Categorías
La toponimia

Geografía y lexicografía de ‘trifinium’

 

Por fin publicamos en Trifinium una entrada que celebra su onomástica. Se cumplen cinco años de las primeras pesquisas documentales y resulta gracioso releer ahora lo que ingenuamente escribíamos entonces: ¿Por qué TrifiniumI Congreso de Estudios Históricos del Condado de TreviñoUna versión preliminar del trabajo se presentó (ver diapositivas) en el I Congreso de Estudios Históricos del Condado de Treviño (1-3 de junio de 2011), pero defraudamos a sus organizadores (Roberto González de Viñaspre y Ricardo Garay Osma) al fallar en el envío del texto final y quedar fuera por tanto, con gran pesar nuestro, de la excelente monografía que se publicó con la práctica totalidad de comunicaciones y ponencias. En el III Congreso de la Cátedra Luis Michelena (Vitoria-Gasteiz, 8-11 de octubre de 2012) presentamos una nueva versión, con importantes avances (ver diapositivas), y esta vez sí cumplimos el compromiso de enviar en plazo el texto para las actas que los organizadores acaban de publicar. III Congreso de la Cátedra Luis Michelena. Ricardo Gómez, Joaquín Gorrochategui, Joseba A. Lakarra & Céline Mounole (arg./eds.) ISBN: 978-84-9860-911-0La referencia es: Joseba Abaitua Odriozola y Mikel Unzueta Portilla (2013). El topónimo Treviño y la prevalencia de errores en historiografía lingüística. III Congreso de la Cátedra Luis Michelena. Ricardo Gómez, Joaquín Gorrochategui, Joseba A. Lakarra & Céline Mounole (arg./eds.) ISBN: 978-84-9860-911-0. pp. 3-25. Hay también un vídeo de la presentación que ofrece una versión parcial del trabajo.

Conclusión principal: «el topónimo Treviño no indica la existencia de un hito fronterizo antiguo ni en el enclave burgalés de Álava, cercano a Miranda de Ebro, ni en ninguno de la docena documentados en la península Ibérica. De la relación etimológica de Treviño con el vocablo latino trifinium se pueden proponer interpretaciones vinculadas a actividades de parcelación agraria o de amojonamiento de fincas en época colonial romana, pero no a presuntas divisiones tribales anteriores a Roma» (Abaitua y Unzueta 2013:20).

Ofrecemos a continuación una versión fragmentada del artículo, como ejercicio del proyecto NeLHiEnlazando la historia de nunca acabar (Universidad de Deusto, topHistoria). El objetivo es que cada segmento tenga sentido pleno, de forma que pueda ser archivado y enlazado de manera autónoma (Cantamutto y otros 2014), sin perjuicio de que, desde el punto de vista documental y académico, deba interpretarse en el marco de la fuente de la que procede. En este caso, dado que el artículo contiene una revisión de la historiografía lingüística relacionada con el topónimo, hemos mantenido (y enlazado) las citas bibliográficas ya que forman parte ineludible del texto.

