad de abogar por la despoblación de la meseta difícilmente explicaría la molestia de hacer que el discurso entero converja en Alfonso I.
  324. Para explicar esto, tenemos que movernos en el segundo conjunto de atributos reales: las relaciones familiares.
  325. Las generaciones anteriores de la monarquía asturiana fueron dominadas por un número de poderes regionales, de los cuales un personaje dominante podría reclamar superioridad (Fig. 4).
  326. La ausencia de un sistema de sucesión formal, junto con un cruce de alianzas matrimoniales entre los linajes principales explicaría un esquema tan complejo, en el que las relaciones cognáticas fueron tanto o más importantes que las agnáticas.
  327. La sucesión lineal agnática no quedó establecida hasta el período crucial del reinado de Ramiro I.
  328. El reinado de Alfonso II representa el primer intento serio de dar sentido al anterior período problemático.
  329. La historia fue narrada según este esquema anti-visigodo, de inspiració carolingia.
  330. La sucesión monárquica también por primera vez fue ceñida a un diseño dinástico lineal, aunque todavía la sucesión de padre a hijo fuera todavía un hecho raro.
  331. Esto lo ilustra muy bien la carta de 812 de Alfonso II.
  332. Aquí se presenta una visión de una dinastía real favorecida por Dios en la cual, sorprendentemente, la realeza fluye de Pelayo a Alfonso II, con total independencia de otros reyes que también gobernaron, como Fávila o toda la rama de Alfonso I:
  333. …De la peste, por tu mano derecha —Cristo — fue tu siervo Pelayo librado, que, habiendo sido elevado al poder principesco, luchó victoriosamente, golpó al enemigo y defendió al pueblo cristiano y asturiano con una victoria sublime. Fruela, ilustre hijo de su hija, estaba dotado con el culmen de la realeza. Por él fue fundada en el lugar llamado Oviedo la iglesia dedicada a tu nombre sagrado…
  334. Si esta es la que podría considerarse la versión ‘oficial’ de principios del siglo IX, luego a finales del siglo se fijó una nueva concepción, que en gran medida la impugnó.
  335. El trazado de sucesión real y las relaciones de sangre en los tres textos puede ser reducido a dos dinastías alternantes —la de Pelayo y la de Pedro de Cantabria— que interrelacionaban precisamente en la figura de Alfonso I, casado con la hija de Pelayo.
  336. Los historiadores han intentado con frecuencia fundir los datos de las tres crónicas en una sola imagen del origen y relaciones de Alfonso I, pero en gran medida esto oscurece el hecho de que los tres textos difieren significativamente en puntos cruciales.
  337. Los principales hechos fueron establecidos por la Albendense:
    • «Alfonso era el hijo de Pedro, Duque de Cantabria, y, como él entró en Asturias, tomó a la hija de Pelayo, Bermesinda, por orden de Pelayo».
  338. La Rotense, por el contrario, convierte la ascendencia de Alfonso en ‘real’, que en este contexto sólo puede significar ‘visigoda’:
  339. «Alfonso, hijo de Pedro, duque de los Cántabros, de ascendencia real, vino a Asturias. Se casa con la hija de Pelayo, llamada Ermesinda. Con su suegro obtuvo muchas victorias… «.
    • n80 Rot. 11: «Adefonsus filius Petri Cantabrorum ducis ex regni prosapiem aduenit de Asturias. Filiam Pelagii nomen Ermesinda en accepit coniungio. Qui cum socero et postea uictorias multas peregit…«
  340. Y quizás mostrando una mayor «preocupación constitucional’ —en contraste con la Albendense, que parece haber asumido que el matrimonio real diera a Alfonso el trono— explica su adhesión real por elección «tras la muerte [de Favila], Alfonso fue elegido al trono por todo el pueblo».
    • Reyes asturianos del siglo octavo y noveno, según la crónica OvetenseFigura 4: Reyes asturianos del siglo octavo y noveno, según la crónica Ovetense.
