El yacimiento de Iruña-Veleia ha aportado extraordinarias novedades este comienzo de verano (que abrevio con este tuit de César Dorado).
Y aquí termina este paseo por la fascinante Iruña-Veleia y su recién hallado circo. Mi enhorabuena a @arkikus y a la Diputación Foral de @Araba de quienes procede la información y fotos referentes al descubrimiento. Espero que os haya gustado. Gracias por leerme. pic.twitter.com/Rt7GDgt60r
Entre las cuestiones abiertas, una que me interesa especialmente es el apelativo con el que se conoce desde antiguo, Iruña, que algunos han traducido como «la ciudad capital de un territorio», o de su hinterland (área rural que rodea una urbe). Tengo algunas dudas:
Versión provisional de un borrador, rescatado de la papelera, a punto de ir a dormir el sueño de los justos. Transcribo la última versión del 12 de junio 2019, que se irá adecentando y completando en los próximos días. Hay un artículo de Koldo Mitxelena, ‘Estratos en la toponimia alavesa‘ [apuntes], que aporta un precedente valiosísimo. Una versión preliminar de este borrador se presentó en II Encuentro de Onomástica, Amurrio (2016.11.05) con el título ‘Innovaciones occidentales de la toponimia vasca de Álava’ [diapos] [vídeo]. Estoy más satisfecho de las diapositivas que del vídeo.
Palabras clave: historia del euskera, toponimia vasca, contacto vascorrománico, préstamos latino-románicos en euskera, dialectología vasca, euskera occidental
Avances recientes en la reconstrucción de la lengua vasca en las fases previas al proceso dialectal así como el conocimiento cada vez más preciso sobre el origen y evolución de las áreas dialectales aportan indicios aclaratorios acerca de la estratigrafía lingüística del País Vasco. A ello cabe sumar la ayuda inestimable de la toponimia, relativamente bien documentada desde fechas cercanas al momento de su origen, sobre todo de la toponimia menor. Entre las fuentes que se conservan sin duda la estrella es De ferro de Álava o Reja de San Milllán, de 1025.
Sabe Emiliana Ramos las ganas que tenía de publicar a dúo algo sobre el préstamo romance bolin, ‘molino’ en euskera. Pero otras obligaciones apremian y antes de tirar la toalla definitivamente vamos a pasar a limpio algunos datos que hemos ido recopilando y que pueden servir para trabajos futuros.
Bolin y sus variantes morin, bolun son motivo de intriga por varias razones. La primera y principal es que solo aparecen en el área occidental del país (Álava, Vizcaya y cuenca alta del Deva), como también sucede con abad, oste, padura, sautu y algunos otros pocos apelativos genéricos. Por eso sabemos que no formaban parte del léxico compartido del vasco común antiguo (VCA), ni entraron desde el latín, sino desde el romance molín (siglos VIII-X). Otro motivo de intriga es que conviven con errota ‘molino’, al que no substituyen, y que también es muy frecuente en esta área occidental, por lo que caben dudas sobre si bolin y errota tienen algún tipo de complementariedad semántica. O más bien tuvieron, porque el término bolin está en desuso y solo aparece fosilizado en la toponimia. El tercer motivo de interés es que hay una pequeña especialización espacial de las variantes (molin, bolin, morin, borin, bolun): la variante bolu(n) aparece de manera exclusiva en la toponimia de Guecho y es mayoritaria en otras zonas de Vizcaya, pero es inexistente en la Montaña Alavesa y en Treviño (ver tabla con datos estadísticos). En la Llanada alavesa, Zuya y Ayala es donde más abundancia y variedad de formas se conservan.
He trasladado los topónimos de la base de datos abierta del Gobierno Vasco a las tabla1, tabla2, lista3 e intentado representar la distribución geográfica y numérica mediante este (muy mejorable) gráfico:
En una noche de confinamiento e inspiración, vamos a iniciar esta nueva entrada con solo dos elementos: el croquis de Julen Díaz de Argote y un tuit. Iré añadiendo sobre la marcha tuits y párrafos explicatorios, pero lo primero es justificar el título, que originalmente iba a ser ‘Malizhaeza contra Langrares, dos alfoces enfrentados (siglos V-VIII)’, con varios anacronismos. Así, el topónimo Malizhaeza posiblemente no se acuñe hasta bien entrado el siglo VII, como muy pronto, por motivos que iremos exponiendo más adelante. Es casi seguro que Langrares ya existiera mucho antes del V, porque apunta a prerromano. Pero sobre todo hemos reemplazado el término alfoz, utilizado en la Reja de San Millán de 1025 para describir estos espacios, porque éste sí habría sido un anacronismo imperdonable, ya que hay suficientes indicios para suponer que dicho arabismo no se utilizó, al menos en nuestra zona, antes del siglo X. Más adelante daremos cuenta de ellos.
Creo recordar al arqueólogo Ismael García-Gómez asentir sobre la rareza del emplazamiento de la vieja Gasteiz en lo alto de un cerro. Habría sido más eficaz establecer la forja de Gaste en algún otro lugar del llano (Abendangu, Adurzaha, Arriaga, Ihurre, Lopeggana…), poblaciones todas ellas cercanas. Y mejor comunicadas, y con menor esfuerzo para el acopio de materia prima, minerales (o más bien ferrones de Bagoeta), leña, agua… Tuvo que ser la seguridad el motivo principal para elevar la forja a lo alto del cerro, un lugar mucho más adecuado para la defensa. En su perímetro lo más probable es que se alzara una empalizada, de la que no queda registro arqueológico, previa al levantamiento de muralla de manpuesto del siglo XII.