  1. Una amplia bibliografía une el topónimo Treviño a la existencia de un ‘punto trifinio’ de época prerromana, atribuyéndole consecuencias etnolingüísticas de hondo calado
  2. Abaitua y Unzueta (2013) rebaten este supuesto con pruebas de que el término ‘trifinio’ en español es en realidad un neologismo reciente rescatado de una inscripción incorporada por Emil Hübner en 1869 al Corpus Inscriptionum Latinarum II, e interpretado como ‘confluencia de tres términos’Emil_Hübner
  3. En los textos clásicos latinos el vocablo trifinium se refiere sistemáticamente a un método de agrimensura, descrito con detalle por Higinio Gromático en el siglo II
  4. Por ello consideran que hay que buscar en este segundo sentido el traslado del término a la toponimia
  5. El artículo revisa la prevalencia de los principales errores historiográficos y lingüísticos producidos por el equívoco
  6. La tardía aparición de Treviño en las fuentes escritas contrasta con la relevante función etnolingüística que diversos autores han atribuido a este enclave desde la Antigüedad
  7. Peterson (2012: 73) y Quirós (2012: 99) citan un documento de 1028 del Becerro Galicano de San Millán de la Cogolla en el que se alude a una Momadonna de Trivinio
  8. Tras esta mención indirecta, la primera referencia expresa es de 1179, año en el que los monarcas Alfonso VIII de Castilla y Sancho VI de Navarra firman un acuerdo por el que restablecen las fronteras de sus reinos y en el que Treviño se cita como enclave excepcional
  9. Arganzón, el otro topónimo destacado del Condado, aparece documentado desde el siglo IX (Peterson (2012: 73)
  10. Sánchez Albornoz (1929), Bosch Gimpera (1932) [.pdf], o más recientemente Santos Yanguas, Emborujo y Ortiz de Urbina (1992) han asociado Treviño con un supuesto hito fronterizo prerromano que marcaba la división de los grupos de población citados por los geógrafos grecolatinos en el área vasca: autrigones, carietes y várdulos
  11. Múgica (1914), así como sobre todo Caro Baroja (1943 y 1945), retomando la hipótesis adelantada por Arnaud Oihenart (1638), ahondaron en la idea de que la geografía de los dialectos vascos reproduce estas demarcaciones ‘tribales’ antiguas
  12. De esta forma se explicaría, por ejemplo, el tránsito entre el euskera vizcaíno (área caristia) y el guipuzcoano (territorio várdulo) en la cuenca del río Deba
  13. Dialectólogos vascos modernos han mantenido (Knörr 1985, Pagola 1991, Arejita et al 2007) el alcance de esta propuesta
  14. Entre los escasos detractores cabe destacar a Zuazo (2010) y Abaitua y Unzueta (2011)
  15. En estas páginas vamos a aportar datos que desligan el topónimo Treviño de todo tipo de hito fronterizo, ni antiguo ni moderno, ni en el enclave burgalés cercano a Miranda de Ebro, ni en ningún otro lugar denominado Treviño de la docena que hemos documentado en la península IbéricaVillamayor_de_Trevino_Burgos2
  16. La etimología de Treviño (< trifinium) da pie a relacionar el término con actividades de parcelación agraria de época colonial romana
  17. Asimismo parece claro que desde antiguo algunos Treviños formaron parte de la nómina personal vinculada al topónimo
  18. Varios indicios ligan el origen del malentendido a una inscripción incorporada en 1869 por el epigrafista alemán Emil Hübner al Corpus Inscriptionum Latinarum II en la que aparece el término latino trifinium
  19. A partir de este corpus el término se traslada al Dictionary of Latin de Oxford University Press (1879) con el sentido de “a place where three boundaries meet”, una interpretación que, si no completamente errada, es incompleta, teniendo en cuenta los testimonios literarios que cita el diccionario
  20. Cinco años más tarde el término ‘trifinio’ se añade a la actualización de 1884 del Diccionario de la Real Academia Española
  21. Solo después de esta fecha el neologismo se ha utilizado en español en el sentido de “punto donde confluyen y finalizan los términos de tres jurisdicciones o divisiones territoriales”
  22. Sánchez Albornoz (1929) es el principal impulsor de la idea de que los dos Treviños burgaleses (‘Villamayor de Treviño’, municipio cercano a Herrera de Pisuerga, y ‘Condado de Treviño’, cercano a Miranda de Ebro) son puntos trifinios antiguosClaudioSanchezAlbornoz
  23. Aflora en este supuesto, como en otros, su concepción ‘esencialista’ de la historiografía —que compartía con Menéndez Pelayo y le alejaba de Américo Castro (Archilés 2009: 231) — con consecuencias intelectuales que perduran
  24. La primera consecuencia es la visión de unos pueblos prerromanos organizados en ‘etnias-estado’ con demarcaciones territoriales definidas, constituyendo ‘asociaciones tribales’ de una relativa homogeneidad cultural, lingüística y étnica (Wulff 2009: 24-27)
  25. La monografía compilada por Javier Andreu Pintado (2009) analiza ampliamente esta cuestión para la etnia de los vascones
  26. La segunda es que este sustrato étnico ha perdurado hasta nuestros días y se plasma en la preservación de determinados rasgos culturales, o lingüísticos, como se ha propuesto singularmente en el caso de los dialectos vascos
  27. En relación con la cuestión territorial, Sánchez Albornoz es deudor de Enrique Flórez (1786)
  28. Ambos toman sin muchas consideraciones los datos de la Geografía de Claudio Ptolomeo (c 150 d C) y directamente los proyectan sobre el mapa de la cornisa cantábrica