  341. La recensión Ovetense señala más directamente asuntos dinásticos.
  342. No sólo condenó a la hija de Pelayo al olvido, sino que también bosquejó una ascendencia más prestigiosa para Alfonso I:
  343. «Era el hijo de Duque Pedro, nacido de la genealogía de los reyes Leovigildo y Recaredo. En tiempos de Égica y Witiza, Pedro fue comandante del ejército» (Ovet. 13)
  344. Amancio Isla acertadamente ha observado que, mientras la Rotense participa en el debate sobre el final del reino visigodo, destacando los pecados de Witiza y su familia y realzando las virtudes de Rodrigo
  345. la Ovetense parece pasar página sobre ese asunto, en un intento de ‘desactivar’ la noción heredada de que los visigodos perecieron debido a sus propios pecados (Isla 1998b:309)
    • n83 En el período de carolingio ésta era la opinión ‘oficial’ del norte, cuando a mediados del siglo IX la ascendencia de Witiza se había convertido en sello de orgullo entre los mozárabes del sur. (Menéndez Pidal 1956-1958).
  346. De hecho, la Ovetense estaba más interesado en destacar la continuidad entre el mundo gótico y el reino asturiano, lo que bien puede explicar por qué en su nómina, la ascendencia del duque Pedro de Cantabria está vinculada a la época de apogeo de los godos —Leovigildo y Recaredo—, y no a su triste decadencia.
  347. Además, en esta versión, Pedro y Alfonso después de él, tendría un título de realeza tan bueno como el de Pelayo, ¡si no mejor!
  348. Los aspectos dinásticos ayudan en la comprensión de muchas de las preocupaciones y métodos de los cronistas.
  349. No sólo se inventaron la despoblación de la cuenca del Duero, sino que también tuvieron se esmeraron en mover los elementos más positivos del reinado de Fruela I hacia el de su padre, Alfonso I.
  350. Por lo tanto, a pesar de haber sido poderoso y victorioso, la imagen de Fruela está bastante dominada por la ira, que lo llevó a matar a su propio hermano y posteriormente ser él mismo asesinado en venganza.
  351. ¿Cuál fue el motivo de hacer más positiva la figura de Alfonso I, a cambio de denigrar la su hijo Fruela?
  352. Los cronistas de Alfonso III estaban evidentemente interesados en mejorar el linaje de su rey.
  353. Esto, sin embargo, era algo difícil de hacer, debido a las complejidades de la sucesión del siglo octavo.
  354. La línea agnática (masculina) directa de Alfonso I sólo no servía.
  355. Su hijo Fruela, padre de Alfonso II, que murió sin heredero y fue sucedido por Ramiro I, el ascendente directo de Alfonso III —quizás después de un período en el cual ambos reyes coincidieron conflictivamente (Fernández Conde 1997).
  356. Por otra parte, Alfonso II fue el arquetipo de las políticas pro-carolingias asturianas, y los cronistas tuvieron que hacer grandes esfuerzos para escribir todos los elementos con aroma franco y convertir sus logros más notables en pasos hacia la restauración del reino visigodo.
  357. Además, Alfonso II no sucedió a Fruela I directamente.
  358. El rey Aurelio (Fig. 4) representa una vuelta a la familia de Alfonso I, pero en línea colateral con la de su hermano conde Fruela.
  359. Posteriormente, el linaje de Pelayo se recuperó con Silo, pero se volvió a perder con Mauregato —supuestamente hijo de Alfonso I y una sierva— y Vermudo, otro hijo del conde Fruela.
  360. Lo más importante, a pesar del ascenso y largo reinado de Alfonso II y pese a que Vermudo fuera clérigo, es que significaba el preciso momento en que la última dinastía gobernante del siglo IX conectaba con sus ancestros anteriores.
  361. Se descubre toda la trama.
  362. Los cronistas necesitaban acentuar los reclamos de la familia gobernante al poder.
  363. Para ello, tuvieron que minimizar la rama de Alfonso II.
  364. Sus reclamos tuvieron que concentrarse en la generación anterior a Fruela I, pero sus más directo nodo real no era sólido, puesto que el conde Fruela nunca alcanzó la realeza.
