Fernández Ordoñez (2011) ha demostrado la utilidad del cotejo sistemático de los datos disponibles en los atlas lingüísticos, en particular del Atlas lingüístico de la península ibérica (ALPI), para esclarecer aspectos clave de la diacronía del español. En este trabajo analizamos patrones geolingüísticos detectables en el Atlas de hablas locales del euskera (EHHA) que exhiben una serie de innovaciones cuyo centro parece sitaurse en la comarca guipuzcoana de Tolosa (Beterri), como ha sugerido Zuazo (2014).
Vamos indagar en la cronología de esas innovaciones y tratar de completar la lista de correlaciones entre fenómenos de diacronía dialectal y episodios históricos que está elaborando Abaitua (en prensa), a partir de Aldai (2014) y Abaitua (2017). Según este autor habría tres momentos históricos de especial incidencia en la dialectología del euskera: (1) la conquista árabe del siglo VIII (que como sugiere Zuazo (2010) sería determinante en el desarrollo del euskera occidental); (2) la conquista castellana de Álava y Guipúzcoa en el siglo XIII (a partir de la cual se detectan importantes divergencias lingüísticas a uno y otro lado de la nueva frontera); y (3) la conquista de Navarra en el siglo XVI y la progresiva impermeabilización de la frontera franco-española. Vamos a ver cómo los préstamos y neologismos ofrecen una herramienta de gran utilidad en el análisis de estos fenómenos.
Están disponibles las diapositivas presentadas en la jornada Lengua, hablantes, representaciones políticas, expresiones culturales: la estela de Manuel de Larramendi (Universidad de Deusto, 6 de julio de 2017).
10 respuestas a «Patrones geolingüísticos del EHHA y posibles cronologías de algunos guipuzcoanismos»
Soy muy crítico con las etimologías de Lakarra, sobre todo con su teoría de la raíz monosilábica y las reduplicaciones. Por eso no me sorprende que muchos de los supuestos gasconismos que propone me parecen cuanto menos dudosos, si no totalmente disparatados, y en particular los que tienen una lateral «fortis» l(h) donde el gascón tiene una palatal, como p.ej. ol(h)a ‘cabaña’.
El gasconismo ol(h)a es extraordinario y muy significativo, de ser cierto, como expuse en Abaitua Odriozola, Joseba K. (2017). La historia interna de la vasconización tardía: préstamos y neologismos. En Onomástica, lengua e historia. Estudios en honor de Ricardo Cierbide. Emiliana Ramos y Ander Ros (comp.): 293-314 [Academia.edu].
No estoy capacitado para dirimir en ese debate de si en los siglos IV-VI una palatal gascona no pudo tomarse prestada en protonavarro (protobajonavarro en realidad, o mejor ‘vasco común antiguo’) como lateral fortis. Aprovecharé para plantear la duda en algún seminario del equipo de Lakarra, si la he entendido bien. Gracias Octavià por la observación.
Si estamos hablando de la misma palabra, el euskera olh(a) ‘cabaña’ sería un préstamo del occitano-romance bòrda/b>, pero adaptado a la fonética del paleoeuskera (o euskera arcaico). Es lo que expongo en mi propio blog, donde relaciono la palabra vasca con txabola y otras formas similares en hispanorromance.
Vascorromance, romance andalusí, afrorromance, germanorromance púnico, ibérico, precelta… De poco sirve investigar los orígenes del euskera, del castellano o del iberorromance si se ignoran estas «modalidades lingüísticas» y se atribuye todo al latín o al árabe y luego a una supremacía del castellano
El tema de los préstamos latino-romances en euskera daría mucho que hablar, pero se puede afirmar que la gran mayoría de ellos apenas ha sufrido cambios fonéticos con respecto a la lengua de origen, lo que nos permite reconocerlos como tales. Sin embargo, en otros casos se dan evoluciones nada triviales que o bien hacen irreconocible su origen -al menos a primera vista-, o bien apuntan en una dirección equivocada. Por ejemplo, liburu es tenido generalmente como un préstamo del latín cuando en realidad su cronología es mucho más reciente, a partir del castellano libro con una evolución paralela al dialectal pelliburu a partir de peligro.
Por otro lado, la polémica teoría de la raíz monosilábica de Lakarra no añade ni quita nada al problema de la vasconización o euskaldunización tardía.
La cuestión es que ni mucho menos todo el léxico romance presente en el euskera procede de las lenguas históricas como el castellano, gascón y aragonés, sino que en muchos casos, dada su antigüedad y las evoluciones divergentes, debe tratarse de variedades sumergidas (que convendría en llamar de forma colectiva vascorromance) que fueron suplantadas por el euskera altomedieval en su expansíón a partir del «homeland» en el Pirineo navarro.
A mi juicio, una regla general para deslindar el léxico vascorromance del propiamente vasco sería la existencia o no de evoluciones paralelas en otras lenguas romances. Por ejemplo, si convenimos que el euskera tiende -al menos en el uso moderno- a sustituir el fonema intruso /f/ por /p/, como p.ej. en francés > prantzes o Fernando > Pernando, entonces las palabras que conservan /f/ -sea ésta etimológica o resultado de la evolución de otra consonante labial- o la aspiran en /h/ como en gascón o castellano antiguo, tienen que ser por fuerza vascorromances.
Algunos supuestos gasconismos de la lista de Lakarra como hobi y hodi pertenecen en realidad a la misma categoría que palabras como behi, begi, ogi, tegi, etc., que al parecer adaptaron la vocal -o del masculino romance y céltico en -i. En cambio, otras palabras como oilo, saldo, zango adaptaron como -o la vocal -a del femenino.
Por cierto, la isoglosa el(h)ur ~ edur ‘nieve’ se explica porque el vizcaíno adoptó la lateral como floja (lenis): *eluR > *eruR, disimilada en d debido a la vibrante final, mientras que el resto de variedades lo hizo como fuerte (fortis): eLuR.
Hola un saludo Octavià, tiempo ha! Estaba leyendo lo que has escrito y me he acordado de un apellido en Ermua bastante peculiar: FULDAIN, y ahora buscando veo que tmb existe la forma PULDAIN, pero no tengo nada claro su significado.
En su obra Apellidos vascos, Mitxelena cita también la variantes Pildain, Vildain. Se trata de una formación entre un elemento de origen no identificado y el sufijo patronímico -ain, derivado del latín -anu(m).