Es un término tan útil como ambiguo. Por eso para algunos es doblemente útil. Uno dice ‘vascónico’ y que cada cual entienda lo que quiera. Por ese mismo motivo, a muchos nos resulta doblemente inadecuado (por no decir perverso, calificativo con excesiva carga negativa).
Existen al menos cuatro interpretaciones posibles para vascónico, atribuibles a cuatro destacados especialistas:
- Vascónico (Old European, cf. Wikipedia), Theo Vennemann (1994)
- Vascónico-aquitano, Joaquín Gorrochategui (2020)
- Lengua al oeste del río Cinca (y al norte del Ebro), Javier Velaza (2023)
- Familia de lenguas vascas (vascónicas), entre las que se incluye el ibérico, Joan Ferrer i Jané (2024)
En los cuatro casos se aceptaría su relación con el euskera histórico, aunque con matices. En lo que atañe a su uso reciente para referirse a la lengua del epígrafe de Irulegui, Velaza lo usa aceptando sin grandes reparos su directa vinculación con el euskera. Gorrochategui no lo descarta, pero añade que es un supuesto que todavía debe demostrarse. Ferrer, a partir de la afinidad del texto del epígrafe con el ibérico, sugiere su pertenencia a una misma familia lingüística. El vascónico de Vennemann es otra cosa.
En todo caso, la idea general que subyace es que era la lengua de los váscones, o vascones, previa a su contacto con Roma, y que milagrosamente sobrevió al contacto. Pero ¿es la misma lengua en todos los periodos? ¿No había variedades? ¿Pueden considerarse todas ellas antepasadas directas del euskera histórico? En Trifinium se ha repetido varias veces que es un error asociar vascones y euskera en tiempos de Roma. Se ha puesto especial énfasis en precisar que aquellos vascones no eran distinguibles por sus rasgos étnicos ni lingüísticos. Además se ha propuesto utilizar el término ‘paleo-euskera’ para la lengua de los epígrafes antiguos que seguro tienen elementos relacionables con algún antepasado del euskera (Mikel Martínez Areta).
Pero mantener la asociación directa entre vascones y euskera es un error cómodo, útil, incluso rentable. Por eso, casi siempre estas precisiones se pasan por alto.
Añadido final de 3 de enero de 2025. Antes de publicar una nueva entrada, deseo hacer unas consideraciones finales a propósito del mapa con los testimonios aquitano-vascónicos que hemos tomado de Wikipedia y que sintetiza dos mapas similares —uno de antropónimos y otro de teónimos— de Joaquín Gorrochategui (ver reseña de diciembre de 2022). Ante un mapa similar, Fernando Pérez de Laborda, autor de El euskera en Navarra, Síntesis de una historia, dice:
La onomástica vasca de época romana no solo se encuentra extendida por territorio vasco, sino también por regiones que hasta el día de hoy se consideran celtas (berones de La Rioja y Soria) e iberas (Zaragoza). La nómina es suficientemente consistente como para plantearse una amplia difusión del euskera en todas estas regiones, sin necesidad de hacer una comparativa con la zona aquitana, que presenta cinco veces más de antroponimia indígena.
Fernando Pérez de Laborda 2023: 56
Mikel hacía esta pertinente matización en la entrada de junio de 2023:
No es la nómina; es el porcentaje. No es que en Aquitania oriental haya 300 antropónimos indígenas y en Navarra + Cincovillas 100; es que, a diferencia de Navarra (no digamos ya Álava), 9 de cada 10 de los que hay son paleoeuskéricos. En el Alto Garona hay valles enteros en que la epigrafía atestigua antroponimia indígena sólo paleoeuskérica; en Navarra -en toda ella- el conjunto de los datos es más complejo y abigarrado.
El mapa y su nota correspondiente es un análisis hecho con muy poca finura, ya que en él se mezclan libremente datos que son reconocida e indiscutiblemente paleoeuskéricos (Umme.sahar, Larrahe, Selatse…), con otros que simplemente podrían serlo (en algunos se pone una interrogación), otros que decididamente no lo son (Peremusta, Barskunes, arzaos, caristoi, varduli…), otros que son incorrectos (como Hehelphis […]), todo ello mezclando sin matización alguna antropónimos / topónimos paleoeuskéricos e ibéricos (por ejemplo, los nombres de los caballeros segienses de la Turma Salluitana se presentan como “onomástica vasca”, sin más). Pero sobre todo: omitiendo los datos indígenas celtas o indoeuropeos preceltas (o, como he dicho, contándolos entre los paleoeuskéricos).
Estos comentarios sobre el mapa de Pérez de Laborda son pertinentes asimismo para el mapa que hemos reproducido de Wikipedia. Añade Mikel:
Así, dejando al margen el tema de Navarra, que es más complejo, esto implica que, para Álava, Pérez de Laborda le explica al lector cuál es su situación lingüística en la Antigüedad indicándole cuáles son el 5% de los datos, pero borrando del mapa -no es ninguna metáfora- el otro 95% (y eso dejando al margen el hecho de que los que PdL marca con ?, dentro de Álava, hace tiempo que no se tienen en cuenta en ningún análisis serio). En definitiva, PdL hace la misma trampa de siempre: trata Navarra + País Vasco (en el que incluye hasta los autrigones) como un continuum, aplicando a todo él, unitariamente, explicaciones que en rigor sólo valen para Navarra (donde a diferencia de en Álava/Bizkaia el elemento paleoeuskérico de época altoimperial no es anecdótico).
Considero que estas observaciones de Mikel han de ser muy tenidas en cuenta en la percepción de la situación lingüística de la Vasconia prerromana.
Estas proyecciones de Francisco Villar Liébana 2005, aunque un poco más antiguas, son más representativas.
En amarillo los testimonios onomásticos indoeuropeos y en azul y verde los no indoeuropeos.
117 respuestas a «And ‘vasconic’ is… the joker!»
Se echa en falta una quinta interpretación, la de la Escuela de Vitoria, Lakarra e Igartua.
Salvo error, no me consta que Joseba Lakarra utilice el término ‘vascónico’. Entiendo que por las mismas razones de Mikel y menda. Tampoco Koldo Mitxelena, creo.
El problema con este término es que incumple la ley de no contradicción. En lógica, una proposición que afirma A y no A al mismo tiempo es inadmisible. Es lo que sucede con vascónico: el de la inscripción de Lerga es un claro antecesor del euskera histórico, el de la mano de Irulegui, no.
En mi charla del 21 de marzo de 2023 lo intenté explicar. También lo puse en un hilo de tuits: el asturiano de Oviedo del siglo XXI no es heredero directo del castellano de Burgos del siglo IX. En cambio el castellano de Oviedo del siglo XXI sí lo es. ¿Alguien puede decir que el romance de Oviedo del siglo IX es la misma lengua que el romance de Burgos del mismo siglo? No, sería falso. En Burgos se produjo un fenómeno de koenización del que no participó el romance de Oviedo. El resultado de ese proceso fue el castellano, que se expanderá por la península primero, antes de saltar al continente americano en el XVI.
En este tuit muestro una página de la excelente Breve historia del español de América, de José Luis Ramírez Luengo.
Las interpretaciones de Velaza y Ferrer no son excluyentes, sino que puden ser complementarias, ahí vería a Orduña.
El término vascónico no sería tan ambiguo si se entiende que los vascones originalmente fueron una etnia al oeste del Cinca y norte del Ebro que cedió posiciones al sur por el empuje celtibérico, y que los romanos beneficiaron por ser sus aliados frente a los celtíberos.
¿Etnia? ¿Los vascones? ¿De qué siglos? Veo por aquí abajo algo de debate sobre la etnicidad de esta gente. Tendré que dedicarle una nueva entrada.
Cuando terminemos de debatir esto sin llegar a ninguna conclusión concreta, porque es imposible y por eso se da esta plurivalencia, se podría discutir qué es «celta». De hecho me parece que por la enorme extensión que se le adjudica a todo lo que se relaciona con lo céltico es mucho más importante y productivo intentar especificar y concretar ciertos aspectos que se asocian a esta «cultura» y que seguramente no tienen nada que ver con una única etnia ni con un solo idioma o familia de lenguas. Tiene mucho más sentido y es más aceptable la ambigüedad de «vascónico» que la de «céltico».
“Celta” es toda lengua descendiente de un determinado grupo indoeuropeo en que cae la p- inicial (concepto lingüístico).
“Paleoeuskera” es la lengua antecesora del euskera histórico en la antigüedad que posee aspiración (concepto lingüístico).
“Vascones” es la denominación que los romanos vinieron a dar a todos los habitantes de una franja grosso modo entre el Ebro y los Pirineos, independientemente de la lengua indígena que hablaran o su grado de latinización (concepto geográfico).
Pues ya está. Se acabó el debate.
Joder, qué fácil ha sido…
Observo, con pena, que Mikel sigue empeñado en asignar a “los vascones” como mero “concepto geográfico”, negando valor de comunidad-etnia-gentilicio. En su artículo en Fontes (FLV) y al escribir sobre la Mano de Irulegi, casi sin venir a cuento, ya decía que “muy posiblemente… los «vascones» no eran una etnia prerromana.
El caso es que Estrabon, por ejemplo, usa el término «etnia de los vascones», Ὀυασκώνων ἔθνος.
Se me dirá, y con razón, que “etnia” es un término ambiguo…digo yo que igual de ambiguo que cuando hablamos de los «pueblos celtas» y otros varios.
¿Qué hace que la denominación de «celtíberos» sea un «etnónimo» (con pedigree) y «vascones» sea un mero concepto geográfico?
¿Qué hace que relacionemos con naturalidad a los celtíberos de aquí y de allá con una «lengua celtíbera» pero sea un error
relacionar «vascones» con «euskera»?
Estas y otras preguntas entre la niebla de un domingo otoñal.
Ez penatu nigatik, Antton (no llores por mí, Argentina…). Hara, kutsu zelta darion oro (Gipuzkoako Debak, Nafarroako Ultzamak…) izugarri maite duzula badakidanez, honako hau dedikatzen dizut. Ez isekaz, nahigabetua zaituen kezka hori arintzeko eta eguna alaitzeko baizik…
https://www.youtube.com/watch?v=fs2SEeci9Qo
Mikelek: «Hara, kutsu zelta darion oro (Gipuzkoako Debak, Nafarroako Ultzamak…)»
Eta «Lugdunum» beste askogaz batera euskeraren kuman…
Es que estamos hablando de ligas diferentes. La celta primero, pero también su versión celtibérica, es una realidad cultural y lingüística de amplio recorrido, temporal y espacial, con diversidad de concreciones locales. Es un fenómeno tremendamente complejo, pero inmensamente rico en todos los órdenes. Por su parte, los vascones aparecen en la historia a partir de las guerras sertorianas y sus rasgos y manifestaciones culturales son difíciles de concretar. En lo cultural exhiben muchos rasgos celtibéricos (onomástica, numismática), como menciona Orkeiketaur, pero también ibéricos (como vemos en el uso del signario, que como el celtibérico se toma prestado de sus vecinos orientales). Proyectamos sobre ellos nuestras categorías desde el presente para establecer el antecedente de la Vasconia histórica, pero eso es más un ejercicio de historia ficción que de historiografía científica. No deja de ser apasionante, pero no son realidades comparables.
Respondo a Joseba aquí porque no había botón debajo de su comentario.
Joseba: «Es que estamos hablando de ligas diferentes. La celta primero, pero también su versión celtibérica, es una realidad cultural y lingüística de amplio recorrido, temporal y espacial, con diversidad de concreciones locales. Es un fenómeno tremendamente complejo, pero inmensamente rico en todos los órdenes.»
Pues con más razón para aceptar cierta versatilidad a un término tan constreñido en lo geográfico y en lo lingüístico como «vasconico» si con «celta» o «celtico» nos es permitido tratar semejante diversidad. Tú mismo lo explicas.
Tienes que diferenciar la terminologia del termino cronologico desde el año 195 a.C hasta el tardo romano se les nombra como vasconum el latín clasico y desde el tardo romano, apartir del 400 d.C, en latín tárdio , como vascones ,.. pero no solo a los del sur de los pirineos de donde eran originarios , también a las fuerzas auxiliares que fueron asentadas al norte de los pirineos en la galia aquitania I , II, y III o NOVEMPOMPULANIA , estas fuerzas auxiliares estan en la galia aquitania como vigilantes de los esclavos agricultores Celtas , Celtiberos, Aquitanos y Galos ,
Quería incorporar al debate una lengua casi olvidada: el griko (https://en.wikipedia.org/wiki/Griko_people). Esta lengua, junto con el bretón de Bretaña o el brahui de las montañas de Beluchistán (https://en.wikipedia.org/wiki/Brahui_language), son para mí parte del debate sobre la resistencia o expansión lingüística de las lenguas marginadas.
En las tres existe el debate sobre si fueron originadas en una expansión tardía o si son restos de la antigüedad. En mi opinión, en todas es una combinación de ambos procesos.
¿Cual es vuestra opinión ?
Tuve intención de darte mi opinión en el otro hilo, pero andaba perezoso, y para opinar sobre eso hay que documentarse un poco primero. Lo suyo sería tragarse algún trabajito sobre cada caso, pero para eso hacen falta tiempo y ganas, así que he vuelto a repasar un poco la Wikipedia y listo, y la sensación que me da es parecida a la que tú tienes.
De todas formas, aunque entiendo lo que quieres decir, “una combinación de ambos procesos” es en sí la segunda opción, “restos de la antigüedad”. Que posteriormente, de manera puntual o más o menos continuada, haya habido una alimentación a partir de un foco más influyente que hubiera ido moldeando con sus innovaciones esas variedades periféricas ocultando arcaísmos de todo tipo y unificando variedades, para luego seguir dialectalizándose, no quita para que, posiblemente, en esas zonas hubiera permanecido desde el “principio” (concepto diferente en cada caso) esa lengua.
Como me resulta imposible que el euskera se haya expandido desde una región relativamente lejana y pequeña en época netamente latina, con un prestigio plenamente establecido por administraciones y religión y precisamente hacia una región donde está bastante claro que antes ya se habían hablado lenguas de la misma estirpe, si no la misma, me resulta también difícil, que tanto en Bretaña como en el sur de Italia, donde sabemos que ya se habían hablado lenguas de esas mismas familias, casualmente luego se hayan establecido y prosperado hablantes de esas lenguas. Es posible, pero con el latín y romances incipientes de por medio no es fácil pensar algo así. Tal vez el caso Bretón sea más dudoso.
El caso del Brahui lengua dravidica en las montañas del Beluchistan (Pakistan,Iran Afganistan) es incluso más interesante.
Mikel, eskerrik asko, xarmangarria bideoa…
Eta ez, ez nau zipozten zelta kutsua duen presentziak.
Bai, ordea, penatzen nau baskoien presentzia ukatzeko duzun behar horrek.
Gau ona izan.
Oso behar haundia, benetan.
¿El aquitano es un concepto geográfico?, parece que sí. La diferencia con el vascónico, a este respecto geográfico, sería el mayor número de testimonios conocidos que la dotan de un corpus epigráfico que permite proyectar su hipotética reconstrucción como lengua, por lo que se cataloga como protoeuskera dada su máxima cercanía con el euskera histórico.
Del aquitano tenemos testimonios del I-III, la de Irulegi del I a. C., si bien la de Lerga de mediados del II presenta más similitudes con el aquitano que con la de Irulegi, no obstante, Gorrochategui y Velaza consideran que se trata de la misma lengua que la de Irulegi, lo que parece incidir en el concepto geográfico del término vascónico.
Ambas no indoeuropeas con elementos éuscaros, más claros el aquitano, y menos la de Irulegi que presenta más similitudes con el ibérico. De ambas, se desconocen su adscripción y familia lingüística. Se desconocen los argumentos Velaza para considerar la lengua de Irulegi directamente vinculada con el euskera.
No se conocen argumentos lingüísticos para considerar que la lengua de Irulegi sea la misma lengua que la de Lerga, salvo el concepto geográfico.
No se conocen argumentos para considerar la de Irulegi sea la misma lengua que el aquitano, y, por tanto, que la de Irulegi pueda ser antecesor directo del euskera histórico. El hecho de que ambas posean elementos paleoeuskéricos, en el caso del aquitano de muchos más quilates que la de Irulegi, no habilita considerar a esta última antecesor directo del euskera, porque, de lo contrario, habría que considerar al íbérico como antecesor directo del euskera, cosa que a nadie se le ocurre sostener.
Conclusión, el elemento geográfico de la lengua de Irulegi no sirve para establecer ni siquiera su adscripción como lengua, más aún si se acepta su similitud con el ibérico y la adscripción consensuada de su signario. Sólo el componente geográfico permite dar coherencia y fundada argumentación al término vascónico, despreciando el componente celtibérico y céltico del territorio de los vascones que describen las fuentes.
Paloma, discrepo cuando dices que «No se conocen argumentos para considerar la de Irulegi sea la misma lengua que el aquitano», como mínimo está sorion, formado por dos elementos onomásticos bien documentados en aquitano, el segundo también en las tierras altas de Soria. La coincidencia solo es onomástica, pero es que ese es casi el único aspecto que conocemos del aquitano. Que la lengua de la inscripción de Lerga sea la misma me parece una conclusión inevitable.