  365. Su estrategia consistó en focalizar el prestigio de la victoria de Alfonso y luego hacer a su hermano partícipe de las campañas por asociación (que también servirían para acreditar a esta rama con los logros que aparentemente pertenecieron a Fruela I):
  366. simul cumfratre suo Froilane multa aduersus Sarracenos prelia gessit atque plurimas ciuitates ab eis olim oppressas cepit.
  367. Sin embargo, el esquema de hermano a hermano, era demasiado débil.
  368. Debía reforzarse por medio de un prestigioso antepasado común: el duque Pedro de Cantabria.
  369. Es realmente chocante ver cuánto debate ha habido entre los historiadores acerca de un personaje y sus implicaciones para la tardía historia visigoda y temprana asturiana.
  370. Se ha puesto demasiado poco énfasis en el crudo hecho de que el duque Pedro en absoluto se menciona en ninguna fuente anterior a las crónicas de finales del siglo IX.
  371. ¿No hay acaso razones para sospechar que su entra en la última escena de la narración histórica proporciona a Alfonso I y al conde Fruela con un antepasado común de procedencia visigoda?
  372. Parece demasiado obvio que el duque Pedro es el eslabón perdido indispensable para la fabricación dinástica de Alfonso III como descendiente directo de los reyes Leovigildo y Recaredo, las referencias más gloriosas de su preciado pasado visigodo.
  373. Por lo tanto, la concentración de los cruciales acontecimientos del siglo octavo en Alfonso I puede interpretarse como la pieza central de un esquema más amplio que tiene como objetivo diseñar un pasado glorioso para Alfonso III y legitimar así sus políticas.
  374. La compleja agenda política de Alfonso III puede explicar la necesidad de hacer un gran hito histórico de Alfonso I.
  375. Su reinado fue narrado como trascendental e hizo su camino a la otra vida con honores.
  376. La alta calidad moral de Alfonso I es resaltada por los tres textos, aunque sea con diferentes componentes.
  377. Para la Albendense el hecho de ser «amado por Dios y los hombres» destaca junto a su muerte pacífica (Alba. XV, 3.)
  378. La Rotense va mucho más allá, pues recoge sus virtudes religiosas seguidas de un milagro en el lecho de muerte:
  379. Fue un gran hombre. Fue amado por Dios y los hombres.
  380. Construyó muchas iglesias. Reinó durante dieciocho años.
  381. Murió por causas naturales.
  382. Y no silenciará un milagro que sé a ciencia cierta se ha producido.
  383. Para cuando salió su alma en el silencio de la noche, y la guardia del palacio estaba velando diligentemente su cuerpo, de repente las voces de los ángeles se escucharon en el aire por los presentes, cantando:
  384. «Ver cómo se llevan al justo y nadie se da cuenta; y los hombres justos son tomados y ningún corazón atiende. De la faz de la iniquidad se toma al justo; estará en paz en su tumba.’ Debéis saber que esto es cierto, no creáis que sean fábulas: prefiere mantener silencio antes que decir falsedades.
    • n87 Rot. 14 – 15: «Hic vir magnus fuit. Deo et ominibus amavilis extitit. Baselicas multas fecit. Vixit in regno a. XVIII. Morte propria discessit. Nec hoc miraculum silebo, quod uerius factum esse cognosco. Quumque spiritum emisisset in tempeste noctis silentia cum officiis palatinis corpus custodissent, subito in aera auditur a cunctis uox angelorum psallentium: “Ecce quomodo tollitur iustus et nemo considerat; et uiri iusti tolluntur et nemo percipit corde. A facie iniquitatis sublatus est iustus; erit in pace sepultura eius”. Hoc uerum esse cognoscite et nec fabulosum putetis: alioquin tacere magis quam falsa promere maluissem.
