En el corazón de la Vasconia histórica floreció en el Alto Imperio (siglos I-III) una original cultura funeraria que se extendió a ambos lados de la frontera (sic) de vascones y várdulos. Durante varias generaciones, en ese territorio se impuso la costumbre de decorar los nichos con lápidas encargadas al taller epigráfico de Alba/Gastiáin.
Categoría: Antigüedad del euskera
Las declaraciones del autor de un libro sobre el euskera en Navarra recientemente publicado nos han dejado helados. Dirige un agravio atroz a quienes planteamos una historia de la lengua divergente de la suya. ‘Atroz’ no tanto por su significado literal (españolista), como por las connotaciones y consecuencias tan brutales sufridas durante décadas por sus destinatarios en el actual solar del euskera.
Comparto el guión, las diapositivas y el vídeo de prueba que he preparado para la charla encargada por Raíces de Europa en torno a la mano de Irulegui, el 21 de marzo de 2023 en Vitoria-Gasteiz. Los organizadores pronto colgarán el vídeo de la charla (de mucha más calidad que la prueba) en su canal de YouTube.
La lectura de un trabajo reciente de Eduardo Orduña (publicado en Palaeohispánica 2021) nos ha llevado a concluir que la lengua aquitana (o protovasca) con gran probabilidad fue el resultado de un proceso de koineización de variedades pirenaicas dentro de un mismo continuo dialectal septentrional ibérico.
(Más abajo aportaremos una explicación de los continuos dialectales ibéricos y su relación con el euskera histórico que hemos representado en este mapa de Joan Ferrer 2021.)
En su trabajo de 2021, Orduña compara los datos onomásticos ibéricos y aquitanos para centrarse en «las coincidencias de nombres completos» así como en nombres de dos elementos que «tienen paralelos en ambas lenguas». Analiza también nombres ibéricos que contienen sufijos de derivación análogos a los aquitanos, y concluye: «las coincidencias son demasiado numerosas y precisas» como para que sean casuales.
Si se miran los datos en perspectiva cronológica, parece razonable deducir que la onomástica aquitana de los epígrafes latinos de los siglos I-II d. C. es continuadora fiel y heredera exclusiva de la onomástica ibérica de III-I a. C.
Las lenguas paleohispánicas dejaron de hablarse en una lenta pero implacable agonía tras la instauración del Imperio por parte de Augusto en el siglo I d. C. No hay una causa directa, como el fin de las guerras cántabras, ni hubo un plan de acciones cohercitivas de la administración romana. Francisco Beltrán Lloris expone los motivos de manera clarividente en su charla del Museo Arqueológico Nacional de 2019 ‘La latinización y el final de las lenguas paleohispánicas’.