Creo, Orkeikelaur, que Paloma en su comentario se hace eco de la opinión de los expertos en euskera antiguo que participaron en el dosier, incluido Joseba Lakarra. No se les ve muy proclives a identificar la lengua de Irulegui ni con el aquitano, ni con el euskera histórico. En cambio, Velaza sí lo parece, amparado precisamente en el sentido ambiguo del término ‘vascónico’.
Bien si es así. Aunque entre las opiniones de esos vascólogos acerca de sorion hay muchos matices que van desde la pareidolia hasta el «probablemente compuesto de dos palabras paleoeuskéricas» de Mikel. Por cierto, como al final el escollo principal es la escasa compatibilidad entre el protovasco reconstruido por Lakarra y otros, por un lado, y los epígrafes que van apareciendo en territorio vascón, por otro, me permito sugerir la conveniencia de abrir un debate sobre cuestiones como el grado de solidez de esa propuesta académica, y en su caso la cronología que cabría atribuirle.
Pienso que el tema del vascónico se plantea en el fondo como una falsa dicotomía. Es cierto que no hay una coincidencia absoluta entre los considerados vascones por los romanos y la etnia cuya lengua sería el paleoeuskera. Pero de ahí no podemos pasar a afirmar que no tienen nada que ver y que los vascones sean una pura invención romana, sin base étnica alguna y por tanto esencialmente arbitraria. Sí, la antroponimia indígena celta supera a la paleoeuskérica en las inscripciones romanas, pero ¿no es más relevante la epigrafía en lengua indígena? ¿Cuánta epigrafía celtibérica hay en Navarra? Incluso sin la mano de Irulegi, la epigrafía monetal ya es muy relevante, y aunque alguna ceca de las llamadas vasconas tenga rasgos lingüísticamente celtibéricos, la mayoría son oscuras o incluso algunas tienen rasgos paleoeuskéricos, y desde siempre se ha considerado que forman un conjunto diferenciado de las cecas propiamente celtibéricas. El signo T es uno de los indicios más claros de la relación entre la lengua de al menos una parte de esas cecas y la de la mano de Irulegi. Y las monedas son el soporte epigráfico más directamente relacionado con la etnicidad. Otra cuestión es la elección del glotónimo para la lengua no indoeuropea hablada por buena parte de los vascones, si se considera que paleoeuskera es más preciso, y admito que puede serlo, no tengo ningún problema con eso, no me parece un casus belli, casi ni siquiera un tema de discusión interesante. También puede, por supuesto, discutirse si esa lengua es o no el antepasado directo del euskera, pero no me parece en cambio discutible que hay una relación muy directa con el aquitano.
Así es, Orkeikelaur. Si es que inevitablemente vamos a repetir las cosas mil veces porque algunos están a recoger manzanas en abril, y terminan comiendo flores. Tener una conclusión perfectamente elaborada sin un soporte armado adecuadamente, a la que se le quiere dar salida obsesivamente por cualquier medio lleva a andar en bucle repitiendo continuamente los mismos argumentos fútiles.
Alude Mikel a los nombres de tipo céltico o indoeuropeo en la CAV y Navarra, como Deva y Ulzama, cuando sabe a la perfección que la Aquitania está inundada de nombres del estilo. Y lo volverá a hacer en futuras intervenciones, porque no hay mucho más que mostrar, y se tiene que conformar con eso y con la epigrafía romana con muchos nombres célticos o indoeuropeos. Ya se ha dicho lo que tú comentas sobre la importancia mayor de la epigrafía indígena sobre la romana a la hora de intentar extrapolarlo a la lengua habitual del lugar, pero se ignora convenientemente.
Que las tribus célticas o indoeuropeas que entraron en la península trajeron nuevas tecnologías y un desarrollo administrativo más sofisticado parece más que probable, y que si esto era así es fácil concluir que en las zonas de menor desarrollo político social y tecnológico en las que entraron dominaron o influyeron cómodamente, y como es natural agrandó su prestigio. Así pudo haberse dado la situación en algunas zonas de nomenclatura indoeuropea de ciudades y montes importantes discrepante con la lengua habitual de la mayor parte de la gente humilde.
A medida que se acercaban al ámbito mediterráneo eso no ocurría tan fácil porque ya existían un desarrollo político social y una tecnología avanzados.
Esto es tan especulativo como otros argumentos que se lanzan en bucle por aquí, pero, en mi opinión, bastante más razonable.
Despues de leer a Eduardo Orduña Aznar y sus artículos sobre el ibérico y paralelismos con el euskera no acabo de entender que la opinión mayoritaria de los «expertos» sea que no son lenguas unidas genéticamente.
El vascónico se encuentra en profunda crisis desde la aparición de la dichosa MdI. Hasta ese momento, había consenso, el vascónico en la vertiente sur era equivalente al aquitano, así había quedado expuesto en el destacado trabajo de Gorrochategui 2020.
Quienes impulsan el proyecto de reconstrucción del protovasco a partir del corpus aquitano, no aceptan que la lengua de Irulegi sea aquitano. Se supone, por tanto, entienden que se trata de otra lengua distinta al aquitano y su equivalente vascónico-Gorrochategui-2020.
Los iberistas, ante el texto de Irulegi, cuestionan que la propuesta de reconstrucción del protovasco no concilia con la realidad de la evidencia, viendo en ésta un claro indicio del camino que llevaría hasta el euskera histórico.
En mi opinión, Velaza estaría más cerca de la línea iberista, y Gorrochategui en un punto intermedio entre los iberistas y la Escuela de Vitoria.
En resumen, el vascónico ha entrado en crisis como concepto lingüístico por la diversidad de criterios de los expertos. Sólo se mantiene en pie por ser un comodín geográfico en el que coinciden todas las posturas, excepto una.
Tienes razón, Paloma. Antes de la MdI era más fácil asumir los testimonios onomásticos como testimonios de la lengua antecesora del euskera histórico, aunque ya eran una piedra en el zapato para las reconstrucciones post-michelenianas. El mosaico de Andelo podía ser considerado ibérico con el acuerdo (no carente de razones) de la mayoría de los iberistas. Pero la MdI ha cambiado el panorama, pues ningún iberista la considera ibérico, tampoco Ferrer, como algunas lecturas tergiversadas de su contribución han dado a entender. De manera que el problema ahora no es tanto terminológico como taxonómico: aunque nos pusiéramos de acuerdo en utilizar, por ejemplo, ‘paleoeuskera’, como un término así solo puede referirse a una lengua antecesora del euskera, habría discrepancias a la hora de decidir qué inscripciones son paleoeuskera. En el caso de la MdI, si los vascólogos no la aceptan como paleoeuskera, y no creo que estén autorizados a decir que es ibérico en contra de la opinión de los iberistas, será su problema buscarle una denominación (y convencernos de que hubo otra lengua no indoeuropea junto al paleoeuskera y el ibérico).
Sí, totalmente de acuerdo, Orkeikelaur. El término es secundario.
Va a ser casi imposible que los vascólogos encuentren la denominación mientras sigan en el estado de shock que les ha producido la mano de bronce, a más de dos les ha fundido los plomos. Hasta que no se reconstruyan a partir de la mano seguirán refugiados en el aquitano contribuyendo, sin querer, a fortalecer la hipótesis de la euskerización del País Vasco en Alta Edad Media.
Hoy Velaza ha dado su opinión al respecto con cierta claridad en una entrevista realizada en el ABC. Hay que destacar que Velaza fue el primero que clasificó el mosaico de Andelo como euskera antiguo en el 2009. Me gustaría saber a día de hoy cuál es la de Gorrochategui que discurre entre el ámbito paleohispánico y la filología vasca.
Copio aquí directamente los fragmentos más relevantes de la entrevista donde habla sobre la Mano de Irulegi, el vascónico de la epigrafía y su relación con el euskera histórico:
-¿Y la relación de esa escritura con el euskera actual?
Eso es más difícil porque solo tenemos esos textos, pero tenemos que ser humildes. Gente que había escrito previamente algo ahora no quiere modificar eso que escribió. Si los datos que han venido después lo desmienten, habrá que cambiar la posición, pero algunos son muy reluctantes a la rectificación. Hay personas que dicen que aunque la mano de Irulegi es un texto vascónico, el euskera no viene de ese vascónico, cuando no tienen elementos de demostración. Afirman que los vascones y su lengua desaparecieron y que la lengua vasca vino después, en el siglo V, desde Francia, pero no se puede comprobar porque no tenemos ninguna escritura de esa época. Todos tenemos que ser modestos. Sabemos poco. Con la mano de Irulegi no puedes reconstruir la lengua vascónica de esa época. ¡Solo tenemos cuatro líneas! O nos salen más textos… Tenemos 2.500 textos de lengua ibérica, ¡2.500! ¡Y no podemos traducir ni uno! Ya hemos dicho lo que teníamos que decir.
-Hay quien dice que después puntualizasteis.
No cambiamos nada en la transcripción. Quizá al principio no se entendió bien. Por ejemplo, las diferencias entre el texto esgrafiado y el punteado. El texto esgrafiado decía ‘Sorioneke’ y el punteado ‘Sorioneku’. Hay un problema que nadie ha podido resolver y es si fue la misma persona la que hizo el esgrafiado y el punteado y si las diferencias entre los dos textos hacen mejor el primero o el segundo. Siempre dijimos que había esas dos lecturas y aunque se centró mucho el asunto en ‘Sorioneku’, en realidad lo fundamental es ‘Sorion’ porque es una formación incuestionable, que es «buena fortuna». Y además tiene paralelos en latín, en griego… Alguno ha llegado a decir que no lo tenemos documentado hasta el siglo XVII, pero es que del siglo XVI tenemos 12 textos y de los siglos anteriores, cero. Eso no quiere decir que el término nazca en el siglo XVII, es que no está documentado hasta entonces, porque no hay documentos. La lengua vasca se dejó de escribir durante siglos.
-Eso es curioso.
No es curioso, es espectacular.
-¿Y por qué?
Es algo extraordinariamente espectacular que no sabemos por qué se produjo. La lengua se dejó de escribir y se mantuvo a nivel oral solamente.
-¿Y cómo se sabe que se mantuvo a nivel oral si no hay constancia escrita?
Porque se mantuvo la lengua. Seguro que evolucionó, pero la lengua estaba allí. En Navarra, a mi modo de ver, desde época protohistórica, desde el siglo I a.C. En lo que es Euskadi ahora, ahí sí que no tenemos ni idea.
Gracias por el ilustrativo estado de la cuestión.
Me parece inmensamente revelador que los primeros testimonios del ‘vascónico’ (en la acepción de Velaza 2023) se hayan producido justamente por medio de un signario ‘paleohispánico’. Esto desbarata un montón de estereotipos de la mitología de lo vasco y ha producido una reacción un tanto airada entre algunos feligreses.
Es una lástima que mi tocayo Joseba Gabilondo (Wikipedia) haya abandonado Twitter (tal vez marcando un camino que tengamos que seguir otros), pero por suerte hice una copia de dos tuits y todavía es posible reproducir las explicaciones de Borja trantando de calmar sus ánimos:
Copio la traducción del traductor neuronal:
Ahondaba Joseba en esta idea:
La traducción:
Borja le contestaba de esta sosegada manera:
Merece la pensa seguir el hilo de explicaciones de Borja. Por esas fechas se produjo esta respuesta mia a un comentario muy airado de un tal Eneko ZA. Ese día pensé que no vendría mal hacer un poco de pedagogía sobre el mundo vascónico y paleohispánico, tan alejado de los mitos que alimentan la etnografía vasca:
Sigo pensando que es buscar los cinco pies al gato. Todas las lenguas evolucionan en mayor o menor medida, y no por eso tenemos que estar sometiéndonos continuamente a la búsqueda de una denominación perfectamente exacta por cada tramo cronológico que se quiera sugerir según parámetros definidos arbitrariamente por cada investigador. El castellano tiene su fuente principal en el latín, y espontáneamente han surgido nombres distintivos desde este último, como “francés”, “catalán”, “gascón”, etc, que ayudan en las referencias sin tener que inventar otros nuevos, pero el griego clásico y sus descendientes no disponen de esa “mejora”, y nadie sufre un ictus por ello. Lo mismo que con “celta” y “céltico”. Basta con ponerle el apellido consiguiente cuando se requiera mayor exactitud o rigor. Un adjetivo como “lepóntico”, “galo”, “britónico”, o una era y/o localización aproximada.
En el caso del euskera nos es imposible jugar con una denominación original de su antecesor, porque no hay referencias antiguas, por eso hay que recurrir a conceptos geográficos, étnicos o a prefijos y adjetivos que acompañen a “euskera” o a “vasco”. Cualquiera puede valer si en las explicaciones queda claro lo que se quiere decir.
Pienso que tras este “tremendo dilema” subyacen prejuicios politiqueros que en cambio no afectan a otras lenguas. Bueno, perdón, ahí tenemos al catalán, al valenciano y al mallorquín, por no hablar del ibicenco, que son lenguas radicalmente distintas todas.
Sobre la etnicidad de los vascones de época romana, me parece interesante traer a este debate el análisis realizado por J. Velaza y F. Lloris Beltrán para mostrar la complejidad de esta cuestión. En un primer trabajo donde analizan las cecas vasconas (De etnias y monedas: las “cecas vasconas”, una revisión crítica : 2009) afirman lo siguiente:
“Así las cosas, nos inclinamos por considerar a los vascones como una etnia de formación reciente y composición multicultural de acuerdo con los testimonios literarios y lingüísticos disponibles, y por delimitar su territorio a partir de las noticias concordantes de las fuentes literarias, que señalan su presencia primero en…. se detectan elementos célticos, vascónicos y quizás ibéricos en concordancia con la onomástica personal atestiguada en época tardorrepublicana y altoimperial.”
Es decir, opinaban que la tribu vascona sería una formación artificial creada por Roma a partir de comunidades cultural e idiomáticamente diferentes: la celtibérica, la vascona y la ibérica, siendo la vascónica una más.
Sin embargo, Lloris Beltrán muestra cierta evolución de criterio, acercándose a la postura de que el idioma de la mayoría de las leyendas monetales vasconas es atribuible al vasconico (paleoeuskera) y como consecuencia, son de gran importancia y extensión. En una videoconferencia interesantísima en el 2021 expresó sobre las cecas vasconas las siguientes ideas:
«Encontramos una serie de cecas que van desde Bolskan hacia el oeste, cubriendo las Cinco Villas y Navarra, que tienen muchas similitudes. Entre ellas la de haber utilizado un tipo de variantes paleográficas que se apartan mucho de la escritura que están empleando las ciudades vecinas.”
«Tenemos un tercer espacio lingüísticamente que no es ni el ibérico, ni el celtibérico donde con seguridad hay otra lengua que llamamos vascónico, la que obliga a introducir signos nuevos. Por ejemplo, en el caso de “Bolskan”, que es una de las cecas que me parecen más interesantes de todo el conjunto, localizada en Huesca, siempre ha sido una notable dificultad pasar de Bolskan a Oska…..curiosamente en algunas monedas el primer signo no tiene forma de “bo”, sino que tiene forma de “o”,¿Y si resultara que ese signo peculiar “bo” no tuviera realmente esa resolución fonética y fuera realmente, por ejemplo, /ho/, con una aspiración que explicaría muy bien el paso de “Holska” a “Oska”?»
https://youtu.be/Ru0-c3J_ikc?si=P92sPtqfExKE3mlE
Como señala Orkeikelaur, la adscripción lingüística de la epigrafía monetal es de suma importancia ya que es plausible que muestre el idioma predominante del lugar. Todo indica hacia el vascónico, que abarcaba con cierta homogeneidad casi toda Navarra, Cinco Villas y la zona central de Huesca, con africadas (T), inesivos de lugar -n y aspiraciones encubiertas en el signario ibérico.
Si se mira con detenimiento la propuesta de F. Beltrán donde holska > oska, es tentador trasladar esta equivalencia a la marca “bon” que aparece en los reverso de las monedas de bolskan, sesars y iaka ubicadas en Huesca y Jacetania, al cual se le podría otorgar también un supuesto valor fonético /hon/ con aspiración. Desde esta propuesta se podría deducir que la marca “on” que aparece también en el reverso de las monedas, pero ya en zonas más occidentales (Cinco Villas y Navarra), era la misma marca que “hon” pero ya con pérdida de la aspiración inicial. Ello sería coherente con lo datado en la Mano de Irulegi de Navarra donde sori-(h)on carece de la “h”, y también con los nombres encontrados en las estelas de Soria “On-se” y “On-so”, ya en alfabeto latino, que supondría la identificación de un cambio dialectal en el vascónico al sur de los Pirineos.
Estoy de acuerdo en que hay relación entre bolśkan y Osca, entre la marca bon y on de las monedas, y entre el bon aquitano y el on soriano y de Irulegi (y también aquitano: ]mbeon[). Pero no veo tan claro lo de la aspiración a partir de una labial, otra cosa es que sea una aspiración adventicia producida tras la pérdida de la labial.
Entiendo que lo que propone F. Beltrán es que en la epigrafía de la zona media de la actual Huesca podría haber un signo «bo» con un valor fonético diferente al del ibérico por adpatación al vascónico con sonido /ho/. De esta forma se podría argumentar que la leyanda «Bolskan» realmente tendría una resolución fonética Holskan, y de esta manera se podría justificar fácilmente su evolución a «Oskan». Si ello es cierto, en mi opinión es trasladable al «bon» del reverso de las monedas de Sesars y Iaka, ya que están ubicadas en esa misma zona y se incluyen dentro de las cecas vascónicas. Ello supondría que tendrían una resolución fonética /hon/.