  29. Perfilan de esa forma una distribución de las etnias indígenas que ha tenido una extraordinaria influencia en la historiografía posterior
  30. Álvarez Llopis y Peña Bocos (2005), por ejemplo, se sirven de ella para definir los límites de la Cantabria indígena, con un trazado fronterizo que divide a vacceos, turmogos, cántabros y autrigones:
  31. “[y que] desde Guardo seguiría una línea ascendente hasta el sur de Cervera de Pisuerga, más o menos coincidente con el territorio de La Pernía; una inflexión en la línea de frontera la llevaría hasta Treviño, para dirigirse después hacia Villadiego y Páramo de Masa hasta Terminón, como punto más oriental de Cantabria” (Álvarez Llopis y Peña Bocos, 2005: 18)Mapa de la Cantabria Antigua
  32. Para reforzar la validez de su aproximación, los autores suman a las fuentes clásicas ‘evidencias epigráficas’ (de la etnia vadiniense, en el este de Asturias y León)
  33. Es decir, a los testimonios documentales añaden marcadores etnográficos, de los que hablaremos más tarde
  34. Llama la atención el grado de detalle con el que dibujan los límites de la Cantabria prerromana
  35. La misma prolijidad caracteriza a la delimitación de carietes, várdulos y autrigones del mapa  de Santos Yanguas y otros  (1992) y que todavía mantiene Estibaliz Ortiz de Urbina (2011: 47)
  36. “Este límite [entre caristios y várdulos] partiría del Deva, seguiría por el Puerto de Azcárate y la zona al Este de Vergara, para ir a la Sierra de Aitzgorri, la Sierra de Elguea y el Puerto de Arlabán, atravesando después la Llanada alavesa, dejando a oriente la civitas várdula de Tullonium (Alegría de Álava) (Ptol, II, 6, 65) y a poniente la civitas caristia de Suestatio (Arcaya) (Ptol, II, 6, 64), hasta llegar a los Montes del Condado de Treviño” (Santos Yanguas et al 1992: 455).
  37. Se trata de una proyección del listado de poblaciones de Ptolomeo; pero con el aditivo de un trazado fronterizo—que discurre por fondos de valle y puertos de montaña— que obviamente el geógrafo alejandrino no aportó
  38. Estas actualizaciones cartográficas modernas son arriesgadas por razones técnicas, como vamos a ver, pero sobre todo por motivos conceptuales
  39. Advierten los propios autores: “los modelos sociológicos e históricos de los autores griegos y latinos no coinciden con los de las culturas de las que nos transmiten información” (Santos Yanguas et al 1992: 450)
  40. Profundizando en estos argumentos, Unzueta (1994: 102-104) hace hincapié en el error cometido por Sánchez Albornoz y sus seguidores al equiparar las etnias y su distribución anterior a Roma con los etnónimos y su cartografía en el nomenclátor de Ptolomeo
  41. Una cartografía con trazados fronterizos nítidos incurre además en el riesgo añadido de forzar la localización de muchos enclaves para los que no existe una identificación segura
  42. Sucede por ejemplo con las tres poblaciones atribuidas a carietes Suestatium, Tullica y Veleia (Ptolomeo II, 6, 64)
  43. La primera se ha identificado con una mansio cuyos restos se han hallado en Arcaya, población cercana a Vitoria (Loza y Sáenz de Urturi 1999)
  44. Veleia se asocia de manera unánime con los restos romanos de Iruña de Oca
  45. Esta asociación ha sido confirmado con el hallazgo de un ara dedicada a la diosa Mater “uno de [cuyos] datos más relevantes es precisamente la mención de la res publica Veleian(orum), colectividad que sin duda debemos identificar con Veleia, la civitas caristia” (Núñez et al. 2012: 29).
    SanchezYanguas1999
  46. Sin embargo Tullica, sobre la base de una aparente ‘homofonía’, ha sido relacionada con el topónimo Tuyo, nombre de población y de sierra cercanas a las Conchas de Arganzón, contradiciendo las coordenadas de Ptolomeo que la situarían no al sur, sino al este de Veleia, entre ésta y Suestatium
  47. Armando Besga (1998) asimismo prioriza la distribución de Ptolomeo para ubicar las poblaciones indígenas del País Vasco
  48. Sin embargo el sistema de coordenadas de Ptolomeo no se corresponde con la cartografía actual
  49. Las bases metodológicas han evolucionado y, aunque el paralelo utilizado por Ptolomeo no se aleja mucho del Ecuador actual,  el meridiano sin embargo discurre cercano a las Islas Canarias, con un desvío importante respecto al actual meridiano de Greenwich (Tsorlini 2009)
  50. A ello hay que sumar innumerables errores en la transcripción de los documentos originales
  51. Tsorlini (2009) realiza un ambicioso ensayo de actualización de la Geografía de Ptolomeo para la península Ibérica
  52. La hipotética continuidad entre territorios tribales prerromanos con realidades etnolingüísticas modernas, como la que mencionan Álvarez Llopis y Peña Bocos (2005) para el Treviño cántabro, lleva inexorablemente a atribuir marcadores de etnicidad a estos grupos de población antiguos
  53. El mismo supuesto subyace a la correlación entre tribus prerromanas y dialectos vascos
  54. La etnicidad de los pueblos prerromanos de la península ibérica es objeto de un amplio debate (Cruz Andreotti y Mora, 2004Sánchez-Moreno, 2009)
  55. Por una parte, es imposible vislumbrar el tipo de conciencia que los indígenas pudieron tener de sus propias colectividades antes de su encuentro con Roma
  56. La etnicidad era sobre todo “una realidad percibida por los conquistadores y no tan claramente por los indígenas” (Gracia 2006: 37)
