Hace poco más de un lustro Mikel nos recomendó la lectura de Esmonde Cleary (2007) Rome in the Pyrenees: Lugdunum and the Convenae from the first century (GScholar), una obra capital para contextualizar muchas de las cuestiones que se debaten en Trifinium. En enero de 2023 amagué la idea de que el área convena habría servido de refugio, en los siglos I-III d. C., de variantes pirenaicas del continuo dialectal ibérico y de la koineización de un proto-euskera paleoeuskera-aquitano:
Categoría: La onomástica
Larrahe destronada
No damos abasto con la actualidad en Trifinium (y por eso, para hacernos eco de las novedades, recurrimos a un conocido sistema de microentradas, #trifiniumEH). Hace unas semanas un lector nos pidió un comentario sobre la reciente y celebrada aparición de una nueva ara votiva dedicada a la deidad vascona Larrahe.
El caso es que, en nuestra opinión, el hallazgo no cambia en exceso el panorama, al tratarse de un teónimo ya conocido:
En el corazón de la Vasconia histórica floreció en el Alto Imperio (siglos I-III) una original cultura funeraria que se extendió a ambos lados de la frontera (sic) de vascones y várdulos. Durante varias generaciones, en ese territorio se impuso la costumbre de decorar los nichos con lápidas encargadas al taller epigráfico de Alba/Gastiáin.
La lectura de un trabajo reciente de Eduardo Orduña (publicado en Palaeohispánica 2021) nos ha llevado a concluir que la lengua aquitana (o protovasca) con gran probabilidad fue el resultado de un proceso de koineización de variedades pirenaicas dentro de un mismo continuo dialectal septentrional ibérico.
(Más abajo aportaremos una explicación de los continuos dialectales ibéricos y su relación con el euskera histórico que hemos representado en este mapa de Joan Ferrer 2021.)
En su trabajo de 2021, Orduña compara los datos onomásticos ibéricos y aquitanos para centrarse en «las coincidencias de nombres completos» así como en nombres de dos elementos que «tienen paralelos en ambas lenguas». Analiza también nombres ibéricos que contienen sufijos de derivación análogos a los aquitanos, y concluye: «las coincidencias son demasiado numerosas y precisas» como para que sean casuales.
Si se miran los datos en perspectiva cronológica, parece razonable deducir que la onomástica aquitana de los epígrafes latinos de los siglos I-II d. C. es continuadora fiel y heredera exclusiva de la onomástica ibérica de III-I a. C.
El número 22 de la revista Palaeohispánica (‘revista sobre lenguas y culturas de la Hispania antigua’) ha venido estas Navidades de 2022 cargadito de regalos. Uno de ellos es la descripción por parte de Javier Armendáriz y Javier Velaza del gran hallazgo de la campaña de 2021, ‘Dos nuevas téseras celtibéricas de La Custodia (Viana, Navarra)’, una poliédrica y otra zoomorfa. La lectura de la primera parece clara:
El análisis de la estructura del texto no plantea problemas especiales: consta de un nombre de persona —integrado por un nombre individual memu en genitivo (tema en nasal) y un nombre familiar en genitivo del plural telkaskum— seguido del conocido término kar.
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