Un paralelo dentro de las cecas vasconas, que ofrece un diferente valor fonético entre un signo ibérico y un signo vascónico, sería la ceca de Arsaos. Esta incluye un signo “R” que representa el sonido /r/ cuyos paralelos tienen un diferente valor fonético /a/ en la epigrafía ibérica datados en el s. III a. C. Otro ejemplo es el signo de espiga de la ceca de Sesars con un valor /e/, el cual tiene un signo equivalente en el Plomo de Ensérune del s. III a C. pero con un valor diferente al /e/ no identificado.
Creo que también es muy interesante aportar la reciente declaración de Joaquín Gorrochategui sobre la Mano de Irulegi, el ibérico y el euskera en el recibimiento del premio Euskadi de investigación 2023:
“Es mucho más oscuro de lo que hubiéramos esperado. Se puede comparar su rareza y singularidad a un preciado fósil que sólo adquiere sentido, y a la vez también lo da, en la medida que se le asigna un lugar en el árbol filogenético. De igual modo, cuando el descubrimiento de nuevos textos o la intelección del ibérico, sin duda uno de los retos más grandes para el futuro, a cuya solución quizá la inteligencia artificial pueda ayudar. Digo que cuando estas circunstancias se den y permitan avanzar en la comprensión y posición lingüística de la Mano, será el momento en que la información que atesora ilumine en un sentido u otro la situación lingüística de Euskal Herria en la antigüedad.»
Sí, Eneko, cuando escuché su discurso quise entender que estaba dando una primicia desde la cautela militante del maestro, y que sólo traiciona en algunas grandes ocasiones.
Entre líneas se puede interpretar que, a falta de nuevos datos disponibles, cree que la de Irulegi no es aquitano sino una lengua a caballo del aquitano y el ibérico.
Eso decía Joaquin Gorrochategui en Euskadi Saria/2023; en noviembre del 2022 decía esto, en titular de Berria: «Ematen du hizkuntza asko aldatu dela, eta ematen du ez dela batere aldatu». (Hablando de la lengua de la Mano de Irulegi)
https://www.berria.eus/kultura/ematen-du-hizkuntza-asko-aldatu-dela-eta-ematen-du-ez-dela-batere-aldatu_220688_102.html
Me parece advertir mucho cambio en poco tiempo y no es la primera vez que da estos bandazos, creando mucha confusión.
Por supuesto, en todo proceso de investigación (como en el proceso de la vida misma) vamos cambiando, modificando, adecuándonos a los nuevos datos, y debe ser así. Pero es justo y necesario que los académicos, cuando hablan al público en plan magistral, y cuando van cambiado de valoración, lo expresen con honradez, con lealtad para con el público (en otro lugar, decía el mismo Gorrochategui que lo suyo es una cuestión de «servicio público». Pues eso).
No tengo título alguno para juzgar a tan cualificado académico. Solo expreso la opinión de un lector, bastante perdido en este «juego» (the joker !).
Creo que estas declaraciones de Joaquín tienen más miga de lo que parece. En mi opinión deja abiertas las dos posibilidades que Joan Ferrer ya mencionó en Fontes 2023:
1. “La lengua usada en la inscripción debería ser vascónica, que
identificaría a las variedades del continuo lingüístico vasco-aquitano al sur de los Pirineos (fig. 8; cf. Gorrochategui, 2020, pp. 7-8). Uno de los dialectos del continuo debería ser el protovasco, el ancestro directo del vasco común antiguo, que, a su vez, sería el ancestro común más reciente de los diferentes dialectos del vasco.”
2. “No obstante, si una lengua similar al protovasco reconstruido existiera y correspondiera, quizás, a alguna de las variantes aquitanas, entonces el vascónico podría ser otra rama lateral de la familia, como el ibérico, pero más cercana al vasco. En todo caso, parece prudente esperar a que se documenten más textos vascónicos para dar una respuesta sólida a esta cuestión.”
Lo que sí creo que deja entrever, y me parece muy relevante, es la importancia que toma el ibérico a partir de la aparición de la Mano para entender el euskera de la antigüedad, tanto si es la opción 1 como si es la opción 2.
Mirando las dos posibilidades, me cuesta explicar una tercera lengua no indoeuropea, junto al aquitano y al ibérico.
No tiene por qué ser una tercera lengua sino un antecesor del aquitano o una variante del antecesor del aquitano.
No sabemos cómo y en qué momento se origina el aquitano del I-III en Comenge en un contexto de ebullición multilingue.
En cualquier caso, una lengua diferenciada del ibérico.
Orkeikelaur, la cuestión de si “vascones” es un concepto lingüístico o geográfico (o por lo menos no-lingüístico), e incluso si existía tal etnia antes de la ceca, no es per se un casus belli. Hace algún tiempo, incluso ya siendo yo tardista, no le daba tanta importancia a este asunto. Pero es que me he ido dando cuenta de que si se concede de partida que “vascones” era un concepto lingüístico en la Antigüedad, básicamente correspondiente al euskera, porque sí, porque la misma palabra lo dice y porque es un axioma que no requiere demostración…, entonces, el 80% del marco mental para el participante medio en la discusión ya está hecho, y la visión estático-continuista de la historia del euskera tiene el 80% de la batalla ganada, incluso aunque al entrar en el menor detalle tenga que hacerse mil trampas en el solitario con las fuentes directas (epigrafía in situ). Da igual, al final lo que a la gente procesa son los titulares y las ideas más básicas…, como los etnónimos. Me di cuenta con el descubrimiento de la Mano de Irulegi. Fue producirse éste y de inmediato convertirse el debate mediático-social en la Casa de los Locos. Precisamente por dar por sentado que la equivalencia vascones = euskaldunak, que para nosotros es un axioma, lo era también para la gente de la Antigüedad.
Por otra parte, tú mismo has dicho que lo más lógico es que la ceca ba(r’)s’kunes sea celtibérica, con variante del signario también celtibérica, que por tanto fonéticamente sea ba(r)skunez, y que por tanto, según sabemos desde trabajos de Villar en los años 90, se trate de un ablativo de un tema en –n (igual que la ceca arsaoz es un ablativo de un tema en –o). Lo que dice cada moneda que contiene esta leyenda es: “(esta moneda viene) de Ba(r)skun-“, una ciudad, un punto en el mapa. El problema tiene más derivadas, porque la diferencia b- / w- no es muy común en cognados paleohispánicos, y cabe considerar la posibilidad de que sean dos cosas distintas. Pero me llama la atención que hay bastante gente (no sé si tú) que admite (a) que ba(r)skunez es un ablativo, y (b) la equivalencia formal de ba(r’)s’kunes y el etnónimo Vascones de las fuentes grecorromanas, pero arguye que semánticamente son dos cosas distintas. A ver, ¡las dos cosas a la vez, un ablativo singular (celtibérico) y un nominativo plural (celtibérico y/o latino), no puede ser! De manera que la única secuencia lógica para explicar los dos (repito, si se admite (a) y (b)) es que fuera en origen un ablativo singular celtibérico, y que los romanos interpretaran la leyenda (que sin duda entendían al mínimo contacto con los indígenas) como un nominativo plural, asignando la denominación a los habitantes de la franja territorial por la que fluían esas monedas, hablaran la lengua que hablaran. Ba(r)skun-, estuviera donde estuviera, todavía es sólo un punto en el mapa en las fechas de las primeras emisiones (ca. 150 a.C.). La ceca crea la etnia (artificial), mediante una carambola referencial, no al revés. Esto, además, sería congruente con el hecho de que en las fuentes más antiguas con posibilidad de mencionar a unos vascones caso de que ya existieran desde las 2ª Guerra Púnica (Polibio, Apiano, y todos los libros de Livio relativos a la 2ªGP y a todo el siglo II a.C.), no aparezcan ningunos vascones, y sí en cambio hasta 22 etnónimos en todo el cuadrante nororiental de la península. Lo último no es una prueba definitiva, pero sí un indicio adicional.
¿Atribuirías a la casualidad que la mitad de las emisiones de esa ceca Barskunes hayan aparecido en la Custodia de Viana, unas cincuenta sobre un total de cien?
No tengo solución al problema de dónde hay que localizar la ceca. Es una cuestión que tiene muchísimas décadas y que no vamos a resolver aquí. La identificación con el yacimiento de La Custodia tiene la ventaja que indicas, pero el inconveniente de que a ese yacimiento ya corresponde una ceca: u.a.r’.a.ko.s’ (con sufijo -ko típico de cecas beronas). Algunos autores insisten en la identificación y plantean la posibilidad de que sea la misma ceca, con nombres distintos en épocas o emisiones diferentes. No es usual pero algún paralelo hay, creo. No lo sé. Pero es que la localización es un problema irrelevante para la cuestión que hay que determinar: si el nombre ba(r’)s’kunes, esté donde esté, y sea celtibérico (ablativo) o ibérico (en -nes), está en el origen del tribónimo Vascones.
F. Beltrán menciona en el video del 2021 que aunque la interpretación tradicional de ba(r)skunes era céltica, en la actualidad se cree que ese final en -nes podría tener conexiones con formantes de antropónimos como Arra-nes, Argi-nes, que hace también factible la posibilidad de que pertenezca a una ceca de tipo vascónico.
No es exactamente así. No es…, hasta hace unos años todo quisqui pensaba que ba(r’)s’kunes era un ablativo celtibérico, pero hoy se considera más bien que lo que subyace es el vascónico -nes (5 veces en la Turma Salluitana, más el Amilio Odu-nets-i de Muez). Todavía hoy, en general, la mayoría de los paleohispanistas de una u otra lengua, celtiberólogos o iberistas, creo que darían más probabilidad bayesiana a que sea lo primero. El mismo Orkeikelaur lo ha hecho en este foro. El formante -nes sólo se documenta en antropónimos, no en topónimos.
Aun así, es cierto que también es concebible que tengamos el formante ibérico -nes en el nombre de la ceca. Descartable, no es. Pero es que, aunque fuera así, el problema del origen del tribónimo Vascones sería el mismo que con un ba(r)skunez celtibérico: ib. -nes es un formante aislable, no un plural (el ibérico probablemente no tenía número gramatical). Sólo los romanos lo habrían interpretado como tal, de estar en el origen del tribónimo Vascones. Dicho de otra manera, si se acepta que ba(r’)s’kunes (según esto, topónimo ibérico con formante -nes) es cognado del étnico posterior Vascones (éste es el quid de la cuestión), entonces tal identidad sólo se puede explicar mediante un reanálisis en la misma línea que el que he descrito para celtib. ba(r)skunez.
Tengo duda de si los formantes antroponímicos acabado en -nes se adscriben al Ibérico o al vasconico. Los únicos ejemplos que he hallado, quizás hay más, se limitan a los aparecidos en el bronce de Ascoli:
AGIRNES, ARRANES pertenecientes a los Segienses (zona vascona) y BELENNES ALBENNES pertenecientes a los suconsenses, próximos a la ciudad vascona de Alaun, aunque fuera del supuesto territorio de los vascones.
Si no hay testimonios del -nes en la zona mediterránea, se podría deducir que es un formante de tipo vascón, que recuerda al -ges de ENNEGES (bronce de Ascoli) y NARHUNGES (Lerga).
Orkeikelaur ha comentado en este blog que en su opinión el formante es -(g)es, con aspiración, en el caso de -ges, y sin aspiración, en el caso de -es.
Mikel, es cierto que pienso que ba(ŕ)śkunes o ba(r)skunez en transcripción celtibérica es muy probablemente un ablativo celtibérico, aunque no excluiría por completo la posibilidad de un elemento -es relacionado con el de Enneges. Y con menos probabilidad, no descarto que su base toponímica tenga algo que ver con el etnónimo, aunque no sé por qué vias. La que tú propones, reinterpretando el ablativo de la moneda como nominativo plural, es posible pero me cuesta de creer.
Sobre -nes, tiene razón Eneko en que es más vascónico (en el sentido de paleoeuskérico, entiendo) que ibérico, lengua en la que Untermann lo identifica solo en un par de nombres en los que creo que el formante es en realidad -taneś. Los demás ejemplos, más claros, de -taneś los leía Untermann -boneś, antes del descubrimiento de Ferrer, y de ahí que no acertara a ver esos otros dos -taneś (fragmentarios). En cambio, son varios los nombres de la TSall. en -nes, por lo cual efectivamente parecen más propios del ámbito vascónico que del ibérico. Lo más económico sería relacionar de algún modo -ges y -nes, y de hecho esas geminadas -nn- que aparecen en la mayoría de los finales en -nes me parece que apuntan más bien a finales de tema que a iniciales de sufijo. Creo que solo Agirnes cuesta de encajar con esta explicación.
Sobre la localización de la ceca, a mí fonéticamente la más viable me parece Azcona, aunque las formas medievales como Aizcona pueden ser una pequeña dificultad, quizás la sibilante original era palatal. Si la identificación con baśkunes es correcta, la nasal pertenecería a la raíz, lo cual excluiría ese para mí fantasmal -nes. En ese caso, -es o -ez podría ser tanto celtibérico como paleoeuskérico (¿relacionado con el instrumental vasco?), aunque más probable lo primero. Y la pérdida de la labial quizás se relacionaría con lo dicho por Eneko sobre la propuesta de Beltrán, aunque si hay relación con el etnónimo Vascones podría haber otra vía de explicación.
¿-nes “vascónico”, en el sentido de paleoeuskérico?
Veamos. -nes no aparece ni en aquitano ni en euskera histórico.
En cambio -nes, siempre en alfabeto latino, aparece en:
– Agir-nes, Arra-nes (segienses de la Turma Salluitana). En principio, Ejea de los Caballeros (si no es los Bañales, aunque en todo caso sería cercano, tampoco cambiaría la cuestión).
– Orden-nas (salluiense de la TSall). Se suele considerar una variante o mala transcripción de -nes. Dado que aparece en el espacio inicial, no en ninguna columna perteneciente a un pueblo concreto, en principio proviene de Salduie mismo.
– Belen-nes, Alben-nes (suconsenses de la TSall). Se admite que proceden de la ciudad (o alrededores) de Succosa, mencionada por Ptolomeo entre los ilergetes, y situada en algún lugar indeterminado entre Salduie e Ilerda.
– Aemilio Or[d]u-nets-i (el soldado de Muez, con fonética paleoeuskérica).
– Agirn[, en una inscripción de Artieda, datada por varios editores en el siglo I d.C. Parece que podría completarse Agirn[es], coincidiendo con el nombre del caballero segiense.
Es decir, que, dentro de la Turma Salluitana, de los 5 caballeros (o padres de caballeros) con nombre en -nes, tres quedan fuera de territorio segiense (no son vascones en ningún sentido), y dos dentro (fuera de la TSall, eso sí, hay dos -nes más en epigrafía romana en territorio vascón). Esto, suponiendo que Ejea de los Caballeros (o los Bañales) sea vascona, sólo porque Ptolomeo la clasifique como tal en el siglo II d.C. Para mí, la lengua que subyace a los antropónimos segienses no es el paleoeuskera, aunque comparta formantes (como, en general, el ibérico). Y además es que no muestran ningún indicio de aspiración ni africación final, como en Aquitania Hahanten, Belex…, o como el Ummesahar de Lerga, aunque también es cierto que no podemos saber cómo habría actuado un funcionario romano en Ascoli para reproducir estos rasgos, o siquiera si los reproduciría.
No parece que me hayas entendido, volveré intentarlo: para mí no existe -nes, o si existe sería como una rareza que solo se documenta en Agirnes y quizás Agirn[. Por lo tanto es normal que no aparezca en aquitano ni en vasco histórico. Lo que sí aparece en aquitano es -ges: Narhunges, y tal vez Ausages[, por cierto hijo de Agirn[, quizás Agirn[es], lo cual apoya relacionar los sufijos de ambos. Y ya ha comentado Eneko que pienso en -ges como posible variante de -es. Si -nes no se documenta como elemento onomástico en las más de dos mil inscripciones ibéricas, y aparece en cambio hasta 6 veces en el valle del Ebro, en algunos casos con seguridad en territorio vascón (Segia, Muez), y en tres de ellos con geminación, lo normal es pensar que en todos los casos tenemos temas en -n, representada (aunque no siempre) con geminación, ya que es fortis, y que por tanto deben pertenecer a una lengua que se caracterizaba no solo por la aspiración, sino también por la fortición final, como tú mismo has dicho alguna vez y como Gorrochategui ha recordado a menudo. La falta de aspiración puede tener diversas explicaciones, como la localización más próxima al ibérico o la pura casualidad. Seguramente buena parte de los nombres de los segienses son ibéricos, pero creo que pocos dudan de que Enneges tiene que ver con Eneko (y con Ennebon). Los nombres situados en territorio más propiamente ibérico, como Ordennas o Albennes, pueden ser tomados como indicio de zona de transición, que compartiría con el paleoeuskera la fortición final, y con el ibérico la falta de aspiración.