  57. Los grupos de población no constituían “estados unificados”, sino “federaciones [ocasionales] de pueblos a partir de lazos de dependencia entre sus régulos y líderes” (Ruiz 1988: 298-299),
  58. Cada uno de estos grupos contaba con ciudades independientes que “solo volverían a unirse en especiales casos de guerra bajo la dirección de caudillos o reyezuelos con aptitudes militares” (Gracia 2006: 37)
  59. Las demarcaciones étnicas son la consecuencia de la reorganización del espacio en época altoimperial más que una realidad indígena preexistente (López Jiménez, 2004), Sánchez-Moreno (2009)
  60. A mediados del siglo II d C, momento en que se elabora la Geographia de Ptolomeo, los supuestos elementos étnicos habían quedado difuminados dentro de la práctica político-administrativa romana
  61. Dice al respecto Juan José Sayas: «cuando describimos las fronteras de autrigones, caristios, várdulos y vascones, en puridad metodológica, no estamos trazando y separando espacios étnicos globales» sino «territorios concretos de ciudades concretas, que las fuentes históricas consideran como várdulas o vasconas» (Sayas 1999: 155-158)VasconiaRomanaKondaira.net
  62. Con todo, en un trabajo posterior Sayas (2005) parece atribuir a los vascones homogeneidad lingüística:
  63. “El valle medio del Ebro constituye en el s. II a.C. una frontera étnica y cultural, sin duda lingüística» (Sayas 2005: 94)
  64. «En esa región convergen hablantes de tres grupos lingüísticos, constituyendo un trifinium, en donde entran en contacto y confluyen ampliamente lo vascónico, lo ibérico y lo indoeuropeo” (Sayas 2005: 94)
  65. Michelena data en el siglo I a. C. la desaparición del euskera en la ribera vascona del Ebro (Michelena 1982: 303).
  66. Sayas (1999:155) subraya la ‘artificialidad’ de una etnia como la de los vascones que bajo un mismo etnónimo abarcaba poblaciones tan distantes: “desde Oiasso (Irún, Guipúzcoa) a Alavona (Alagón, a 25 km de Zaragoza) y desde Iacca (Jaca) a Calagurris (Calahorra)»
  67. Unzueta (1994) evalúa el verdadero significado de los etnónimos transmitidos por Ptolomeo, “un autor tan alejado temporal, geográfica y culturalmente de la realidad étnica prerromana que debiera hacernos dudar sobre el acceso que pueda tener a información certera sobre ésta”
  68. De cara a la administración romana, los grupos étnicos prerromanos habían perdido consistencia como unidades de carácter político desde fechas tempranas
  69. Existen abundantes pruebas de que el territorio se organizaba en torno a las principales poblaciones, trascendiendo el sustrato étnico preexistente: “En este sentido, vascones, várdulos, caristios y autrigones nunca son considerados en los textos romanos como unidades políticas” (Unzueta 1994: 103)
    Bronce de Ascoli
  70. Así, en una fecha temprana (89 a.C.) el Bronce de Ascoli cita el origen de los caballeros allí inscritos mediante su relación con la ciudad de origen, en lugar de con la etnia a la que pertenecen
  71. Jürgen Untermann deduce de este hecho que la pertenencia a una etnia concreta, en este caso ilergetes, sedetanos o vascones «ya no jugaba ningún papel político a comienzos del último siglo a.C. más de 200 años antes de la fecha de composición de la obra de Ptolomeo» (CIL I2, 709; Untermann 1992: 24)
  72. Estudios realizados en la Gallaecia sobre la localización de las etnias prerromanas antes y después de la conquista corroboran que la distribución transmitida por Ptolomeo no refleja las realidades del mundo prerromano, sino unidades geográficas y jurídicas creadas por la administración romana en el proceso de reorganización del norte peninsular emprendido tras la conquista (Pereira Menaut 1984)
  73. Estas unidades desempeñaban una función de control territorial, con fines administrativos inherentes al estado romano, útiles a efectos fiscales o censuales, y que se aprovechaba para el reclutamiento de unidades auxiliares para el ejército o de mano de obra destinada a actividades mineras (López Barja de Quiroga 1999; Burillo 2002, 2011:278; Morillo 2003; Grau 2005; Pérez Almoguera 2008; Wulff 2009)
  74. Volviendo a Treviño, encontramos un ramillete de asentamientos jalonando la calzada romana, Ab Asturica Burdigalam, entre la ciudad vascona Pompaelo (Pamplona) y la autrigona Deobriga (cercana a Miranda de Ebro)CaristiVarduliEuskalki2
  75. En este núcleo se concentraban la mayoría de las poblaciones que Ptolomeo atribuye a várdulos, Tullonium, Alba, Gebala, Gebalaeca (en azul), así como todas las caristias, Suestatium, Tullica, Veleia (en rojo), a escasos kilómetros unas de otras
  76. Por eso sorprende que la zona neurálgica del supuesto trifinio (línea de puntos) exhiba uniformidad lingüística (zona roja), palpable en la toponimia vasca desde los primeros testimonios documentados (s. XI)
  77. La uniformidad dialectal de Álava y Treviño (zona roja) contrasta con la isoglosa de la vertiente cantábrica (que culmina en la desembocadura del Deba junto a Mutriku, indicado con un punto azul en el mapa)  donde los asentamientos humanos, como sabemos por la arqueología, fueron muy secundarios (Unzueta 1994)
  78. Varios autores, siguiendo a  Gerhard Bähr, asocian la población várdula Tritio Tubóricon con Mutriku, esto es, en la margen derecha del Deba, en supuesta área caristia y donde el efecto divisor del curso fluvial tuvo que ser más acusado.

