Llevábamos meses, muchos meses, esperando la publicación del número especial de ASJU 57 (2023) dedicado al excepcional lingüista navarro José Ignacio Hualde (👉 Illinois experts), que acaba de jubilarse. Un pedazo ejemplar, con la participación de más de 70 colaboradores (entre quienes tenemos el honor de hallarnos). En los próximos días iré ampliando esta entrada, pero la publico ya para animar la lectura (son más de cincuenta aportaciones) y abrir así cuanto antes el debate.
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Aunque en el entorno académico es un término que se evita, todavía muchos vascólogos responderían sin titubear «sí claro, vascones, várdulos, caristios, autrigones y aquitanos, esas fueron las cinco tribus de la Euskal Herria prerromana».
En una monografía recién publicada (2024), Entre el Ebro y el Garona. Espacios, sociedades y culturas durante la Prehistoria y la Antiguedad, no he visto utilizado el término ‘tribu’ ni una sola vez. Sin embargo su uso sigue siendo muy habitual en ámbitos divulgativos (vg. Wikipedia, Idioma aquitano, siete veces).
Es un término tan útil como ambiguo. Por eso para algunos es doblemente útil. Uno dice ‘vascónico’ y que cada cual entienda lo que quiera. Por ese mismo motivo, a muchos nos resulta doblemente inadecuado (por no decir perverso, calificativo con excesiva carga negativa).
Existen al menos cuatro interpretaciones posibles para vascónico, atribuibles a cuatro destacados especialistas:
Es una inscripción breve, de tan solo tres signos, pero enormemente significativa por varios motivos: uno, confirma el hábito de la escritura en signario paleohispánico en la Navarra de época romana; dos, se ha localizado en la comarca de Ulzama, lo que extiende esta práctica al norte de Pamplona, respaldando el hábito detectado en Irulegui; tres, se ha hallado en el interior de una explotación minera, lo que sugiere que pueda tener que ver con algún tipo de sistema de control productivo.
Se cumplen 20 años de la publicación de ‘¿Reihengräberfelder al sur de los Pirineos occidentales?’, un artículo de Agustín Azkarate que destaca por varios motivos. El primero es que tiene como foco la réplica al estudio que el arqueólogo aleman, Horst Wolfgang Böhme, había publicado dos años antes interpretando Aldaieta como necrópolis de «miembros del ejército franco de Childeberto I y Clotario que, de regreso tras la expedición a Hispania del año 541, perdieron su vida a manos de los visigodos». Otro motivo es la correlación de esta fecha con la entrada del euskera en Álava que proponemos Mikel Martínez Areta, Emiliana Ramos y yo en un trabajo publicado en Palaeohispanica.