Ahora bien, ese sufijo -(g)es, bastante característico de la antroponimia ibero-vascónica del valle del Ebro, es cierto que no tiene una correspondencia clara en vasco histórico, salvo quizás el sufijo adjetival -z identificado por Lakarra por ejemplo en bortz, y que no lleva -e-. En cambio en ibérico está el -(e)s de algunas cecas, formando parte o no del complejo -(e)sken, iltiŕkes(ken), seteis(ken), ikales(ken), y cuya aparición en auśes en una inscripción ampuritana acompañando a un nombre personal llevó a Velaza a concluir que marcaba la origo, en este caso, ‘de Ausa’, Vic (según Ptolomeo, Ausone que implicaría *Auso en una inscripción latina). Curiosamente, Ausages[, si es Ausa-(g)es, parecería ser lo mismo que auś-es, pero sin pérdida de la vocal final en derivación.
En cuanto a las segmentaciones de los finales en -nes, Ordenn- puede relacionarse con ibérico oŕdin, Belenn- con belen-ku (Oceja), cuya aparición hace innecesario, además de injustificado, el bele(ś)-nes supuesto por Untermann. La segmentación Arra-nes se ha vuelto también prácticamente arbitraria, desde que Arran-es cuenta con el paralelo aŕam-taŕ-śu en Bolvir (recordemos que -m en ibérico no es la nasal labial como en celtibérico, sino probablemente una fortis de realización desconocida). Y la segmentación Ordun-ets me parece más probable que Ordu-nets, aunque es una impresión más subjetiva. No puedo decir mucho en cambio sobre Albennes.
Sobre el tema de la b- y la aspiración al que ha dedicado Eneko varios comentarios, y aunque aquí no se trata de una cuestión gráfica del signario ibérico, acabo de recordar que Gabikagojeazkoa relaciona Honthar con Bontar, lo cual me parece muy plausible.
O sea, lo que estáis diciendo Eneko y tú es…, todo aquello que no se atestigüe en ibérico tradicional, levantino, pero sí en el valle medio, medio/alto del Ebro, ya sea dentro de territorio vascónico o fuera de él, es “vascónico”, y como tal, como su propio nombre indica, “vasco”, es decir, euskérico.
El sufijo -ges es ciertamente parejo a -nes (que para mí sí es un formante, y en la enumeración anterior no he incluido el TSall. Nes-ille mencionado por Eneko, quizás como primer formante, entre los ilerdenses). Como con -nes, podemos hacer todo tipo de malabarismos, pero no se documenta ni en aquitano ni en euskera histórico. Aparece sufijado a Narhun- en Lerga, antropónimo con aspiración y con un correspondiente en aquit. Narhon-s-us, en Montsérié. ¿Cómo se puede explicar esto ? Quizás el territorio geográfico conocido por los romanos como vascón, más una franja más amplia del valle del Ebro era una lengua en que se mezclaban esa lengua antecesora del euskera histórico que tiene aspiración y africación final y una lengua parecida al ibérico y también al mencionado paleoeuskera, pero que no era ni una y otra, de manera que en esa zona de transición se formaban antropónimos híbridos de diversa índole, como Narhun-ges (base paleoeuskérica, sufijo -ges) u Or[d]u-nets-i (formantes ibéricos/iberoides, fonética paleuskérica).
Entre los segienses hay ciertamente un Enne-ges (padre de un caballero), cuyo primer formante parece corresponder al aquitano Enne- y al eusk. hist. ene, pero que no es un elemento ibérico. También parece estar en el nombre del pueblos de los Ennegenses. Como ya he dicho, hay que mirar a la generalidad de formantes y combinaciones (de los 18 antropónimos que atestiguan los 9 caballeros segienses, ¿cuál es el aire general y la media de correspondencias con apelativos o antropónimos del euskera histórico, en comparación con el aquitano?), y para mí este Enne- puede ser una excepción formada en la misma zona mixta. También hay un Elandus céltico entre los segienses. Y por otra parte es muy posible que el mismo formante también se encuentre en el Ena-sagin de los caballeros ilerdenses del mismo documento.
Labur…, de la antroponimia segiense nunca dijo Mitxelena: “es vasco a secas”.
Gorrotxategik eta Mikelek hasperena eta hitz amaierako afrikatuak euskararen bereizgarritzat jotzearekin lotuta, bitxitasun bat: euskal fonema bokalikoak bereizteko serie osoen artean ekonomikoena da hats hets hits hots huts
Uno de los grandes avances del iberismos es la identificación de los antropónimos que se cuantifican en 900 formas diferentes aproximadamente (Moncunill 2021).
El hecho de que el formante “-nes” sea exclusivo del valle medio norte del Ebro (4 nombres de la zonas vascona y 3 nombres de una zona adyacente a la vascona), junto a que entre el abundante corpus de los nombres propios ibéricos no existe ningún formante finalizado en -nes, sugiere que es un elemento específico de la onomástica del valle medio norte del Ebro.
Noemi Moncunill (2021) dice al respecto lo siguiente: “nes es, por ejemplo, uno de los formantes que más se repiten en el Bronce de Ascoli (cf.Nesille o Belennes) y que significativamente no aparece en la documentación paleohispánica.”
Respecto al argumento de que el formante -nes no aparece en el euskera histórico para argumentar su no relación con el paleovasco, se podría responder desde dos opciones:
1. El aquitano también tiene sufijos de nombre que no han llegado al Vasco Común Antiguo: -eia, -cir(r), -xsis… Por lo tanto, por comparación, no es un obstáculo insalvable.
2. Tener en cuenta la interesante propuesta de Orkeikelaur, que lo lee como un sufijo -”es / ez” (asociado al instrumental vasco). dando como resultado:
ARRAN(O)-ES
BELEN-ES
ALBEN-ES
ORDUN-ES
AGIR-N-ES (el único que no se justificaría claramente).
Ello permitiría unificarlo con el formante -ges, claramente paleovasco.
¿-ges claramente paleovasco? ¿En qué te basas? Para mí claramente paleovasco es Nescato, Cison, Andere, Sembe…
La estela de Lerga llama la atención por su fuerte indigenismo, que afecta a la totalidad de los nombres propios que contiene: UMME / SAHAR / NARHUNGES / ABISUNHAR y llama la atención también por su paleovasquidad, donde destaca su aspiración, el léxico transparente desde el euskera histórico en “umme” y “sahar”y la raíz onomástica “narhun-” que aparece el aquitano como “narhon”- en el aquitano, al igual que el final en -ar de “abisunhar”, que se reproduce en los aquitanos “Sennetari” y “Oscitaris”. Es decir, el conjunto onomástico refuerza el razonamiento de que todos los elementos que aparecen en los nombres propios sean paleoeuskaldunes, incluido el formante final -ges de «Narhunges».
No hay ningún razón para no dar por hecho que es aquitano, distinto del caso de Irulegi.
No se conoce el porqué de considerar vascónico a los dos casos, salvo por razones geográficas.
Si la MdI hubiera aparecido en un yacimiento ibérico, la inscripción se habría analizado como ibérica: Ferrer.
Aquí lo único claro es que en el triángulo norte de Soria, norte de Navarra y norte de Aragón hay algo peculiar a lo largo del tiempo relacionado con lo que también acontece en el norte de la cordillera y más vinculado con el levante que con la meseta.
La EHU acaba de sacar para libre descarga la versión digital de la tesis de Joaquín Gorrochategui, Onomástica Indígena de Aquitania.
No era fácil de conseguir en el formato original o medianamente decente sin dejarte las pestañas.
Gracias. 🙂
Las consideraciones vertidas por Paloma [29/11/2024, a las 22:03: “El término vascónico no sería tan ambiguo si se entiende que los vascones originalmente fueron una etnia al oeste del Cinca y norte del Ebro que cedió posiciones al sur por el empuje celtibérico”] y por Xabier [06/12/2024, a las 08:38: “Aquí lo único claro es que en el triángulo norte de Soria, norte de Navarra y norte de Aragón hay algo peculiar a lo largo del tiempo” me han animado a recuperar el pulso del blog con la intención de contribuir en la medida de mis posibilidades al mejor conocimiento posible del pasado euskaldún, circunstancia que me impone rememorar algunas de las ideas que he vertido con anterioridad sobre las condiciones ecogeográficas y las dinámicas históricas que acompasaron el devenir de dichas gentes.
En nuestra opinión, el espacio máximo de supervivencia se ajustaba al formidable triángulo que prefiguran en el nordeste peninsular tres factores de diferente naturaleza: el espinazo del Pirineo -desde el cabo Higuer hasta el Parque Nacional de Ordesa-, el curso del río Oria (prolongado idealmente hasta la Tierra de Yanguas a través de la Sierra de Urbasa) y la diagonal imaginaria que enlaza las cumbres de la Ibérica con el nacedero del Cinca.
Dado que la mayor parte de los concurrentes de este blog conocen bien dicho escenario, me limitaré a destacar aquellos aspectos que considero más relevantes y operativos: por un lado, la potencia y entidad del factor montano, bien representado por los sistemas ibérico y pirenaico; por otro lado, la envergadura y dispersión del componente llanero, generado por el relativo encajamiento del curso del Ebro, y, finalmente, la complejidad y variedad de los ambientes serranos que, de norte a sur, se despliegan desde el Cantábrico guipuzcoano hasta el corazón de la Ibérica.
A niveles más ajustados, cabe rememorar tres aspectos contextuales más de dispar entidad: en primer término, la extrema aproximación de las Cordilleras Cantábrica e Ibérica en el portillo del Alto Ebro; en segundo lugar, el disciplinado alineamiento de gran parte de los valles y cursos de agua en torno al Ebro, aunque sin olvidar los que en la Navarra noroccidental y el País Vasco actual vierten aguas al Cantábrico; finalmente, el muy parecido diseño que adoptan las vertientes montanas que se miran en el gran valle, aunque configuradas por perfiles latitudinales harto diferentes entre sí: las Tierras Altas, complejas, frías y boscosas; las Tierras Medias, templadas, encajadas y diversificadas, y las Tierras Bajas, cálidas, llanas y cerealícolas.
Las problemáticas históricas abordadas con anterioridad hacen explicita alusión a tres aspectos concretos: el poblamiento, la socio-economía y la lengua de tales gentes. Así, he descrito con algún pormenor cómo accedieron sucesivamente al escenario en cuestión gentes de procedencia y catadura bien dispar: bandas de cazadores-recolectores paleolítico-mesolíticos; grupos neolíticos procedentes del Próximo Oriente, que he caracterizado como iberos; colectivos indoeuropeos que penetraron por los corredores marítimos de la barrera pirenaica y, en última instancia, los imperialistas romanos, que desembarcaron en Ampurias apenas dos centurias antes del nacimiento de Cristo.
Hola,
No denominaría Próximo Oriente, sino Antiguo Próximo Oriente que es cosa distinta y más precisa para relacionar con los íberos.
De una u otra manera todas estas gentes dejaron huella de su paso. Los cazadores-recolectores, fuertemente condicionados por la movilidad de los animales y por la variación estacional de los productos de recolección, recorrieron sin descanso dicho escenario saltando de cueva en cueva y de abrigo en abrigo en régimen de propiedad colectiva, es decir, sin interferencias significativas respecto de la circulación por el espacio y de la captación de sus recursos.
En su condición de neolíticos, los iberos tuvieron que adaptarse desde el 5.000 a. C. a las exigencias que imponían a los animales y a las plantas las condiciones edafológicas y medioambientales, al tiempo que tomaban nota de que las Tierras Altas incentivaban la práctica ganadera en tanto que las Tierras Medias y las Tierras Bajas favorecían la actividad agrícola. En un tiempo prudencial, el trajín adaptativo dejó paso con gran naturalidad -tanto en los altos como en los bajos- a la adopción de un régimen de supervivencia más relajado, sustentado en la familia extensa o linaje, en la propiedad comunal y en la actividad agroganadera, modalidad de economía extensiva que primaba una de las dos actividades pero sin desdeñar la contribución de la alterna.
Cuando hacia el tres mil a. C. el modelo cobró cuerpo, los iberos neolíticos comenzaron a promover productos culturales altamente expresivos de la naturaleza y las oportunidades que brindaban sus respectivos escenarios de supervivencia: los megalitos en los altos montanos y los campos de hoyos en los bajos llaneros. Y dieron, además, refinadas muestras de inteligencia durante el II milenio anterior a nuestra era culminando el proceso de ajuste al espacio mediante la configuración de una modalidad nueva de organización social –la etnia aborigen-, ideada con la finalidad de corregir por vía colaborativa las carencias específicas de sus respectivas economías particulares. Así, los pastores de las Tierras Altas, acuciados por la necesidad, trabaron contacto por vía de reciprocidad y de parentesco con los cerealícultores de las Tierras Medias y Bajas, dando lugar a colectividades nativas de apoyo mutuo más de mil años antes de que los colonialistas romanos avistaran el gran surco vallejero del río Ebro.
Estoy completamente de acuerdo en empezar a utilizar el materialismo histórico para hablar del euskera en La Rioja. Esa lengua que aparece desde siempre en lo que hoy llamamos Rioja, da igual en qué época, y siempre con una asociación hacia lugares aislados, acaba siempre explicándose por una expansión desde el norte cuyo origen es un acontecimiento histórico puntual. Lo cual, a mi entender, es pueril.
Tenemos, en la Rioja Baja, en el área vacona podríamos decir, donde aparecen las estelas antiguas, centenares de topónimos (actuales y medievales) vasco-ibéricos. Considerar que son fenómenos inconexos no debería ser, en mi opinión, la primera opción.
Mi insistencia en relacionarlo con el bretón, el griko y el brahui es porque, al igual que ellos, existe siempre el debate de si es «original» o vino del área principal en un momento más o menos cercano. Mirándonos en esos espejos: ¿cuándo empezó el sur del Ebro («Rioja») a tener contacto con el norte? Vemos a los autrigones relacionados con los berones en ambas orillas del río, y los primeros asentados desde la Demanda hasta Ayala y la ría de Bilbao, y a los vascones desde Tierras Altas hasta el Pirineo. Vemos una relación entre la onomástica céltica y latina entre la Llanada y la Rioja en la antigüedad. Vemos en la tardoantigüedad una relación estrechísima entre los eremitas de Álava (Félix, Prudencio) y el sur del Ebro. Incluso en el periodo musulmán se ven las relaciones norte-sur en occidente a través del ducado cántabro y en el oriente a través de los Banu Qasi. Ya en épocas más próximas, la relación es continua y la presencia de topónimos vasco-ibéricos aparece desde la primera documentación. Siendo un fenómeno que se ha considerado incluso aislado al Alto Oja, aunque es mucho más evidente en la toponimia actual en el Alto Oja, Alto Tirón y Alto Arlanzón, históricamente ha sido mucho más generalizado (no hay más que ojear el «Libro de la Montería» o el «Catastro de Ensenada», como nos recuerda el primer historiador riojano Fray Mateo Anguiano en el siglo XVIII en su «Compendio historial de la provincia de La Rioja»).
Paralelos a esa confusión en el término «vascónico» y su significado concreto en la antigüedad, los vamos a seguir teniendo durante toda nuestra historia: vascongado, vizcaíno, vasco,… Traigo aquí a colación el término «nación vizcaína» y cito el trabajo «La ‘nación de Vizcaya’ en las Universidades de Castilla ss. XVI-XVIII» de Pedro Bezares.
https://www.academia.edu/51621455/La_naci%C3%B3n_de_Vizcaya_en_la_Universidades_de_Castilla_ss_XVI_XVIII.
¿Cuál es el significado lingüístico, étnico, político…? (Un buen número son riojanos). Sirva también para recordar la falta de memoria histórica que ha tenido la Edad Contemporánea en su afán de acabar con la tradición, incluso por parte del nacionalismo vasco que la quiso un dia llevar por bandera.
«Venía en el coche, como después se supo, una señora vizcaína que iba a Sevilla, donde estaba su marido, que pasaba a las Indias con un muy hermoso cargo”.
Así nos cuenta Cervantes el comienzo de la pendencia entre Don Quijote y el hidalgo Vizcaíno don Sancho de Azpeitia; pelea de ficción que una vez fue comentada en el Congreso de los Diputados y que se extiende entre el capítulo VIII y IX de la famosa novela. Efectivamente, durante el siglo de oro a los vascos actuales se les denominaba vizcaínos. Con diptongo?
No insistiré en la caracterización de la etnia aborigen. Lo hice en su momento y la Antropología histórica está atiborrada de ejemplos. Aunque no le perderé la pista, me interesa mucho más por el momento auparme a los altos y visualizar cómo se arreglaban los linajes pastoriles para solucionar uno de sus problemas capitales: conferir prestancia y estabilidad a la propiedad comunal.
Recurrentes aproximaciones a la localización de los megalitos parecen haber suscitado cierto consenso entre los expertos sobre algunas de sus características principales: omnipresencia en los ambientes montanos, posición eminente en el paisaje, estrecha vinculación al pastoreo y diferente prorrateo espacio-temporal según se trate de formatos de primera -dólmenes, menhires y túmulos, los más antiguos- o de segunda generación: cromlechs, los más modernos.
La eminencia ecogeográfica de no pocos de los conjuntos pétreos de primera generación no fue realmente otra cosa -a nuestro parecer- que el producto resultante de la fórmula que aplicaron los colectivos pastoriles para notificar a la generalidad de los concurrentes -propios y extraños, cercanos y lejanos- que los pastizales anejos se encontraban privatizados. La mera presencia de los ortostatos certificaba la propiedad de hecho y la envergadura de éstos y la existencia de enterramientos garantizaban la propiedad de derecho. En efecto, el empaque del conjunto ciclópeo informaba eficientemente a cualquier malintencionado sobre la entidad, el rango y la capacidad organizativa del colectivo humano que le había levantado. Y la potencia de dicha agrupación y la insidiosa e incansable vigilia de los difuntos hacían saber que la defensa de los pastizales era irrenunciable e imprescriptible. Propiedad comunal, pues, al completo: primero, de hecho, y, después, de derecho.