  79. Sin embargo, en el litoral vasco Ptolomeo solo menciona dos poblaciones, Oiasso, de los vascones, identificada con Irún; y Menosca, de los várdulos, en la desembocadura del río Menlaco, sin identificar.

  80. Unzueta (1996) describe dos fases de colonización de la cornisa cantábrica: una inicial julio-claudia (26 a C – 69 d C) y otra flavia (69 d C a inicios del siglo II d C)
  81. A partir de la escueta referencia de Plinio (NH IV, 34, 110) sabemos que el primitivo asentamiento del Portus Amanum recibió el estatuto de colonia bajo la denominación de Flaviobriga, en tiempos de Vespasiano (entre los años 69 a 79 d C)Calzada Astorga-Burdeos (Auñamendia)
  82. Desde Flaviobriga hasta Oiasso se extendía un territorio de escasa presencia romana que a partir del cambio de la política imperial flavia comenzará a sufrir transformaciones fundamentales
  83. Hacia la mitad del siglo I d C el litoral central de la costa vizcaína, en especial en la ría de Gernika, será ocupado por asentamientos de nueva planta sobre lugares en los que no se ha detectado habitación prerromana
  84. Estos se establecerán siempre sobre la misma línea de la costa, tanto en las márgenes de las rías como en sus desembocaduras: Forua, Lekeitio, Pedernales, Bermeo
  85. El contacto entre las dos sociedades sucedió de forma decisiva durante todo el siglo I d C
  86. La prolongación de la franja territorial de autrigones y carietes desde el interior hasta la costa es una innovación de Ptolomeo con respecto a Plinio, para quien cántabros delimitaban con várdulos, dejando a carietes y autrigones en el interior
  87. Plinio fue conocedor del entorno geográfico y administrativo del norte hispano por haber sido procurator de Vespasiano en la provincia Hispania Citerior Tarraconensis en el s. I.
  88. Ptolomeo nunca estuvo en Hispania y solo manejaba fuentes secundarias.
  89. Hay que recordar además que el territorio de la vertiente cantábrica, alejado de las grandes vías de comunicación terrestres, estuvo menos poblado y tuvo un potencial económico menor
  90. Con tales premisas no es esperable hallar muchas diferencias etnolingüísticas entre los grupos de población que se repartían el territorio entre el Ebro y el Cantábrico en época colonial
  91. Si, como sugiere Emborujo (1987), la frontera várdulo-vascona resulta difícil de trazar, ésta al menos se correspondía con la división administrativa de los conventus iuridici Caesaraugustanus y Cluniensis; que no afecta a várdulos, carietes, autrigones o berones, todos ellos englobados en la jurisdicción de Clunia
  92. Es una división jurídico administrativa de las provincias en conventos que se establece a partir de Claudio (primera mitad del siglo I d C) y que con el tiempo parece afianzar una frontera en el curso medio del Ebro a la que algunos historiadores sí han adjudicado transcendencia históricaDivision+Administrativa+de+Augusto[1]
  93. Peterson (2009: 59, n 15) al estudiar la situación de La Rioja y La Bureba en el Alto Medievo encuentra una continuidad desde época antigua
  94. Peterson resalta la apreciación de Albertos (1985: 35) según la cual “la onomástica de la Rioja Alta, como la de la mitad septentrional de Burgos, correspondería a lo que denomina la zona septentrional o cantábrica»
  95. Por contra, «la Rioja Alavesa, parte de Navarra y la parte meridional de La Rioja se integrarían en la zona onomástica celtibérica”  (Albertos 1985)
  96. Según esto, el solar berón se dividiría en dos zonas onomásticas distintas
  97. Por lo que respecta al territorio alavés, incluyendo Treviño y zonas limítrofes de Navarra por Campezo es muy frecuente el antropónimo Ambatus (y sus variantes Ambata, Ambati)Oposición antroponímica en Celtiberia-Lusitania y áreas de influencia.
  98. Se trata, a decir de García Ariza (2008), de uno de los nombres más «típicamente hispánicos y más abundantemente atestiguados» precisamente en nuestra zona, así como en el resto del territorio cluniense, incluyendo a cántabros vadinienses y vetones de las provincias de Salamanca y Cáceres (Albertos 1970: 107-234), y hasta zona lusitana
  99. Por contra es un nombre extraño en territorio celtibérico (Albertos 1979: 137)
  100. También son frecuentes los grupos Segontius/Segonieca, así como Araius/Araica/Araca
  101. Por el contrario, los grupos Doiterus/Doitera y Coemia/Coema son más frecuentes en la zona navarra y esporádicos en la alavesa (Sayas 1999:158).
  102. Por lo que sabemos, fue Arnaud Oihenart (1638) el primero en vincular tribus prerromanas con dialectos vascos
  103. El erudito de Mauleón adjudicó a ‘aquitanos’ el euskera de Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa, a vascones el de Navarra, a várdulos el de Guipúzcoa y Álava y a autrigones el de Vizcaya
  104. Estas asociaciones de Oihenart son simplificaciones arbitrarias, pero cargadas de intuición etnolingüística, cuyo componente ideológico, como hemos visto, ha tenido extraordinario éxito en la historiografía vasca
  105. Bosch Gimpera (1932) dice tomar la idea de Sánchez Albornoz (a quien a su vez cree basado en Campión)
  106. “El valle del río [Deba] parece ser la divisoria [de los várdulos] con sus  vecinos occidentales, los caristios y aquí, como hace notar Sánchez Albornoz basándose en Campión, parece coincidir la frontera con los límites de los dialectos vascos, guipuzcoano y vizcaíno, extendiéndose el último por Vergara y Salinas” (Bosch Gimpera, 1932: 457)
  107. Unzueta (2004) atribuye a Bosch Gimpera (1923) varios ‘dogmas históricos’: el principal el de la “continuidad de la cultura vasca desde la prehistoria hasta al menos el periodo romano”Catalan-Spanish-Mexican archaeologist and anthropologist Pere Bosch-Gimpera (1891-1974).
  108. También la permanencia del “elemento indígena intacto a pesar de las infiltraciones de otros elementos de los territorios vecinos”; elemento indígena que descendería “del antiguo grupo de la cultura pirenaica, cuyos orígenes se remontan al pueblo indígena del norte de España en el paleolítico superior”
  109. Al mito de la coincidencia de los dialectos vascos con la distribución tribal prerromana, Múgica (1914) añade el de que los límites de las tribus coinciden además con los de las diócesis eclesiásticas
  110. Esta tesis contó con el apoyo de Caro Baroja (1943 y 1945) y se ha convertido en un lugar común en la bibliografía posterior, en especial entre los dialectólogos (Knörr 1985Pagola 1991, Arejita et al 2007
  111. Es sin embargo una correlación infundada, como ha probado Zuazo (2010)
  112. En concreto Knörr (1985) trató de acreditar la correspondencia entre distribución tribal y geografía dialectal vasca donde más claramente hubo de manifestarse
  113. Pero no halló prueba válida ni en Treviño ni en el resto de Álava, que exhiben de manera uniforme rasgos de euskera occidental (o ‘vizcaíno’)

