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La bibliografía Los temas Siglo VI

Armando Besga (1993)

El artículo “El concepto de vascón en las fuentes durante los siglos VI-IX” de Armando Besga (1993) niega «rotundamente» la hipótesis de la vasconización tardía.

En verano de 2008 hubo una acalorada consulta de borrado para el artículo Vasconización tardía en Wikipedia. Tengo el vago recuerdo de que el usuario que solicitó la eliminación en algún momento de la discusión mencionó el trabajo «El concepto de vascón en las fuentes durante los siglos VI-IX» de Armando Besga (1993); pero no encuentro la cita en las páginas de Wikipedia.

En ese trabajo Armando niega rotundamente la hipótesis. Como estos días ando precisamente revisando su bibliografía en relación al siglo IX, aprovecho para reproducir y comentar los siguientes pasajes (pp 65-67):

Sólo queda, por tanto, en favor de la teoría de la vasconización la extensión en un momento indeterminable del nombre de los vascones a las Vascongadas, pero sin ninguna prueba que certifique que eso supuso la entrada de aquéllos en Álava, Gipúzcoa y Vizcaya.

Consciente de este hecho, y aunque con dudas, C. Sánchez-Albornoz intentó demostrar la llegada de los vascones a estas provincias, partiendo del carácter no originariamente vasco de estos territorios, siguiendo la tesis de la vasconización lingüística de Schulten, Gómez-Moreno y Menéndez Pidal y tratando de implicar a J. Caro Baroja.

Evidentemente, si en época romana las Vascongadas no fueron vascas y hoy sí lo son, sólo podríamos explicar tal cambio fundamental por una vasconización que únicamente podría situarse en los primeros siglos medievales.

En ese caso, y sólo en ese caso, la extensión del nombre de los vascones a las Vascongadas probaría la llamada vasconización. Pere ése no es el caso.

No voy a extenderme en la demostración del abolengo vasco de várdulos y caristios [nota 35], pues es algo que ocuparía demasiado espacio dada la cantidad de pruebas que pueden aducirse en su favor, simplemente me contentaré con replicar a los argumentos empleados en esta cuestión por Sánchez-Albornoz.

[Nota 35: Lo que no impide el reconocimiento del fuerte componente indoeuropeo (más fácil de documentar que el propio elemento vasco). Hay que recordar que las unidades descritas por los romanos no fueron unidades étnicas, pues en su interior se daban extremos contrastes culturales en torno a la divisoria de aguas, y que los propios romanos no distinguieron una etnia vasca (lo que habitualmente ha sido olvidado, pero que es tremendamente significativo).

[Nota 35, cont.: Distinto caso es el de los autrigones, ya que si hoy se postula su naturaleza vasca es fundamentalmente porque una parte pequeña de su territorio pertenece ahora a Vizcaya y Álava. Y sin embargo todos sabemos que si la historia medieval hubiera sido distinta, hoy los bordes orientales de estos territorios podrían estar más al Occidente, dejando sin base la teoría del carácter vasco de los autrigones. Más claro aparece éste entre los habitantes antiguos del Pirineo aragonés, pero al no ser este territorio vasco actualmente, se insiste mucho menos en esa línea de investigación.]

Parte C. Sánchez-Albornoz de las evidencias indoeuropeas que se encuentran en la toponimia y antroponimia de autrigones, caristios y várdulos, para demostrar así su carácter no vasco y la necesidad de ser vasconizados por los vascones. Pero se olvida que esas mismas evidencias se encuentran entre los vascones y que el sur de Navarra se encuentra entre los lugares más indoeuropeizados de España (junto con el sur de Álava y Cataluña), por lo que su argumentación carece de valor [nota 37].