Respecto de la omnipresencia de los megalitos, es de reconocer que recubren la generalidad de los ambientes montanos del norte peninsular, aunque no en igual cuantía por todas partes. Y, si bien es previsible que su número vaya a experimentar un cierto crecimiento por todas partes en el futuro inmediato, va a resultar realmente difícil que ninguno de las territorios que integran el espacio que concita nuestra atención llegue a aproximarse a la extrema densidad que ha alcanzado en la actualidad el territorio integrado en la Comunidad Autónoma de Navarra. A decir verdad, la concurrencia de conjuntos ciclópeos en su seno es tan apabullante en comparación con la de los espacios circunvecinos que no puede por menos que inducir la idea de que el segmento montano cispirenaico occidental no era otra cosa que una auténtica potencia ganadera, pastoril, a comienzos del primer milenio anterior a nuestra era.
Intramural child burials in Iron Age Navarra:How ancient DNA can contribute to household archaeology-Luka Papac (2.023)
Creo que ya os hablé de este trabajo pero puede ser interesante volver a comentarlo porque es la mejor aproximación que tenemos sobre quienes eran los vascones en la edad del Hierro. Se analizaron los yacimientos de Las Eretas (Berbinzana), El Castejón (Bargota) y Alto de la Cruz (Cortes) y se obtuvieron 21 genomas masculinos (20 R1b-P312 y solamente un I2a1a-M26). Además, en las excavaciones aqueologicas de las Eretas se encontró un as de la ceca barskunes. Estamos por tanto en presencia de los vascones que probablemente escribieron la mano de Irulegui, aunque las dataciones de los yacimientos son algo anteriores-Siglos VIII, VII y VI antes de Cristo por lo cual no se pueden descartar movimientos de población desde Aquitania a finales de la edad del Hierro (siglo I AC)
1-Nuestros antepasados de la edad del hierro eran geneticamente indistinguibles de los pueblos ibéricos analizados. Tenemos genomas de Indiketes, Ilerkavones, Layetanos y Cantabros (yacimiento de Monte Bernorio)y todos ellos son R1b-P312 con muy parecidos porcentajes de componentes autosómicos. En todos los yacimientos analizados se han encontrado textos en lengua ibérica (excepto en Monte Bernorio).
2-La costumbre de enterrar a los recién nacidos bajo el suelo de las casas era una costumbre común a todos los pueblos ibéricos y también común en los vascones.
3-Identidad genética y ciertas costumbres culturales idénticas, aunque parece que la mano de Irulegui no está escrita en íbero, ni proto-vasco ni aquitano sino en una lengua que parece emparentada con estas lenguas y también con el euzkera. Hay que tener en cuenta que los genomas vascones analizados NO tienen un origen reciente (edad del Bronce o comienzos de la edad del Hierro) sino que esos linajes masculinos llevaban en Iberia ya 2.500 años
4-Es de suponer que él «ibero común» evolucionó desde el calcolitico (2.500 AC) que es cuando entró R1b-P312 en la península con la cultura campaniforme. Por tanto, la evolución del lenguaje en Iberia durante 2.500 años produjo diferentes dialectos del ibero según las regiones, Cataluña, Valencia, Andalucia y Pirineos (desde Navarra a Gerona).
5-Donde situar al euzkera en este rompecabezas?-Yo creo que desciende también de ese «ibero común». La distancia entre lenguas es trabajo de lingüistas, y 2.500 años son suficientes años para que los hablantes de dos lenguas emparentadas no se entiendan. Probablemente un vascón de Irulegui no se entendería con un ibero de Ilerkavonia pero ciertamente existirian muchas palabras compartidas (númerales, dioses, nombres de personas etc……)
6-Y donde se hablaba el euzkera?-En la actual Vasconia y la Rioja estaban los celtíberos y su lengua Indoeuropea. Tenemos genomas del poblado de la Hoya (Alava) y son I2a-M438. Podría ser la Jacetania porque hay que tener en cuenta la similitud linguistica entre Iacetanos y aquitanos.
7-Otra pista podría ser la Turma Salluitana (Salduie-Zaragoza) porque las unidades militares romanas se reclutaban integramente en una tribu o pueblo determinado y aqui encontramos jinetes de Ilerda (ya romanizados), Segia, Salduie e Ilurcis si mal no recuerdo. A quien os recuerdan los nombres de Suisetarten, Bilustibas, Ordumeles, Umarbeles etc…..
Hace tiempo que quería hacerte un par de preguntas, Gaska. La primera es en torno al componente autosómico del ADN del Homo Aldaietensis, para ir cerrando cuestiones, vaya: ¿No hay resultados?
Y la segunda: ¿cómo puede ser que los pastores neolíticos de Mandubi Zelaia o Jentillarri sean I2a, es decir, descendientes de un linaje paleolítico de cazadores-recolectores, y lo mismo los celtas-berones de La Hoya de la Edad del Hierro descendientes de una gente indoeuropea que entró en Iberia con los Campos de Urnas?
Hola Imanol, te refieres a los genomas de Aldaieta? si es así, el problema que tenemos es que los estudios son muy antiguos y solamente informan de marcadores uniparentales (masculinos y femeninos), pero entonces (2005) no se tenía la tecnología que existe hoy día para investigar los componentes autosómicos, asi que hasta que alguien decida volver a analizar las muestras no sabremos nada.
El marcador I2a-M438 se ha documentado en Europa desde el paleolitico y es por tanto un linaje típico de los cazadores recolectores occidentales (WHG)
Los genomas de los dólmenes de Jentillarri y Mandubi-Zelaia son I2a1b/1b-M438>M223>Y3259>Y6098>S23680>PF692
que es un linaje muy extendido por toda la península ibérica-Las Yurdinas, Galls Carboners, Les Llometes, El Mirador, Cueva Verdelha, necrópolis de los Algarbes, Can Martorell, dolmen del Arroyal etc………..Es decir, los guipuzcoanos del 3.200 AC, descendian directamente de los Iberian Hunter Gatherers.
El genoma del celtibero de la Hoya también es de origen ibérico
I2a1a/1a1-L158>Z2049
El único genoma vascón que tenemos que no es R1b-P312
CRU012 (697 BCE)-Alto de la Cruz, Cortes, Navarra-I2a1a/1a-CTS595>M26-L158
Es decir, tanto el vascón como el celtíbero pertenecen al mismo linaje masculino, que además lleva en Iberia desde el calcolitico
MON036 (2.775 BCE)-Valencina de la Concepción, Sevilla, Iberia-I2a1a/1a-P37>CTS595>L158
Esto significa que cuando entraron los celtíberos en Iberia probablemente con la cultura de los campos de urnas a finales del Bronce y se establecieron en el valle del Ebro trajeron marcadores centroeuropeos, PERO se mezclaron con poblaciones locales que llevaban milenios en Iberia, por eso tanto el celtibero como el vascón tienen un marcador compartido. La diferencia entre ambos solamente puede detectarse o bien por su marcador mitocondrial (que en el caso del celtibero puede ser centroeuropeo) o por su composición autosómica que en el caso del celtibero al igual que sus parientes centroeuropeos tiene mas componente Yamnaya (estepas) que WHG (cazadores recolectores europeos) y EEF (early european farmers).
De todas formas, necesitamos muchos mas genomas para saber cual es el origen geográfico exacto de los celtíberos.
Espero haberme explicado, un saludo
Convincente.
¿Qué opinión merece la posibilidad de procedencia de la Iberia oriental o, alternativamente, de los sumerios que a su vez vendrían del Caucaso, como origen de los íberos peninsulares del campaniforme?
¿Existen datos genéticos que permitan comparar a íberos del Oriente y/o sumarios con nuestros íberos peninsulares?
¿Existen datos lingüísticos que permitan comparar la lengua de los íberos del Oriente y/o sumarios con nuestra lengua íbera peninsular?
Claro que esta cuestión estaría en el tejado de los lingüistas. No sé si Orkeikelaur podría comentar algo.
No conozco ningún resultado mínimamente útil de la comparación con el sumerio o con otras lenguas de esa zona. Por supuesto, hay rasgos compartidos, como la ergatividad, que son coincidencias puramente tipológicas, no genéticas. Cualquiera que busque en un vocabulario sumerio encontrará sin duda alguna coincidencia llamativa con el ibérico o con el vasco, pero nada que pueda demostrarse como no casual o que permita aplicar los métodos de la lingüística histórico-comparativa, al menos hoy por hoy.
Hola Paloma, convincente te refieres a mi comentario? La genética está ayudando a la comprensión de la difusión de las lenguas pero todavía hay muchos problemas que solucionar.
Por ejemplo, la inmensa mayoría de arqueólogos, lingüistas y genetistas piensan que dado que las sociedades prehistóricas eran patriarcales, la transmisión del lenguaje solamente se podría producir por linea masculina, dado que la exogamia (que también era una práctica universalmente extendida para evitar consanguinidad etc) no servía para que las madres transmitieran su lengua a sus hijos. De esta manera, llevamos 20 años rastreando el origen de los linajes masculinos para intentar saber cual es el origen de un determinado lenguaje.
Aqui aparece Gimbutas y su teoria de los Kurganes, es decir la estepa Póntica es el origen de todas las lenguas indoeuropeas. Los vascos y españoles (junto a irlandeses, y británicos) tenemos los porcentajes mas altos del mundo del marcador R1b-P312>DF27 (>90% en Euzkadi y aprox 70% en Castilla, Cataluña, Andalucia etc). Por otra parte, los iberos y tartesios eran 100% R1b-P312>DF27, y los etruscos 75%-R1b-P312>U152 (linaje hermano del nuestro) y es entonces cuando saltan las alarmas por la incoherencia de los resultados genéticos.
Es decir, como es posible que si el padre de P312, es decir R1b-M269 se originó en las estepas rusas (4.500 AC) sus descendientes en europa occidental (etruscos, iberos, tartesios, aquitanos, occitanos del sur, raetios y vascones) hablaran lenguas NO-Indoeuropeas en la edad del Hierro?
Esto solamente se puede explicar
1-Los descendientes de los pastores esteparios cuando llegaron a europa occidental y entraron en Iberia perdieron su lengua materna (por las circunstancias que fueran, por ejemplo, la teoría de la exogamia no habría funcionado en Iberia) y adoptaron lenguas neoliticas nativas, entonces tanto el ibero como el vasco,el tartesio etrusco etc serían lenguas que llegaron de Anatolia con los primeros granjeros en el neolitico (6.000-5.000 AC).
2-Gimbutas estaba equivocada y en las estepasPónticas no se hablaba indoeuropeo sino algún idioma Ibero-Vasco (aquí aparecería Venemann, que Joseba ha citado en su introducción) de manera que cuando cruzaron los Pirineos los R1b-P312 continuaron hablando la lengua NO-Indoeuropea que se hablaba en las estepas.
3-Que no exista en realidad continuidad genética. Esto es mas complicado de entender, en realidad los marcadores R1b que se han encontrado en la cultura Yamnaya son parientes mas o menos cercanos de R1b-L151>P312, es decir R1b-Z2103, R1b-V1636, R1b-M73, además de I2a-L699 etc.. Harvard y Max Planck, todavía no han encontrado L151 (el padre de P312) en las estepas entonces cabe la remota posibilidad (aqui estoy yo solo, practicamente contra todo el mundo, es decir, podrías considerarme un chalado) de que R1b-L151 no estuviera en las estepas sino en el norte-centro de Europa (Báltico) y dado que al fin y al cabo su tatarabuelo R1b-L754 se ha encontrado en un yacimiento de la cultura epigravetiense en el norte de Italia y era un típico cazador recolector occidental (WHG), la rama L151 y P312 de los descendientes de este señor (a diferencia de sus parientes esteparios) hablarían la lengua de los WHG, es decir el ibero, vascónico etc no sería lenguas que entraron en Iberia en el calcolitico ni en el neolitico sino que serían lenguas ibéricas de origen paleolitico o mesolítico.
Respecto a los iberos del oriente, supongo te refieres a la Iberia Caucásica, geneticamente no tienen absolutamente nada que ver con nosotros, es decir los vascos (ni los españoles ni los europeos occidentales en general) tenemos nuestro origen al sur del Caucaso. Pero podría ser que si la cultura Yamnaya (norte del Caucaso) hablaba una lengua NO-Indoeuropea, entonces podría ser que el ibero-vasco llegara directamente de las estepas ruso-ucranianas.
Los iberos de la cultura campaniforme eran I2a-M438 y R1b-P312. El primer hombre P312 en Iberia (2.434 AC) lo publicó Iñigo Olalde hace 4-5 años y está en el yacimiento campaniforme del Hundido, Monasterio de Rodilla (Burgos) donde se descubrió el tipico ajuar que acompaña a las sepulturas campaniformes ibéricas, incluyendo cerámica de estilo Ciempozuelos que es exclusiva de la peninsula ibérica. Asi que el origen de los iberos campaniformes no es Sumaeria, ni el sur del Caucaso, sino que podría estar o bien en la Estepa Póntica o en el centro de Europa. En todo caso, parece claro que P312 tampoco es nativo de Iberia (la nuestra).
Buf, no se si me habré explicado o si te he soltado un rollo de morirte.
Un saludo
Sí, Gaska, me pareció convincente tu comentario.
¿Un rollo?, todo lo contrario, claro y estructurado, se agradece tu generosa explicación.
Un saludo
Para hacernos una idea rápida y precisa sobre la envergadura del patrimonio megalítico navarro apuntada líneas arriba, basta con activar el motor de localización de megalitos de Google Earth Pro. Números arriba o abajo, el patrimonio que dicho ingenio informático contabiliza a día de hoy en el seno de la Comunidad Foral de Navarra asciende a 1010 unidades, de las cuales 819 son de primera generación (426, dólmenes, 291 túmulos y 102 menhires) y 191 de segunda generación (cromlechs).
Se reparten de manera relativamente equitativa por el espacio montano de la vertiente de aguas al Cantábrico (451 unidades: 170 dólmenes, 88 túmulos, 62 menhires y 131 cromlechs) y de aguas al Ebro (559 unidades: 256 dólmenes, 203 túmulos, 40 menhires y 60 cromlechs). Cabe, de paso, subrayar -por las implicaciones históricas que pueda comportar- que, mientras los megalitos de primera generación se dispersan de forma relativamente indiscriminada por la generalidad del espacio montano, los de segunda o cromlechs se ajustan, más bien, a los tramos medio-altos de los valles que miran al Ebro o al Cantábrico.
Si la superficie de la Comunidad Foral de Navarra supera ligeramente los 10.000 kms2 y el segmento propiamente llanero -por lo general carente de monumentos líticos- asciende a poco más de 4.000 kms2, tendremos que el millar de megalitos contabilizados por el programa informático de referencia se dispersan por los 6.000 kms2 montanos restantes, circunstancia que arroja densidades inalcanzables para cualquier otra entidad geopolítica del norte peninsular. Aun aceptando que todavía no están todos los que son, no parece fuera de lugar concluir que el patrimonio megalítico de la Comunidad Foral de Navarra supera largamente la totalidad de los artefactos de dicha naturaleza que registran conjuntamente en la actualidad las convecinas Comunidades Autónomas de Aragón y del País Vasco. Se trata de un hecho verdaderamente relevante, al que parece obligado darle una explicación eficiente e intentar sacarle el jugo histórico que contiene.
Antes de proseguir este análisis, cabe activar algunas de las restantes ideas que he vertido en este blog: ‘EBZeko tupina’. LA OLLA DEL EUSKERA. Cantaber: 14/09/2024, a las 18:58, y Cantaber: 16/09/2024, a las 08:52.
• El territorio en cuestión fue colonizado por inmigrantes iberos desde el 5500 a. C. y la neolitización se concretó a la manera de una mancha de aceite, afectando tanto al espinazo pirenaico como a sus vertientes. Por lo general, el contacto con los aborígenes llaneros fue benévolo, aunque no tanto con los cazadores-recolectores montanos, pues la presencia de rebaños incrementó las rapiñas.
• Los iberos se adaptaron a los condiciones de la zona dando vida a una economía extensiva de dominancia ganadera en los altos pirenaicos y de dominancia agrícola en los ambientes vallejeros del Garona y del Ebro. La gestión corrió a cargo del “linaje agroganadero”, colectivo de emparentados arcaicos que atendía las necesidades alimentarias ya con sobredominio de la agricultura, ya de la ganadería, circunstancia que no excluía la alterna, que. sin embargo. quedaba en posición subsidiaria.
• La adaptación al medio, habitual entre los humanos, afectó de tal manera a la lengua de los iberos neolíticos que dos milenios después la dominancia ganadera había deparado en el espinazo pirenaico una variante con personalidad propia, el “euskara”, y la dominancia agrícola, dos modalidades diferenciadas en las vertientes: el “aquitano” al norte y el “ibero cantabriense” al sur.