    Julio Caro Baroja fotografíado por Paco Marín (1960)
    Julio Caro Baroja fotografíado por Paco Marín (1960)
  114. Las formas occidentales baltz frente a beltz; barri/berri; –dui/ –di; eleja/eleiza; solo/soro; uli/iri; etc son abundantes y recurrentes, frente a sus opuestos centrales (o ‘navarros y guipuzcoanos’)
  115. Knörr creyó poder aportar una prueba de peso en los topónimos formados a partir de la voz latina palude, ‘charca’, de la que derivan dos soluciones distintas en euskera (padura y madura), y que al menos en Álava se distribuyen en un eje longitudinal
  116. El problema es que la alternancia no alcanza a los dos dialectos vascos que supuestamente deberían distinguirse, occidental y central, sino solo al primero de ellos
  117. Como se muestra en el mapa de los ‘paúles’, todos los topónimos derivados de palude se hallan en zona occidental (roja), dentro de la cual es cierto se produce una distribución entre dos áreas, una occidental más conservadora, con padura (puntos cian) y otra oriental más innovadora, con madura (puntos violeta)
  118. Pero son dos variantes recientes dentro de un mismo espacio dialectal, el occidental (en rojo)Dialectos vascos (Zuazo 2010): occidental (rojo), central (violeta), oriental (azul)
  119. La toponimia del área oriental treviñesa (en la que se encuadra la variante madura) “es netamente occidental, tal como se observa en el vocalismo y el léxico” (González de Viñaspre y Uribarrena 2005: 404)
    Palude_tH
  120. La distribución padura / madura  (cian / violeta en el mapa de los ‘paúles‘) es intradialectal:  afecta solo al dialecto occidental (en rojo) y es tardía (s. XI-XIII)
  121. Por ello, la distribución padura / madura en lugar de respaldar la teoría del trifinio antiguo, como pretendía Knörr 1985, la contradice
  122. En el entorno de Treviño sí se detecta una frontera lingüística, pero no afecta a los dialectos vascos sino a la distribución vascorrománica de la toponimia
  123. Esta frontera es particularmente brusca por SE, en dirección a Viana (Navarra)
  124. Hacia el SO sin embargo es más gradual, como también hacia el sur, dirección hacia la que el euskera se expandió en los siglos VIII a XII
  125. En el mapa de las ‘padules’ hemos representado una cuña entre dos núcleos de desarrollo romance, uno en la zona de Miranda de Ebro y el otro en la de Viana-Logroño
  126. La ruta de expansión altomedieval del euskera, que desde tierras alavesas se adentró en La Rioja por la cuencas de los ríos Tirón y Oja (Peterson 2009, Abaitua y Unzueta 2011), debió de seguir esa dirección que marca la cuña del mapa 3 que apunta hacia poblaciones riojanas como Labastida y Haro
  127. Sin ser excepcional, Treviño no es un topónimo que se prodigue en la península Ibérica (ver mapa de los Treviños españoles)
  128. Apenas supera la docena de ocurrencias y llama la atención que un tercio de ellas se halle en área vascónica
  129. Además del Condado de Treviño, enclavado en Álava, el topónimo reaparece en dos términos colindantes de los municipios navarros de Azuelo y VianaTreviñosIberia
  130. A unos cien kilómetros por el norte, en plena costa vizcaína, no muy lejos de la desembocadura de la ría de Bilbao por su margen derecha, encontramos Tribiñu (Lemóniz) y su derivado Tribiñubarri (Górliz) —obviamente inconexos, por sus coordenadas geográficas, con supuestas demarcaciones tribales prerromanas
  131. En las inmediaciones del País Vasco, en el noroeste de Burgos se halla el que fuera Alfoz de Treviño, que abarcaba doce poblaciones a lo largo del río Odra, entre ellas Villahizán de Treviño y el actual municipio de Villamayor de Treviño
  132. Unos kilómetros más al norte, en Cantabria, se ubica la localidad de Treviño, en el municipio lebaniego de Camaleño, cercano a Potes
  133. Mucho más al oeste reaparece el topónimo en tierras gallegas, en la comarca de Terra de Soneira, del municipio coruñés de Vimianzo, cercano a Finisterre (otro enclave periférico que creemos imposible de ligar con ningún punto trifinio)
  134. Al este de Navarra encontramos un nuevo testimonio en el municipio zaragozano de Ejea de los Caballeros
  135. Más al este, junto a la sierra de Guara (Huesca), en el Somontano de Barbastro se halla la ermita de Nuestra Señora del Treviño de Adahuesca
  136. El Nomenclátor Geográfico Básico aporta el Treviño más meridional en el municipio de Alcázar de San Juan, cerca de Tomelloso, al norte de Ciudad Real
  137. Descubrimos también en el Nomenclátor dos Triviño, uno en el municipio de Layos, al sur de Toledo, y otro en Villanueva de los Infantes, al este de Valdepeñas
  138. Estos topónimos alternan con otras formas cercanas que no hemos incluido en el mapa