[Nota 37: En realidad C. Sánchez-Albornoz cayó en el error que más extendido ha estado y que ha contribuido como ninguno a enmarañar la historia antigua del País y es entender que los vascones eran los vascos. Hay que repetirlo: los romanos no se apercibieron de la existencia de un pueblo vasco y sus categorías no fueron las nuestras. Las cosas eran más complejas; ni todos los vascones fueron vascos (y aun así aquéllos, como los otros grupos, tuvieron una unidad indudable, pues secuelas importantes de la misma han llegado hasta nosotros) ni todos los vascos fueron vascones. ]

Haciendo de la necesidad virtud, C. Sánchez-Albornoz presenta la geografía dialectal actual del euskera, que coincide sustancialmente con las demarcaciones de los antiguos pueblos de época romana, como una prueba de la vasconización de las Vascongadas: el vascuence se habría adaptado de forma diferente en los territorios que hasta entonces no lo habían hablado.

Pero este dato importantísimo prueba en realidad lo contrario.  Porque, aunque lego en la materia, hay que suponer que en buena lógica si existiera, por así decirlo, un euskera de importación en tiempos históricos, la división fundamental de los dialectos de la lengua vasca deberían estar entre Navarra (foco exportador) y las Vascongadas.

Y no es así: la división se encuentra entre el vizcaíno y los demás; es decir, que el guipuzcoano es mucho más parecido a los dialectos navarros que al vizcaíno, lo que contradice, entre otras cosas, a las claras las pretensiones de C. Sánchez-Albornoz.

No, es imposible defender la vasconización lingüística y étnica de las Vascongadas en tiempos históricos. Y no por falta de datos, sino sobre todo porque los existentes la niegan con rotundidad. El mismo C. Sánchez-Albornoz debió ser consiciente de ello, pues prudentemente escribió [en Vascos y navarros en su primera historia, p. 5]:

Hay que distinguir, además, entre penetración política o humana e invasión lingüística. Pudieron várdulos, caristios y autrigones hablar una lengua análoga a la de los vascones y haber éstos, sin embargo, entrado en tierras de aquéllos durante los siglos V y VI.

Pero don Claudio no se dio cuenta de que al admitir esto, dejaba sin base su argumentación. Y hacía innecesaria la teoría de la vasconización. Dicho de otra manera, para ese viaje no eran necesarias semejantes alforjas, pues si várdulos y caristios ya hablaban una lengua parecida a la de los vascones, no se hace necesario que éstos penetraran en su territorio para enseñársela.

Han pasado algo más de 16 años desde que Armando Besga escribiera este artículo y en este tiempo se han producido algunas novedades significativas, como las estudiadas sobre todo por Agustín Azkarate, que Juan José Cepeda (2001) resume de la siguiente forma:

El solar pirenaico-aquitano parece haber sido, a todas luces, la cuna de la lengua antecesora del vasco actual. Desde la arqueología se ha podido comprobar, por otra parte, que desde el siglo VI existen en el País Vasco peninsular elementos destacados en la cultura material, especialmente en los contextos funerarios de algunas necrópolis estudiadas por A. Azkárate -tales como las de Aldaieta y Alegría de Álava, Malmasín en Vizcaya, Pamplona y Buzaga en Navarra – que relacionan a sus poseedores, a partir del tipo de armamento y los ajuares localizados en las tumbas, con los ambientes norpirenaicos, situados directa o indirectamente en la órbita de la monarquía franca. Esta nueva situación obligaría a replantear los términos del debate sobre la hipotética «vasconización» de los territorios más occidentales, distinguiendo las diferentes fases por las que pudo atravesar y los factores históricos que concurrieron en el proceso.