• La solución de las carencias que deparaba la especialización económica impuso desde el segundo milenio la creación por vía de pacto y de parentesco de una modalidad nueva de organización de la supervivencia, la “etnia aborigen”. Los pirenaicos y los cantabrienses aunaron intereses en el espacio que media entre la línea de cumbres del Pirineo, el curso del Ebro, la Cordillera Ibérica y el “Aragus flumen”.
• En plena expansión de las etnias, penetró en el valle del Ebro la segunda oleada de inmigrantes foráneos, integrada en esta oportunidad por colectivos indoeuropeos. Accedieron en dos fases: la más antigua por el corredor atlántico y la más reciente por el borde mediterráneo. La primera afectó a la “etnia aborigen” que centra nuestra atención por dos flancos, el occidental y el meridional, aunque de manera relativamente colateral.
La inusitada concentración de megalitos que hemos detectado en Navarra a uno y otro lado de la divisoria de aguas -que inevitablemente evoca la existencia de miles de animales-, se alza como la pista fundamental que da sentido y razón a la configuración de una “etnia aborigen” entre los euskaldunes de los altos y los iberos cantabrienses de los bajos, pues aquéllos no solo necesitaban espacios adecuados para garantizar la invernada de sus rebaños sino un acceso fiable a los cereales, aspecto este último que difícilmente podía cubrir con eficiencia el andén oceánico.
A tenor de lo que sabemos sobre el comportamiento de los primitivos actuales en circunstancias de similar tenor, no parece fuera de lugar atribuir a dicha “etnia aborigen” la promoción por vía de pacto de una variada serie de concertaciones reciprocitarias en cuestiones de economía, de defensa mutua, de gestión de matrimonios y de reciclaje de excedentarios, especialmente de los jóvenes que periódicamente sobraban en un espacio tan apretado como concurrido.
A nuestro parecer, mientras pervivió como tal -es decir, hasta finales de la Edad del Bronce-, la “etnia aborigen” de referencia puso en práctica dos modalidades de segmentación para gestionar la problemática demográfica: una grupal -hacia el Pirineo centro-oriental y las Tierras Altas de Soria- y otra individual, bien por vía de mercenariato o de implicación en el ver sacrum, bien por desalojo hacia los espacios cerealícolas de las tierras medias y bajas. La primera de las dos modalidades comportaba una auténtica expansión territorial por vía de trashumancia sin retorno, jalonada en esta fase expansiva por un reguero de megalitos.
No tenemos la más mínima restricción en proponer la vertiente meridional del Pirineo occidental, a uno y otro lado de la divisoria de aguas entre el Cantábrico y el Ebro, como el espacio de supervivencia inmemorial -la Urhreimat peninsular- de los euskaldunes, ni de considerar una auténtica Edad de Oro la fase de segmentación demográfica de dichas gentes por vía pastoril hacia los parajes localizados a oriente del Somport y hacia las Tierras Altas de Soria.
Imanol
Este trabajo también es interesante porque publica genomas de la Hispania Visigoda y Medieval en Treviño. Por las dataciones creo
podrían servir como referencia al yacimiento de Aldaieta
Five centuries of consanguinity, isolation, health, and conflict in Las Gobas: A Northern Medieval Iberian necropolis-Ricardo Rodríguez-Varela (2.024)-
*lDO037 (610 DC)-Las Gobas, ind1-R1b1a/1b1a/1a2-P312-mtDNA-H5g
*IDO062 (610 DC)-Las Gobas, 28-R1b1a/1b1a/1a2a-DF27-mtDNA-H5g
*IDO057 (610 DC)-Las Gobas, 22-R1b-DF27>Z198>Z262-mtDNA-H5g
*IDO060 (610 DC)-Gobas, nº34-R1b-DF27>M153-mtDNA-H1q
*IDO039 (641 DC)-Las Gobas, ind26-R1b-L21-mtDNA-U5a1/a1
*IDO066 (641 DC)-Las Gobas, ind35-R1b-P312-mtDNA-U5a2/b3a
Es decir, como siempre R1b-P312, en diferentes variantes DF27 (tipicamente iberico) y L21 (que podría ser francés).
Distancias genéticas con poblaciones contemporáneas
-Distance to Las Gobas Ido039
0.02024927-Spanish_Castilla_La Mancha
0.02076283-Spanish_Valencia
0.02103141-Spanish_Andalucia
0.02103794-Spanish_Cantabria
Distance to Las Gobas Ido066
0.02917120-Basque_Gipuzkoa_Southwest
0.03088710-Basque_Navarre_North
0.03133693-Basque_Araba
0.03153314_Basque_Roncal
Es decir, la primera muestra está mas cerca de un manchego actual y la segunda de un guipuzcoano suroccidental o navarro del norte. Esta segunda podría servir de referencia para movimientos de población desde Guipuzcoa y Navarra hacia Alava a comienzos de la Edad Media. En todo caso, los marcadores son totalmente ibéricos.
Eskerrik asko! Agradezco mucho todas tus intervenciones. Muy instructivas para neófitos como yo.
Hola Gaska.
Entiendo que cuanto menor el número mayor la afinidad. La pregunta que quería hacerte era esta:
El elemento posible «francés » *IDO039 (641 DC) -Las Gobas, ind26-R1b-L21-mtDNA-U5a1/a1 que tiene una afinidad mayor con un manchego 0.02024927 que con los otros sujetos que pones en la muestra, ¿qué afinidad tiene con el vasco del norte de Navarra, Álava, Roncal o Guipúzcoa? Ya que la afinidad de los vascos actuales con un sujeto (IDO066) del que desconocemos si es del subclade (DF27 o L21) no sirve para nada.
@Joseba, antes de nada pedirte disculpas, sabes que no pretendo secuestrar tu blog y convertir un blog lingüistico en uno genético. Si ves que no proceden dímelo. Un saludo
No hacen falta tus disculpas, Gaska. Ya te lo ha comentado Mikel. Los nuevos métodos de análisis de ADN están revolucionando el conocimiento de la genética de poblaciones. Del trabajo de Rodríguez Varela me hice eco en un comentario (1.10.2024) en una entrada sobre Las Gobas (20.01.2020). Todas tus aportaciones las voy recogiendo en un documento anejo. Añadiré esto último también cuando saque un poco de tiempo.
Tengo muchas ganas de que se contrasten los resultados de Las Gobas con los de Aldaieta. Me hace mucha gracia este énfasis en la creatividad del contacto que menciona Agustín Azkarate:
Estoy con un borrador que vuelve sobre esta cuestión y en el que quiero entresacar lo principal de un artículo de 2018 de Teresa Muñoz García de Iturrospe, «Orate lectores»Epigrafía, liturgia y cultura libraria en los grafitos Las Gobas 6 (conjunto rupestre de Laño, Burgos).
@Arandio
Las distancias genéticas que he publicado se refieren a componentes autosómicos (es decir todo el genoma humano que no es cromosoma Y masculino o mitocondrial X femenino, que son marcadores uniparentales). En este sentido las distancias son muy muy muy pequeñas, simplemente porque los vascos no tenemos nada de extraordinario geneticamente hablando, de manera que es posible que un alavés sea mas parecido a un manchego que a un guipuzcoano y que un navarro del sur sea mas parecido a un aragonés que a un vizcaino. Pero como los vascos no hemos cambiado apenas desde la edad del Hierro (tampoco los castellanos, aragoneses o catalanes) si un genoma de época visigoda en Alava se parece mucho a un guipuzcoano contemporáneo podemos deducir que hubo movimientos de población desde Gipuzkoa a Araba en ese tiempo (y aqui hago referencia a la vasconización tardía de la que soy firme partidario).
Otro ejemplo
Distance to:Gobas Ido060-DF27>M153 (lo que los genetistas conocen como el «Basque marker»), aunque en realidad es mas frecuente en otros pueblos ibéricos
0.02164686-Spanish_Biscay
0,02245725-French_Bigorre
0.02302255-Spanish_Burgos
0.02333841-Spanish_Aragon_north
0.02495394-Basque_Gipuzcoa
Respecto a lo que dices de la supuesta inutilidad de ver la distancia genética en un hombre cuyo marcador es R1b-P312, en realidad no sabemos si el genoma tiene suficiente cobertura para analizar el subclado al que pertenece, o si es R1b-P312* (el asterisco significa que ese cromosoma Y no ha sufrido mutaciones adicionales desde hace 4.800 años, fecha en la que apareció esta mutación), de manera que, si resulta importante, porque el porcentaje de hombres P312* en la península ibérica es muy elevado
Todo el mundo sabe el resto de la historia,
Un P312* tuvo la mutación DF27, y de ese hombre descienden todos los DF27 del mundo (incluyendo al 70% de los vascos y mas del 50% de españoles).
Otro P312* tuvo la mutación U152, muy frecuente en el centro de Europa y norte de Italia
Y otro P312* tuvo a L21, muy frecuente en Irlanda, Gran Bretaña y con buenos porcentajes en Francia. Como ese genoma de Las Gobas es uno de los primeros L21 que han aparecido en Iberia, mi comentario de «francés» es porque seguramente este marcador entró en Iberia desde Aquitania en la edad del Hierro. De hecho, Gipuzkoa es la única provincia vasca con buenos porcentajes de este linaje (10-15%)
Para que te hagas una idea
Iberia_Soria
Distance:0.03964057
54.60-Anatolia_Neolithic
28.20-Yamnaya_pastoralist
15.60-Western_Huntergatherer
1.60-Iberomaurusian
Iberia_Alava
Distance:0.03279686
55.00-Anatolia_Neolithic
28.20-Yamnaya_pastoralist
16.60-Western_Hunter_Gatherer
0.20-Iberomaurusian
y un ibero Indikete de la edad del Hierro
Puig de Sant Andreu-R1b-DF27
Distance 0.04614214
54.80-Anatolia_Neolithic
28.10-Yamnaya_Pastoralist
17.10-Western_Hunter_Gatherer
Por cierto, lingüisticamente Treviño esta relacionado con Trifinium no?
Gracias Gaska por la lección.
La genética debe convertirse en una herramienta importante en la historia.Al final es un elemento que objetivamente podrá ofrecernos datos estadísticos muy precisos sobre los movimientos humanos en épocas y zonas del mundo de las que desconocemos practicamente todo.
Por mí, Gaska, al contrario. Es un lujo que participes en Trifinium. Me he descargado Rodríguez Varela et alii (2024). Lo que pasa es que hay sudar tinta china para entenderlo, aun parcialmente. El día del homenaje a Gorrochategui, en el sarao, con quien más estuve charlando fue con Íñigo Olalde. Quedamos en que un día teníamos que tomar un café, yo con un cuaderno y un bolígrafo bic, para que me aclarara una serie de conceptos. Tendré que llevarme el artículo este.
Treviño es probable que venga de un *trifinium, pero es una leyenda urbana que esto significara el punto o área donde venían a converger autrigones, caristios y várdulos. Posiblemente fuera una medida de agrimensura. Aquí lo tienes explicado, en un artículo de Joseba Abaitua y Mikel Unzueta….
https://www.bizkaia.eus/fitxategiak/04/ondarea/Kobie/PDF/6/KOBIE_Anejo23_web-18.pdf
También González de Viñaspre advirtió, en un artículo algo anterior (creo que lo cita Patxi Salaberri, en Álava. Los nombres de nuestros pueblos, en la entrada correspondiente), que posiblemente la fijación del nombre común como topónimo obedeciera a una realidad posterior a la Antigüedad, quizás altomedieval.
@Gracias Mikel
Con Olalde estás en buenas manos, es uno de los mejores genetistas europeos y seguro que el te puede explicar mucho mejor que yo ciertas cosas. Yo no tengo su contacto pero cuando hables con el preguntale si podría sacar una hora de su tiempo para hablar conmigo. Creo que está preparando un trabajo sobre la Maqbara de Pamplona que seguro es interesante.
Convincente el trabajo sobre Treviño-Trifinium.
El trabajo de Rodriguez-Varela es interesante porque las muestras abarcan un periodo de tiempo (600-1000 DC) en el que se produjeron fuertes cambios demográficos e impactos genéticos. Si necesitas algo dímelo, Joseba tiene mi correo electrónico.
Tengo algunas «dudas» lingüisticas sobre el euzkera que tal vez tu puedas contestar. Cuando saque algo de tiempo te digo.
Un saludo
En relación con algunas de las proposiciones que he adelantado líneas arriba, cabe realizar diversas puntualizaciones:
• La hipótesis de la neolitización del territorio que centra nuestra atención por iniciativa de los iberos no es nueva en absoluto y, en el estado actual de nuestros conocimientos, tiene tantas posibilidades de ser la buena como las restantes concurrentes.
• La hipótesis de la diversificación en el tiempo de una lengua en variantes dotadas de personalidad propia por efecto directo de las condiciones de vida de sus hablantes no es nueva. En nuestro caso, el “vascoiberismo” sigue manteniendo el tipo y justo ahora mismo la paleohispanística parece estar entrando en un estimulante proceso de reflexión al respecto.
• La construcción de una “etnia aborigen” en función de los intereses de las partes contratantes -en este caso entre pastores eukaldunes y cerealicultores iberocantabrienses- no desentona en absoluto con la conformación de las numerosas etnias que cristalizaron en la Península Ibérica antes del primer milenio anterior a nuestra era por convergencia de montañeses y llaneros. Entendemos aquí por “etnia aborigen” aquella entidad organizativa de la supervivencia humana cuyos elementos constitutivos son “un nombre propio, un mito de origen, una historia y una cultura compartida, una asociación con un territorio específico y un sentido de solidaridad colectiva”.
• La denominación de dicha “etnia aborigen” o fue muy temprana -si para designarla se utilizó el apelativo ibérico “ba(ŕ)śkunes”- o relativamente tardía, si se empleó el apelativo celtibérico “ba(r)skunez”. Los romanos construirían tiempo después una “etnia colonial” reconfigurando el territorio y latinizando la locución: “vascones”.
• La “urheimat” remota de las gentes que integraron dicha etnia fue la Iberia del Cáucaso y la cercana, la barrera pirenaica y los valles circundantes. La “urheimat” peninsular del euskara se sitúa en el sector montano de Navarra que concentra el ingente patrimonio megalítico tantas veces referenciado.
• La economía pastoril condicionó de manera indeleble la evolución del euskara hasta la segunda mitad del siglo VI y fue la responsable de los dos grandes movimientos expansivos que protagonizó: las euskaldunizaciones tempranas (por acción interna) y la euskaldunización tardía (por presión externa).
Cantaber, insisto, por mucho que a nosotros ba(r’)s’kunes nos parezca una denominación étnica porque al leerlo interpretamos (como quizás también los romanos) un plural en –es, la leyenda de la ceca en ningún caso lo es. Primero porque, como ya dijo Orkeikelaur, las monedas las emitían las ciudades, no las etnias. Segundo, porque en ninguna lengua nativa en la que pudo escribirse la leyenda puede ser ese -es un plural.
Si es ibérico (poco probable), tendría un elemento ibérico –nes (nada que ver con nuestro plural), y significaría: “(moneda de la ciudad de) ba(r’)s’kunes”.
Si es celtibérico (más comúnmente aceptado desde los 90), entonces la –s final, sigma (fonéticamente –z sonora o quizás incluso –d interdental fricativa), marcaría el ablativo singular de un tema en nasal. Significaría entonces: “(moneda proveniente) de (la ciudad de) Ba(r’)s’kun-”. El celtibérico sí tiene –es plural con temas en nasal, pero en este caso no puede serlo porque tendría que ser el signo sin (que de hecho está en la leyenda para representar la otra sibilante, es la que a nosotros nos parece una M mayúscula). Y además, ninguna ceca celtibérica emite con leyenda en nominativo plural, mientras que en ablativo singular tenemos como mínimo el paralelo de la ceca arsaos (fonéticamente arza-o-z, ablativo de tema en –o, “de Arsao”), posiblemente ubicable en Campo Real / Fillera, cerca de la frontera Navarra/Aragón.
En resumen, todavía a mediados del siglo II a.C., cuando las monedas empiezan a emitirse, ba(r’)s’kun es sólo una ciudad, mayor o menor, esto es, un punto en el mapa.
Denominamos “euskaldunizaciones tempranas” tanto a las dinámicas como a los efectos que tuvieron en la difusión del euskara los movimientos expansivos que protagonizaron durante la prehistoria avanzada los pastores del espacio montano navarro con la finalidad primordial de modular las presiones que les endosaba el desarrollo demográfico. Para lograrlo, siguieron las pautas comportamentales inherentes a dicha práctica económica: la oleada de avance y la dispersión individual de los sobrantes. Se excluyen de esta contabilidad, por su diferente naturaleza, las trashumancias cíclicas que efectuaron los pastores de referencia para garantizar la invernada de los animales, actividad que jugó, a nuestro parecer, un papel fundamental en la configuración de la “etnia aborigen” tantas veces citada.
Dos fueron las oleadas en cuestión. Por un lado, la que promovieron los pastores de aguas al Cantábrico en sendas direcciones: una hacia poniente, hacia la costa, que se detuvo justo allí donde cedían las condiciones favorables al pastoreo, denotadas por la línea de megalitos de primera generación plantados a levante del Leizarán y, en general, del curso del río Oria; otra hacia el sur/suroeste, que, tras poner pie en las plataformas pecuarias de Aralar, Andía y Urbasa, desbordó el portillo del Alto Ebro y, de forma cada vez más tenue, se aupó a las Tierras Altas de la Ibérica, visibilizada por el correspondiente reguero de megalitos.