  385. Este pasaje fue reproducido por la recensión Ovetense de forma casi literal. Sólo las primeras líneas fueron cambiadas para añadir énfasis:
  386. Así, el mencionado Alfonso fue hecho magnánimo. Sin ofender a Dios o a la iglesia, llevó una vida digna de imitación. Construyó o restauró muchos templos. Reinó durante 18 años. Felizmente terminó con su vida en paz. Y yo no silenciará este maravilloso milagro…
    • n88 Ovet. 14 – 15. «Itaque supra dictus Adefonsus admodum magnanimis fuit. Sine offensione erga Deum et eclesiam uitam merito imitabilem duxit. Baselicas plures construxit uel instaurabit. Regnauit annos XVIII. Uitam feliciter in pace finiuit. Nec hoc stupendum miraculum pretermit- tendum est, quod hora discessionis eius certissime actum est. Nam quum spiritum emisisset in tem- peste noctis silentia et excubie palatine diligentissime corpus illius obseruassent, subito in aera auditur a cunctis excubantibus uox angelorum psallentium: “Ecce quomodo tollitur iustus et nemo considerat; et uiri iusti tolluntur et nemo precipit corde. A facie iniquitatis sublatus est iustus; erit in pace sepultura eius”. Hoc uerum esse prorsus cognoscite nec fabulosum dictum putetis: alio quin tacere magis eligerem quam falsa promere maluissem..
  387. De este modo, Alfonso I se convierte en uno de los únicos tres reyes del siglo octavo que han sido favorecidos por Dios con un milagro, de hecho muy relevante, puesto que el coro angelical en su lecho de muerte indica claramente haber ascendido al cielo y a la santidad.
  388. He tratado de demostrar que la imagen de Alfonso I en las crónicas de finales del siglo noveno es en gran parte el resultado de una manipulación sutil y sistemática del material histórico y narrativo.
  389. Con ello he pretendido ‘desactivar’ visiones existentes no deseadas de la historia asturiana del siglo octavo y reemplazarlas con una nueva que satisfazca las necesidades de legitimación de los tiempos de Alfonso III.
  390. El resultado es que Alfonso I se convirtió en figura principal de la historia de Asturias de mediados del siglo octavo.
  391. He presentado las muchas razones por las que podemos sospechamos que él no jugó en realidad un papel tan primordial.
  392. El hecho de las crónicas le otorguen ese papel es en gran parte debido a que constituye lo que yo llamaría un ‘nodo discursivo’.
  393. Alfonso I era un punto cruzado por una serie de líneas de discurso, todos las cuales eran de importancia fundamental para las políticas de Alfonso III.
  394. En la dimensión dinástica, era el elemento clave necesario para aportar prestigio a la rama dinástica de Alfonso III, por medio de su asociación el conde Fruela, y su alegada descendencia de Pedro de Cantabria y los reyes visigodos.
  395. Esto ayudó a hacer hincapié en la noción de neo-goticismo, que en última instancia, como se ha visto antes, era una ideología hegemónica a escala ibérica.
  396. Entre tanto, la mayoría de los rastros anteriores de un crecimiento político de impulso carolingio fueron borrados cuidadosamente.
  397. Por otra parte, la narración sobre las tierras por él pobladas y devastadas conlleva un sutil discurso justificando el estatus de dos componentes territoriales principales del Reino y legitimar la toma asturiana de la meseta.
  398. Todas esas líneas de discurso confluyen en la figura de Alfonso I.
  399. En lugar de un rey verídico, puede considerarse una herramienta esencial para la construcción de un discurso que fue mucho más allá del mero relato.
  400. La naturaleza multicapa del discurso de las crónicas debe ser acentuado.
  401. Los textos pueden leerse en varios niveles, y algunos de sus argumentos sólo pueden funcionar correctamente si se leen de manera no explícita.
  402. Mientras que algunas de las preocupaciones de los cronistas —como el ‘goticismo’ asturiano— pueden leerse en voz alta, otras —como la lealtad dinástica— sigue estando en gran parte oculta y sólo puede exponerse desconstruyendo cuidadosamente las manipulaciones y los añadidos del material histórico heredado.
  403. El diferente grado de consistencia interna de los tres textos es esencial en la comprensión de las estrategias programáticas de la mayor parte de la Crónica Ovetense.