  139. Son dos Triviña, una en Villamayor de Calatrava (Ciudad Real) y otra en Úbeda (Córdoba), así como tres Treviana, al oeste de Cuzcurrita (La Rioja), aunque es muy probable que puedan relacionarse etimológicamente con Treviño
    trifinioVillanuevaCordoba
  140. Sí hemos incluido en el mapa de los Treviños, Trevijano de Cameros (La Rioja), que suponemos compuesto de trifiniu + sufijo–ano, análogo a Trevignano, población de la provincia de Treviso en la región de Véneto, Italia
  141. En la península itálica hemos encontrado otras formas homónimas con variantes gráficas: Trefigno (Ancona), Trivigno (Mortirolo), Monte Trevigno (Lago de Orta) e incluso Trofigno (Abruzzo).
  142. Esta derivación nos hace conjeturar que el término se utilizara como ‘apelativo’ o cognomen, ya que es muy frecuente el uso del sufijo –ano (derivado del genitivo latino –anus) en combinación más habitual con antropónimos (Caro Baroja 1945, 117-8; Salaberri 2012)
  143. Interpretación avalada por Michelena (1972: 23): «Para los dos Subijana, de Alava y de Morillas, en 1025 Suvillana, [Albertos] aventura un *subfiniana (uilla)«
  144. «No estará formado, en otras palabras, sobre un antropónimo, sino sobre un apelativo, al igual que Trevijano en Logroño (en 1257 Treveiano, «in archipresbyteratu de Cambero vieio), que será trifinianum«
  145. Pero falta el trifinium principal, el que suponemos ha sido el causante del equívoco que intentamos resolver en este trabajo
  146. Se trata de la inscripción hallada a mediados del siglo XVI por el epigrafista Juan Fernández Franco en la iglesia parroquial de Villanueva de Córdoba y que tres siglos más tarde, en 1869, incorporó Hübner a su corpus Inscriptiones Hispaniae Latinae (CIL II, 2349)
  147. En 1912 el jesuita Fidel Fita Colomé, colaborador de Hübner y secretario de la Real Academia de la Historia, publicó en el Boletín de esta institución (BRAH 60 (1912), 37-52), una reseña con las siguientes transcripción y traducción:Fidel Fita
  148. Trifinium / in[t]er Sacilienses Eporenses / Solienses ex sententia / Iuli Proculi iudic(is) / confirmatu(m) ab / Imp(eratore) Caesare / Hadriano / Aug(usto)
  149. “Trifinio entre los Sacilienses, Eporenses y Solienses, confirmado por el emperador César Hadriano Augusto con arreglo a la sentencia del juez Julio Próculo”
  150. En esos años se produjeron una serie de coincidencias que creemos llevaron el término trifinio al diccionario de la Real Academia de la Lengua con el significado actual de “punto donde confluyen y finalizan los términos de tres jurisdicciones o divisiones territoriales”
  151. Es importante señalar que trifinio es una palabra sin historia en español; no se encuentra en el Corpus Diacrónico del Español (CORDE)
  152. La entrada aparece por primera vez en la versión del diccionario de 1884, solo quince años después de que Hübner incorporara la inscripción de Villanueva de Córdoba a su corpus, de donde suponemos saltó poco después al diccionario inglés Lewis and Short (nombre de los editores por el que se conoce el popular A Latin Dictionary editado por Oxford University Press en 1879 a partir de una traducción de 1850 del diccionario Wörterbuch der Lateinischen Sprache, del filólogo alemán Wilhelm Freund)
  153. Es significativo que el término ‘trifinio’ solo se use en español (fr. tripoint, it. triple frontera, pt. triplice fronteira)
  154. Lewis and Short aportan para trifinium solo tres fuentes: trĭfīnĭum, ii, n ter – finis, I a place where three boundaries meet, Sicul Flacc Condit Agr p 6 Goes; Inscr Grut 201, 5; Isid 15, 14, 5
  155. La segunda (Inscriptionum Gruter 201, 5) es la inscripción de Villanueva de Córdoba y de las tres es la única que soporta el sentido que le atribuyen los diccionarios
  156. Tanto la primera fuente (Siculus Flaccus, De condicionibus agrorum), como la tercera (San Isidoro 15, XIV [5] DE FINIBVS AGRORVM) testimonian un fenómeno que tiene que ver con el reparto de tierras entre los colonos romanos y que está ampliamente estudiado en la bibliografía (Guillaumin 1998: 101-124; Mayer y Olesti 2001, 109-130; Santapau Pastor, 2008)
  157. Por lo que podemos concluir que trifinium es por encima de todo una unidad de agrimensura:
  158. Los agrimensores recogen la existencia de un sistema de subdivisión de la centuria en tres partes, o división en trifinium, que da lugar en el caso de las centurias de 200 iugera a tres lotes de 66,66 iugera
  159. Se trata del modelo de sorteo, la conternatio, que atribuye a cada colono 1/3 de centuria
  160. El modelo del trifinium está bien descrito por Higinio Gromático (s II) (Mayer & Olesti 2001: 120)