Por otro lado, la oleada que emprendieron hacia levante por razones igualmente demográficas los pastores del tramo navarro de aguas al Ebro. Aunque menos voluminosa y contundente en su conjunto, esta oleada progresó de valle en valle con cierta potencia hasta las inmediaciones del “Aragus flumen” (el Aragón Subordán) y, de forma crecientemente más laxa, hasta el valle de Arán.
Antes y después y entre una y otra oleada, los pastores desalojaron sobrantes de forma individualizada, cuyo destino habitual fueron las tierras medias y llanas del espacio que media entre el curso del Oria a poniente y el del Gállego a levante.
De la lengua vernácula de estas gentes ignoramos todo durante milenios y lo primordial que sabemos de ella se detecta hacia el cambio de era en las terminales ecogeográficas de las mencionadas “euskaldunizaciones tempranas”: las Tierras Altas de Soria, el entorno montano de Lugdunum Convenarum y ciertos parajes salteados de las tierras medias y llanas del valle del Ebro..
A-Si Harvard y los que defienden la teoría de los Kurganes finalmente tienen razón y consiguen demostrar definitivamente la continuidad genética por linea masculina entre Yamnaya y la cultura campaniforme ibérica, esto significaría que las lenguas indo-europeas llegaron a Europa occidental aprox 2.500 AC con el linaje R1b-P312, y que la inmensa mayoría de los hombres vascos descienden directamente de los pastores de la cultura Yamnaya con origen en las estepas ruso-ucranianas. La paradoja es que 4.500 años después los vascos hablan una lengua no-indoeuropea. Como explicar esta situación?
La peculiaridad «genética» de la península ibérica respecto a otras regiones europeas es que las migraciones del calcolítico (2.500 AC) procedentes del norte de los Pirineos fueron casi exclusivamente masculinas.
De momento, apenas se han encontrado marcadores mitocondriales de origen estepario o centroeuropeo en el registro prehistórico ibérico, es decir hombres R1b-M269>P312 se mezclaron desde el principio con mujeres de fuerte raigambre ibérica que aportaron mtDNA de origen paleolítico y neolítico. Por tanto, en este caso no estariamos hablando de exogamia, es decir, de la llegada de mujeres que aportaban nueva sangre a las sociedades prehistóricas (las cuales evidentemente no tenían la capacidad de cambiar la lengua de la sociedad de acogida).
Si este proceso de mestizaje hubiera sido esporádico o limitado, la lengua indoeuropea recién llegada se habría impuesto sin duda a las lenguas no-indoeuropeas locales gracias al patriarcado dominante, pero en realidad fue un proceso masivo, porque a partir de entonces, la inmensa mayoría de los linajes femeninos son ibéricos y los masculinos indoeuropeos. Estos hombres inmediatamente adoptaron las culturas locales, y convirtieron al marcador R1b-P312 en hegemónico durante la edad del Bronce (tenemos 103 genomas de hombres ibéricos de la edad del Bronce y 99 de ellos son R1b-P312) y la edad del hierro en Iberia.
No hay que ser un genio para entender que estas madres ibéricas hablaban a sus hijos en su lengua indígena y que por tanto los niños se criaban en sociedades que podriamos llamar bilingües, ya que en las primeras generaciones, la lengua del padre sería indo-europea y la de la madre no-indoeuropea. Pero este proceso de bilingüismo no tuvo porqué producir un resultado uniforme en toda la península ibérica (demografía, influencias culturales o comerciales) etc… es decir, pudo pasar que en unas regiones se impusieran las lenguas indoeuropeas y en otras las lenguas no-indoeuropeas. El famoso mapa que divide Iberia en zona «briga» y zona «ilti» podría ser elocuente al respecto. Además esta teoría podría explicar el «hipotético» substrato lingüistico indoeuropeo en Iberia, y posiblemente la lengua céltica lusitana (pervivencia del arcaismo «p»). Perdonadme, pero no se si estas «teorías» siguen vigentes o ya han sido rebatidas por los lingüistas.
De esta manera, los vascos contemporáneos estarían hablando una lengua ancestral ibérica heredada de sus madres a mediados del calcolitico. Esa lengua pudo ser o bien una lengua de origen paleolítico heredada de los cazadores recolectores occidentales (en Iberia la ancestría WHG siempre ha mantenido porcentajes significativos hasta la actualidad) o bien una lengua de origen neolítico es decir procedente de Anatolia. En ambos casos sería una lengua común a toda Europa ya que los marcadores genéticos europeos son muy parecidos en todas las regiones.
Como no soy lingüista, dejo en vuestras manos valorar la posibilidad de un origen Anatolio o Sur-Caucásico del euzkera (tal vez relacionado con el hurrita? aunque creo que tiene su origen en Mesopotamia y no se si hay algún dato que permita suponer que se hablaba en Anatolia durante el neolítico). En caso de que tuviera origen paleolitico el euzkera llevaría en Europa milenios y solamente habría sobrevivido en Iberia y el sur de Francia.
La posibilidad B la dejo para otro día cuando tenga algo de tiempo
Un saludo
El hurrita podría ser un posible candidato. Si así fuera, ¿no debería haber menos distancia genética entre el área de influencia hurrita y nuestros íberos campaniformes?
En un contexto tan complejo como este, encaja perfectamente la pregunta crucial: ¿ cómo evolucionó durante el primer milenio antes de Cristo el panorama histórico que acabamos de perfilar para el milenio precedente ? Para contestarla en todos sus matices, nos parece procedente despiezar la cuestión general en tres interrogantes parciales, sectoriales: ¿ cómo evolucionó la etnia aborigen ?, ¿ cómo evolucionó el pastoreo ? y ¿ cómo evolucionó el euskara ?
Respecto de la primera cuestión, ya hemos adelantado en este blog que la “etnia aborigen” fue severamente devaluada por la incidencia más o menos conjugada de dos factores agresivos muy potentes: uno externo y otro interno. El primero hace referencia a la entrada de los indoeuropeos al valle del Ebro. Unos de los colectivos indoeuropeos que accedió por el corredor atlántico -los várdulos- contribuyó a enclavar definitivamente a los nativos euskaldunes en su castillo pastoril un milenio antes de Cristo al ajustar su frontera oriental a la línea de megalitos que se extendía en ligera diagonal desde el Cabo Higuer hasta el Toloño. De los indoeuropeos que penetraron algo después por el corredor mediterráneo y ascendieron a contracorriente el valle del Ebro, los berones cortaron para siempre las vinculaciones de los pastores euskaldunes con las Tierras Altas de Soria al insertarse en el pasillo del Alto Ebro y los belos, titos y lusones enredaron la atribución territorial de ciertos parajes meridionales.
El factor interno arriba mencionado hace referencia al cuarteamiento que provocó la dispar evolución que experimentaron los segmentos que integraban la entidad aborigen y, más en concreto, por el importante salto hacia adelante que dieron durante el Bronce Final y la Iª Edad del Hierro (1300 – 450 a. C.) las inquilinos de las tierras medias y bajas. No descenderé a los detalles porque ya fueron desgranados a su debido tiempo. Lo relevante del desenlace fue que los iberos cantabrienses se descolgaron para siempre de los pastores euskaldunes al entrar en una dinámica evolutiva nueva, que pivotaba sobre el agropecuarismo, la familia nuclear, el urbanismo, el asamblearismo, etc., etc.
En virtud de la poderosa incidencia de uno y otro factor, al término de este doble y conjugado proceso la vieja “etnia aborigen” apenas era ya otra cosa a mediados del siglo IV a. C. -es decir, a comienzos de la IIª Edad del Hierro- que un montón de escombros, pues, si la trayectoria histórica de los espacios abiertos había experimentado un profundo revolcón evolutivo de signo positivo, que cambió su faz para siempre, la ruptura de los milenarios lazos de solidaridad y de apoyo mutuo concertados con los cerealícolas del centrosur suscitó entre los euskaldunes una reacción adaptativa, que provocó en las tierras altas modificaciones significativas.
Para abordar la respuesta a la segunda cuestión sectorial arriba suscitada -¿cómo evolucionó el pastoreo?-, parece procedente señalar que en lo concerniente a las nociones de “ager” y de “saltus” ya está todo dicho y razonado. Y, según los casos, muy bien dicho y razonado. Pero aquí seguiremos haciendo caso a las apreciaciones de Elio Gallo, Varrón y Ulpiano, que parecen converger en una misma definición: “saltus est ubi silvae et pastiones sunt”. Y, puesto que los milenarios ambientes megalíticos continuaban sobreabundando en bovinos, vacunos y porcinos, consideramos pertinente -pese a todo lo que se ha escrito sobre dichas voces- mantener la vela afirmándonos en la idea de que los euskaldunes mantenían la práctica del pastoreo en el “saltus” a comienzos de la IIª Edad del Hierro, aunque que ya no de la misma manera.
Hemos apuntado líneas arriba cómo la ruptura de la etnia obligó a estas gentes a reprogramar el modelo de subsistencia en un contexto en que el creciente aislamiento que les endosaba la expansión general de las tierras medias y bajas les arrastraba a replegarse sobre las serranías y a acentuar su enclavamiento. El incremento de las dificultades para concertar las trashumancias con los llaneros, les inclinó finalmente a echar mano de la alternativa interna que representaban las trasterminancias de valle, es decir, la sabia concertación del aprovechamiento alternante de los bajos y de los altos.
En la práctica, este giro adaptativo cambió por completo la vida de los euskaldunes. No solo disminuyeron los animales en su conjunto por el ajuste a los ambientes vallejeros, sino que dio un paso al frente la sedentarización con la aparición de poblados formalizados en los tramos bajos, creció porcentualmente la contribución de la agricultura a la supervivencia y sufrió un auténtico revolcón la organización interna para gestionar los nuevos retos y experiencias. La humanidad euskaldún acababa de entrar en los prolegómenos de una modalidad organizativa de nueva planta, la “comunidad de valle, y en un grado de reglamentación de las condiciones de supervivencia totalmente desconocido para ellos hasta esas fechas.
Los cambios afectaron de manera radical la vida de los montañeses. Hasta la “propiedad comunal” inició un proceso de cambio pautado en el que, mientras la propiedad de derecho parecía aferrase a ella, al menos nominalmente, la propiedad de hecho daba pasos crecientes hacia una modalidad diferente: la “propiedad quiritaria”. Para denotar esta configuración propietaria de nuevo cuño en un espacio cada vez mejor conocido y delimitado, no solo sobraba ya la parafernalia ciclópea y cementerial de los megalitos sino que bastaba con el modesto señalamiento que procuraban los cromlechs, -tumulares o no-, convertidos en poco más que piedras cenizales o mojones centrales de sel (haustarri).
Hablar de lengua vasca para esa época (s. I a. C. LMdI) es un poco arriesgado. Es mejor hablar y prefiero hablar de lengua vascónica, dándole un sentido territorial, pero también un poco lingüístico, dando a entender que hay relaciones con la lengua vasca, pero que no sabemos muy bien esas relaciones cómo son. (Gorrochategui – Entrevista Naiz 2022)
Muy bien traída esta cita de Gorrochategui. Yo diría que le retrata en su faceta posveleiense: Joaquín el Templagaitas. Y lo digo sin acritud. Joaquín es uno de mis principales autores de referencia, a quien profeso una inmensa admiración, aunque en otro nivel, por debajo de Luis Michelena y, en la actualidad, una joven promesa que más pronto que tarde, espero, nos va a dejar a todos boquiabiertos.
¿Se puede saber quién es la joven promesa? Por ir leyendo lo que haya escrito / va escribiendo…
Borja,
yo también estoy impaciente,
pero hay que esperar.
En todo caso, caliente, caliente…
¿Podría ser este? El chico promete.
El libro me lo ha regalado un amigo invisible y lo he devorado.
Aahh! Mira que yo no me tengo por viejo, pero pensaba que te referías a una generación aún más joven, jajaja.
Pues si sabes de algo que (se) esté cociendo, sabes más que yo, tendré que preguntarle, si tú no me lo cuentas 😛
A menudo no disponemos de atribución basada en términos lingüísticos o etnográficos, y nos vemos obligados a recurrir a una definición puramente geográfica. (Untermann 1969)
Me habría gustado conocer a Jürgen Untermann en persona. He encontrado esto en YouTube
«En el caso del euskera nos es imposible jugar con una denominación original de su antecesor, porque no hay referencias antiguas, por eso hay que recurrir a conceptos geográficos, étnicos o a prefijos y adjetivos que acompañen a “euskera” o a “vasco”. Cualquiera puede valer si en las explicaciones queda claro lo que se quiere decir.»
(Adrian Larrabasterra sin haber leído a Untermann, sólo con un poco de sentido común, Trifinium 2024-12-06 https://trifinium.tophistoria.com/and-vasconic-is-the-joker/#comment-25188)
Antes de responder la última interrogante sobre la situación de los pastores navarros en el milenio anterior a nuestra era -¿cómo evolucionó el euskara?-, puede tener interés repentizar y poner en batería la información que consiguieron recabar los geógrafos e historiadores grecorromanos sobre la fachada meridional del Pirineo occidental en torno al cambio de era.
De los datos que nos han llegado se infiere que los parajes centrales eran perfectamente habitables, articulados en valles bien demarcados y mayormente ocupados por iberos cerretanos, que sacaban adelante su existencia como aventajados pastores de ganado porcino (Estrabón). En esas mismas latitudes, pero más escorados hacia poniente, residían los iacetanos, que, como “deviam et silvestrem gentem”, habían peleado contra Marco Porcio Catón por el control de su bastión defensivo: el “oppidum” de “Iakka” (Tito Livio). Finalmente, en el extremo occidental, habitaba la etnia de los vascones, cuyo espacio de supervivencia pasaba por configurar un “saltus” antonomásico, plagado de bosques y pastizales, que se alargaba hasta el cabo Higuer, en la costa oceánica (Estrabón y Plinio el Viejo).
Cualquiera diría a tenor de estos datos que el modo arcaico de vida de los inquilinos de la vertiente meridional del Pirineo occidental se había mantenido tal cual hasta las mismísimas vísperas del cambio de era.
Por lo demás, al margen del conflicto con los iacetanos, acometidos por los romanos con el manido argumento de haber atacado previamente a sus aliados -en este caso los llaneros suessetanos-, no parece que los vascones entraran en colisión con la potencia colonial, aunque a ésta le sobraban los motivos para ello, pues muchos jóvenes nativos se habían alistado en el ejército de Aníbal y nadie había obstaculizado el paso de Asdrúbal a la Galla por el corredor atlántico. Contra pronóstico, Roma aplicó esta vez la diplomacia para conseguir dos de sus grandes expectativas: conectar el valle del Ebro con el Atlántico y controlar los pasos occidentales pirenaicos, razón principal de su presencia en Iberia.
En fin, dado que Estrabón distingue y separa claramente en su descripción a los iacetanos de los vascones -circunstancia que, a nuestro parecer, excluye cualquier alusión a la “etnia colonial”-, sugerimos que el empleo que hace de la noción de etnia para caracterizar a este último colectivo no puede ser otra cosa que una evocación literaria de la antañona naturaleza de la “etnia aborigen”.
Entre el Ebro y el Garona, alrededor del Pirineo, algo peculiar ha habido a lo largo del tiempo, como un Guadiana. Vinculado a lo iberico y más tarde romanizado, sobrevivió justito e incluso se expandió al menos en el sur. Podríamos llamarlo pirenaico occidental
Finalmente, sobre la evolución histórica de la lengua -última cuestión arriba planteada- haremos una tajante distinción entre el devenir de la conectada a las “euskaldunizaciones tempranas” y el de la afincada en las profundidades del “saltus”.
Respecto de la evolución de aquélla, cabe hacer dos apreciaciones distintas: por un lado, que logró vivir lo suficiente como para quedar petrificada para siempre en algunos epígrafes de épocas tardorrepublicana y altoimperial y, por otro lado, que desapareció de la realidad arrasada por el latín antes de del hundimiento del estado universal. Tal fue el devenir del euskara en el entorno de Lugdunum Convenarum, de las Tierras Altas de Soria y de las llanadas del valle del Ebro. No rememoraremos aquí los procesos que condujeron a tamaño desenlace porque el lector puede rastrearlos fácilmente en las entradas que preceden a esta.
Respecto del corazón del “saltus” sabemos tres cosas seguras en torno al cambio de era: que estaba habitado, que sus inquilinos eran pastores y que indudablemente hablaban una lengua. Contamos con algunos indicios sobre la naturaleza de esta: el primero, muy críptico, gravado en la bocana de la mina de Lanz; el segundo -relativo a las cecas de uTambaate y oTtikes- asociado al borde meridional de las tierras altas y el tercero y el cuarto -respectivamente la lápida de Lerga y la Mano de Irulegui- tan pegados al “saltus” que cabe interpretarles como un destilado del mismo hacia las tierras medias. Los expertos debaten si cabe conceptuar tales indicios como vascónico o poaleoeuskera.
En tal estado de cosas, no cabe por menos que reconocer paladinamente el endeble soporte de nuestra fundamentación empírica e intentar buscarle una explicación. Tras darle no pocas vueltas, sugerimos que guarda una estrecha relación directa con la convergencia de cuatro circunstancias adversas: la limitada atención que han prestado al “saltus” las ciencias y técnicas historiográficas, el tenor ágrafo de la práctica totalidad de los “saltuarii”, la limitada curiosidad que ha suscitado el conocimiento de dicho escenario entre terceros externos y la propia idiosincrasia de la cultura pastoril.