  404. Inevitablemente, otra consecuencia del tipo de análisis que propongo, y que no puedo manejar adecuadamente en este contexto, es que proyecta considerables dudas sobre lo que podemos aprender acerca del siglo octavo asturiano a partir de estos textos.
  405. La respuesta fácil, corta, tal vez sea ‘nada’, pero creo que esto puede ser modificado por una reconsideración sutil de los discursos que los cronistas estaban tratando de desactivar.
  406. Sin duda, hace falta más investigación sobre los elementos asturianos en textos árabes, y averiguar cuán cercanos pueden ser a la obra original de al-Razi.
  407. Por contra, creo que ya no es posible tomar las crónicas en su valor nominal, fuera de contexto, como tampoco tratar de fundir las narraciones de los tres textos en un solo discurso.
  408. Seguramente, nuestras fuentes más destacadas para la historia de mediados del siglo ocatavo asturiano dicen muy poco sobre el siglo VIII mientras dicen mucho acerca de finales del noveno y del entorno político y cultural de sus autores.
  409. También sobre cómo sus conceptos históricos eran parte de sus acciones políticas.
  410. Al mirar la compleja red de significados ligados a él, podemos ver que Alfonso I probablemente nunca existió como lo leemos en los textos, pero fuera quien fuera e hiciera lo que hiciera, su descendiente Alfonso III hizo de él un antepasado a su medida, de quien sentirse muy orgulloso.

Cleric Beato de Liébana  +, Alcuino de York  +, Benito de Aniane  +, Jonás de Orleans  +, Félix de Urgel  +, Elipando de Toledo  +, Felix obispo de Urgel  +, Álvaro de Córdoba  + y Umar ibn Hafsun  +
Country Asturias  +, Septimania  +, Álava  +, Toledo  +, Al-Andalus  + yCastilla  +
Monarch Alfonso III  +, Alfonso I  +, Pelayo  +, Alfonso II  +, Recesvinto  +,Ordoño I  +, Silo  +, Mauregato  +, Abd al-Rahman I  +,Carlomagno  +, Witiza  +, Luis el piadoso  +, Leovigildo  +,Recaredo  +, Chindasvinto  +, Bermesinda  +, Favila  +, Ramiro I  +, Munina  +, Fruela I  + y Égica  +
Topic Reino de Asturias  +, Invasión árabe de 711  +, Influencia carolingia  +, Dinastía Omeya  +, Luchas internas de al-Andalus  +,Controversia del Adopcionismo  +, Adopcionismo  +, Hegemonía carolingia dentro de la cristiandad latina  +, Condena formal de Regensburg  +, Consejo de Fráncfort  +, Mártires cordobeses de mediados del siglo IX  +, Muwalladun rebelde  +, Rebeldes muwal-lad  +, Duque de Cantabria  +, Llanos góticos  +, Vascones rebellantes  +, Rama dinástica de Alfonso III  +, ‘goticismo’ asturiano  + y Estrategias programáticas de la cronística asturiana  +
Z.author Ahmad al-Razi  +, Ibn Hayyan  +, Ibn al-Athir  +, Ibn Jaldún  +, Al-Qalqashandi  + y Al-Maqqari  +
Z.title Crónica de Alfonso III  +, Crónica Profética  +, Crónica de Albelda  +,Albeldense  +, Ovetense  +, Crónica de Isidoro  +, Rotense  +,Comentario al Apocalipsis  +, O Dei Verbum  +Anales Reales Francos  +, Concilia Francofordiensis Epistola  +, Chronologia Regum Gothorum  +, Crónica Moissac  +,Crónica Aniane  +, Annales Portucalenses Veteres  +, Muqtabis  + yHistoria Silense  +
Zite Prelog1980  +, Torrente1997  +, Suarez2002  +,Larrañaga1993  +, Azkarate1993  +, FernandezConde1997  +,Isla1998  +, Acueb1994  +, Wolf1988  +, Cavadini1993  +,Fierro1998  +, BarberoVigil1978  +, AzkarateQuiros2001  +,GarciaDeCortazar1997  +, GarciaMoreno1999  + y Bassett1992  +

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