Los hagiotopónimos, o nombres de lugar formados a partir de advocaciones religiosas, representan una nada desdeñable proporción de la toponimia europea. Algunos de estos nombres no son totalmente transparentes: Santibañez (Sant Jhoannes), Tórica (Santa Engracia), Santurce, Sandijurgi, Juandenurgi (San Jorge), Santorta, San Tys, o San Tutir (San Tirso), Donakuilar (Done Jakue larra), Durruma, Juandeurruma (Done Errumane, San Román), por lo que a veces se convierten en un reto de interpretación para los filólogos.
Los historiadores, sobre todo aquellos que estudian la reorganización del territorio altomedieval (siglos V-XI), también se interesan por las advocaciones de ermitas y otros centros religiosos (iglesias, monasterios, etc.), porque ayudan a acotar la cronología de fundación de parroquias, aldeas u otros núcleos de población.
Esta entrada de Trifinium indaga sobre la cronología de dos significativos hagiotopónimos del Real Valle de Laminoria en la Montaña Alavesa: Santa Pía y Santo Toribio. Santa Pía fue una abadía que desempeñó un destacado papel desde 1085 hasta su abandono en 1785, año en el que la Real Cámara de Castilla decidió suprimirla y ceder sus primicias a las seis parroquias del valle de Laminaria, así como a la de Bujanda. La ermita de Santo Toribio sigue en pie.
¿Hablaba Secundiano de Arratia un derivado occidental depreprotovasco? En caso de que lo hiciera, ¿podría un hablante de Arratia haberse entendido con otro del Alto Garona en sus respectivos dialectos protovascos del siglo III? En esta entrada vamos a explorar esta posibilidad, al hilo del artículo Lakarra (2014) ‘Reflexiones en torno a la dialectología diacrónica del euskera’. Nuestra conclusión será negativa: Ambas variantes llevarían desconectadas un mínimo de diez siglos y con seguridad serían ininteligibles entre sí. Si de algo podemos estar seguros es de que la lengua vehicular de los pobladores del Cantábrico oriental y del sur de Aquitania en los siglos finales del Imperio no pudo ser otra que el latín. La fragmentación y expansión del euskera a partir del siglo VI requiere como vamos a ver una explicación alternativa a la de la koiné de dialectos protovascos.
Y es que, como a Lakarra, nos intrigan las novedades que sobre la Vasconia tardoantigua y altomedieval (siglos V-VIII) pueda aportar Mikel Pozo en su tesis. En esos siglos se esconden las claves que explican el origen de los dialectos vascos actuales. En los siglos V-VI situamos el desarrollo del vasco común antiguo (Mitxelena 1981, Zuazo 2010, Lakarra 2014). De ese tronco común se desgaja entre los siglos VI-X la rama occidental, que se expande desde la Llanada Alavesa (o Álava nuclear)hacia la Rioja Alta, zonas limítrofes de Burgos (Mitxelena 1976, Peterson 2010), así como hacia los valles cantábricos, entre las cuencas de los ríos Deba y Nervión (Zuazo 2010).
Nos hemos reunido con Mikel Pozo en un par de ocasiones, así como con su director de tesis, Juan José Larrea, con la esperanza de obtener algún anticipo, pero mutis. Sin embargo, desprovisto de los pormenores, Lakarra en su nota 150 ofrece este sustancioso avance (la traducción es nuestra):
Existe en el siglo V unaformación sociopolítica singular en el territorio que abarca la cuenca de Pamplona y los Pirineos, que se expandirá hacia el oeste en las generaciones posteriores y que tendrá conexión directa con el origen del reino de Pamplona a partir del siglo VIII.
Compartimos en Trifinium una versión fragmentada de un artículo que plantea una profunda revisión del primer siglo (718-842) del Reino de Asturias. El lector podrá acceder pronto a una versión traducida sin fragmentar. Por expresa voluntad del autor, rogamos que todo uso que se haga de esta traducción remita altexto original:
Julio Escalona (2004). ‘Family Memories. Inventing Alfonso I of Asturias’. In Building Legitimacy. Political Discourse and Forms of Legitimation in Medieval Societies, Isabel Alonso, Hugh Kennedy, Julio Escalona (eds.): 223-62. http://hdl.handle.net/10261/44838
A día de hoy (29 octubre 2014), Google Scholar menciona solo cinco citas para un artículo que consideramos merece mayor impacto. Así Carlos Reglero en su reseña para Edad Media: Revista de Historia 7: 168-172 lo define como de ‘obligada lectura’. A nosotros nos parece muy esclarecedora la revisión que hace Escalona del relato tradicional sobre el origen del reino asturiano, cuya principal y hasta hace poco exclusiva fuente ha sido la Crónica de Alfonso III. Desde el punto de vista de Trifinium, por otra parte, el autor introduce una serie de elementos interpretativos que ayudan a contextualizar la historia lingüística del País Vasco, particularmente los siglos en los que la lengua vasca se estaba expandiendo, verbigracia desde Álava por Treviño hacia la Rioja Alta y la Bureba burgalesa. A esta cuestión hemos dedicado dos entradas recientes: Mitxelena (1976) e Hirarzaeza y Harrahia: ‘alfoces’ que fueron cuna del euskera occidental (ss. VI-X). Tienen mucho que ver también dos reseñas anteriores: González de Viñaspre (2010) y Besga Marroquín (2001).