Para aquilatar la personalidad de la sociedad pastoril tantas veces citada y del papel que habría de cumplir en la preservación de su lengua vernácula es preciso rememorar sucintamente la incidencia que tuvieron en ella todos y cada uno de los cuatro grandes acontecimientos que la percutieron en los últimos milenios: la entrada de los indoeuropeos encuadró férreamente su espacio de supervivencia por occidente y por el sur; la desarticulación de la “etnia aborigen” en el decurso del Bronce Final la separó radicalmente del espacio cerealícola cantabriense; la reorganización interna en “comunidades de valle” a partir de la Iª Edad del Hierro la reintegró definitivamente al “saltus” y la superposición de Roma en vísperas del cambio de era convalidó por varios siglos su dinámica de repliegue hacia las anfractuosidades.
De todo esto cabe entresacar tres conclusiones de porte mayor sobre la dinámica histórica de la “urheimat” euskaldún: en primer lugar, que nunca fue sometida de forma virulenta ni experimentó ningún descoyuntamiento interno; en segundo lugar, que supo adaptarse por sí misma a las exigencias del desarrollo material y social cambiando por dos veces la forma de producir -del nomadeo a la trashumancia y de ésta a la trasterminancia- pero manteniendo férreamente la producción; finalmente, que Roma contribuyó a consolidar su situación hacia el cambio de era al concederle carta de naturaleza al espacio de subsistencia, a su lengua inmemorial y a su última mutación organizativa interna.
Llegados aquí, para cerrar esta mi segunda contribución al mejor conocimiento posible de la trayectoria del mundo euskaldún, centraré la atención en aquel factor operativo que, a mi parecer, cumplió un papel determinante en la preservación de su idiosincrasia y de su lengua por encima y más allá de Roma: la organización en “comunidades de valle”. No se trata de una entelequia académica sino de la última modalidad posible de adaptación de la economía arcaica pastoril a situaciones de enclavamiento espacial.
El segmento montano que centra nuestra atención -la Navarra de aguas al Cantábrico y de aguas al Ebro- es un laberinto de valles y depresiones interiores tan estrechamente conectado al pastoreo que todavía conserva algunos atisbos de los buenos viejos tiempos. Hablamos aquí -entre otros- de valles tan conocidos como los de Cinco Villas, Baztan/Bidasoa y cabeceras del Urumea, Leitzarán y Araitz y tan renombrados como los de Larraún, Basaburúa, Ultzama, Artze, Erro, Salazar y Ronkal. La penúltima adaptación de sus habitantes a la vida pastoril se concretó, como ya hemos adelantado, en los siglos anteriores a la IIª Edad del Hierro y concluyó con la creación de las “comunidades de valle” como respuesta a la ruptura con los llaneros cantabrienses por desbaratamiento de la “etnia aborigen”.
La adaptación exigió el ajuste de las prácticas pastoriles a escenarios concretos. A tal efecto, se mantuvo el aprovechamiento comunal de los pastizales de altura, circunstancia que impuso -cuando menos- seis modificaciones capitales: en primer lugar, la reglamentación del pasturaje mediante normas imprescriptibles, decididas por todos y transmitidas por tradición oral; en segundo lugar, la reorganización de los tramos medios y bajos de los valles en parte como reservorio de herbazales destinados al ensilamiento estival y, en parte, como terrazgos agrícolas de refuerzo; en tercer lugar, la delimitación de los linderos vallejeros de acuerdo con los montañeses circunvecinos y la concertación con ellos de alianzas de apoyo mutuo y de salvaguarda de los recursos; en cuarto lugar, el creciente reciclaje de los habitantes en poblados estables; en quinto lugar, la determinación de los beneficiarios y de los excluidos del disfrute del nuevo modelo, tanto externos como internos, y, en sexto y último lugar, la institucionalización de asambleas y delegados encargados de hacer cumplir los acuerdos y de mantener relaciones con terceros.
Cuando Roma accedió a dichas latitudes, los pastores contaban ya con una plurisecular organización vallejera y probablemente con una red comarcal de contactos suficientemente desarrollada como para poder negociar con los líderes coloniales. Si éstos tenían interés en interconectar el valle del Ebro con el Cantábrico y en controlar los pasos pirenaicos occidentales, las comunidades de valle pastoriles bien podían darles ciertas facilidades a cambio de que respetaran sus tradiciones, su modo de vida y su idiosincrasia cultural.
Lo que sí parece meridianamente claro es que no entraron en combate. Y eso resultó determinante para garantizar un futuro a los euskaldunes del “saltus”, como tendremos oportunidad de comprobar en su momento.
Eneko ahí arriba nos trae la reciente entrevista a Javier Velaza en ABC, y extracta: … «aunque se centró mucho el asunto en ‘Sorioneku’, en realidad lo fundamental es ‘Sorion’ porque es una formación incuestionable, que es «buena fortuna». Y además tiene paralelos en latín, en griego… Alguno ha llegado a decir que no lo tenemos documentado hasta el siglo XVII…»
Joseba Lakarra, en su artículo en Fontes Linguae Vasconum, decía textual: «SORIONEKU/KE no equivale a zorioneko ‘dichoso, feliz’, ni se relaciona con zorion ‘dicha, felicidad’. Estos son muy tardíos (comienzos o mediados del XVIII)…
Lo cierto es que Mosen Bernard Dechepare en su LINGUAE VASCONUM PRIMITIAE, Amoros secretuqui dena (año 1545?, siglo XVI) ya usa “Çori honian”…
Artiçarraç bercetaric abantailla darama
Halaver da anderetan ni penacen nuyena
Hanbat da eder eta gentil harçaz erho narama
Çori honian sortu date haren bessoan daçana.
Se nos dice que ese «çori honian» se refiere a “en buena hora” y que no tiene relación con dicha ni con felicidad pero, me pregunto ¿acaso cuando «felicitamos» no decimos “ en-hora-buena”? ¿Alguien podría explicar por qué se nos dice que no hay una relación (semántica) entre «felicidad», «en hora buena», «buenos presagios», «buena ventura» («ventura», futuro de venir, por-venir), «bienaventura»…?
Yo diría que está todo relacionado, pero que la expresión «en buena hora» o «en hora buena» y de allí «enhorabuena» surge en romance.
En El Cavallero Cifar de hacia 1300 encontramos algún ejemplo: «Vayámosnos en buena hora y salgamos desta tierra do tantos males nos quiere Dios fazer.»
La expresión «en buena hora» se calca en euskera en algún momento como «zori onean», que es lo que trae Etxepare. Si es así, el significado original de «zori» sería «hora, tiempo, tempero, sazón».
También es relevante que en francés se produce una confusión entre AUGURIUM que da «eur» por evolución fonética regular, y HORA, que da «heure». Esto lleva a que se añada una «h» etimológicamente incorrecta a las palabras «bonheur» (felicidad) y «malheur» (mala fortuna) que vienen de BONUM , MALUM AUGURIUM.
https://www.cnrtl.fr/etymologie/heur
En los dialectos vascos norpirinaicos con estos significados se usan los préstamos bonur y malur (como en mündian malerusik hanitx bagirade). El caso es que, sea por una vía (enhorabuena) o por la otra (bonheur), en euskera también la palabra zori «sazón» acaba por adquirir el significado de «fortuna», y de allí, magister dixit, el de «pájaro» en su forma diminutiva txori.
Curiosamente, en portugués «em boa hora» acaba produciendo el adverbio «embora» que significa «aunque», lo que nos puede servir para recordar que la evolución semántica puede ser bastante impredecible.
El caso es que para las lenguas románicas podemos seguir estas evoluciones con algún detalle, porque están bien documentadas en la edad media y además tenemos el testimonio anterior del latín.
Para el euskera, en que los textos de alguna extensión afloran mucho más tarde, obviamente solo podemos especular en muchos casos. Así es en este caso también. Tenemos una palabra zori con los significados modernos de «fortuna» y «sazón» y ya en Etxepare una expresión que parece calcada de la románica, pero no podemos establecer con seguridad que el significado original de esta palabra sea el de «sazón» y que por tanto «zori onean» sea un calco, porque no tenemos datos anteriores. Así es como lo veo yo.
Que yo sepa, zori no significa «sazón» (que no es lo mismo que «sazonado»), y zori (h)on no es un calco de «en buena hora» (está documentado ordu onean/gaitzean), si no, en todo caso, de «buena fortuna». Tal y como dice Antton, hay una relación semántica (la que los hablantes han establecido y nos puede parecer más o menos lógica) y, de hecho, es la evolución que ha tenido, tanto en romance como (sea o no por calco) en euskera. Lo que dice Lakarra es que en el siglo XVI todavía no era una palabra con su significado convencional, si no un sintagma con significado composicional (la suma del sustantivo zori y del adjetivo on). Eso es indiscutible y está documentado en los textos, por lo que parece más que improbable que 1500 años antes ya se hubiera convencionalizado (que es lo que se desprendía de la primera interpretación de Gorrochategui y Velaza, los cuales al principio incluso sugirieron la equivalencia de sorioneku y zorioneko, derivado aun más tardío).
Por supuesto, otra cosa es que consideremos SORI y (H)ON palabras separadas, unidas en un sintagma, con un significado diferente al de «felicidad». De eso no ha hablado Lakarra, si mal no recuerdo.
Zori 2 en OEH:
Adj. maduro
Sust. sazón, madurez (= zoli)
V. zori egin. madurar
En mi opinión, este sería el valor original. No es la opinión general, que ve zori1 y zori2 como dos palabras diferentes, pero sí es la mía.
En mi opinión también la conexión semántica entre sazón, tiempo (bueno/malo) y fortuna (buena/mala) tiene todo el sentido del mundo, pero es poco probable que surja independientemente en dos lenguas en contacto.
No entro en la cuestión de que zorioneko es secundario y tardío, en lo cual estoy de acuerdo con Lakarra.
Completamente de acuerdo. Aunque es cierto que la conexión semántica tiene sentido en sí misma, creo que un uso onomástico la reforzaría, pues un niño nacido «en sazón» es también ‘afortunado’. Y tenemos por un lado el cognomen Tempestivus (‘maduro, en sazón’) usado básicamente en el área de epigrafía ibérica como Deckname, y por otro el Fortún, Fortuño, Fortuny ya medieval. Parece que la onomástica nos guía un poco en la evolución semántica de zori. Por eso me parece que la cronología no apoya una relación con Fortuna, aunque no es imposible. Creo que es preferible un antropónimo, y antroponímicos son los testimonios disponibles tanto de sori como de on.
Sori está documentado en la antroponimia aquitana, como era de esperar a partir de lo dicho, y Bonxorius podría incluso ser el mismo compuesto que zori-on, con el orden inverso frecuente con ese adjetivo en lenguas diversas como el romance o el celta. En todo caso, Sori es un argumento fuerte contra la existencia en zori de una lateral que apuntas en el siguiente comentario.
Por otro lado, estoy de acuerdo con Borja en que zori y on son dos palabras independientes, unidas en un sintagma. Sería un compuesto onomástico, no un compuesto de la lengua hablada, son cosas muy diferentes.
No entiendo este comentario, Borja:
zori (h)on no es un calco de «en buena hora» (está documentado ordu onean/gaitzean), si no, en todo caso, de «buena fortuna»
En castellano «en buena/mala hora» desarrolló el significado de «con buena/mala fortuna» de ahí «enhorabuena». Las expresiones «en hora buena», «en hora mala» fueron en su día muy frecuentes para desear buena o mala suerte a alguien y desarrollaron las formas abreviadas norabuena, noramala. Todo esto se puede ver en el CORDE.
Es cierto que Larramendi traduce «Enhorabuena, congratulacion» como «zoriona, pozerasquida», y «Felicidad» como «doatsundea, zoriondea, zori ona» mientras que «Enhorabuena sea» lo traduce como «biz orduonean» y «Anda enhoramala» como «zoaz ordugaiztoan», pero estamos hablando del siglo XVIII cuando — a la sazón– se han producido ya otras evoluciones semánticas en ambas lenguas que hacen la equivalencia de «hora» y «zori» poco precisa.
Voy a seguir. Dada la variante zoli, una posibilidad que me parece no descartable es que originalmente lo que tenemos es zoli «sazón, tiempo, madurez» y que zori surgiera después por rotacismo intervocálico. Como digo, para mí, el significado de «fortuna» es también posterior al de «sazón, tiempo apropiado».
Para mí, la primera palabra de la inscripción de Irulegi, que podemos leer como sorionek, sorioneg, sorioneku, sorionegu, sorioneke o sorionege es un nombre propio con algún tipo de sufijo de flexión y no tiene nada que ver con la palabra vasca con la que se la ha relacionado. A pesar de esto, también en mi opinión, es bastante probable que la inscripción sí esté escrita en una lengua relacionada con el euskera de manera más o menos directa (también es posible que no). De momento, hasta que no salgan más textos, hainbat buru…
Creo recordar que el SORION en los primeros momentos tenía su origen en el sors, sortis, suerte. Pero eso ha desaparecido del foco y ahora parece significar «feliciter, en-hora-buena», etc.
Efectivamente, no queda otra que conjeturar e ir variando pero «me hace gracia» el empeño de algunos en comparar aquel «sorion» del siglo I a.C. con el significado actual de «zorion» (o con el significado del «zori hon» en los textos del siglo XVIII).
>…»En conclusión, resulta inaceptable, respecto a sorioneku / ke de la mano de Irulegi, su interpretación como **zorioneko, incluso otra menos «comprometida» como **zorion + X… »
Perdón por la osadía (la ignorancia es atrevida) pero ¿No se está comparando semánticamente… para así poder «demostrar» la «no equivalencia” y por tanto …»resulta inaceptable»…?
La reflexión resulta inevitable: ¿Qué sabemos lo que entendían por «felicidad» o por «suerte» en el siglo I a.C?
Sabemos que la adivinación estaba muy valorada en aquellos tiempos, sabemos que existían augures, el oficio de sortí-lego y otros muchos similares…sabemos que se echaba a los dados (sort-eo, lote-ría) lotes de tierra donde poder cultivar…¿Suerte = Parabienes?
Hay tres rayas cruzando la Mano donde escribieron el «SORION.» Ninguno de los artículistas de FLV (excepto Orduña, creo) menciona la presencia de esas rayas…y sin embargo están ahí y pueden ser un indicio de algo, ¿de algo relacionado con quiro-mancia?…
Tanto centrarse en hacer la comparativa con los textos del siglos XVI o XVIII…me recuerda un poco a la fábula aquella de ir buscando las llaves bajo la farola; aunque no haya perdido las llaves «ahí», es «ahí» donde hay luz…;-)
Gorrochategui también opina y toma parte en este debate desde su trabajo recientemente publicado: La documentación lingüística del espacio vasco-aquitano. Además de realizar un excelente trabajo recopilatorio, en las conclusiones finales reflexiona sobre el encaje lingüístico del vascónico. Deja las puertas abiertas sin tomar aún una postura clara, no descartando (y esto es algo novedoso) la vasconización tardía, pues aún no encuentra respuesta a la epigrafía vascónica en signario ibérico desde los parámetros de la reconstrucción del euskera. Copio aquí las ideas más importantes:
“En el estado de nuestros conocimientos, no somos capaces de explicar las particularidades de los textos de Andelo y de Irulegi, ya que, por un lado, carecen de claras estructuras bien identificadas en ibérico y, por otro, sus posibles correlatos vascos se enfrentan a problemas de cronología y reconstrucción, aunque es curioso que ambos textos coincidan en ofrecer supuestas formas de pretérito equiparables.”
“No veo razones para una sustitución de lengua, p. ej., ibérico por vascónico-aquitano, o mejor un aporte de gente foránea en cantidad significativa, excepto quizá en el territorio soriano de Tierras Altas, que quedó bajo la jurisdicción de la Calahorra vascona.”
“Si bien muchos estudiosos sospechaban con razón que ese periodo, de continua lucha contra las pretensiones visigodas de control sobre el territorio, fue vital para la supervivencia de la lengua vasca, los descubrimientos de las necrópolis de tipo franco en la cueca de Pamplona, la Llanada Alavesa y zonas de Bizkaia han aportado datos que muestran una Vasconia con fuertes vínculos culturales con el norte aquitano y merovingio, que han hecho renovar la hipótesis de una revasconización de las tierras peninsulares por gente del norte, aunque en este sur peninsular seguramente no todos los territorios eran lingüísticamente homogénea.”
“Recientemente Abaitua et al. (2022), asumiendo el armazón histórico explicativo de Pozo, identifican en los rusticani de fines del s. iv y del s. v el contingente vascohablante germende la expansión posterior a occidente, aunque queda oscura la identidad de esos rusticani, de dónde procedían y qué relación tenían con el resto de los habitantes de la región vascona que cruzaba el iter XXXIV. La parte lingüística del fenómeno, al carecer de documentos, es muy difícil, debiendo ser evaluados de nuevo los datos toponímicos, atendiendo especialmente a la cronología de los cambios fonéticos del latín (vulgar) al euskara y a los romances, así como las propuesta”s de reconstrucción del llamado vasco común antiguo y su fragmentación dialectal.