  161. Pese a no haber hallado el término ‘trifinio’ en el Corpus Diacrónico del Español, hemos realizado una última comprobación en un conjunto de obras clave anteriores al siglo XX
  162. Así hemos buscado en Enrique Flórez (1779, 1786), en José Joaquín de Landazuri (1798), en Juan Antonio Llorente (1806), en el Diccionario geográfico universal (1829-1834) de Pascual Madoz, en el Diccionario geográfico-histórico de la España antigua, Tarraconense, Bética y Lusitania de Miguel Cortés y López (1836), así como en la Gramática de los cuatro dialectos literarios de la lengua euskara de Arturo Campión (1884)
  163. El resultado confirma las conclusiones preliminares: el neologismo es tardío; la primera referencia es de principios del siglo XX, de Baraibar (1903), quien precisamente cita a Hübner como fuente e interpreta trifinium en el sentido de ‘piedra terminal’Federico Baraibar Zumarraga nació en Vitoria-Gasteiz en el año 1851 y falleció en la misma ciudad en 1918. Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras fue director del Instituto de Vitoria-Gasteiz, catedrático en latín, diputado general de Álava y alcalde de Vitoria-Gasteiz. Escritor prolífico
  164. “No conocemos etimología satisfactoria de Treviño. Pudo ser trifinium, piedra terminal que en la Administración romana señalaba el punto de contacto de tres diversos territorios coloniales ó municipales, como la descubierta cerca de Villa Pedroche y de Villanueva de la Jara (Hübner, Inscript. Hisp. latinae, n. 2.349), puesta en tiempo de Domiciano para determinar los confines de los Sacilienses, Idienses y Solienses” (Baraibar 1903: 247)
  165. Conclusiones: Trifinium es una unidad de agrimensura utilizada en la conternatio, modelo de sorteo descrito por Higinio Gromático y que atribuye a cada colono 1/3 de centúria
  166. ‘Trifinio’ como “punto donde confluyen y finalizan los términos de tres jurisdicciones o divisiones territoriales” es un neologismo moderno (que se introduce en el diccionario de la RAE en 1884)
  167. El trifinio de Villanueva de Córdoba señala el punto de encuentro de las jurisdicciones de tres comunidades, que son los sujetos de derecho a quienes afecta el dictamen judicial plasmado en la ‘piedra terminal’ (como recoge Baraibar, 1903: 247; sentido muy alejado del ‘trifinio étnico’ que atribuye Claudio Sánchez Albornoz dos décadas más tarde)
  168. Los gentilicios saciliense, eporense y soliense en pleno siglo II d C solo pueden hacer referencia a la ciudad de origen
  169. Es un anacronismo plantear posibles pertenencias a grupos étnicos para esa región en esa época
  170. Topónimos como Trevijano/Trevignano permiten suponer que Treviño pasara en época antigua y altomedieval a la nómina de los propietarios
  171. El binomio padura/madura, que se detecta en la toponimia alavesa, así como en Treviño, no responde a una distribución dialectal, sino a dos soluciones dentro de un mismo espacio lingüístico
  172. En realidad, toda la toponimia vasca de Álava, incluyendo la de Treviño, exhibe rasgos léxicos y fonéticos de un mismo dialecto vasco occidental
  173. Se puede concluir por tanto que los datos referentes a Treviño no respaldan sino que contradicen la relación entre la geografía dialectal del euskera y la supuesta distribución territorial de las poblaciones prerromanas
  174. Tomadas en consideración todas estas evidencias, creemos probado que el topónimo Treviño no revela la existencia de un hito fronterizo antiguo ni en el enclave burgalés cercano a Miranda de Ebro, ni en ninguno de la docena que hemos documentado en la península Ibérica
  175. De la relación etimológica de Treviño con el vocablo latino trifinium se pueden proponer interpretaciones vinculadas a actividades de parcelación agraria o de amojonamiento de fincas en época colonial romana, pero no a presuntas divisiones tribales anteriores a Roma

 

Fuente principal: Joseba Abaitua Odriozola y Mikel Unzueta Portilla (2013). El topónimo Treviño y la prevalencia de errores en historiografía lingüística. III Congreso de la Cátedra Luis Michelena. Ricardo Gómez, Joaquín Gorrochategui, Joseba A. Lakarra & Céline Mounole (arg./eds.) ISBN: 978-84-9860-911-0. pp. 3-25

Ilustraciones

 

 

2 respuestas a «Geografía y lexicografía de ‘trifinium’»

Muy completo e interesante. Mis ancestros Treviño llegaron al noreste de México a finales del siglo XVI y comenzaron a poblar estos territorios. Los 3 estados del noreste de México (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) además de Texas, albergamos un gran número de “Treviños”. Aún al pendiente de saber más de nuestras raíces norte-españolas. Gran abrazo y mil gracias por tan rica información.
RTG

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.