La rotundidad que manifestaba Armando Besga en su artículo de 1993 («imposible defender la vasconización lingüística y étnica de las Vascongadas«) resulta por tanto a día de hoy un punto de más osada, como vamos a demostrar a continuación:

  • Reconoce Besga que la tesis de la vasconización lingüística no fue un invento de Sánchez-Albornoz, ya que contaba con antecesores de la solvencia de Adolf Schulten, Manuel Gómez-Moreno o Ramón Menéndez Pidal.
  • Proclama Besga el «abolengo vasco de várdulos y caristios […] que ocuparía demasiado espacio [demostrar] dada la cantidad de pruebas que pueden aducirse en su favor», pese a reconocer «el fuerte componente indoeuropeo (más fácil de documentar que el propio elemento vasco)»
  • Hace hincapié en que «los propios romanos no distinguieron una etnia vasca»
  • Reconoce que C. Sánchez-Albornoz parte de «las evidencias indoeuropeas que se encuentran en la toponimia y antroponimia de autrigones, caristios y várdulos, para demostrar así su carácter no vasco y la necesidad de ser vasconizados por los vascones»
  • Aduce que «esas mismas evidencias se encuentran entre los vascones y que el sur de Navarra se encuentra entre los lugares más indoeuropeizados de España (junto con el sur de Álava y Cataluña)». Esta apreciación es importante, como comentaremos más adelante.
  • Insistiendo en esta idea, dice que «C. Sánchez-Albornoz cayó en el error que más extendido ha estado […] y es entender que los vascones eran los vascos: ni todos los vascones fueron vascos […] ni todos los vascos fueron vascones.»
  • C. Sánchez-Albornoz presenta la geografía dialectal actual del euskera, que coincide sustancialmente con las demarcaciones de los antiguos pueblos de época romana, como una prueba de la vasconización de las Vascongadas
  • Pero este dato importantísimo prueba en realidad, según Besga, lo contrario [porque] si existiera un euskera de importación en tiempos históricos, la división fundamental de los dialectos de la lengua vasca deberían estar entre Navarra (foco exportador) y las Vascongadas.

En definitiva, los datos que el propio Besga enumera son favorables a la hipótesis que tan contundentemente dice refutar. Para probarlo daremos la vuelta a la argumentación comenzando por el final:

  • Besga desconoce la teoría de la «lengua común» que Mitxelena (1981) desarrolló para explicar en retrospectiva la convergencia de los dialectos vascos actuales. Es decir, que efectivamente existió «un euskera de importación en tiempos históricos», datable entre los siglos VI-VIII, del que proceden los dialectos vascos actuales.
  • La geografía dialectal del euskera es un argumento de doble filo, que se ha utilizado por una y otra parte, y que por sí mismo no prueba nada. Volveremos más adelante sobre ello.
  • Dice Besga que «ni todos los vascones fueron vascos […] ni todos los vascos fueron vascones». Correcto, es más, según nuestra hipótesis en época prerromana los vascones no eran vascos (euskaldunes). El euskera era entonces una lengua transpirenaica, es decir, aquitana.
  • Por ello estamos conformes con la afirmación de Besga de que «el sur de Navarra se encuentra entre los lugares más indoeuropeizados de España (junto con el sur de Álava y Cataluña)». Es más, no sólo el sur: el centro y norte de Navarra también, así como los actuales territorios del País Vasco, que muestran claros rasgos de euskaldunización reciente, como probaremos más adelante.
  • Conformes asimismo con que “las evidencias indoeuropeas que se encuentran en la toponimia y antroponimia de autrigones, caristios y várdulos [así como de vascones, sirven] para demostrar su carácter no vasco y la necesidad de ser vasconizados por…»  ¿quienes? Por el único pueblo que hablaba euskera en la antigüedad, los aquitanos.
  • Y es que como hace ver Besga ”los propios romanos no distinguieron una etnia vasca” [al sur de los Pirineos]. Pero sí al norte, en Aquitania.
  • Y es que es prácticamente imposible mantener el “abolengo vasco de várdulos y caristios” debido al “fuerte componente indoeuropeo (más fácil de documentar que el propio elemento vasco)”. De hecho el elemento vasco prerromano es indocumentable.

Por todo ello, sostenemos que la tesis de la vasconización lingüística tardía que intuyó don Claudio Sánchez-Albornoz, respaldado por las observaciones de sus predecesores Schulten, Gómez-Moreno o Menéndez Pidal, resulta cada día más convincente.