Es un término tan útil como ambiguo. Por eso para algunos es doblemente útil. Uno dice ‘vascónico’ y que cada cual entienda lo que quiera. Por ese mismo motivo, a muchos nos resulta doblemente inadecuado (por no decir perverso, calificativo con excesiva carga negativa).
Existen al menos cuatro interpretaciones posibles para vascónico, atribuibles a cuatro destacados especialistas:
Se cumplen 20 años de la publicación de ‘¿Reihengräberfelder al sur de los Pirineos occidentales?’, un artículo de Agustín Azkarate que destaca por varios motivos. El primero es que tiene como foco la réplica al estudio que el arqueólogo aleman, Horst Wolfgang Böhme, había publicado dos años antes interpretando Aldaieta como necrópolis de «miembros del ejército franco de Childeberto I y Clotario que, de regreso tras la expedición a Hispania del año 541, perdieron su vida a manos de los visigodos». Otro motivo es la correlación de esta fecha con la entrada del euskera en Álava que proponemos Mikel Martínez Areta, Emiliana Ramos y yo en un trabajo publicado en Palaeohispanica.
Comparto el guión, las diapositivas y el vídeo de prueba que he preparado para la charla encargada por Raíces de Europa en torno a la mano de Irulegui, el 21 de marzo de 2023 en Vitoria-Gasteiz. Los organizadores pronto colgarán el vídeo de la charla (de mucha más calidad que la prueba) en su canal de YouTube.
La lectura de un trabajo reciente de Eduardo Orduña (publicado en Palaeohispánica 2021) nos ha llevado a concluir que la lengua aquitana (o protovasca) con gran probabilidad fue el resultado de un proceso de koineización de variedades pirenaicas dentro de un mismo continuo dialectal septentrional ibérico.
(Más abajo aportaremos una explicación de los continuos dialectales ibéricos y su relación con el euskera histórico que hemos representado en este mapa de Joan Ferrer 2021.)
En su trabajo de 2021, Orduña compara los datos onomásticos ibéricos y aquitanos para centrarse en «las coincidencias de nombres completos» así como en nombres de dos elementos que «tienen paralelos en ambas lenguas». Analiza también nombres ibéricos que contienen sufijos de derivación análogos a los aquitanos, y concluye: «las coincidencias son demasiado numerosas y precisas» como para que sean casuales.
Si se miran los datos en perspectiva cronológica, parece razonable deducir que la onomástica aquitana de los epígrafes latinos de los siglos I-II d. C. es continuadora fiel y heredera exclusiva de la onomástica ibérica de III-I a. C.
Las lenguas paleohispánicas dejaron de hablarse en una lenta pero implacable agonía tras la instauración del Imperio por parte de Augusto en el siglo I d. C. No hay una causa directa, como el fin de las guerras cántabras, ni hubo un plan de acciones cohercitivas de la administración romana. Francisco Beltrán Lloris expone los motivos de manera clarividente en su charla del Museo Arqueológico Nacional de 2019 ‘La latinización y el final de las lenguas paleohispánicas’.